La misión sobre ondas gravitacionales y la misión de búsqueda de planetas siguen adelante
21 junio 2017
El trío de satélites LISA para la detección de ondas gravitacionales desde el espacio ha sido seleccionado como la tercera misión de clase L del Programa Científico de la ESA, mientras que la misión de búsqueda de exoplanetas Plato ha pasado a la fase de desarrollo.
Estos importantes hitos se decidieron en la reunión del Comité para el Programa Científico de la ESA celebrada ayer y garantizan la continuación del plan Visión Cósmica de la ESA durante las próximas dos décadas.
El ‘universo gravitacional’ fue identificado en 2013 como el tema de la tercera misión de gran tamaño, L3, que buscaría fluctuaciones en el tejido espaciotemporal creadas por objetos celestes con una fuerte gravedad, como las parejas de agujeros negros en fusión.
Predichas hace un siglo por la Teoría general de la relatividad de Albert Einstein, las ondas gravitacionales se resistían hasta que el Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser (LIGO) las detectó en septiembre de 2015. La señal había sido provocada por la fusión de dos agujeros negros hace unos 1.300 millones de años. Desde entonces, se han detectado otros dos eventos.
Además, la misión LISA Pathfinder de la ESA ahora ha demostrado las tecnologías clave necesarias para detectar ondas gravitacionales desde el espacio. Para ello ha empleado masas de prueba en caída libre unidas por láser y aisladas de todo tipo de fuerzas internas y externas salvo la gravedad, algo imprescindible para medir cualquier posible distorsión causada por el paso de una onda gravitacional.
La distorsión afecta al tejido del espacio-tiempo a la minúscula escala de algunas millonésimas de millonésimas de metro a lo largo de una distancia de un millón de kilómetros, por lo que debe medirse con una precisión extrema.
LISA Pathfinder concluirá su misión pionera a finales de este mes y LISA, la Antena Espacial por Interferometría Láser, que también es fruto de la colaboración internacional, pasará a una fase de estudio más detallado. Tres naves, en formación triangular y separadas por 2,5 millones de kilómetros, seguirán a la Tierra en su órbita alrededor del Sol.
Tras la selección, pueden llevarse a cabo el diseño y el cálculo de costes de la misión. Después, se propone su ‘adopción’ para dar comienzo a la construcción. El lanzamiento está previsto para 2034.
Durante la reunión también se adoptó en el Programa Científico la misión Tránsitos Planetarios y Oscilaciones de Estrellas (Plato), que había sido seleccionada en 2014.
Así, puede pasar de la fase de borrador a la de construcción. En los próximos meses se invitará a la industria a presentar ofertas para suministrar la plataforma de la misión.
Tras su lanzamiento en 2026, Plato vigilará miles de estrellas brillantes en una amplia zona del firmamento en busca de sutiles pero regulares disminuciones en su brillo, efecto que se produce cuando un planeta se interpone entre nosotros y la estrella, bloqueando temporalmente el paso de una pequeña parte de su luz.
La misión hará especial hincapié en descubrir y caracterizar planetas del tamaño de la Tierra o supertierras que orbiten estrellas similares al Sol en zona habitable (la distancia a la estrella en que podría existir agua superficial en estado líquido).
También estudiará la actividad sísmica en algunas de las estrellas anfitrionas, determinando su masa, tamaño y antigüedad para así comprender la totalidad del sistema exoplanetario.
Plato operará desde el punto virtual ‘L2’ del espacio, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra tomando como referencia el Sol.
El Comité para el Programa Científico también acordó la participación en la misión tecnológica Proba-3 de la ESA, un par de satélites que volarán en formación con una separación de tan solo 150 metros: uno de ellos actuará como disco de bloqueo delante del Sol mientras que el otro observará la tenue atmósfera exterior de nuestra estrella con un nivel de detalle sin precedentes.
La ESA también participará en la Misión de Recuperación Astronómica por Rayos X (XARM) japonesa, diseñada para recuperar la ciencia del satélite Hitomi, perdido poco después de su lanzamiento el año pasado.
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ESA
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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