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miércoles, 20 de julio de 2011

ÁFRICA: SEQUÍA, HAMBRUNA Y TERRORISMO: TRES PILARES DE LA TRAGEDIA EN SOMALIA

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., tenemos que informar una alarmante noticia que no ha sido difundida en toda su dimensión y nos referimos a la terrible sequía que atormenta a Somalia en África y según la ONU...: "Los índices en las regiones más afectadas son más del doble del nivel de urgencia del 15% y debería aumentar", precisó la portavoz. "En Somalia, un niño de cada tres está desnutrido", agregó.
Según datos de la ONU la sequía afecta a 3,2 millones de personas en Kenia, 2,6 millones en Somalia, 3,2 millones en Etiopía y 117.000 en Yibuti.
Esta sequía fue causada por un déficit de lluvia desde hace dos años, que afectó las cosechas y provocó un aumento de los precios de los cereales.
Ello dificulta enormemente el acceso a la alimentación y afecta a los pastores, cuyo ganado también sufre esa situación.
Además esta sequía ha causado desplazamientos masivos de las poblaciones.AFP.

Niños somalíes reciben alimentos en Mogadiscio. AFP. El número de personas desnutridas en el sur y el este de África se ha duplicado en los últimos 25 años. Detrás de esta hambruna hay un factor maltusiano, ya que la población ha aumentado a un ritmo mayor que las infraestructuras agrícolas y la superficie cultivada. Pero existe otro elemento contra el que los africanos no pueden luchar: el cambio climático, provocado por los gases de efecto invernadero, peaje del desarrollo industrial de Occidente.

Según la ONU, la sequía en Somalia es la peor catástrofe humanitaria:


El director de la organización internacional, Antonio Gueterres, instó al mundo entero a realizar donaciones importantes para las 10 millones de personas que necesitan ayuda alimentaria y los dos millones de niños que padecen desnutrición, datos del Programa Mundial de Alimentos y Unicef, respectivamente.
Tras una visita realizada a Dadaad, en Kenia, el mayor campamento de refugiados del mundo, se mostró impactado por la situación actual que viven los habitantes de la región africana. “Nunca antes he visto en un campo de refugiados a personas en una situación tan desesperada”.
Estados Unidos invirtió en tres meses de guerra contra Libia la misma cifra que serviría para aliviar la situación de millones de personas que padecen como consecuencia de la sequía en el cuerno de África, considerada como la más dura de los últimos años y Somalia se ve especialmente afectada, aunque también algunas regiones de Etiopía y Kenia.
Durante su visita, Guterres expresó que tratará de organizar un encuentro, tan pronto como sea posible, con el presidente de Kenia, Mwai Kibaki, para abrir más campos para atender refugiados. Aunque en la capital, Nairobi, habían rechazado la apertura de un nuevo campamento para recibir a 40 mil personas, cerca de Dadaab, por temor a que los afectados puedan quedarse de forma permanente en el país.
Dadaab había sido construido en un principio para albergar a unas 90 mil personas. Ahora, con casi 380 mil refugiados, es el más grande del mundo. Y la cifra podría aumentar pronto al medio millón de personas. Por ello, Acnur intenta desde hace tiempo convencer al gobierno de Kenia para que abra un nuevo espacio apata atender a los afectados.
En el campamento han buscado refugio “los más pobres de entre los pobres, los más vulnerables entre los vulnerables”, dijo Guterres.
Naciones Unidas reparte vitaminas y minerales, así como alimentos enriquecidos para palear la situación crítica que viven los habitantes de Somalía, Etipoia y Kenia.
En los últimos meses, el fenómeno ha afectado de manera significativa el Cuerno de África, ubicado en la desembocadura del Mar Rojo con el Oceáno Índico, al reducir el nivel de las lluvias a finales de 2010.
El Cuerno de África es una de las regiones más pobres del mundo, donde el hambre es una amenaza constante.

