Hol Amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., Dubai ha sido durante años la gran promesa del boom inmobiliario
con su archipiélago y sus penínsulas de hormigón en forma de palmera.
Un desarrollo inmobiliario que atrajo millones de dólares de todo el
mundo y que, como todos, sufrió el crack financiero/inmobiliario de 2008
y la necesidad de ser rescatados por el oro negro de Abu Dhabi. El
costo energético de este modelo de urbanismo es tan brutal que para
compensar se ha ideado y se está construyendo en Abu Dhabi una ciudad
utópica pero real, Masdar, una ciudad autosuficiente y sostenible
La tarde cae con una calima pegajosa de agua y desierto en un
espacio infinito apropiado por torres esmeriladas, acero reluciente,
autopistas de doce vías y un metro que llega hasta el final, allá donde
los parias del sudeste asiático se suben a los autobuses que les llevan a
sus poblados.
La ciudad enorme, construida de la nada en apenas
40 años, araña un cielo que parece puré, la mezcla de polvo del
desierto, humedad y contaminación.
Una ciudad hecha con el oro del siglo XX, el petróleo, pero sin él, como argumenta Alberto Izquierdo en “El extraño caso del petróleo dubaití”
pues Dubai tan solo cuenta con el 3% de las reservas de los Emiratos
mientras que Abu Dhabi tiene el 85% de las mismas. Esta escasez y la
política de subvenciones propia de una autocracia les obliga a importar
petróleo a precio de mercado, generándose un déficit insostenible, como
en otras muchas áreas de este espacio desértico lleno de cubos de
cristal.
Lujo, ostentación, despliegue, ingeniería, construcciones vanguardistas, la más alta torre del mundo, la Burj Khalifa,
de 826 m. de altura, el hotel con más estrellas, el mayor centro
comercial... en un punto del Golfo Pérsico donde apenas vivían cuatro
familias de bereberes y pescadores hace un siglo. Una nueva ciudad
creada al amparo de esta nueva fiebre del oro donde vienen a consumirse
los petrodólares.
Una aberración ambiental
Ambientalmente
una aberración. La ciudad se extiende a lo largo de decenas de
kilómetros siendo el automóvil el principal medio de transporte,
básicamente todo terrenos, monovolúmenes de gran tamaño. El metro
recorre la ciudad de cabo a rabo con unas instalaciones modernísimas,
limpias, accesibles. Es el transporte de todos los que trabajan aquí:
clases medias y bajas.
Pregunto por las mujeres, en el metro no
hay dubaitíes, ellas van al volante. Tampoco por las calles más
céntricas. La población autóctona no llega al 20% y no se mezcla con los
millones de expatriados que llegan cada poco tiempo a la ciudad. Un
melting pot sin mezcla: en el escalón más bajo de obreros, albañiles,
operarios, camareros y limpiadores, los paquistaníes e indios; las
clases medias y profesionales de occidentales y musulmanes del Medio
Oriente, las clases altas de gente de aquí. Indios y paquistaníes,
jóvenes entre 20 y 30 años, pasean en grupos, cerca de la ría, posando
sus ojos sobre cualquier mujer occidental con piernas al aire... no
pueden traer a sus novias y su deseo se alimenta de suspiros y miradas
fugaces en la playa a las mujeres con bikini.
No hay mujeres con burka, pero sí con nicab, el velo que cubre
toda su cabeza, menos una rajita por donde muestran ojos soñadores, muy
maquillados. En el zoco cercano a los muelles, un espacio que reproduce
con cemento visto lo que sería un zoco tradicional (ésta es una ciudad
nueva, no se le busque pasado, no tiene, aunque pueda tener futuro). En
esa zona donde se agrupan, hoy viernes, día de oración y descanso, los
jóvenes parias, trabajadores del mundo, apenas hay mujeres. No hay. Se
embarcan en pequeñas chalupas que cruzan la ría de orilla a orilla,
apiñados, mientras echan la tarde.
Contrastan en la ría los barcos
viejos, cascarones donde viven y trabajan los pescadores con sus
aparejos anticuados y su pobreza fotogénica, con esos enormes edificios
de espejo y acero. Un contraste curioso.
Bicicletas y calor
Ambientalmente
un disparate. Pregunto por qué no hay bicicletas y me dicen por el
calor, pero Dubai es una ciudad llana, donde la gente podría trasladarse
en gran medida en bici, mas la conciencia ambiental no existe, ni
tampoco los ecologistas.
