Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG.,la Revista National Geographic, nos alcanza un amplio y detallado reportaje de la evolución de las aves desde los dinosaurios, hasta formación de las alas y las plumas, instrumentos indispensables para la fuerza de la sustentación en el aire y poder volar.
National Geographic.- narra : " El origen de este maravilloso mecanismo es uno de los mayores misterios de la evolución. En 1861, sólo dos años después de que Darwin publicara El origen de las especies,
los trabajadores de una cantera de Alemania sacaron a la luz fósiles
espectaculares de un ave del tamaño de un cuervo, bautizada Archaeopteryx,
que vivió hace unos 150 millones de años. Tenía plumas y otros rasgos
de las aves actuales, pero también presentaba vestigios de un pasado
reptiliano, tales como dientes en la boca, garras en las alas y una
larga cola ósea. Como los fósiles de las ballenas con patas, Archaeopteryx
parecía capturar un instante crítico de la metamorfosis evolutiva. «Es
una gran prueba a mi favor», le confió Darwin a un amigo...."
National Geographic.- agrega : " En 1996 unos paleontólogos chinos hicieron un asombroso hallazgo que vino a confirmar la hipótesis de Ostrom. Era el fósil de Sinosauropteryx,
un pequeño terópodo de brazos cortos de hace 125 millones de años que
presentaba un rasgo extraordinario: tenía el dorso y la cola cubiertos
por un manto de filamentos finos y huecos. Por fin aparecían indicios de
plumas primitivas, halladas en un terópodo terrestre corredor. Era
posible, pues, que el origen de las plumas no estuviera relacionado con
el origen del vuelo...."
Una vez más mi agradecimiento a la Enciclopedia WIKIPEDIA, por la amplia información adicional sobre el origen de las aves y las plumas, que sirvió para enriquecer este post.
Plumas
Ilustración con plumas de diversas formas y coloraciones.
Las plumas son estructuras queratinosas de la piel de las aves y otros dinosaurios terópodos. Son los apéndices integumentarios (escamas, pelos, cuernos, etc) de estructura más compleja entre los vertebrados.12 El conjunto de todas las plumas de un ave recibe el nombre de plumaje, y forma una capa densa, aislante, que la protege frente al frío y el agua, contribuyendo a la termorregulación de estos animales.3 Son fundamentales en el vuelo aviar, pues forman la superficie sustentadora del ala.3 Las plumas tienen también otras funciones relacionadas con su color y su vistosidad, como el camuflaje,
el reconocimiento entre los miembros de la misma especie y la
comunicación entre ellos, la diferenciación de sexos y como elemento de
atracción sexual durante el cortejo.3
WIKIPEDIA.
Anchiornis huxleyi
Anchiornis huxleyi | ||
---|---|---|
Rango temporal: 161 Ma-160,5 Ma Jurásico superior | ||
Recreación artística de Anchiornis.
| ||
Taxonomía | ||
Reino: | Animalia | |
Filo: | Chordata | |
Subfilo: | Vertebrata | |
Clase: | Sauropsida | |
Orden: | Saurischia | |
Suborden: | Theropoda | |
(sin rango): | Avialae | |
Familia: | Anchiornithidae | |
Género: |
Anchiornis Xu et al., 2009 | |
Especie | ||
| ||
Anchiornis huxleyi ("casi ave de T. H. Huxley") es la única especie conocida del género extinto Anchiornis de dinosaurio terópodo maniraptor con plumas, que vivió a finales del período Jurásico, hace unos 155 millones de años durante el Oxfordiense, en lo que es hoy Asia. El epíteto específico A. huxleyi se escogió como homenaje a T. H. Huxley,
pionero en la investigación de los orígenes de las aves, siendo el
primero en proponer a los dinosaurios como su origen. El nombre genérico
Anchiornis significa "casi ave", y sus descriptores lo
presentaron como un importante nexo para llenar el espacio entre las
aves y los dinosaurios no aviares.1
Los fósiles Anchiornis han sido encontrados en la Formación Tiaojishan de Liaoning, China, en rocas que datan del período Jurásico medio, estrato Oxfordiano, entre 161 hasta 160,5 millones años atrás.234
Teniendo en cuenta la exquisita preservación de uno de los fósiles de estos animales, Anchiornis se convirtió en el primer dinosaurio Mesozoico del cual casi se determinó su entera coloración en vida.5
https://es.wikipedia.org/wiki/Anchiornis_huxleyiWIKIPEDIA
Aves
Aves | ||
---|---|---|
Rango temporal: 150,8 Ma-Reciente Titoniense (Jurásico Superior) - Reciente | ||
La diversidad de las aves modernas
| ||
Taxonomía | ||
Reino: | Animalia | |
Filo: | Chordata | |
Subfilo: | Vertebrata | |
Infrafilo: | Gnathostomata | |
Superclase: | Tetrapoda | |
Clase: |
Avesnota 11 Linnaeus, 17582 | |
Subclases | ||
Las aves son animales vertebrados, de sangre caliente, que caminan, saltan o se mantienen solo sobre las extremidades posteriores,3 mientras que las extremidades anteriores han evolucionado hasta convertirse en alas que, al igual que muchas otras características anatómicas únicas, les permiten, en la mayoría de los casos, volar, si bien no todas vuelan. Tienen el cuerpo cubierto de plumas y, las aves sensu stricto, un pico córneo sin dientes. Para reproducirse ponen huevos que incuban hasta su eclosión.
Su grupo taxonómico se denomina clase Aves (la palabra es latina y está en plural, en singular sería avis)4 para la sistemática clásica, pero en la sistemática filogenética actual este clado no tiene rango, y es incluido a su vez sucesivamente dentro de los clados: Theropoda, Dinosauria, Archosauria, Sauropsida, Tetrapoda, etc., aunque hay más anidamientos intermedios con denominación.