La sequía de la zona ha colocado a cerca de 11 millones de somalíes en emergencia humanitaria:

Somalia sufre la peor sequía de los últimos 60 años, según datos de la ONU y del Gobierno del país, que está dejando a millones de niños y ancianos famélicos y a madres con pechos estériles, situación que se ve agravada por la presencia del grupo terrorista Al Shabab, vinculado a Al Qaeda.
A pesar de las lluvias torrenciales, que han acabado en los últimos días con la vida de al menos 15 personas en Mogadiscio, la sequía del Cuerno de África ha colocado a cerca de 11 millones de somalíes en situación de emergencia humanitaria, han advertido numerosas organizaciones no gubernamentales.
"Esto es más que una sequía. No ha llovido en los últimos tres años. Somos granjeros y dependemos de la lluvia, así que estamos pasando la peor hambruna", dijo Haji Ali Osman, un anciano que guió recientemente a 74 familias desde la zona rural de Gurban hasta Mogadiscio en una travesía de cientos de kilómetros para huir de la miseria y buscar alimento en la capital somalí.
Pero "Al Shabab nos está afectando más que el hambre y las sequías. Han secuestrado a todos los hombres para que combatan para ellos. Y no dejan que la población hambrienta se acerque a las zonas controladas por el Gobierno para obtener ayuda", asegura Osman.
Según el anciano, los 18 días de marcha con las familias hasta Mogadiscio causaron estragos en el numeroso grupo de desplazados, que se tenía que alimentar de las hojas de los árboles.
"Cada una de las 74 familias perdieron al menos a un niño. Algunas los perdieron todos", afirma Osman, al tiempo que denuncia la "desesperanza y olvido" que sufren por parte de la comunidad internacional.
El viaje también dejó a su esposa, Madina, en una situación crítica, pues aún no ha podido enseñarle a un médico las heridas en sus pies y piernas que la mantienen casi inmovilizada.
"Tengo las piernas infectadas. No puedo estar de pie. Cuando cayeron las fuertes tormentas estos días pasados, me tuve que arrastrar por el suelo para no quedarme bajo la lluvia", narra Madina. Sus hijos, Dahira, Nur, Ziyad y Hassan (4, 7, 13 y 16 años) padecen malnutrición y han enfermado de sarampión.
Saredo Hilowle, de 39 años, apenas puede contar los sufrimientos del camino, en el que perdió a sus cuatro hijos: "No pude enterrar a ninguno. Los dejé bajo un árbol".
Si la sequía acabó con sus hijos, Al Shabab hizo lo propio con su marido, a quien mató bajo la acusación de espiar para el Gobierno Federal de Transición de Somalia.
Esta conjunción de factores ha forzado a desplazarse a cientos de miles de personas, bien a Mogadiscio, bien a la vecina Kenia, mientras que la ayuda humanitaria tarda en llegar.
El Ejecutivo somalí trató la semana pasada esa situación con cuatro organismos de la ONU: el Fondo para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Alto Comisariado para los Refugiados (ACNUR) y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
"Hemos distribuido algunos alimentos, lonas para tiendas y otros bienes básicos, pero no son suficientes para cubrir las necesidades de la gente. Esperemos que la ONU pueda ayudar más", subrayó el ministro somalí de Defensa, Abdi Hakim Hji Fighi.
Sin embargo, la sequía y el hambre son sólo una parte de un conflicto agravado por la presencia de los integristas de Al Shabab, que el pasado día 5 levantó el veto fijado en 2010 a la actuación de organizaciones humanitarias en las zonas del país bajo su control.
"Al Shabab prohibió a las agencias humanitarias operar en las zonas afectadas y ahora está dejando morir a la gente sin dar ningún tipo de ayuda. Tratan de ocultar lo que está sucediendo", señaló Meymun Sheij, un trabajador de una ONG.
"De esta forma -agrega Sheij-, están llevando a cabo un lento pero constante genocidio. La sequía ha acabado con miles de vidas, pero como no hay medios presentes, nadie lo sabe".
Al Shabab pretende derrocar al Gobierno Federal de Transición somalí, respaldado por la comunidad internacional, e instaurar un Estado radical musulmán de corte wahabí.
Somalia vive sin Gobierno efectivo desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre, y pasaron a controlar su territorio señores de la guerra tribales, milicias islámicas y bandidos.
MOGADISCIO (SOMALIA)EFE

Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui




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