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domingo, 15 de mayo de 2022

La Casa de la Loma tiene un Fantasma: Capítulo DCLIX.- Rodrigo López Huamán, quien con tanta experiencia logró dominar y matar a los cuatro restantes jinetes desconocidos que estuvieron en la hoyada y eliminó el eminente peligro de asalto contra su amante Edilsa Flores Morocho....

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con la historia de La Casa de la Loma tiene un  Fantasma, y como informamos en el capítulo anterior; el caporal Rodrigo López Huamán, había previsto las intenciones y planes que siete bandoleros que merodeaban la comarca, ellos tenían planes de asaltar al ganadero (Edilsa Flores Morocho) que vendió las 70 reses a los comerciantes ecuatorianos; ya ellos regresaron al terreno de los cultivos, cuya hoyada profunda les sirvió como refugio temporal; durante la noche ya Rodrigo y sus peones los esperaron y llegaron tres de ellos que fueron liquidados, luego Rodrigo ordenó esperar al resto de los desconocidos, ya que el último moribundo gritó alertándolos........... ....sigamos la historia..........

Aquí en la imagen observamos una típica casa en la Comunidad Campesina de Socchabamba, Ayabaca, Piura, Perú; es una construcción de adobe con techo de tejas rojas y a dos aguas, sobre el techo distinguimos un fantasma que viene a ser el "El Rey de las Tinieblas" : Satanás, seguido de vampiros y una siniestra sombra negra que rodea al misterioso personaje satánico, para comprender la narrativa de la obra literaria: "LA CASA DE LA LOMA TIENE UN FANTASMA", esta imagen será nuestro símbolo de identificación y el logotipo en creación, impresión y distribución literaria. 
Con reconocimiento de derechos de autor, con Partida Registral Nº 00393-2010, Asiento 01, con fecha 27 de marzo de 2010 por INDECOPI.

Este es el símbolo de Marca Perú, que distingue para todos los productos elaborados por peruanos.