Las aves se originaron a partir de dinosaurios carnívoros bípedos del Jurásico, hace 150-200 millones de años, y son, de hecho, los únicos dinosaurios que sobrevivieron a la extinción masiva producida al final del Mesozoico. Su evolución dio lugar, tras una fuerte radiación, a las más de 18 000 especies actuales5 (más 153 extintas en tiempos históricos).6 Las aves son los tetrápodos más diversos; sin embargo, tienen una gran homogeneidad morfológica en comparación con los mamíferos. Las relaciones de parentesco de las familias de aves no siempre pueden definirse por morfología, pero con el análisis de ADN comenzaron a esclarecerse.
Las aves habitan en todos los biomas terrestres y también en todos los océanos. El tamaño puede ser desde 6,4 cm en el colibrí zunzuncito hasta 2,74 metros en el avestruz. Los comportamientos son diversos y notables, como en la anidación, la alimentación de las crías, las migraciones, el apareamiento y la tendencia a la asociación en grupos. La comunicación entre las aves es variable y puede implicar señales visuales, llamadas y cantos. Algunas emiten gran diversidad de sonidos, y se destacan por su inteligencia y por la capacidad de transmisión cultural de conocimientos a nuevas generaciones.
El ser humano ha tenido una intensa relación con las aves. En la economía humana las aves de corral y las cinegéticas son fuentes de alimento. Las canoras y los loros son populares como mascotas. Se usa el plumón de patos y gansos domésticos para rellenar almohadas, y antes se cazaban muchas aves para adornar sombreros con sus plumas. El guano
de las aves se usa en la fertilización de suelos. Algunas aves son
reverenciadas o repudiadas por motivos religiosos, supersticiones o por
prejuicios erróneos. Muchas son símbolos culturales y referencia
frecuente para el arte. En los últimos 500 años se han extinguido más de 150 especies como consecuencia de actividades humanas,7 y, actualmente, son más de 1200 las especies de aves amenazadas que necesitan esfuerzos para su conservación.8
https://es.wikipedia.org/wiki/AvesWIKIPEDIA.
Ala de un ave según Alberto Durero.
Las alas son extremidades o apéndices que poseen solamente tres grupos de animales: insectos, aves, quirópteros y, antiguamente, los pterosaurios. Normalmente las alas se utilizan para volar, aunque no todos los animales que las poseen son capaces de mantenerse en el aire.
Algunos animales tienen membranas entre las patas y el cuerpo (como los dermópteros), o entre los dedos (como la rana voladora) o entre costillas móviles (el reptil Draco volans), pero no son suficientes para ejercer el vuelo y no se denominan alas; con ellas solamente pueden planear.
https://es.wikipedia.org/wiki/Ala_(zoolog%C3%ADa)WIKIPEDIA.
https://www.ngenespanol.com/fotografia/larga-curiosa-y-extravagante-evolucion-plumas/
https://www.nationalgeographic.com.es/mundo-ng/grandes-reportajes/aves-dinosaurios-evolucion-las-plumas_3807/1
Las aves evolucionaron a partir de los
dinosaurios, pero es posible que el origen de sus plumas se remonte aún
más en el tiempo. El fotógrafo Robert Clark muestra en esta galería de
fotos la maravillosa diversidad de las plumas y sus orígenes
prehistóricos.
Pluma caudal de una amazona frentiazul
Foto tomada en el Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto: Robert Clark
Antes fue la pelusa
Las aves evolucionaron a partir de
los dinosaurios, pero es posible que el origen de sus plumas se remonte
aún más en el tiempo, hasta el antepasado común de los dinosaurios y los
pterosaurios. Estos reptiles voladores (un fósil, a la izquierda)
estaban cubiertos de filamentos muy finos que tal vez se parecieran al
plumón de este pollo de faisán.
Jeholopterus ningchengensis
De 168 a 152 millones de años atrás, China
Foto tomada en el Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de Pekín
De 168 a 152 millones de años atrás, China
Foto tomada en el Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de Pekín
Foto. Robert Clark
Archaeopterix lithographica
Impresa en caliza, una solitaria
pluma de hace 150 millones de años descubierta en una cantera alemana en
1861 abrió un debate que aún no se ha zanjado sobre uno de los inventos
más elegantes de la naturaleza: la pluma.
Archaeopterix lithographica
De 150 a 148 millones de años atrás, Alemania
Foto tomada en el Museo de Historia Natural de la Universidad Humboldt, Berlín
De 150 a 148 millones de años atrás, Alemania
Foto tomada en el Museo de Historia Natural de la Universidad Humboldt, Berlín
Foto: Robert Clark
Dinosaurio peludo
Los filamentos simples semejantes a púas que Beipiaosaurus inexpectus
tenía en la cabeza (arriba, en el fósil), el dorso y la cola
sorprendieron a Xu Xing cuando vio este fósil en 1997. Ya se habían
hallado plumas de dinosaurio más complejas, pero «estas estructuras eran
nuevas», dice Xu, del Instituto de Paleontología de Vertebrados y
Paleoantropología de Pekín. Tal vez los dinosaurios más pequeños usaran
las plumas como aislamiento, pero Beipiaosaurus, con dos metros
de largo, necesitaría disipar el calor, no conservarlo. Por tanto,
apunta Xu, «es probable que tuvieran una función de exhibición».
