Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., recuerdo con nostalgia y mucho aprecio a mi profesor don Modesto Burneo; de Historia Universal, cuando estudiaba el 4° y 5° de secundaria en el Instituto Nacional Agropecuario N° 32 de Ayabaca, allá por los 1964s y 1965s; este insigne profesor cuando narraba los acontecimientos de la historia universal lo hacía con tanta pasión y dedicación especial que contagiaba su entusiasmo y cuando empezaba hablar de la "la Grecia.." solía decir, nos enseñaba que gracias Grecia, tenemos un mundo occidental, nunca le faltó razón.
Justamente la Revista National Geographic, nos entrega un reportaje de lo que fue el famoso Templo del dios Zeus de Olimpa, que incluso han efectuado una recreación de como sería reconstruido.
National Geographic.- dice : "El arquitecto Libón de Elis fue el autor del diseño del edificio. El templo, de casi 27 metros de ancho por 64 de largo, es del tipo llamado hexástilo, pues posee 6 columnas en las fachadas delantera y trasera; las fachadas laterales incorporan 13 columnas. Este número de columnas no es arbitrario, sino que cumple la fórmula 2 ·n +1, en la que n es el número de columnas: 2 · 6 columnas frontales + 1 columna = 13 columnas laterales. Y la medida de cada elemento de la edificación se rige por un módulo base: la distancia entre los ejes o línea central de dos columnas. Sus perfectas proporciones, resultado de estos cálculos, lo convirtieron en un templo dórico canónico..."
También la Revista National Geographic, nos ilustra sobre Juegos Olímpicos , que no eran los únicos que se practicaban en la Grecia Antigua, habían otros: Juegos los Píticos, los Ístmicos y los Nemeos. Cada uno en una ciudad diferente en honor a dioses o legendarios héroes.
National Geographic .- dice: "Tal era el caso del santuario de Olimpia, al noroeste de la península del Peloponeso, donde se alzaba un gran templo en honor del dios Zeus. Los Juegos Píticos tenían lugar en honor del dios Apolo en su santuario de Delfos, en un paraje impresionante, al pie del monte Parnaso. En cuanto a los Juegos Ístmicos, reciben su nombre del istmo de Corinto, que une la Grecia continental con el Peloponeso. Allí se encontraba un santuario dedicado a Poseidón, el dios del mar y de los caballos, a unos siete kilómetros al este de Corinto, la ciudad encargada de su organización. Los Juegos Nemeos, en fin, se desarrollaban en un lugar encantador del noreste del Peloponeso, un pequeño y precioso valle hoy cubierto de viñedos donde se ubicó el santuario dedicado a Zeus Nemeo. En las proximidades se encontraba la antigua Cleonas, la ciudad encargada de la organización de los juegos, aunque en diversas épocas de tal tarea se ocupó la más distante, aunque más poderosa ciudad de Argos..." A VUELO
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/templo-zeus-olimpia_12763
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/los-juegos-en-grecia_9163
El santuario de Olimpia, en el Peloponeso, acogía las famosas competiciones atléticas que se celebraban cada cuatro años en honor de Zeus
Ruinas del Templo de Zeus. Olimpia, Grecia
Ruinas del templo dórico del siglo V a.C. dedicado al dios Zeus en Olimpia, Grecia, catalogado catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Foto: AgeFotostock
Gárgolas
Desde el borde del techo se proyectaron 102 caños de agua o gárgolas en forma de cabezas de león, de las cuales aún se conservan 39 de ellas.
Foto: AgeFotostock
Zeus de Fidias
En la mitología griega, Zeus es el «padre de los dioses y los hombres»,1 que gobernaba a los dioses del Olimpo como un padre a una familia, de forma que incluso los que no eran sus hijos naturales se dirigían a él como tal.2 Era el rey de los dioses que supervisaba el universo.3 Era el dios del cielo y el trueno. Sus atributos incluyen el rayo, el águila, el toro y el roble. Además de su herencia indoeuropea, el clásico Zeus «recolector de nubes» también obtuvo ciertos rasgos iconográficos de culturas del antiguo Oriente Próximo, como el cetro. Zeus fue comúnmente representado por los artistas griegos en dos poses: de pie, avanzando con un rayo levantado en su mano derecha, y sentado majestuosamente.
