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domingo, 1 de marzo de 2015

La Casa de la Loma tiene un Fantasma : Capítulo CCXCVII.- Horacio Manchay se salvó de ser embestido por el torete cenizo claro con manchas blancas, y logró doblegarlo....

Hola amigos : A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con la historia de La Casa de la Loma tiene un Fantasma, y como informamos en el capítulo anterior, Horacio Manchay brilló con habilidad, iniciativa, arrojo y astucia propia al dominar a tres toretes ariscos, doblegándolos por completo. Adelaida su prima y a la vez su instructora;  quedó asombrada por lo que observó lo hecho por Horacio; prácticamente ella solo fue un testigo de los que sucedió en el campo; pero aún faltan dos toretes y según sus reacciones parecen ser los más  salvajes de la manada, uno de ellos de color cenizo claro con manchas blancas, ya emprendió el ataque contra el jinete y su caballo.

Aquí en la imagen observamos una típica casa en la Comunidad Campesina de Socchabamba, Ayabaca, Piura, Perú; es una construcción de adobe con techo de tejas rojas y a dos aguas, sobre el techo distinguimos un fantasma que viene a ser el "El Rey de las Tinieblas" : Satanás, seguido de vampiros y una siniestra sombra negra que rodea al misterioso personaje satánico, para comprender la narrativa de la obra literaria: "LA CASA DE LA LOMA TIENE UN FANTASMA" , esta imagen será nuestro símbolo de identificación y el logotipo en creación, impresión y distribución literaria. Con reconocimiento de derechos de autor, con Partida Registral Nº 00393-2010, Asiento 01, con fecha 27 de marzo de 2010 por INDICOPI.
Este es el símbolo de Marca Perú, que distingue para todos los productos elaborados por peruanos.
Los animales como las vacas, que fueron domesticadas de sus progenitores: Los  Uros (Vacunos) salvajes europeos; estos, si tiene la oportunidad de crecer en el campo con la mínima presencia del hombre; estos probablemente abandonan su domesticación y regresan a su primitiva existencia.
Y como advertimos en los capítulos anteriores; estos toretes se criaron con mínima intervención   del hombre, ya que sus madres ni quiera fueron ordeñadas cuando amamantaban a los ariscos terneros.
Los animales, tal vez no razonan, pero actúan por instinto y observan que alguien de su especie es maltratado; entonces los sobrevivientes evitarán ese castigo atacando al agresor o huyendo para evitarlo.
El cuarto torete de color ceniza claro con manchas blancas; había observado como fueron doblegados sus hermanos anteriores; pero él, no quería ser la próxima víctima.
Adelaida, siempre previendo a su primo Horacio, esta vez le advirtió del ataque del torete cenizo claro con manchas blancas y como había una distancia de 50 metros  entre el torete y el jinete, tuvo suficientemente tiempo de tender la trampa a la Bestia; picó a su caballo para que acelere el galope hacia adelante; ya el terete con la cola levantada avanzaba al ataque a toda velocidad.
Horacio volvió la mirada hacia atrás, viendo que su atacante le pisaba los talones, desvió con las riendas a su caballo pero no a la derecha, sino a la izquierda colocándose cuesta abajo una posesión desventajosa y peligrosa para el jinete. Adelaida al observar esa temeraria maniobra de su primo Horacio, solo atinó a gritarle;
--- ¡¡¡ Qué haz hecho Horacio !!!
Horacio, tenía los oídos sordos y siguió corriendo montado en su caballo negro cuesta abajo y el torete ya estaba sobre ellos; al jinete solo le quedaba picar  la panza con las espuelas a su noble equino, quien adivinando las intenciones del amo, buscaba un desnivel en el terreno que le permita saltar hacia adelante y dejar atrás al atacante.
El torete, que seguía su marcha con la cola levantada y con todas las ventajas para embestir al caballo, aceleraba con las astas casi rozando las ancas del caballo, trataba de dar la cornada a la altura de los genitales del caballo, para levantarle la parte trasera y enrumbarle  a un desequilibrio que le originaría una caída brusca y aparatosa que afectaría al caballo hiriéndolo y que por el impulso botaría por los aires al jinete con una probable desgracia.
Horacio, recién comprendió que ser temerario no siempre es una buena acción ni idea;  sino se tiene las ventajas de vencer, y en este caso tenía todas las de perder, peligrando su propia vida; al mismo tiempo era un individuo corajudo, hecho para la lucha y aún no se había dicho la última palabra.
Entonces, el jinete para salvar el pellejo y la vida de su caballo buscaba un desnivel y no lo había, seguía galopando en loca carrera y repentinamente alcanzó a ver una antigua acequia y con un alto bordo a su favor y cuando el torete los tenía a su alcance, bajó la cabeza para atacar levantándolo por las entrepiernas del caballo; justo en el preciso instante saltó el caballo para superar el bordo de la acequia y la cornada del torete solo le alcanzó a la última parte de la cola del caballo que ya estaba al otro lado.
Y como el torete no vio la acequia, perdió el equilibrio al dar el paso siguiente  en el vacío, cayendo de cabeza a escasos centímetros del jinete.
Horacio, rápidamente  reincorporó sus reflejos de supervivencia y saltó de la montura y cayó sobre el cuello del torete que aún no se reincorporaba de  su caída y la mantuvo con la cabeza sobre el terreno, era una posesión muy débil, por que el torete contaba con fuerzas 10 veces más de la que disponía Horacio; quien previendo su desventaja, seguía prendido con todas sus fuerzas de las astas del torete hasta que lo inmovilizó por que ya no hubo reacción del vacuno por levantarse.
Adelaida, asombrada de lo que estaba observando, acudió en ayuda de Horacio y viéndolo que doblegó al torete, le ordenó:
--- Horacio es suficiente, el torete está sometido puedes levantarte.
Horacio, soltó a su presa y de un salto se paró, igual hizo el torete que ya no tenía intenciones de embestir y se alejó caminando lentamente en sentido contrario al jinete.
Adelaida, reaccionó al observar que el último torete se escapaba y viendo a Horacio, le dijo:
--- ¿Puedes lacear ese último torete?
Horacio, que ya era un triunfador, aceptó el reto, montó de nuevo a su caballo y arrancó a galope ligero lo que le permitía el desnivel del terreno, ya había alistado la veta con un lazo al extremo delantero.
Horacio, picó a su caballo, pero el torete ya estaba llegando a la orilla de la Quebrada Grande, el jinete sentía que se le escapaba el vacuno y aceleró todo lo que pudo, el caballo no podía correr más rápido por lo disparejo del terreno y estando aproximadamente a seis metros entre el jinete y el torete fugitivo, Horacio lanzó el lazo.
Continuaremos.................
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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