Beipiaosaurus inexpectus,
125 millones de años atrás, China
Foto tomada en el Museo de la Naturaleza Tianyu de Shandong
125 millones de años atrás, China
Foto tomada en el Museo de la Naturaleza Tianyu de Shandong
Foto: Robert Clark
Actor secundario
Hasta 2001 sólo se conocían
dinosaurios emplumados pertenecientes a una de las dos ramas del árbol
filogenético de los dinosaurios: la de los saurisquios, que incluye a
las aves. Ese año apareció en el mercado internacional un fósil de la
otra rama, la de los ornitisquios, que presentaba largos filamentos
curvos en la cola. Sin más información sobre Psittacosaurus,
los científicos eran reacios a atribuir estructuras semejantes a las
plumas a unos dinosaurios cuyo parentesco con las aves era tan distante.
Con el anuncio en 2009 del hallazgo de filamentos similares en otro
ornitisquio, Tianyulong, muchos cambiaron de opinión. Pero,
¿evolucionó ese rasgo independientemente en los dos grupos, o ya estaba
presente en su antepasado común?
Psittacosaurus sp.
De 125 a 121 millones de años atrás, China; espécimen de procedencia desconocida hallado en el mercado negro
Hoy custodiado en el Instituto de Investigación Senckenberg, Alemania, pendiente de su repatriación a China
De 125 a 121 millones de años atrás, China; espécimen de procedencia desconocida hallado en el mercado negro
Hoy custodiado en el Instituto de Investigación Senckenberg, Alemania, pendiente de su repatriación a China
Foto: Robert Clark
El pavo real del jurásico
Dueño de un cuarteto de largas plumas en forma de cinta, con barbas dispuestas en un plano, Epidexipteryx,
del tamaño de una paloma, podría ofrecernos el primer indicio de un
plumaje de exhibición en un dinosaurio. Su extravagante plumaje debió de
ser prácticamente inútil como medio de aislamiento o para el vuelo,
pero es posible que sirviera para atraer al sexo opuesto o para que los
individuos de la especie se reconocieran entre sí.
Epidexipteryx hui
De 168 a 152 millones de años atrás, China
Foto tomada en el Museo de la Naturaleza Tianyu de Shandong
De 168 a 152 millones de años atrás, China
Foto tomada en el Museo de la Naturaleza Tianyu de Shandong
Foto: Robert Clark
Selección sexual
En una carta de 1860, Charles Darwin
se preguntaba cómo la selección natural había producido un impedimento
para el vuelo tan aparatoso como la cola del pavo real. Después ideó el
concepto de la selección sexual: los machos más llamativos atraen a las
hembras y transmiten sus genes.
Imagen compuesta por tres fotografías
Tomadas en el Museo Peabody de Historia Natural, Universidad Yale
Imagen compuesta por tres fotografías
Tomadas en el Museo Peabody de Historia Natural, Universidad Yale
Foto. Robert Clark
Ave del paraíso real
Pluma de la punta de la cola en forma de disco; se mueve durante la exhibición
Cortesía del Dr. Peter Mullen
Cortesía del Dr. Peter Mullen
Foto: Robert Clark
Espolonero chinquis
Pluma cobertora de la cola; desplegada, exhibición
Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto:Robert Clark
Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto:Robert Clark
Plumón del pollo de un avestruz
Plumón de primera y segunda fase; aislamiento
Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto: Robert Clark
Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto: Robert Clark
Ave del paraíso emperador
Penachos laterales; exhibición
Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto: Robert Clark
Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto: Robert Clark
Búho africano
Pluma del ala con borde aserrado; amortiguación del ruido
Cortesía del Dr. Peter Mullen
Foto: Robert Clark
Cortesía del Dr. Peter Mullen
Foto: Robert Clark
Guacamayo macao
Pluma cobertora del ala; vuelo
Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto: Robert Clark
Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto: Robert Clark
Quetzal cabecidorado
Pluma cobertora de la cola; exhibición
Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto: Robert Clark
Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto: Robert Clark
Faisán dorado
Penacho de la cresta; exhibición
Cortesía del Dr. Peter Mullen
Foto: Robert Clark
Cortesía del Dr. Peter Mullen
Foto: Robert Clark
Carpintero escapulario
Pluma de la cola; ayuda a trepar
Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto: Robert Clark
Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto: Robert Clark
Turaco crestirrojo
Pluma del ala con pigmento de cobre; vuelo y exhibición
Cortesía del Dr. Peter Mullen
Foto: Robert Clark
Cortesía del Dr. Peter Mullen
Foto: Robert Clark
Salchichas y albóndigas
Los orgánulos celulares microscópicos
portadores de pigmento, responsables del color en las plumas fósiles,
parecen «salchichas y albóndigas», dice Jakob Vinther, de la Universidad
Yale. Los que tienen forma de salchicha confieren el color negro, y los
que parecen albóndigas, el rojo y el marrón.
Foto: Robert Clark
Plumas auriculares de Anchiornis
Los orgánulos celulares microscópicos
portadores de pigmento en forma de «salchicha» y «albóndiga» aparecen
en una muestra de las plumas auriculares de Anchiornis.
Foto: Robert Clark
Ojos para los ojos
El macho de argos real del Sudeste
Asiático es un faisán poco llamativo, hasta que se pone a bailar con las
enormes plumas de la cola desplegadas ante la hembra y revela la
espectacular superficie interior visible en esta sección de diez
centímetros. Los cientos de brillantes ocelos (manchas parecidas a ojos)
mantienen fascinadas a las hembras.
Foto tomada en el Instituto de Zoología y Museo Zoológico de la Universidad de Hamburgo
Foto: Robert Clark
¡Larguémonos!
Una perdiz chucar aletea
frenéticamente en el laboratorio de vuelo de la Universidad de Montana.
