Utilizado en la Antigüedad clásica como condimento, perfume, afrodisíaco y medicina, el silfio también fue usado como anticonceptivo por griegos y romanos. A pesar de llegar a valer su peso en oro, esta planta considerada "milagrosa" desapareció en poco más de un siglo sin dejar rastro. ¿Por qué?
Un grupo de colonos griegos procedentes de la pequeña isla de Thera (actual Santorini), en el mar Egeo, se hicieron a la mar en el siglo VII a.C. Seguían el consejo del Oráculo de Delfos, que los llevó hasta las costas de la actual Libia. Allí, en el año 632 a.C., fundaron una colonia: Cirene, hoy conocida como Shahhat. Muy pronto, la colonia empezó a prosperar y pasó a controlar un vasto territorio ubicado entre Cartago y Egipto, conocido como La Cirenaica. Cirene y toda su área circundante fueron enriqueciéndose gracias al próspero comercio con el Mediterráneo. Pero este enriquecimiento fue sorprendentemente rápido. ¿Qué producto exportaba Cirene que le reportó tantos beneficios? La respuesta es simple: una planta muy especial conocida como silfio.
MAPA DEL IMPERIO ROMANO HACIA EL SIGLO I A.C. EN EL QUE SE PUEDE VER DELIMITADA EN COLOR ROJA LA PROVINCIA DE CIRENAICA, ANTERIOR ASENTAMIENTO GRIEGO, QUE ENTONCES TAMBIÉN INCLUÍA LA ISLA DE CRETA.
USO PREHISTÓRICO
La primera referencia que tenemos sobre el silfio, una planta muy usada en la Antigüedad como medicamento y condimento, nos la proporciona el historiador griego Heródoto: "Confinan con estos los Giligamas, situados hacia Poniente hasta la isla Afrodisiada. Frontera del medio de este país viene a caer la isla Platea, que poblaron los Cireneos. En su continente se halla el puerto de Menalao y también la región de Miris en que los Cireneos habitaban. Desde allí comienza el silfio, que desde la isla de Platea se extiende basta la boca o entrada de la Sirte". Tal fue la importancia que llegó a adquirir el silfio, que su imagen se imprimió en el reverso de las monedas acuñadas en Cirene desde finales del siglo VI a.C. Gracias a ellas podemos conocer más o menos el aspecto que tenía esta planta, que se extinguió alrededor del siglo I d.C.
Tal fue la importancia que llegó a adquirir el silfio, que la imagen de esta planta decoró el reverso de las monedas acuñadas en Cirene desde finales del siglo VI a.C. Gracias a la imagen que aparece en estas monedas podemos conocer qué aspecto tenía esta planta.
Parece ser que el silfio ya se empleaba en la Prehistoria, y su uso fue extendiéndose por todo el Mediterráneo hasta el punto de que tanto egipcios como minoicos (los habitantes de la isla de Creta) tenían un símbolo específico que la representaba en sus sistemas de escritura. Aunque había plantas parecidas en otros lugares, se creía que sólo la que crecía silvestre en la estrechas franja de la costa Cirenaica tenía las mejores características. Naturalistas como Teofrasto o Plinio el Viejo ponderaron las propiedades del silfio y destacaron sus usos en la cocina y la medicina, e incluso como forraje para el ganado. Su uso medicinal abarcaba múltiples aplicaciones, también como anticonceptivo. Conocido también como laserpicio por los romanos, el silfio fue considerado tan valioso como el oro o la plata. El propio Plinio, en su Historia Natural, lo define así: "El laserpicio, al que los griegos llaman silfion, originario de Cirenaica, cuyo jugo es llamado láser, es excelente para uso medicinal y es pesado en denarios de plata".
ESTE DIBUJO ENCONTRADO EN UNA CRÁTERA DEL SIGLO VI A.C. MUESTRA UNA REPRESENTACIÓN DEL REY ARCESILAO DE CIRENE SUPERVISANDO EL TRATAMIENTO DEL SILFIO.