Hijo de Crono y Rea, era el más joven de sus descendientes. En la mayoría de las tradiciones aparece casado con Hera (su hermana y esposa) aunque en el oráculo de Dódona su esposa era Dione, con quien según la Ilíada fue padre de Afrodita.4 Es conocido por sus numerosas aventuras y amantes, fruto de las cuales fueron muchas deidades y héroes, incluyendo Atenea, Apolo, Artemisa, Hermes, Perséfone, Dioniso, Perseo, Heracles, Helena, Minos y las Musas. Con Hera suele decirse que Zeus fue padre de Ares, Hebe y Hefesto.5
En griego el nombre del dios es Zeús en el caso nominativo y Διός Diós en el genitivo. Las formas más antiguas del nombre son las micénicas di-we y di-wo, escritas en lineal B.6
Su equivalente en la mitología romana era Júpiter, en la etrusca, Tinia, en la egipcia, Amón y en la cananea, Baal
WIKIPEDIA.
Zeus y Hera.
Zeus era hermano y marido de Hera, con quien tuvo a Ares, Hebe Hercules y Hefesto, aunque algunas fuentes dicen que Hera tuvo a Hefesto sola. Algunos autores incluyen a Ilitía y Eris como hijas suyas. Zeus es famoso por sus conquistas de muchas mujeres mortales —entre las que destacan Sémele, Alcmena, Ío, Europa y Leda— y ninfas, de las que nacieron los fundadores de muchas dinastías helénicas. La mitografía olímpica recoge incluso uniones con las diosas Leto, Deméter, Dione y Maya.
Muchos mitos muestran a una Hera muy celosa de estas conquistas amorosas, y enemiga sistemática de todas las amantes de Zeus y de los hijos que tenían con él. Durante un tiempo, una ninfa llamada Eco tuvo el trabajo de distraer a Hera de estas aventuras hablándole incesantemente. Cuando Hera descubrió el engaño, maldijo a Eco a pronunciar sólo las palabras de los demás.
Hera también se representa despreciando profundamente a Ganimedes, un muchacho troyano a quien Zeus llevó al Olimpo para ser copero de los dioses, además de erómeno suyo.
WIKIPEDIA.
Hera recibiendo el cinturón de Afrodita.
Hera (en griego antiguo Ἥρα Hēra, o equivalentemente: Ἥρη Hērē en jónico y griego homérico) es la legítima esposa de Zeus en el panteón olímpico de la mitología griegaclásica. Además, ocupaba el cargo de Reina de los dioses. Su equivalente en la mitología romana era Juno. Se le sacrificaban la vaca y más tarde el pavo real. Su madre se llamaba Rea y su padre Cronos.
Hera fue conocida por su naturaleza celosa, violenta y vengativa, principalmente contra las amantes y la descendencia de Zeus, pero también contra los mortales con los que se cruzaba, como Pelias. Paris, quien la ofendió al elegir a Afrodita como la diosa más bella, se ganó así su odio eterno.
Se representa a Hera majestuosa y solemne, a menudo en el trono y coronada con el polos (una alta corona cilíndrica usada por varias de las Grandes diosas), pudiendo llevar en su mano una granada, símbolo de la fértil sangre y la muerte, o una cápsula narcótica de amapola.1 El investigador Walter Burkert escribió en Religión griega: «Sin embargo, hay registros de una representación anterior sin iconos, como una columna en Argos y una tabla en Samos»
WIKIPEDIA
Templo de Zeus
Reconstrucción del gran templo del dios Zeus en la ciudad de Olimpia, con la restitución de su policromía original.
FOTO: Trasancos 3D
La gran estatua del dios del rayo
La imagen muestra una sección del templo de Zeus en Olimpia. Se aprecia en el interior de la cella la monumental estatua crisoelefantina del padre de los dioses, en marfil y oro, obra de Fidias.