Los estudios revelan que antes de que un pollo sea capaz de volar, su
aleteo funciona como los alerones de un vehículo, empujando su cuerpo
hacia abajo y ganando adherencia al huir de un depredador por una cuesta
empinada. Quizás este mecanismo impulsó el desarrollo del vuelo.
Foto: Robert Clark
Listos para volar
Las alas de Confuciusornis
(arriba) y las de un moderno gallito de las rocas (foto siguiente)
reflejan la distancia evolutiva recorrida desde el origen del vuelo. Confuciusornis
y otras aves primitivas retuvieron las garras en las alas, que quizás
usaran para trepar o para cazar; las plumas estrechas y unos músculos de
vuelo débiles sugieren que no eran buenas voladoras.
Confuciusornis sanctus
De 125 a 120 millones de años atrás, China
Foto tomada en el Museo de la Naturaleza Tianyu de Shandong
Foto: Robert Clark
Confuciusornis sanctus
De 125 a 120 millones de años atrás, China
Foto tomada en el Museo de la Naturaleza Tianyu de Shandong
Foto: Robert Clark
Listos para volar
En contraste, el ala del gallito de
las rocas macho combina agilidad con una apariencia vistosa. Un diminuto
«pulgar» de plumas, el álula, mejora el control del vuelo. El raquis
protuberante en la primera pluma remera produce un ruido que añade un
efecto sonoro a la exhibición visual.
Foto tomada en el Museo Peabody de Historia Natural, Universidad Yale
Foto tomada en el Museo Peabody de Historia Natural, Universidad Yale
Robert Clark
Redacción
De dinosaurios a aves: la evolución de las plumas
La mayoría de nosotros nunca veremos en directo algunas de las mayores maravillas de la naturaleza. No atisbaremos el ojo de un calamar colosal, tan grande como un balón de fútbol,
ni veremos el colmillo de un narval, semejante a un cuerno de
unicornio, si no es en una fotografía. Pero hay una maravilla natural
que casi todos podemos ver con sólo salir de casa: dinosaurios que usan plumas para volar.
Las aves son tan corrientes, incluso en las zonas más urbanizadas
del planeta, que es fácil pasar por alto su descendencia de los
dinosaurios y el ingenioso plumaje que las mantiene en el aire. Para
resistir la fuerza del viento en contra, las plumas de vuelo tienen una
forma asimétrica, con el borde de ataque fino y rígido, y el borde de
fuga largo y flexible. Para generar fuerza de sustentación, el ave sólo
tiene que inclinar las alas y ajustar la circulación del aire por encima
y por debajo de las mismas.
Las alas de los aviones aprovechan algunos de esos trucos aerodinámicos, pero el ala de un ave es mucho más sofisticada.
Desde el raquis se extiende una serie de finas barbas, cada una de las
cuales se ramifica a su vez en bárbulas, caracterizadas por presentar a
lo largo unos ganchillos diminutos llamados barbicelos, que se agarran a
los de las bárbulas vecinas y crean una red estructural muy ligera pero
de gran resistencia. Cuando un ave se acicala las plumas, las barbas se
separan sin esfuerzo y vuelven a encajar en su sitio.
Las alas de los aviones aprovechan algunos de esos trucos aerodinámicos, pero el ala de un ave es mucho más sofisticada
El origen de este maravilloso mecanismo es uno de los mayores misterios de la evolución. En 1861, sólo dos años después de que Darwin publicara El origen de las especies,
los trabajadores de una cantera de Alemania sacaron a la luz fósiles
espectaculares de un ave del tamaño de un cuervo, bautizada Archaeopteryx,
que vivió hace unos 150 millones de años. Tenía plumas y otros rasgos
de las aves actuales, pero también presentaba vestigios de un pasado
reptiliano, tales como dientes en la boca, garras en las alas y una
larga cola ósea. Como los fósiles de las ballenas con patas, Archaeopteryx
parecía capturar un instante crítico de la metamorfosis evolutiva. «Es
una gran prueba a mi favor», le confió Darwin a un amigo.
La prueba habría sido aún más concluyente si los paleontólogos
hubiesen podido encontrar un espécimen más antiguo dotado de plumas
más primitivas, algo que buscaron sin éxito durante casi un siglo y
medio. Mientras tanto, otros científicos intentaban arrojar luz sobre el
origen de las plumas estudiando las escamas de los reptiles actuales,
que son los parientes vivos más cercanos de las aves. Tanto las
escamas como las plumas son planas, por lo que era posible que las
escamas de los antepasados de las aves se hubieran alargado, generación
tras generación. Con el tiempo, los bordes de esas escamas
podían haberse deshilachado y ramificado, hasta convertirse en las
primeras plumas verdaderas.
También era razonable pensar que ese cambio se hubiera producido como adaptación al vuelo. Los
ancestros de las aves podían haber sido pequeños reptiles con
escamas, cuadrúpedos y de hábitos arborícolas, que saltaran de rama en
rama. Si esas escamas se hubiesen hecho más largas, les habrían
proporcionado una mayor fuerza de sustentación, lo que les habría
permitido planear cada vez un poco más lejos. Sólo más adelante sus
brazos habrían evolucionado hasta convertirse en alas que aquellas
protoaves habrían podido batir, lo que las habría transformado de animales planeadores en voladores auténticos. En otras palabras, la evolución de las plumas habría coincidido con la evolución del vuelo.
El concepto que unía plumas y vuelo empezó a descifrarse en los años setenta, cuando el paleontólogo John Ostrom, de la Universidad Yale, observó asombrosas similitudes entre el esqueleto de las aves y el de los terópodos, un grupo de dinosaurios terrestres bípedos que incluye monstruos tan célebres como Tyrannosaurus rex y Velociraptor.
