Nacida en 1122, duquesa del más vasto territorio del siglo XII, dos veces reina, la primera que se embarca en una Cruzada, confinada más de una década, mecenas, política y viajera incansable, Leonor de Aquitania es considerada por los historiadores la "abuela de Europa".
Madre de 10 hijos, de los que dos fueron reyes, muchas de las casas reales de Europa occidental llevan su sangre. Sin embargo, algunos rasgos de la fascinante reina Aliénor de Aquitania, Leonor en español, siguen siendo un enigma.
Casi no existen documentos escritos por ella. Más allá de sus cartas y hazañas no sabemos demasiado de esta mujer. Su físico, personalidad y pensamientos son incógnitas que inspiran a los novelistas. Leonor de Aquitania es protagonista de muchas novelas porque dejó su estela de mujer longeva, inteligente, intrépida, culta e insumisa en la historia de las monarquías europeas.
LA INSUMISA REINA DE FRANCIA
Duquesa de Aquitania por herencia, a los 15 años es coronada Reina consorte de Francia al casarse con Luis VII El Joven. Con 24 años se embarcó con él en la Segunda Cruzada. El viaje fue un tortuoso fracaso y provocó numerosos enfados con su marido. Unos dicen que por los celos de la excelente y ambigua relación con su tío Raimundo de Antioquía. Otros cuentan que fue por las diferencias en las pericias del trayecto. Lo cierto es que hasta el Papa Eugenio III tuvo que intervenir en la reconciliación.
Sin embargo, poco después de regresar consiguieron la anulación eclesiástica del matrimonio. No se llevaban bien y parece que Leonor no estaba dispuesta a llevar una vida anodina de sumisión. También se argumenta que sólo tenían dos hijas y Luis estaba impaciente por tener un varón, de hecho, tuvo que casarse hasta cuatro veces para tener el necesario heredero. Otras versiones dicen que ya se había enamorado de Enrique Plantagenêt.
Todas estas explicaciones son posibles. Pero hay que tener en cuenta que era habitual que un hombre repudiara a la esposa alegando consanguinidad, o no tener hijos, aunque en realidad muchas veces fuera por política estratégica. En este caso, parece que ella lo promovió y Luis consintió, a pesar de que le supuso la pérdida del ducado de Aquitania, propiedad de Leonor.
REINA REBELDE DE INGLATERRA
Con 30 años, y sólo tres meses después de su divorcio, Leonor se convierte en reina consorte de Inglaterra al casarse con el conde de Anjou, Enrique II Plantagenêt. Un reinado lleno de aventuras para contar. Veinte años después, en 1173, Leonor encabezó una revuelta desde Francia contra su propio marido, el rey, pero las tropas de Enrique consiguieron capturarla cuando huía a París disfrazada de varón. El rey Enrique la confinó y, hasta que él no murió, no fue liberada. Hay discrepancias sobre cuántos años estuvo encerrada: unos dicen que 11, otros 14, o incluso más.
Se cuenta en las biografías más antiguas que esta revuelta fue motivada por celos a la amante del rey, Rosamunda Clifford. Sin embargo, que los reyes tuvieran amantes era sabido y habitual. Otras razones políticas dan más sentido a esta subversión: con el tiempo Enrique se volvió un déspota cruel e intransigente; no quería ceder del todo a sus hijos los poderes de sus territorios; además, sus desacuerdos políticos con Tomas Becket, y su sangriento asesinato pudieron también ser una razón de peso.
Las diferentes interpretaciones de este asunto abren la puerta a la imaginación en las novelas. Lo que es cierto es que Leonor, tras su liberación, ya viuda, y madre del recién coronado Rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León, desarrolla un enorme protagonismo político durante todo el resto de su vida.
Representación de Enrique II y Leonor de Aquitania en un manuscrito iluminado del siglo XIV.
REINA DE LAS LETRAS
En sus dos reinados llevó a la corte la elegancia y sofisticación de la suntuosa Poitiers, la ciudad de su infancia. El refinamiento de Leonor es resultado de su conocimiento de las artes y de una vida rodeada de intelectuales de primer orden. De hecho, y siempre bajo el auspicio de los reyes, Leonor fue mecenas de muchos artistas, y se llevaba a los trovadores, músicos y poetas allá donde fuera.
En el siglo XII francés, la poesía constituía un entretenimiento, pero también supuso el redescubrimiento de la sensibilidad. Disfrutar de la cultura comienza a ser rasgo aristocrático y una forma de diferenciarse de la plebe. El tema literario del amor cortés y del fino amor que la corte de Leonor promueve refleja esta distinción de clases: a las mujeres nobles había que conquistarlas y al resto simplemente poseerlas.
MUJER MEDIEVAL AL FIN Y AL CABO
Afirmar que Leonor era feminista podría resultar un tanto arriesgado, pues no hay pruebas rigurosas para determinarlo. Sin embargo, Leonor defendía ante todo su poder sobre Aquitania frente a sus maridos. Según los historiadores Martin Aurell y Jean Flori, mejor no caer en anacronismos; las mujeres de la monarquía francesa del siglo XII se mantenían en un segundo plano en la esfera pública, sólo tenían protagonismo como madres, si el rey hacía largos y lejanos viajes o si eran capturados.
Aun así, para el medievalista Georges Duby fue el siglo de las herederas, y, como describe la historiadora Helen Castor, Leonor y otras reinas de la época desafiaron a los hombres y fueron insumisas, audaces, intrépidas y valientes.
SU REFUGIO: LA ABADÍA DE FONTEVRAUD
Fue protectora y mecenas de la Abadía de Fontevraud, donde estuvo retirada largos periodos durante su vejez. La convirtió en su lugar de descanso, centro cultural y también la necrópolis real de los Plantagenêt. Gobernada siempre por mujeres, su estela como círculo cortesano, intelectual y artístico duró casi setecientos años.
Fue desmantelada durante la Revolución francesa, y en 1804 Napoleón la transformó en una durísima cárcel. Lo fue hasta 1963. Logró finalmente recuperar su papel como centro cultural en 1975. Aunque los restos de Leonor descansan en Fontevraud, no se sabe con certeza si murió aquí, en Chinon o en Poitiers.
Las tumbas de Eleanor de Aquitania y Enrique II en la Abadía de Fontevraud.
La reina Leonor vivió 82 años cuando esperanza de vida era de unos 54. Sin embargo, algunos historiadores explican que la longevidad era habitual entre las mujeres de la aristocracia. Agotada y enferma tras una larga vida llena de avatares, con ocho de sus diez hijos ya fallecidos, murió el 31 de marzo de 1204. Lo que sí es indudable es que se llevó su singularidad hasta la efigie de su tumba, en la que yace inmortal leyendo un libro.
*Ana María Iglesias es profesora y Doctora especialista en estudios culturales franceses y Análisis del Discurso en la Universidad de Valladolid. Este artículo se publicó originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons.
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