FOTO: Trasancos 3D
Redacción
14 de agosto de 2018
El templo de Zeus en Olimpia
Mientras tenían lugar los Juegos Olímpicos en la sagrada ciudad de Olimpia, las polis griegas cesaban toda hostilidad entre ellas para que los atletas y todos aquellos que quisieran pudiesen acudir a ese lugar. Allí se levantaban dos imponentes templos dóricos: el dedicado a Zeus, acabado en el año 456a.C., y el de su esposa Hera, datado a finales del siglo VII a.C.
Orden matemático para el dios Zeus
El arquitecto Libón de Elis fue el autor del diseño del edificio. El templo, de casi 27 metros de ancho por 64 de largo, es del tipo llamado hexástilo, pues posee 6 columnas en las fachadas delantera y trasera; las fachadas laterales incorporan 13 columnas. Este número de columnas no es arbitrario, sino que cumple la fórmula 2 ·n +1, en la que n es el número de columnas: 2 · 6 columnas frontales + 1 columna = 13 columnas laterales. Y la medida de cada elemento de la edificación se rige por un módulo base: la distancia entre los ejes o línea central de dos columnas. Sus perfectas proporciones, resultado de estos cálculos, lo convirtieron en un templo dórico canónico.
La estatua más fascinante de Grecia
La estatua de Zeus que se guardaba en la cella del templo era del tipo llamado crisoelefantino: estaba hecha de oro y marfil, y medía 12 metros sin contar la base. Su autor, el escultor Fidias, la acabó el año 432 a.C., y fue considerada una de las siete maravillas de la Antigüedad. La cella o sala que la acogía medía casi 13 metros de largo por 29 de ancho, y estaba dividida en tres partes por dos filas de 7 columnas cada una, sobre las cuales se levantaba una segunda fila de columnas.
Los juegos en Grecia: Olímpicos, Ístmicos, Píticos y Nemeos
En la época clásica, cada año se celebraba alguno de los grandes juegos que apasionaban a los griegos y que atraían a miles de aficionados a los santuarios de Olimpia, Delfos, Corinto o Nemea
El descanso de un púgil
Esta estatua de bronce, obra del escultor Apolonio, muestra a un púgil desnudo y con las manos envueltas en unos cestos (unas tiras de cuero que servían de protección). Museo Nacional Romano, Roma.
Scala, Firenze
El cuerpo a cuerpo de dos atletas
El Grupo de los Luchadores, una escultura romana del siglo I d.C. descubierta a finales del siglo XVI en Roma, muestra una escena de lucha o tal vez de pancracio. Galería de los Uffizi, Florencia.
SCALA, FIRENZE
Carreras hípicas
Se disputaban carreras de cuadrigas, de bigas y de caballos montados (no ensillados). En el siglo V a.C., en Olimpia había carreras de carros tirados por dos mulas y la kálpe, una prueba en la que los jinetes bajaban de las yeguas al final del recorrido y las llevaban de las bridas. Ánfora panatenaica de figuras negras. 520 a.C. Museo Británico, Londres.
DEA / AGE FOTOSTOCK
El teatro de Delfos
Vista del teatro de Delfos, donde tenían lugar las competiciones musicales. Al fondo, el templo de Apolo Pitio.
R. ALLAN / GETTY IMAGES
Premio para el ganador
Los vencedores en los distintos juegos obtenían como premio una corona de laurel, olivo, pino o apio. Bajo estas líneas, atleta coronándose. 470 a.C. Museo Arqueológico Nacional, Atenas.
M. MAUZY / SCALA, FIRENZE
Homenaje al vencedor
En este óleo de Giuseppe Sciuti, Píndaro entona una oda al ganador de una prueba de los Juegos Olímpicos, de pie ante él y tocado con una corona de olivo. 1872. Pinacoteca Brera, Milán.