Según él, estaba claro que las aves eran los descendientes vivos de los
terópodos. Aun así, muchos terópodos conocidos tenían grandes patas,
brazos cortos y una cola larga y robusta, todo lo contrario de lo
previsible en una criatura arborícola. Otros paleontólogos sostenían que
las aves no evolucionaron a partir de los dinosaurios, sino que
compartían un ancestro común, muy anterior, al que debían sus
similitudes.
En 1996 unos paleontólogos chinos hicieron un asombroso hallazgo que vino a confirmar la hipótesis de Ostrom. Era el fósil de Sinosauropteryx,
un pequeño terópodo de brazos cortos de hace 125 millones de años que
presentaba un rasgo extraordinario: tenía el dorso y la cola cubiertos
por un manto de filamentos finos y huecos. Por fin aparecían indicios de
plumas primitivas, halladas en un terópodo terrestre corredor. Era
posible, pues, que el origen de las plumas no estuviera relacionado con
el origen del vuelo.
A partir de entonces los paleontólogos hallaron cientos de terópodos emplumados. Con tantos fósiles para comparar, pronto empezaron a componer una historia más detallada de la pluma.
Lo primero fueron unos filamentos simples. Después, diferentes linajes
de terópodos desarrollaron diversos tipos de plumas, algunas parecidas
al plumón de las aves actuales y otras con barbas dispuestas
simétricamente. Otros presentaban cintas largas y rígidas o filamentos
anchos, distintos de las plumas de cualquier ave actual.
Los largos filamentos huecos de los terópodos suponían un enigma. Si
se trataba de las plumas primitivas, ¿cómo habían evolucionado a partir
de las escamas planas? Por fortuna, aún hay terópodos con plumas en
forma de cinta: los pollos de las aves. Todas las plumas de un pollo
empiezan siendo como unas cerdas que sobresalen de la piel; sólo después
se abren y ramifican en formas más complejas. En el embrión, esas
cerdas brotan de unos pequeños discos de células cutáneas llamados
placodas. Un anillo de células de crecimiento rápido sobre la placoda
construye una pared cilíndrica que se convierte en cerda.
Los reptiles también tienen placodas. Pero en los embriones de
reptil, éstas sólo tienen activados los genes que hacen que crezcan las
células cutáneas del borde posterior del disco, lo cual determina con el
tiempo la formación de escamas. A finales de los años noventa Richard Prum, de la Universidad Yale, y Alan Brush, de la Universidad de Connecticut, desarrollaron la idea de que la transición de las escamas a las plumas pudo ser el resultado de una sencilla alteración de las instrucciones de los genes
dentro de las placodas, lo que habría determinado que las células
crecieran verticalmente en lugar de hacerlo en sentido horizontal. Una
vez que aparecieron los primeros filamentos, sólo habrían sido
necesarias ligeras modificaciones sucesivas para producir plumas cada
vez más complejas.
La transición de escamas a plumas pudo ser el resultado de una sencilla alteración genética
Hasta hace poco se creía que las plumas habían aparecido por primera
vez en un miembro primitivo del linaje de los terópodos que condujo a
las aves. Pero en 2009, científicos chinos anunciaron el descubrimiento
de una criatura con cerdas en el dorso, Tianyulong,
perteneciente a la rama de los ornitisquios del árbol filogenético de
los dinosaurios, lo que significa que no era ni por asomo un terópodo.
El hallazgo planteó la asombrosa posibilidad de que el antepasado de
todos los dinosaurios tuviera plumas semejantes a cerdas y que algunas
especies las hubieran perdido en el transcurso de la evolución.
El origen de las plumas podría retroceder incluso más en el tiempo si
además se confirma que la «pelusa» observada en algunos pterosaurios
eran plumas, ya que aquellos reptiles voladores comparten con los
dinosaurios un antepasado aún más antiguo.
Hay otra posibilidad todavía más asombrosa. Los parientes
vivos más cercanos de las aves, los dinosaurios y los pterosaurios son
los crocodilios. Aunque estas bestias escamosas no tienen
plumas en la actualidad, el descubrimiento en los aligátores del mismo
gen que participa en la formación de plumas en las aves sugiere que tal
vez sus antepasados las tuvieron, hace 250 millones de años, antes de
que sus respectivos linajes divergieran. Así pues, según algunos
científicos la pregunta no sería cómo desarrollaron plumas las aves,
sino cómo las perdieron los aligátores.
Los parientes vivos más cercanos de las aves, los dinosaurios y los pterosaurios son los crocodilios.
Si la aparición de las plumas no tenía como propósito el
vuelo, ¿qué otra ventaja pudieron ofrecer a los animales que las tenían?
Algunos paleontólogos argumentan que pudieron aparecer con fines de
aislamiento. Otra hipótesis que ha cobrado fuerza en los últimos años es
que aparecieron para ser vistas. Las plumas de las aves actuales
presentan una gran variedad de colores y dibujos. En algunos casos su
belleza sirve para atraer al sexo opuesto. El pavo real macho, por ejemplo, despliega su cola iridiscente para atraer a la hembra.
La posibilidad de que los terópodos desarrollaran plumas con similares
fines de exhibición recibió un fuerte impulso en 2009, cuando los
científicos empezaron a estudiar detenidamente su estructura.
Dentro de las plumas de dichos animales descubrieron unos orgánulos
celulares microscópicos, llamados melanosomas, cuya forma coincide
exactamente con las estructuras asociadas con colores específicos en las
plumas de las aves actuales. Hay melanosomas tan bien conservados que
es posible reconstruir el color de las plumas de los dinosaurios. La
cola de Sinosauropteryx, por ejemplo, tenía al parecer franjas
rojizas y blancas. Quizá los machos exhibían sus vistosas colas para el
cortejo. O quizás ambos sexos usaban las rayas para reconocerse o para
confundir a los depredadores.