MISTERIOSA DESAPARICIÓN
Hacer una lista de los usos del silfio sería ardua tarea: sus tallos se horneaban, salteaban o hervían para ser consumidos como si de una verdura se tratase, mientras que sus raíces se comían frescas o con vinagre. En época romana, de sus brotes se extraía un aromático perfume, y la savia se dejaba secar y se rallaba sobre manjares delicados. Como curiosidad podemos decir que el origen del corazón como símbolo del amor tiene sus orígenes en las semillas de esta planta, cuya forma es muy parecida.
Los tallos del silfio se horneaban, salteaban o hervían para ser consumidos como si de una verdura se tratase, mientras que sus raíces se comían frescas o mojadas en vinagre.
Pero a pesar de su enorme popularidad (o tal vez precisamente por eso), el silfio desapareció y no sólo de la región, sino de todo el planeta. ¿Qué ocurrió? Plinio, en su Historia Natural, se hace eco de una leyenda que relata el nacimiento del silfio: "Las lluvias, por lo general, traen consigo algunas semillas, y caen de alguna especie determinada, a veces también de alguna desconocida, lo cual ocurrió a la región de Cirene, cuando por primera vez nació allí el silfio [...]. Nació también un bosque muy cerca de esa ciudad, tras una lluvia densa y negra como la pez". Pero en un plazo de tan sólo cien años el silfio había desaparecido casi por completo. Se han barajado diversas causas para su extinción, desde la sobreexplotación a los cambios climáticos que sufrió el norte de África y a su reducido hábitat, ya que esta exigente planta sólo crecía en la Cirenaica y ocupaba una estrecha franja de tierra de unos 200 x 40 kilómetros. De este modo, aunque tanto griegos como romanos lo intentaron, no lograron domesticarla. El silfio tenía que ser recogido en estado silvestre, y aunque la cantidad que se podía cosechar estaba muy regulada, también existía un floreciente mercado negro dedicado al tráfico de esta planta.
PROBABLEMENTE ACUÑADAS HACIA EL SIGLO II A.C. BAJO EL PERIODO PTOLEMAICO, ESTA MONEDA MUESTRA EN UN LADO LA EFIGIE DEL GOVERNADOR MAGAS Y EN EL REVERSO EL RELIEVE DE UN SILFIO.
UNA DIFÍCIL TAREA
Una de las teorías más defendidas hoy en día es que el silfio era un híbrido natural y por lo tanto se reproducía de manera asexual, extendiendo sus raíces bajo tierra. Por eso, aunque los griegos intentaron cultivarlo no pudieron. En cualquier caso, no se han realizado muchos estudios sobre la diversidad de la flora en Libia, pero algunos expertos creen que el silfio aún podría estar ahí, oculto en algún lugar. El problema es que nadie conoce exactamente su aspecto y encontrado parece una tarea casi imposible. Una de las descripciones más detalladas que tenemos sobre esta legendaria planta se la debemos a Teofrasto: "El silfio tiene una gran cantidad de raíces gruesas; su tallo es como del tamaño de un codo, y es casi tan grueso; la hoja, que ellos llaman maspeton es como el apio: tiene un fruto ancho, que es como la hoja, por así decirlo, y le llaman phyllon.”
Una de las teorías más defendidas hoy en día es que el silfio era un híbrido natural y por lo tanto se reproducía de manera asexual, extendiendo sus raíces bajo tierra.
En cualquier caso, el desmesurado apetito romano por el silfio resultó demoledor para su supervivencia y posiblemente la sobreexplotación de la planta contribuyó a su desaparición. Pero ¿y si tienen razón quienes afirman que el silfio todavía existe? Los estudios sobre biodiversidad en Libia son muy escasos en la actualidad, pero si algunos pocos ejemplares de silfio sobrevivieron al insaciable deseo de los romanos queda la esperanza de que aún se puedan llegar a descubrir. Desafortunadamente, el destino del silfio no es excepcional. Hoy en día, nosotros seguimos cometiendo los mismos errores que cometieron los romanos hace siglos. Los últimos estudios realizados en la actual región de la Cirenaica demuestran que muchas otras especies de plantas están despareciendo con rapidez y que la tierra cultivable está siendo reemplazada por el desierto o sobreexplotada. Puede que el silfio sea una de las plantas extintas más famosas, pero por desgracia parece ser que no será la última...
No hay comentarios:
Publicar un comentario