Sergio Anelli / Album
30 de abril de 2015
Los juegos en Grecia: Olímpicos, Ístmicos, Píticos y Nemeos
En la Antigüedad, a lo largo y ancho del mundo griego se celebraban innumerables competiciones deportivas, pero había cuatro que descollaban sobre las demás: los Juegos Olímpicos, los Píticos, los Ístmicos y los Nemeos. Todos ellos se celebraban en lugares con una fuerte impronta sagrada. Tal era el caso del santuario de Olimpia, al noroeste de la península del Peloponeso, donde se alzaba un gran templo en honor del dios Zeus. Los Juegos Píticos tenían lugar en honor del dios Apolo en su santuario de Delfos, en un paraje impresionante, al pie del monte Parnaso. En cuanto a los Juegos Ístmicos, reciben su nombre del istmo de Corinto, que une la Grecia continental con el Peloponeso. Allí se encontraba un santuario dedicado a Poseidón, el dios del mar y de los caballos, a unos siete kilómetros al este de Corinto, la ciudad encargada de su organización. Los Juegos Nemeos, en fin, se desarrollaban en un lugar encantador del noreste del Peloponeso, un pequeño y precioso valle hoy cubierto de viñedos donde se ubicó el santuario dedicado a Zeus Nemeo. En las proximidades se encontraba la antigua Cleonas, la ciudad encargada de la organización de los juegos, aunque en diversas épocas de tal tarea se ocupó la más distante, aunque más poderosa ciudad de Argos.
Dioses en el estadio
Sobre el origen de cada uno de estos juegos corrían leyendas diversas, en las que aparece siempre un dios o héroe mítico como fundador. Si de los Juegos Olímpicos, por ejemplo, se decía que habían sido establecidos por Heracles en honor de Zeus, una tradición mítica aseguraba que los Juegos Píticos fueron fundados por Apolo tras haber dado muerte a la anterior ocupante del santuario de Delfos, la serpiente Pitón, representante de un antiguo culto ctónico. En cuanto a los Juegos Ístmicos, Pausanias, un viajero del siglo II d.C., recoge la tradición según la cual fueron instaurados en recuerdo del niño Melicertes, con el que su madre Ino, enloquecida, se arrojó al mar, tras lo cual ella se transformó en la diosa marina Leucótea y él en el dios niño Palemón. Por su parte, Plutarco atribuye la fundación de los mismos juegos al héroe ateniense Teseo, quien los habría organizado en honor de su padre Poseidón, renovando un festival anterior dedicado a Melicertes.
El hecho habría tenido lugar en el año 1258 a.C., según el llamado Mármol de Paros, una cronología de la historia griega realizada en el siglo III a.C. sobre una estela de mármol.
Sobre los Juegos Nemeos también existía una historia mítica. Como en el caso de los Juegos Olímpicos, los Nemeos habrían sido instituidos por Heracles en honor de su padre Zeus. El primero de los célebres «trabajos» del héroe consistió en poner fin a la amenaza que suponía el monstruoso león de Nemea, cuya piel era invulnerable, por lo que Heracles hubo de matarlo estrangulándolo con sus brazos; así habría inventado la disciplina atlética llamada «pancracio» –una violenta mezcla de lucha y boxeo–, e igualmente habría instituido los Juegos de Nemea para conmemorar su hazaña.
Estas leyendas sitúan el origen de los juegos en la época heroica (que los griegos databan hacia 1300-1200 a.C.), y reflejan una vinculación con el culto a los héroes típico de la religión griega. El origen histórico es más oscuro. De acuerdo con la tradición, los Juegos Olímpicos se celebraron por primera vez en 776 a.C. En cuanto a los Píticos, se dice que al principio se celebraban cada ocho años y comprendían únicamente una competición musical en honor del dios que protegía esa arte: los participantes cantaban, acompañándose de la cítara, un himno dedicado a Apolo. En su descripción del santuario de Delfos, Pausanias precisa que el primer vencedor fue Crisótemis de Creta, «cuyo padre Carmánor se dice que había purificado a Apolo» por la muerte de la serpiente. El récord de victorias musicales en Delfos lo ostenta un poeta que trabajó sobre todo en Esparta en la primera mitad del siglo VII a.C., Terpandro de Lesbos, dominador de la prueba durante 32 años, ya que venció cuatro veces consecutivas. En el siglo VI a.C. se añadieron nuevas competiciones artísticas, no sólo de música, sino también de poesía, teatro y hasta de pintura.