Fuera cual fuese el propósito original de las plumas, probablemente
existieron durante millones de años antes de que un único linaje de
dinosaurios empezara a usarlas para volar. Los paleontólogos están
estudiando a los parientes más cercanos de las aves entre los terópodos
para determinar cómo se produjo la transición. Uno de los más
reveladores es el recién descubierto Anchiornis, de más de 150
millones de años de antigüedad. Del tamaño de una gallina, tenía plumas
en los miembros anteriores, con áreas blancas y negras, y en la cabeza
lucía un llamativo penacho rojo.
Por su estructura, las plumas de Anchiornis eran casi
idénticas a las plumas de vuelo, salvo en que eran simétricas en lugar
de asimétricas. Sin un borde de ataque fino y rígido, es probable que
fueran demasiado débiles para volar. Sin embargo, compensaban la falta
de resistencia con la abundancia. Anchiornis tenía una cantidad inverosímil de plumas. Le brotaban de las extremidades anteriores y posteriores e incluso de los dedos. Es posible que la selección sexual impulsara la evolución de ese plumaje extravagante,
como hoy impulsa la evolución de la cola del pavo real. Y al igual que
la cola larga y pesada supone una carga para el pavo, la superabundancia
de plumas quizá fue un problema para Anchiornis.
Corwin Sullivan y sus colegas del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de Pekín han hallado una manera de que Anchiornis
pudiera superar ese problema. En los terópodos más directamente
emparentados con las aves actuales, uno de los huesos del carpo tenía
forma de cuña, lo que les permitía flexionar las manos. En Anchiornis,
la forma de cuña de ese hueso era todavía más acusada, de modo que
podía plegar las extremidades anteriores sobre los costados y mantener
las plumas separadas del suelo cuando caminaba. Las aves actuales
utilizan un hueso similar durante el vuelo, que les permite acercar las
alas al cuerpo durante el movimiento ascendente. Si Sullivan y sus
colegas están en lo cierto, este rasgo esencial para el vuelo evolucionó mucho antes de que las aves despegaran del suelo.
Es un ejemplo de lo que los biólogos evolutivos llaman exaptación, que
consiste en utilizar una estructura anatómica ya existente para un
propósito nuevo. Todo parece indicar que el vuelo de las aves ha sido
posible gracias a una sucesión de exaptaciones que fueron apareciendo a
lo largo de millones de años, mucho antes de que ninguna ave volara.
El modo en que se produjo la transición final sigue inspirando
encendidos debates. Algunos científicos sostienen que los dinosaurios
emplumados desarrollaron el vuelo desde el suelo hacia arriba, batiendo
las extremidades anteriores mientras corrían. Otros cuestionan este
concepto y señalan que las «alas» de las patas traseras de Anchiornis
y de otros parientes cercanos de las aves debieron de ser un obstáculo
para correr con agilidad. Estos investigadores están recuperando la
vieja idea de que las protoaves utilizaban las plumas para saltar de un árbol a otro, planear y, finalmente, volar.
Desde el suelo hacia arriba, desde los árboles hacia abajo… ¿Por qué
no ambas cosas? El vuelo no evolucionó en un mundo bidimensional,
recuerda Ken Dial, de la Universidad de Montana-Missoula. Dial ha
demostrado que los pollos de muchas especies baten sus rudimentarias
alas para ganar adherencia al terreno cuando huyen de un depredador por
una pendiente inclinada, como el tronco de un árbol o una pared rocosa.
Pero el aleteo también ayuda a amortiguar la inevitable caída del
animal. A medida que el ave madura, ese tipo de descenso controlado cede
paso gradualmente al vuelo propiamente dicho. A lo mejor, dice Dial, el
camino que sigue el pollo en su desarrollo refleje el recorrido por su
linaje durante la evolución. Quizá sus antepasados aletearon torpemente
como él, hasta que finalmente emprendieron el vuelo.
La curiosa evolución de las plumas
Si no se desarrollaron para volar, ¿cuál era su propósito? Quizá aislamiento térmico o atracción del sexo opuesto
La mayoría de nosotros nunca podrá ver las
grandes maravillas de la naturaleza en persona. No veremos el ojo
colosal de un calamar, tan grande como una pelota de basquetbol, pero
hay una maravilla natural que casi todos podemos ver con solo salir:
dinosaurios que usan sus plumas para volar.
Las aves son tan comunes que es fácil dar
por sentada su herencia de dinosaurios y el plumaje ingenioso que las
mantiene en el aire. Para soportar la fuerza del aire que se le opone,
una pluma para vuelo tiene una forma asimétrica: el borde frontal es
delgado y rígido; el posterior, largo y flexible. Para elevarse, un ave
solo debe inclinar sus alas y ajustar el flujo de aire encima y debajo
de ellas.
Las alas de los aviones explotan algunos de
los mismos trucos aerodinámicos. Sin embargo, el ala de un ave es mucho
más. Desde el eje central de una pluma se extiende una serie de barbas
delgadas, de las cuales brotan barbillas más pequeñas, como si fueran
ramas de un árbol, alineadas con ganchos pequeños. Cuando estos se
sujetan con los ganchos de las barbillas vecinas crean una red
estructural muy ligera pero notablemente fuerte. Cuando un ave se limpia
las plumas con el pico, las barbas se separan fácilmente y después
vuelven a su lugar.
