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jueves, 21 de septiembre de 2017

ASTRONOMÍA : EL SOL .- ESA .- Ocurrencias de nuestro Sol

http://www.esa.int/esl/ESA_in_your_country/Spain/Ocurrencias_de_nuestro_Sol
https://es.wikipedia.org/wiki/Eyecci%C3%B3n_de_masa_coronal
http://www.esa.int/esl/ESA_in_your_country/Spain/Seguimiento_de_una_eyeccion_de_masa_coronal_a_traves_del_Sistema_Solar
           
Eyección de masa coronal captada por SOHO
 
21 septiembre 2017
La reciente actividad solar ha llamado la atención de los científicos y meteorólogos espaciales de todo el mundo, subrayando la necesidad de estar pendientes de nuestra estrella y su inmenso poder. 
El 6 y el 10 de septiembre se produjeron en el Sol las dos fulguraciones más potentes observadas en más de una década. Se vieron acompañadas de fuertes expulsiones de miles de millones de toneladas de materia al espacio.
Aunque muchas de estas erupciones regresaron a la superficie solar, estas dos no lo hicieron, convirtiéndose en ‘eyecciones de masa coronal’: nubes de partículas atómicas cargadas eléctricamente que escapan del Sol y se expanden por el espacio interplanetario.
Estas nubes de protones, electrones e iones pesados pueden ser detectadas por los sensores de los satélites que rodean nuestro planeta y las sondas que navegan por el espacio interplanetario. 
Las llamaradas —y las eyecciones que las acompañaron— surgieron de una ‘región activa’ de la fotosfera, que es la superficie que vemos desde la Tierra.
“La apariencia de esta región activa mientras producía potentes llamaradas y varias eyecciones de masa coronal resultó de lo más interesante, tras meses de muy baja actividad solar”, admite Juha-Pekka Luntama, responsable de la meteorología espacial en la oficina de Conocimiento del Medio Espacial de la ESA.
“Aunque estas erupciones son muy difíciles de predecir y, debido a la rotación, la región en que se produjeron estos eventos ahora se encuentra en el disco solar posterior, seguimos vigilando la situación, especialmente para cuando la región activa vuelva a quedar visible”.
 
El observatorio SOHO de la ESA/NASA vigila el Sol
 
La primera erupción tuvo lugar el 6 de septiembre y desencadenó una potente tormenta geomagnética que alcanzó la Tierra la tarde del 7 de septiembre. Su llegada fue detectada por varias naves de monitorización solar y orbitadores de la ESA y de la NASA.
Además, provocó auroras más fuertes de lo habitual los días 7 y 8 de septiembre, que llegaron a verse hasta en el norte de Alemania y en el norte de los Estados Unidos.
Esta llamarada y su eyección se vieron acompañadas por una oleada de partículas atómicas energizadas procedentes del Sol. Aunque pudieron ser detectadas por satélites en órbita, no fue así en el caso de los sistemas terrestres, debido a que nuestra atmósfera actúa a modo de pantalla. 
La segunda erupción se produjo el 10 de septiembre (véase el vídeo anterior). En este caso, tuvo lugar una gran llamarada solar que también emitió un fuerte pulso de rayos X y una oleada de protones a enorme velocidad, algunos de los cuales prácticamente alcanzaron la velocidad de la luz.
Esta eyección fue más rápida que la primera, pero también se fue perdiendo en su trayecto del Sol a la Tierra y solo una pequeña parte cubrió nuestro planeta el 12 de septiembre.
Este evento provocó un fuerte incremento en las partículas energéticas, por lo que las redes de vigilancia detectaron niveles superiores de radiación en la superficie terrestre y, los días 12 y 13 de septiembre, se observó una tormenta magnética moderada. 
La radiación que llegó antes de la segunda eyección fue suficiente para hacer que las cámaras de navegación de ciertos satélites quedaran temporalmente cegadas, y se esperaba que pertubara temporalmente las comunicaciones por radio a latitudes elevadas. 
 
Integral, ESA's International Gamma-Ray Astrophysics Laboratory, detects and gathers the most energetic radiation that comes from space
Satélite Integral
 
En un caso, el del satélite Integral de la ESA —un observatorio orbital de rayos gamma con unos instrumentos cuya electrónica resulta especialmente sensible a la radiación—, tuvo que confiar en la autonomía de sus sistemas a bordo para poner sus instrumentos en ‘modo seguro’ y esperar a que descendieran los niveles de radiación.
“Nuestros instrumentos quedaron desconectados durante una revolución de 64 horas, lo que significa que, lamentablemente, perdimos parte del tiempo de observación prioritario —reconoce el responsable de operaciones de Integral, Richard Southworth—. Los instrumentos volvieron a activarse sin signos de daño alguno”. 
 
