Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., en nuestra sierra piurana ( imagen de la izquierda una barra muy brillante de oro macizo, tal como debían haber salido de las minas de Chicuate Grande) tiene sus habitantes muy buenos y generosos, pero también hay piuranos con todas sus flaquezas de cualquier humano como la vanidad, codicia, avaricia, etc., y el atropello del más poderoso contra el más débil, siguiendo la descripción de los mitos y leyendas de Huancabamba, los invito a leer la siguiente leyenda:
----------------------- EL ORO DE CHICUATE GRANDE-------------
Hace muchos años, en la provincia de Huancabamba, distrito de El Carmen de la Frontera, existía un lugar llamado CHICUATE GRANDE , siendo tierra serrana que dentro de sus entrañas tenía mucho oro y plata.
La gente que habitaba en aquel lugar se vestía con prendas de oro, y era tanta su vanidad que se creían seres superiores.
Un buen día , nuestro Dios, con su gran poder, convirtió al lugar en una ciudad encantada con el oro sepultado.
A partir de entonces, la gente que por allí pasa dice escuchar, justo a las doce de la noche, las campanas de la iglesia y los bellos sonidos de la naturaleza: el canto elegante de los gallos de crestas rojas, el canto de los pájaros, el susurro de la brisa en el trigal, el zumbido de los insectos, el agua cantarina del arroyo, el movimiento de la gente y muchas cosas más.
El agua permanece como un campo con abundante vegetación propia del lugar; la llovizna cae diariamente. Se dice que a ese lugar solo podían ingresar dos personas, hombre y mujer, que no podían hablar, eran mudos , pero con el alma noble. Las puertas de la ciudad se abrían para ellos porque no eran codiciosos; entraban y sacaban una naranja de oro cada uno y venían a la ciudad de Huancabamba a venderlas para comprar sus víveres, pero eran estafados por un comerciante que aprovechando de su discapacidad les ofrecía lo que quería; luego, este mismo sujeto quiso un día ir personalmente a traer el oro de CHICUATE GRANDE , pero, al intentar ingresar a la ciudad, atraído por el encanto quedó sepultado sin lograr su propósito.
Los familiares de aquel comerciante, preocupados por su ausencia, empezaron a investigar sobre su destino y se llegaron a enterar que lo habían visto caminar con dirección a CHICUATE GRANDE al lado de los dos muditos, pero que ya no habían visto regresar nunca.
La desmedida ambición de este hombre hizo que perdiera el don más grande que Dios nos ha dado: la vida. El lugar sigue siendo reservado para los que allí transitan, y el movimiento de toda la ciudad se vuelve a repetir justo en la hora cumbre: doce la noche.
Amigos, que interesante esta leyenda, es parte de la tradición de Huancabamba, cuya información es gracias a mi dilecto amigo Don Moisés Gonzalo Cordova Guerrero.
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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