El origen de este mecanismo maravilloso es
uno de los misterios evolutivos más perdurables. En 1861, justo dos años
después de que Darwin publicara El origen de las especies, los
trabajadores de una cantera en Alemania desenterraron fósiles
espectaculares de un ave del tamaño de un cuervo llamada Archaeopteryx,
que vivió hace 150 millones de años. Tenía plumas y otros rasgos de los
pájaros vivos, pero también vestigios de un pasado reptiliano, como
dientes en la boca, garras en sus alas y una cola larga y huesuda. Igual
que los fósiles de ballenas con patas, el Archaeopteryx pareci?a
capturar un momento de una metamorfosis evolutiva crucial. “Es un gran
caso para mí”, le confió Darwin a un amigo.
El caso habría sido más significativo si
los paleontólogos hubieran podido encontrar una criatura más antigua,
dotada de plumas más primitivas, algo que buscaron en vano durante el
siguiente siglo y medio. Mientras tanto, otros científicos buscaban
esclarecer el origen de las plumas al examinar las escamas de los
reptiles modernos, los parientes vivos más cercanos a las aves. Tanto
escamas como plumas son planas, así que quizá las escamas de los
antepasados de las aves se estiraron, generación tras generación.
Después puede que los bordes se deshebraran y separaran, convirtiéndose
en plumas verdaderas.
También tiene sentido que este cambio
ocurriera como adaptación para poder volar. Imaginemos los antepasados
de las aves como pequeños reptiles escamosos de cuatro patas que vivían
en las copas de los árboles y saltaban de árbol en árbol. Si sus escamas
se alargaron, les proporcionaron más y más elevación, lo que habría
permitido que las protoaves planearan un poco más lejos cada vez. Tal
vez más tarde los brazos se convirtieran en alas que podían mover hacia
arriba y hacia abajo, transformándolos de planeadores a verdaderos y
poderosos voladores. En pocas palabras, la evolución de las plumas pudo
haber ocurrido al mismo tiempo que la evolución del vuelo.
Esta noción de que las plumas condujeron al
vuelo se empezó a desenredar en los años setenta del siglo xx, cuando
el paleontólogo de Yale, John Ostrom, observó similitudes sorprendentes
entre los esqueletos de las aves y los de dinosaurios terrestres
conocidos como terópodos, grupo en el que están incluidos monstruos
taquilleros como el Tyrannosaurus rex y el Velociraptor. Ostrom sostiene
que resulta evidente que las aves son descendientes vivos de los
terópodos. Sin embargo, muchos de los terópodos conocidos tienen piernas
grandes, brazos cortos y colas largas y gruesas, una anatomía que
difícilmente esperaríamos encontrar en una criatura que salta entre los
árboles.
En 1996, paleontólogos chinos ofrecieron un
apoyo sorprendente a la hipótesis de Ostrom. Se trataba del fósil de un
terópodo pequeño de brazos cortos de hace 125 millones de años, el
Sinosauropteryx, que tenía una característica extraordinaria: una capa
de filamentos delgados y huecos que le cubrían lomo y cola. Por fin
había evidencia de plumas primitivas verdaderas en un terópodo que
corría en el suelo. En pocas palabras, el origen de las plumas tal vez
no tuviera nada que ver con el origen del vuelo.
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Poco después, los paleontólogos empezaron a
encontrar cientos de terópodos emplumados. Con tantos fósiles por
comparar, empezaron a armar una historia más detallada de la pluma.
Primero llegaron los filamentos simples. Después, diferentes linajes de
terópodos desarrollaron varios tipos de plumas, algunas parecidas al
plumaje esponjoso de algunas aves actuales, otras a barbas ordenadas de
forma simétrica. Otros terópodos portaban listones rígidos de filamentos
anchos, nada parecidos a las plumas de las aves vivas.
Los filamentos largos y huecos de los
terópodos presentaban un problema. Si eran plumas primitivas, ¿cómo
evolucionaron a partir de las escamas? Afortunadamente, hoy día hay
terópodos con plumas similares a hebras: los polluelos bebés. Todas las
plumas de un polluelo en desarrollo empiezan como cerdas que salen de la
piel; es después que se separan en formas más complejas. En el embrión
del ave, estas cerdas salen de segmentos de piel pequeños llamados
placodas. Un aro de células de crecimiento rápido sobre la placoda forma
una pared cilíndrica que se convertirá en la cerda.
Los reptiles también tienen placodas, pero
en el embrión de un reptil cada una intercambia genes que provocarán que
las células de la piel solo crezcan en el borde posterior de la
placoda, lo que a la larga formará las escamas. A finales de los noventa
del siglo XX, Richard Prum y Alan Brush, desarrollaron la idea de que
la transición de escamas a plumas pudo depender de un cambio simple en
las órdenes genéticas dentro de las placodas, lo que causó que sus
células crecieran verticalmente a través de la piel en vez de
horizontalmente. Una vez que los filamentos se desarrollaron, se
necesitaron modificaciones menores para producir plumas cada vez más
elaboradas.
Hasta hace poco se creía que las plumas
aparecieron por primera vez en un miembro primitivo del linaje de los
terópodos que nos lleva hasta las aves. Sin embargo, en 2009 científicos
chinos anunciaron el descubrimiento de una criatura con cerdas en la
espalda, el Tianyulong, en la rama de los ornitisquios del árbol
genealógico de los dinosaurios, el pariente más lejano de los terópodos.
Esto planteó la sorprendente posibilidad de que el ancestro de todos
los dinosaurios tuviera plumas parecidas a cabellos, que algunas
especies perdieron posteriormente, durante su evolución. El origen de
las plumas podría remontarse todavía más lejos si se confirma que la
“pelusa” hallada en algunos pterosaurios son plumas, pues estos reptiles
voladores comparten un ancestro todavía más antiguo con los
dinosaurios.
Hay una posibilidad aún más sorprendente.