Estas leyendas sitúan el origen de los juegos en la época heroica (que los griegos databan hacia 1300-1200 a.C.), y reflejan una vinculación con el culto a los héroes típico de la religión griega. El origen histórico es más oscuro. De acuerdo con la tradición, los Juegos Olímpicos se celebraron por primera vez en 776 a.C. En cuanto a los Píticos, se dice que al principio se celebraban cada ocho años y comprendían únicamente una competición musical en honor del dios que protegía esa arte: los participantes cantaban, acompañándose de la cítara, un himno dedicado a Apolo. En su descripción del santuario de Delfos, Pausanias precisa que el primer vencedor fue Crisótemis de Creta, «cuyo padre Carmánor se dice que había purificado a Apolo» por la muerte de la serpiente. El récord de victorias musicales en Delfos lo ostenta un poeta que trabajó sobre todo en Esparta en la primera mitad del siglo VII a.C., Terpandro de Lesbos, dominador de la prueba durante 32 años, ya que venció cuatro veces consecutivas. En el siglo VI a.C. se añadieron nuevas competiciones artísticas, no sólo de música, sino también de poesía, teatro y hasta de pintura.
Pasión por las carreras
Lo más característico de los juegos eran las pruebas atléticas e hípicas, las únicas que se celebraban en Olimpia. Allí se fue configurando un amplio programa de pruebas, que sirvió de modelo para los demás juegos: las carreras a pie en sus distintas variantes –el estadio (unos 200 metros), el doble estadio, la carrera con armas y la carrera de fondo–, la lucha, el boxeo y el pancracio, el lanzamiento de jabalina y de disco, y el salto de longitud (estas tres últimas sólo se disputaban como parte del pentatlón), así como las carreras de carros y caballos, que tenían lugar en el hipódromo. En Delfos, las pruebas deportivas se introdujeron a principios del siglo VI a.C. Según Pausanias, en 586 a.C. los organizadores de los Juegos Píticos «establecieron por primera vez competiciones con premios para los atletas, las mismas que en Olimpia con excepción de la carrera de cuadrigas».
El mismo autor afirma que en los siguientes juegos, en 582 a.C., «se instauraron competiciones premiadas con coronas» y que asimismo se eliminó el canto acompañado de una flauta doble o aulós, «porque pensaban que no era de buen agüero escucharlo, ya que consiste en las más tristes melodías». A partir de entonces, los Juegos Píticos pasaron a celebrarse cada cuatro años, como los Olímpicos, y, al igual que éstos, incluían un programa completo de pruebas atléticas e hípicas, incluida la carrera de cuadrigas desde el año 582 a.C. Los vencedores recibían una corona de laurel (del valle de Tempe), el árbol sagrado de Apolo.
Los Juegos Ístmicos, por su parte, se convirtieron en unos juegos panhelénicos en 582 a.C. Incluían competiciones poéticas y musicales y, si es cierto el testimonio de Plinio, también concursos de pintura, así como un programa de pruebas atléticas y ecuestres como el de los Juegos Olímpicos, aunque con algunas diferencias. Por ejemplo, además de las cuatro carreras de Olimpia, en el Istmo se corría también la llamada «carrera hípica», con una distancia de cuatro estadios (unos 750 metros). Los atletas se dividían en tres categorías según su edad (hombres, «imberbes» y niños) y los vencedores recibían como premio una corona que en el siglo V a.C. era de apio seco, pero que anteriormente se confeccionaba con las ramas del gran bosque de pinos que rodeaba al santuario, una tradición que se recuperó en época romana.
En cuanto a los Juegos Nemeos, fueron reorganizados de manera definitiva en 573 a.C., adquiriendo desde entonces el rango de juegos panhelénicos. Los vencedores recibían coronas de apio fresco, la planta de la que estaba confeccionado el lecho en el que Hipsípila depositó al niño del que cuidaba, Ofeltes, hijo de los reyes del lugar, según una tradición sobre el origen de los juegos. El programa de pruebas atléticas y ecuestres era semejante al de los demás grandes festivales. Como en los Juegos Ístmicos, los participantes se distribuían en tres categorías de acuerdo con su edad, y se disputaba también una carrera pedestre sobre cuatro estadios. Sólo un pasaje de Plutarco menciona, para finales del siglo III a.C., una competición de canto acompañado de cítara.
