Los signos del cambio están por todas partes en el Ártico.
Uno de ellos es que en algunas zonas cercanas al Polo Norte se están registrando temperaturas 20 grados superiores a lo que es normal en este periodo del año.
Los hielos se están derritiendo a una velocidad sin precedentes, haciendo que -según un equipo internacional de expertos- el sistema natural de la región cambie radicalmente en los próximos 100 años.
Y lo que para ellos es todavía más preocupante: ya lo está haciendo.
Según el informe sobre adaptación del Ártico (Arctic Resilience Report), realizado por el Instituto de Medioambiente y la Universidad de Estocolmo (Suecia), los cambios son "más rápidos que nunca" y se están acelerando.
La razón principal es el cambio climático causado por las emisiones de gases de efecto invernadero, aunque las migraciones, la extracción de recursos o el turismo también han contribuido.
"La integridad del ecosistema está en peligro, con grandes implicaciones para las comunidades del Ártico y para todo el mundo", dice el informe.
El aumento de la temperatura está progresando a una tasa que dobla la mundial, contribuyendo directamente a la reducción de los glaciares, el derretimiento de la capa de suelo permanentemente congelada -conocida como permafrost- y la pérdida de hielo en el mar.
El ecosistema está cambiando de forma dramática, tanto que en algunos casos se ha cruzado lo que los expertos llaman "puntos de quiebre", lo que implica que los cambios son tan sustanciales que están alterando, o pueden hacerlo en el futuro, el funcionamiento completo del sistema natural.
Los científicos esperan que "algunos de esos cambios desestabilicen el clima regional y global, con grandes impactos potenciales"dijo Johan Rockström, co-director del estudio.
"Dado que el Ártico está tan conectado con el resto del planeta en términos de regulación del clima, el cambio que estamos provocando en el Ártico puede verse con probabilidad amplificado y volver hacia nosotros", dijo Marcus Carson, el otro director del estudio. a vuelo
Cambios fundamentales
El informe identifica 19 de estos puntos de quiebre o cambios de régimen, como también los denomina.
El primero es la pérdida de hielo en el Ártico, algo que ya se está produciendo y que se encamina a la existencia de veranos sin hielo, que se espera que ocurra durante este siglo.
Otro es la aparición de tundra.
Estos arbustos bajos, típicos en suelos helados, están reemplazando la nieve y el hielo y esto a su vez hace que absorba más calor.
Como consecuencia, aumentan las emisiones de metano, un potente gas que contribuye al efecto invernadero.
Otro cambio sustancial es que debido al aumento de la temperatura, el manto de hielo que suele cubrir el 80% de Groenlandia se está haciendo cada vez más débil.
Se trata de 1,7 millones de kilómetros cuadrados que, si se derritieran completamente -algo que pasará dentro de siglos, o incluso milenios- podrían causar un aumento del nivel del agua de 7,4 metros.
Esto producirá un nuevo ecosistema, que si bien puede traer beneficios a los groelandeses, como la diversificación de la pesca y mayor turismo, puede alterar la dinámica global de los océanos "con inciertas pero posibles consecuencias sustanciales para otros ecosistemas y sociedades del hemisferio norte".
Otro de los puntos de quiebre puede suceder si se altera la circulación de aguas oceánicas de la superficie a las profundidades del océano.
Este movimiento de aguas transporta grandes cantidades de calor en todo el mundo y tiene un gran impacto en el clima global, pues influencia el ritmo en que se produce el calentamiento global.
Si estos movimientos se alteraran, "esto podría llevar a un cambio en las precipitaciones de los cinturones del trópico que probablemente provocaría descensos en la producción agrícola y alteraciones en los ecosistemas marinos", advierten los expertos.
"Los pescadores se tendrán que adaptar a las nuevas circunstancias, que probablemente afectará su sustento y actividad económica".
Algunos países son más vulnerables que otros: el informe señala a Rusia, Estados Unidos y Canadá como los países más expuestos.
El informe llega poco después de las proyecciones de la Organización Meteorológica Mundial que apuntan al 2016 como el año más cálido jamás registrado
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Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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