Los parientes vivos más cercanos de aves, dinosaurios y pterosaurios son
los lagartos y cocodrilos. Aunque es obvio que hoy estas bestias
escamosas no tienen plumas, el descubrimiento en los lagartos del mismo
gen involucrado en la formación de las plumas de las aves sugiere que
quizá sus ancestros sí las tenían, hace 250 millones de años, antes de
que los linajes se separaran. Así que, según algunos científicos, lo que
hay que preguntarse no es cómo obtuvieron las aves sus plumas, sino
cómo las perdieron los lagartos.
Si las plumas no se desarrollaron en
principio para volar, ¿qué otras ventajas ofrecían a las criaturas que
las tenían? Algunos paleontólogos sostienen que pudieron empezar como un
aislante térmico.
Otra hipótesis ha cobrado fuerza en años
recientes: las plumas primero se desarrollaron para ser vistas. Las
plumas de las aves actuales tienen una amplia gama de colores y
patrones, con brillos iridiscentes, franjas y manchas.
Un pavo real despliega su cola iridiscente,
por ejemplo, para atraer a la hembra. La posibilidad de que los
terópodos desarrollaran plumas para realizar algún tipo de exhibición
tuvo gran aceptación en 2009, cuando los científicos empezaron a
observar más de cerca su estructura. Descubrieron sacos microscópicos en
el interior de las plumas, llamados melanosomas, que en su forma
corresponden precisamente a las estructuras asociadas con los colores
específicos de las plumas de las aves vivas. Los melanosomas están tan
bien conservados que los científicos pueden reconstruir el color de las
plumas de los dinosaurios. Por ejemplo, parece que la cola del
Sinosauropterix tenía franjas rojas y blancas.
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Sin importar cuál haya sido el propósito
original de las plumas, probablemente ya existían millones de años antes
de que cualquiera de los linajes de dinosaurios las empezara a usar
para volar. Actualmente, los paleontólogos estudian con sumo cuidado a
los terópodos, los parientes más cercanos de las aves, en busca de
pistas sobre cómo ocurrió la transición. Una de las maravillas
recientemente descubiertas es el Anchiornis, de más de 150 millones de
años de antigüedad. Del tamaño de una gallina, tenía plumas en los
brazos con porciones blancas y negras, lo que creaba un patrón con
franjas similar al de un gallo de concurso en una feria agropecuaria. En
la cabeza ostentaba una corona roja y brillante. La estructura de las
plumas del Anchiornis era casi idéntica a la de las plumas para volar,
salvo que aquellas eran simétricas y no asimétricas. Sin el delgado y
rígido borde guía debieron ser muy débiles para volar.
Sin embargo, lo que a las plumas les
faltaba en fuerza lo compensaban con cantidad. El Anchiornis tenía una
cantidad vergonzosa de plumas. Le salían en brazos, piernas e incluso
dedos de las patas. Es posible que la selección sexual condujera la
evolución de este plumaje extravagante de la misma manera como conduce
actualmente la evolución de las colas de los pavos reales. Y así como
sus colas largas y pesadas representan una carga para los pavos reales,
es posible que las extravagantes plumas del Anchiornis también fueran
una carga, literalmente.
Corwin Sullvan y sus colegas en el
Instituto de Paleontología y Paleoantropología de los Vertebrados en
Pekín encontraron una forma en que el Anchiornis pudo haber solucionado
su problema. En los terópodos que se relacionan más de cerca con las
aves vivas, un hueso particular de la muñeca tenía forma de cuña, lo que
les permitía doblar los brazos. El hueso de la muñeca del Anchiornis
tenía tan pronunciada la forma de cuña que podía doblar sus brazos a los
lados, manteniendo las plumas de estos lejos del suelo mientras
caminaba. Las aves modernas usan un hueso similar en el vuelo, juntando
sus alas con sus cuerpos durante el aleteo hacia arriba. Si Sullivan y
sus colegas están en lo cierto, esta característica crucial del vuelo
evolucionó mucho tiempo antes de que las aves empezaran a volar. Es un
ejemplo de lo que los biólogos de la evolución llaman exaptación: tomar
prestada una parte antigua del cuerpo para un trabajo nuevo.
La forma como la transición ocurrió
finalmente continúa generando un debate acalorado. Algunos científicos
sostienen que los dinosaurios emplumados desarrollaron el vuelo desde el
suelo hacia arriba, aleteando con sus brazos emplumados mientras
corrían. Otros cuestionan esta noción al señalar que las “alas de las
patas” en el Anchiornis y otros parientes cercanos de las aves serían un
estorbo para correr. Estos investigadores reviven la idea de que las
protoaves utilizaban las plumas para ayudarse a saltar desde los
árboles, planear y, finalmente, volar.
Del suelo hacia arriba, de los árboles
hacia abajo, ¿por qué no las dos? Según Ken Dial, investigador del vuelo
en la Universidad de Montana, en Missoula, el vuelo no evolucionó en un
mundo de dos dimensiones. Dial ha demostrado que en muchas especies el
polluelo aletea sus alas rudimentarias a fin de ganar tracción cuando
huye de depredadores en planos inclinados, como troncos de árboles o
acantilados, pero el aleteo también ayuda a estabilizar el inevitable
regreso del polluelo hacia terrenos bajos. A medida que la joven ave
madura, este descenso controlado cede su lugar al vuelo. De acuerdo con
Dial, quizá el camino que el polluelo toma en su desarrollo es el mismo
que su linaje siguió en la evolución; lo lograron, por así decirlo, al
vuelo.
NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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2 comentarios:
Gracias por seguir compartiendo tantos contenidos muy interesantes e importantes
Excelente trabajo.
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