Rodrigo López Huamán y sus peones; ellos se tendieron al suelo para esperar a los jinetes desconocidos restantes; los aguardaron por mucho tiempo y llegó las 03:00 horas de la madrugada, pero nadie llegó; por que los jinetes que se quedaron en la hoyada, estaban totalmente despreocupados por sus compañeros que fueron por los pastores, ellos creían en todo será muy fácil apresar a pastores de ganado, incluso algunos se habían quedado profundamente dormidos, por lo que no llegaron a escuchar los gritos de advertencias del moribundo.
Lo mismo sucedió en el bando de Rodrigo López Huamán, sus pastores tanto tiempo tumbados en el suelo y vencidos por el cansancio del trabajo diario, estaban roncando profundamente dormidos; el caporal Rodrigo los entendió, él siempre alerta los fue moviendo uno por uno para despertarlos y en voz muy baja les dijo:
--- Muchachos, ahora estamos expuestos al ataque de los desconocidos, ya que sus compañeros no retornaron; pues, vamos por ellos, lo haremos gateando, ustedes conocen el terreno, ya sabemos que ellos son cuatro; nosotros les duplicamos somos nueve, les ganaremos por que ustedes son valientes guerreros.
Luego, Rodrigo, ordenó abrirse en forma horizontal para abarcar más espacio y en esa formación avanzaron a la hoyada; todos caminaron en silencio evitando pisar chamizas, que los puedan delatar; ellos lo hicieron y no encontraron a nadie, quienes al llegar a los límites de la hoyada, se tumbaron al suelo y desde esa posición escucharon que alguien tosió muy fuerte desde el fondo de la hoyada, lo siguió haciendo con más frecuencia que les dio la ubicación de los intrusos.
Entonces, Rodrigo se levantó y fue dando órdenes a cada pastor, que para ingresar tomaría un sólo sendero que era estrecho y peligroso; por lo que cambió de parecer y optó por provocarlos y obligarlos a salir; él, agarró una roca y con toda su fuerza la arrojó al interior de la hoyada que llegue hasta los intrusos, hubo buena puntería, que la roca cayó en el lomo de un caballo, que reaccionó con un brinco y retozando con fuerza sus narices, lo que puso en alerta a los jinetes desconocidos y comenzaron hablar entre ellos y recién se dieron cuenta que sus compañeros no habían regresado.
Por lo que reaccionaron y uno de ellos dijo:
--- Muchachos, no regresaron los exploradores, tal vez algo malo les pasó, pues vamos por ellos.
El que seguía tosiendo, tratando de carraspear y aclarando su garganta, les dijo:
--- Muchachos, sigan ustedes, por que tengo un ataque de tos, que si los acompaño haré bulla y alertaré a la gente.
En seguida, el que hacía de jefe, les dijo:
--- Muchachos, vamos los tres y saldremos uno por uno, por que el sendero es estrecho y está lleno de zarzamoras cubiertas de espinas.
Los tres jinetes desconocidos partieron uno por uno, que al llegar a los límites de la pampa los esperaban Rodrigo y los pastores
Entonces, cuando salió el primero que era el jefe, fue atrapado tapándole la boca por el caporal Rodrigo y con un agilidad increíble le cercenó el cuello degollándolo en el acto.
En seguida, salió el otro jinete y fue atrapado por el amansador que era un hombre fuerte con cuyos músculos llenos de fortaleza, cogiéndole de la cabeza la torció matándolo en el acto.
Hasta, que finalmente salió el tercero, que nuevamente fue atrapado por Rodrigo, que repitió su macabro acto cortándole el cuello.
Al haber matado a los tres jinetes que estúpidamente se entregaron, sin haber tomado ninguna media de seguridad, quedando el que tosía, el caporal recurrió a su astucia, cogió rocas y las arrojó con tanta puntería digna de admiración, que las rocas dieron en el blanco que eran los cuerpos de los caballos que brincaban relinchando, que le dieron alerta al último jinete, quien presumió que algo andaba muy mal y reaccionó con voz llena de improperios:
--- ¡¡¡¡ Carago: ¿Quién arroja piedras? !!!!
Rodrigo y sus pastores, quienes al escucharlo les dio la ubicación exacta de su paradero; por lo que el caporal, que si conocía el sendero, hizo señas a los pastores que esperen y sólo él ingresaría a la hoyada,  por el último jinete.
Rodrigo, con su machete erguido comenzó a ingresar a tientas por la oscuridad de la noche, quien tuvo un ligero tropezón y para no caer se agarró de un tallo de la zarzamora lleno de espinas que hizo ver estrellas, lo aguantó como buen macho mordiéndose los labios, y le pasó la lengua a la palma de la mano lamiendo la sangre por las heridas de las espinas.
Pero, no fue mella, él siguió avanzando hasta que llegó cerca a la ubicación del individuo que era su objetivo.
Rodrigo, con tremenda ventaja para dar la sorpresa final, tenía que calcular bien el golpe, se tumbó al suelo y siguió serpenteando hasta que distinguió la sombra del individuo, que en ese momento le daba la espalda; él se levantó y se abalanzó contra el tosedor que en ese preciso instante iba a toser, pero fue atrapado del cuello y lo cercenó degollándolo en el acto.
Rodrigo, victorioso desde el fondo de la hoyada, gritó a los pastores, así:
--- ¡¡¡¡ Muchachos ya no tenemos enemigos !!!!
Los pastores, se levantaron y se abrazaron entre ellos festejando la victoria, ellos estaban tan incrédulos que no lo podían creer que fueron protagonistas directos; cuya experiencia les asombró, por que nunca antes ellos habían participado en algo parecido, desde luego reconocían el valor y la destreza del caporal que les infundió coraje y que él se anticipaba a los hechos.
Rodrigo, en lo profundo de la hoyada, se acercó a los siete caballos, que aún estaban ensillados y amarrados a los troncos de los árboles, los desató, haló uno por el sendero de salida y llegar a la pampa, los otros lo siguieron, ya estando afuera; había que enterrar a los muertos y pensar que hacer con los hambrientos caballos y se puso a conversar con los pastores y les consultó:
--- Muchachos, tenemos siete caballos, que no podemos quedarnos con ellos, por que tarde o temprano llegaría algún familiar de los jinetes, quien al hallar el caballo, nos traerá muchos problemas, les consultó: ¿Qué haremos con los caballos?
Uno de los peones, que si los quería le contestó:
--- Señor caporal, yo tengo familia que si necesita los caballos, ellos viven a un costado de las haciendas en terrenos independientes, si usted lo autoriza, este sábado que viene mi esposa para llevar el dinero del jornal; pues, ella los halará y le aseguro que es muy distante, desde aquí es día y medio de trote, que nadie llegaría por allí por estos caballos.
Rodrigo, escuchó con atención el reclamo y sugerencia del pastor y le preguntó:
--- Hombre, dime. ¿Qué hará tu familia con los caballos?
El pastor, le respondió:
---- Mi familia son agricultores y siembran trigo en las alturas y frejoles en las hoyadas y en la cosecha se hacen eras (un lugar dentro de la chacra que se limpia de impurezas y se amontonan gavillas o mieses) y se necesita caballos o burros para el pisoteo, pero allí son muy escasos; le aseguro que siempre serán bien cuidados con buen pasto y nunca sufrirán estas acémilas. 
Rodrigo, pensándolo le respondió:
--- Hombre, te autorizo que te lleves los caballos, pero los llevas ensillados y con los bolsicos de los finados, no quiero ningún resto aquí.
Rodrigo, esperó que amanezca y ordenó a los pastores, cavar las sepulturas para enterrar a los finados en lo profundo de la hoyada fuera de los límites del terreno de los cultivos.
En esa tarea, dura, penosa y cruel (cargar muertos ensangrentados y degollados), les demandó todo el día; los cadáveres fueron envueltos en mantas viejas de los pastores, con el ofrecimiento que se les repondrá mantas nuevas; los caballos fueron desensillados y amarrados de las sogas para que pacen hasta esperar el próximo sábado que se los llevarán a lugares muy distantes.
Entonces, Rodrigo, ya anocheciendo en el segundo día que no llegaba a casa, preocupó sobremanera a Edilsa, quien sumamente angustiada miraba al camino esperando el regreso de su amante y no llegaba, hasta que anocheció y era una noche profundamente oscura, el caporal regresaba a la casa con la satisfacción de haber eliminado a siete bandoleros, quienes ya tenían la puntería en la casa de Edilsa, que una vez más se les adelantó y le salvó la vida a su adorada amante.....................
Continuaremos...................
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui.

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