Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la prolija creación literaria en los poemas del "TRILCE"; hace casi imposible elegir un poema para intentar decifrar el contenido que el poeta CÉSAR VALLEJO (imagen de la izquierda César Vallejo en París, fuente : Wikipedia) expresa lo que necesariamente va dirigido a un motivo de índole social o político, y siendo yo un aficionado a la lectura sin la preparación académica adecuada, me atrevo a fisgar el POEMA XVIII, del poemario "TRILCE"; en 1,920, César Vallejo, un intelectual comprometido con el "Dolor Humano", ya era un personaje conocido por sus ideas de avanzada y un vanguardista en crecimiento; y las clases explotadoras dominantes lo tenían marcado como un peligroso joven político, y justo en Santiago de Chuco dicta una conferencia, y en aquellos tiempos quien cuestionaba el orden establecido por la burguesía gobernante, era señalado como un elemento riesgoso para la sociedad. Tal ves solo buscaban un pretexto para involucrar a César Vallejo y así desaparecerlo del mapa político; lo cierto se dice que hubo un incidente muy confuso con disturbios e incendio, y que las autoridades muy parcializadas señalaron a César Vallejo como el autor y lo encarcelan injustamente el 6 de noviembre de 1,920, y es absuelto el 26 de febrero de 1,921; el POEMA XVIII justamente nos dice el tremendo dolor que siente el poeta César Vallejo, esta metido en un cuarto de cuatro paredes, donde le afecta su estado de ánimo, está muy nervioso, por tener sus extremidades oprimidas, y mira como una esperanza a la persona que tiene las llaves que es la carcelera, y se hace la ilusión de tenerla a su lado, como una imaginaria compañera en su triste soledad, y sigue dilucidando la horrible realidad del enclaustamiento que contra su voluntad está sufriendo y tiene que soportar, lo que finalmente en un sentido casi irónico acepta su soledad; eso si buscando un tercer miembro entre sus manos como algo que ayudaría a su inválida situación de estar solo y preso. Leamos el poema :
------------------- POEMA XVIII ------------------
Oh las cuatro paredes de la celda.
Ah las cuatro paredes albicantes
que sin remedio dan al mismo número.
Criadero de nervios, mala brecha,
por su cuatro rincones cómo arranca
las diarias aherrojadas extremidades.
Amorosa llavera de innumerables llaves,
si estuvieras aquí, si vieras hasta
qué hora son cuatro estas paredes.
Contra ellas seríamos contigo, los dos,
más dos que nunca. Y ni lloras
di, libertadora!
Ah las paredes de la celda.
De ellas me duele entretanto, más
las dos largas que tienen esta noche
algo de madres que ya muertas
llevan por bromurados declives,
a un niño de la mano cada una.
Y sólo yo me voy quedando,
con la diestra, que hace ambas manos,
en alto, en busca de terciario brazo
que ha de pupilar, entre mi dónde y mi cuándo,
esta mayoría inválida de hombre.
GUILLERMO GONZALO SÁNCHEZ ACHUTEGUI
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