Juegos todos los años
Desde principios del siglo VI a.C. se instituyó, pues, el ciclo de grandes juegos panhelénicos, abiertos a atletas y aficionados de todo el mundo griego. Para todos ellos se decretaba una «tregua sagrada», que proclamaba la inviolabilidad de atletas y espectadores durante las competiciones, incluyendo un amplio lapso de tiempo antes y después de las mismas a fin de garantizar la seguridad durante el viaje de ida y regreso a sus respectivas ciudades. Las competiciones tenían lugar en magníficas instalaciones de las que hoy conservamos restos aún imponentes, como el teatro de Delfos, los espléndidos estadios de Delfos y Nemea, los restos del teatro y el estadio de los Juegos Ístmicos (que han permitido reconstruir el mecanismo utilizado en las carreras pedestres para que los corredores salieran al unísono) o los baños para los atletas en Nemea, provistos de un elaborado sistema de conducción de aguas.
Los juegos se sucedían a intervalos regulares y captaban la apasionada atención de todos los griegos. De hecho, no había un solo año en el que los aficionados se vieran privados de un gran certamen deportivo, y los años pares podían incluso disfrutar de dos de ellos: los Ístmicos y los Olímpicos en un caso (los primeros en abril-mayo, y los segundos en julio-agosto), y al cabo de dos años los Ístmicos y los Píticos (estos últimos tenían lugar a finales de agosto). En el verano de los años impares se celebraban los Juegos Nemeos. Esos cuatro juegos formaban el llamado períodos, el Gran Slam del deporte antiguo, y el atleta que conseguía vencer en todos ellos recibía el título de periodoníkes. En el propio santuario o de vuelta a casa los vencedores eran celebrados por todo lo alto, a menudo mediante poemas llamados epinicios, encargados a los mejores poetas. Píndaro, el más famoso de estos cantores, proclama en la octava de sus Odas Píticas, dedicada a Aristómenes de Egina, vencedor en la lucha en los Juegos Píticos del año 446 a.C.: «Quien ha obtenido un triunfo reciente, en su inmensa felicidad alza el vuelo llevado de la esperanza por una hazaña que le da alas».
Los juegos se sucedían a intervalos regulares y captaban la apasionada atención de todos los griegos. De hecho, no había un solo año en el que los aficionados se vieran privados de un gran certamen deportivo, y los años pares podían incluso disfrutar de dos de ellos: los Ístmicos y los Olímpicos en un caso (los primeros en abril-mayo, y los segundos en julio-agosto), y al cabo de dos años los Ístmicos y los Píticos (estos últimos tenían lugar a finales de agosto). En el verano de los años impares se celebraban los Juegos Nemeos. Esos cuatro juegos formaban el llamado períodos, el Gran Slam del deporte antiguo, y el atleta que conseguía vencer en todos ellos recibía el título de periodoníkes. En el propio santuario o de vuelta a casa los vencedores eran celebrados por todo lo alto, a menudo mediante poemas llamados epinicios, encargados a los mejores poetas. Píndaro, el más famoso de estos cantores, proclama en la octava de sus Odas Píticas, dedicada a Aristómenes de Egina, vencedor en la lucha en los Juegos Píticos del año 446 a.C.: «Quien ha obtenido un triunfo reciente, en su inmensa felicidad alza el vuelo llevado de la esperanza por una hazaña que le da alas».
Para saber más
Los Juegos Olímpicos y el deporte en Grecia. Fernando García Romero. Ausa, Sabadell, 1992.
In corpore sano. El deporte en la Antigüedad y la creación del moderno olimpismo. F. García Romero y B. Hernández García (ed.), Sociedad Española de Estudios Clásicos, 2005.
In corpore sano. El deporte en la Antigüedad y la creación del moderno olimpismo. F. García Romero y B. Hernández García (ed.), Sociedad Española de Estudios Clásicos, 2005.
NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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