31 enero 2017
El camino para hacer realidad la misión Aeolus de la ESA ha sido largo y difícil, pero desarrollar un nueva tecnología espacial es, por naturaleza, un desafío. Ahora que el satélite ya está equipado con su revolucionario instrumento, el resto del camino hasta la última ronda de ensayos en Francia, antes de su envío al lugar del lanzamiento a finales de año, será mucho menos arduo.
Aeolus aloja uno de los instrumentos más sofisticados nunca puestos en órbita: la sonda Aladin, que cuenta con un gran telescopio, dos potentes láseres y receptores ultrasensibles.
El satélite dispara pulsos de luz ultravioleta a la atmósfera terrestre para establecer un perfil de los vientos, un método totalmente novedoso para medir estos fenómenos desde el espacio. Lo habitual es hacer un seguimiento del movimiento de las nubes, estudiar la agitación de la superficie marina o deducir los vientos a partir de lecturas de temperatura.
El fin principal de Aeolus es avanzar en nuestro conocimiento de la Tierra. Los cortes verticales con los que atravesará la atmósfera, en combinación con información sobre aerosoles y nubes, nos permitirán saber más sobre las dinámicas atmosféricas y contribuirán a la investigación del clima.
Además, Aeolus también tendrá una aplicación práctica de gran importancia, ya que sus mediciones en tiempo casi real serán muy útiles para las previsiones meteorológicas.
Tras una larga fase de desarrollo, Aladin quedó listo para incorporarse al satélite en las instalaciones de Airbus Defence and Space en Stevenage, Reino Unido, en agosto del año pasado.
Anders Elfving, director del proyecto Aeolus de la ESA, explica que “a lo largo de estos últimos meses, el equipo británico, asistido por sus colegas en Toulouse, Francia, ha trabajado sin descanso para integrar Aladin en el satélite y comprobar que todos los elementos estaban alineados y que el satélite en conjunto funciona a la perfección”.
Una vez completo el satélite, es el momento de llevarlo a Toulouse, donde se someterá a ensayos para verificar que soporta las vibraciones y ruidos del despegue.
“La siguiente ronda de ensayos es muy importante, y sé que el equipo está deseando tener la oportunidad de mostrar con orgullo cómo su satélite es capaz de soportar el duro viaje a bordo del lanzador”, añade Anders.
Una vez superada esta nueva ronda, Aeolus viajará a Lieja, Bélgica, donde se probará en una cámara de vacío térmico.
Como reconoce Anders, aún deben llevar a cabo varios pasos críticos: “Falta la prueba definitiva de que el láser y el complejo sistema óptico funcionan correctamente con los radiadores térmicos del satélite y en condiciones de vacío, pero confío en que los equipos del satélite, de operaciones y de lanzamiento ofrecerán los resultados esperados”.
A finales de este año, una vez finalizadas todas las comprobaciones, el satélite atravesará el Atlántico hasta el Puerto Espacial Europeo de la Guayana Francesa, desde donde será lanzado a bordo de un cohete Vega.
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ESA
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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