La climatización de cada espacio cerrado te obliga a llevar una
pasmina o chal que te cubra los hombros. Está todo helado y voy
entrando y saliendo de los sitios con esta prenda de quita y pon.
Incluso el metro y los ascensores están climatizados. Aquí se desconoce
el sentido del concepto “eficiencia energética”, hasta las terrazas de
los restaurantes cuentan con enormes aparatos –la luz está también
subvencionada- que escupen las frigorías para refrescar el aire.
La
ciudad tiene unos 2.500.000 habitantes distribuidos por una suerte de
castas profesionales (dubaitíes y de los emiratos, profesionales
occidentales, profesionales islámicos y parias). Estos no vienen con sus
mujeres, se podrían relacionar con la otra casta de las criadas,
filipinas, pero no, no hay mezclas. Cada uno en su casa y dios en la de
todos.
Las empresas extranjeras, para instalarse aquí requieren un
socio autóctono al 50%, luego están las zonas libres, con todos los
sectores de la producción concentrados, comunicación, informática,
financieros, tecnológicos... Muchos jóvenes españoles, profesionales
recién estrenados y otros con mujer e hijos pequeños se han instalado en
esta ciudad, y en Abu Dhabi, y en Qatar, como el desgraciado ingeniero
que acaba de sufrir la pérdida de sus tres hijos. Llegan con toda la
ilusión del mundo (un trabajo respetable y bien remunerado) y se
encuentran con esta paradoja del “progreso” a toda pastilla, del
crecimiento desmesurado, de las torres más altas y los centros
comerciales más grandes pero sin salidas de emergencia.... Los Emiratos
Árabes Unidos han sabido atraer a empresas de todo el mundo. El consumo
es atroz, ilimitado, hay de todo.
Los hombres árabes llevan una
túnica blanca –la candora- hasta los pies que les cubre completamente,
muy elegante. Los de Arabia Saudí llevan el tocado blanco con la especie
de coronita a modo de cordón negro y los de emiratos el pañuelo blanco y
rojo.
Las mujeres no pueden ir de blanco, van de negro, forma
parte de su vestido cultural, el hiyab, el velo islámico que en los
hoteles y edificios de lujo, revolotea cual seda con perfecta caída,
dejando entrever una vestimenta de colorines y occidental, limitada al
ámbito privado. Mujeres bellísimas con sandalias de tacón y bolsos de
marca que suben y bajan de vehículos descapotables, ferraris,
lamborghinis y potentes todoterrenos. Entre estas clases pudientes se
disputan las matrículas más originales y únicas –como en los Estados
Unidos- llegando a pagarse por ellas a veces más que el coche. El jeque y
su casta tienen por derecho propio los primeros 100 números.
Desalación y campos de golf
El agua procede del mar y gracias a las desaladoras crecen los
edificios y las calles, las palmeritas y las azaleas y hasta los campos
de golf. La experiencia española en el tratamiento de aguas y la
desalación nos ha permitido lograr la adjudicación de importantes
plantas desaladoras en Qatar (ACS), Ajman (Ferrovial) y Abu Dhabi (FCC).
En la actualidad Acciona Agua está concursando, muy bien posicionada,
para dotar de agua desalada a Fujairah.
Aún así, en el conjunto de
la ciudad, apenas hay verde, unas cuantas palmeras, pocos parques, un
golf, y pequeños jardines que son una mínima mota de color verde entre
tanto cemento y asfalto.
Dubai ha sido durante años la gran
promesa del boom inmobiliario con su archipiélago y sus penínsulas de
hormigón en forma de palmera. Un desarrollo inmobiliario que atrajo
millones de dólares de todo el mundo y que, como todos, sufrió el crack
financiero/inmobiliario de 2008 y la necesidad de ser rescatados por el
oro negro de Abu Dhabi.
Masdar, la ciudad autosuficiente
El
costo energético de este modelo de urbanismo es tan brutal que para
compensar se ha ideado y se está construyendo en Abu Dhabi una ciudad
utópica pero real, Masdar,
una ciudad autosuficiente y sostenible, que ellos gustan en llamar de
“Zero Emisiones”. En esta ciudad se está creando el laboratorio mundial
de las energías renovables, con la instalación deMasdar,
la Agencia Internacional para las Energías Renovables y una interesante
mezcla de lo público y lo privado para hacer que en el futuro estas
tecnologías sean viables y accesibles a todos los bolsillos y no solo a
los petrodólares.
Visite: http://www.burjkhalifa.ae/
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EFE
Guillermo Gonzalo Sánchez Achuteguiayabaca@gmail.com
ayabaca@hotmail.com
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