Gaia cartografía las estrellas de la Vía Láctea
 
Gaia, el satélite astrométrico de la ESA, también sufrió algunos efectos, aunque comparativamente menores.
“El telescopio de Gaia experimentó un número muy alto de detecciones ‘falsas’ de estrellas, generando los correspondientes datos y pequeñas variaciones en la actitud de la nave”, señala el responsable de operaciones David Milligan.
“Estas falsas detecciones pueden eliminarse del catálogo de datos, y Gaia sigue funcionando a la perfección”. 
El segundo evento también destacó por proceder de una región activa del Sol que ya había rotado a través del disco según se ve desde la Tierra, y desaparecer de nuestro campo de visión muy poco después.
“No contamos con naves en ese lado del Sol para poder observar la actividad actual”, explica Juha-Pekka. 
“Lo que realmente necesitamos son nuevas formas de ver la cara del Sol que rota hacia la Tierra, lo que nos permitiría mejorar nuestras previsiones y predicciones”.
La ESA ya está definiendo una futura misión al Sol que mejoraría nuestras capacidades de vigilancia y previsión de la meteorología espacial. 
 

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Vista desde distintas naves

Los datos también revelaron la evolución de la estructura magnética de la eyección de masa coronal, cuyos efectos se notaron en las naves durante varios días, lo que proporcionó información de utilidad sobre los efectos de la meteorología espacial en distintos cuerpos planetarios. Las señales en varias de las naves incluyeron por lo general un impacto inicial, un aumento del campo magnético e incrementos en la velocidad del viento solar.
En el caso de la sonda Venus Express de la ESA, su paquete científico no estaba encendido, ya que Venus se encontraba ‘detrás’ del Sol visto desde la Tierra, lo que limitaba la capacidad de comunicación. 
Se dedujo una leve indicación debido a que su sensor estelar se vio inundado de radiación en el momento del paso de la eyección.
Además, varias naves con monitores de radiación —Curiosity, Mars Odyssey, Rosetta y Cassini— revelaron un efecto interesante y bien conocido: una reducción repentina en el número de rayos cósmicos galácticos. Cuando pasa una eyección, genera una especie de burbuja protectora, desviando temporalmente los rayos cósmicos y blindando parcialmente el planeta o nave.  
 
Descenso de los rayos cósmicos

En Marte se observó un descenso de alrededor del 20 % de los rayos cósmicos —una de las mayores caídas registradas en el Planeta Rojo—, que duró unas 35 horas. Rosetta detectó una reducción del 17 % que se prolongó 60 horas, mientras que en Saturno el descenso fue algo menor y duró unos cuatro días. El incremento en la duración del descenso de los rayos cósmicos corresponde a una ralentización de la eyección y a su dispersión por una región más amplia debido a las mayores distancias.
“La comparación del descenso en los efectos de los rayos cósmicos galácticos debido a la misma eyección en tres lugares con una gran separación entre sí es toda una novedad —explica Olivier—. Aunque en el pasado ya se habían observado estos fenómenos desde distintas astronaves, no es común que las circunstancias permitan incluir una región tan amplia tanto dentro como fuera del Sistema Solar, como sucede en esta ocasión”.
“Por último, volviendo a la observación prevista inicialmente del paso del cometa Siding Spring por Marte, los resultados muestran la importancia de tener en cuenta el contexto de la meteorología espacial para comprender cómo estos fenómenos solares pueden influir e incluso enmascarar los signos del cometa en la atmósfera de un planeta”.

Nota para los editores

El artículo “Interplanetary coronal mass ejection observed at Stereo-A, Mars, comet 67P/Churyumov–Gerasimenko, Saturn and New Horizons en route to Pluto. Comparison of its Forbush decreases at 1.4, 3.1 and 9.9 AU”, de O. Witasse et al., está publicado en ciencia
 Journal of Geophysical Research: Space Physics

Para más información:
Olivier Witasse
European Space Agency
Email: olivier.witasse@esa.int
Markus Bauer
ESA Science and Robotic Exploration Communication Officer
Tel: +31 71 565 6799
Mob: +31 61 594 3 954
Email: Markus.Bauer@esa.int
            
ESA
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
ayabaca@gmail.com
ayabaca@hotmail.com
ayabaca@yahoo.com

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