En 1836, un militar británico llamado William Howard Vyse exploró las pirámides de Giza. A pesar de que hizo importantes descubrimientos, los métodos que utilizó, que incluían el uso indiscriminado de la pólvora para llevar a cabo explosiones controladas, serían impensables para los arqueólogos actuales.
En 1835, un militar inglés visitó Egipto y quedó fascinado por la grandiosidad de sus monumentos, sobre todo de las grandes pirámides que se alzan en la llanura de Giza. Estaba absolutamente seguro de que tenían mucho que ver con la llegada a Egipto del patriarca bíblico José. Este hombre se llamaba Richard William Howard Vyse, y ese mismo año se instaló en el país. Al año siguiente, 1836, inició sus primeras excavaciones en compañía del aventurero y explorador genovés Giovanni Battista Caviglia, a quien había conocido en Alejandría. Pero esta asociación no duraría mucho, y en 1837 Vyse, quien acababa de ser ascendido a coronel, empezó una fructífera colaboración con el ingeniero británico John Shae Perring con el objetivo de explorar las pirámides.
En 1836, Vyse inició sus primeras excavaciones en Egipto en compañía del aventurero y explorador genovés Giovanni Battista Caviglia, a quien había conocido en Alejandría.
Los dos hombres montaron un campamento junto a la necrópolis oriental de Giza, reclutaron un equipo de obreros y trabajaron día y noche en diversos yacimientos cercanos. Perring dibujó mapas, planos y perfiles de pirámides, no sólo en Giza, sino también en Abusir, Saqqara y Dashur, que serían publicados en su obra Las pirámides de Gizeh. Vyse aprovechó los dibujos de su colega para incorporarlos asimismo a su obra Operaciones realizadas en la pirámide de Giza en 1837.
CAMPAMENTO ANTE LAS PIRÁMIDES DE GIZA. GRABADO. 1886.
EXPLOSIONES SIN PARAR
A pesar de su admiración por tan inmortales monumentos, Vyse no tuvo, sin embargo, reparos en utilizar para su exploración métodos que hoy en día serían totalmente impensables. Por ejemplo, empleó la pólvora a discreción para volar los tapones de granito que obstruían la entrada inferior de la pirámide de Kefrén. También usó taladros para buscar cámaras ocultas y recurrió a las voladuras para abrirse paso y sortear los obstáculos con los que se iba topando. Es el caso de una de las pequeñas pirámides perteneciente a una de las reinas del faraón Micerino, el artífice de la pirámide más pequeña de Giza. En referencia a la exploración de una de estas pirámides menores, Vyse dijo: "Estaba preparado para taladrar eliminando las piedras de la parte superior, porque esperaba encontrar la cámara sepulcral penetrando a través de ella".
LA PIRÁMIDE DE KEFRÉN, QUE AÚN CONSERVA PARTE DE SU REVESTIMIENTO DE PIEDRA CALIZA.
Vyse empleó la pólvora a discreción para volar los tapones de granito que obstruían la entrada inferior de la pirámide de Kefrén. También usó taladros para buscar cámaras ocultas y recurrió a las voladuras para abrirse paso.
Ni siquiera la Esfinge se libró de las ansias taladradoras de Vyse. Creyendo que podía haber una cámara secreta en el interior del monumento, el explorador ordenó a los obreros taladrarla desde arriba en su parte posterior. Pero los taladros, compuestos por varas perforadoras, se encallaron al llegar a los ocho metros de profundidad, por lo que Vyse, sin dudar, mandó usar una vez más la pólvora para liberarlos. Aunque al final, afortunadamente, se lo pensó mejor ya que "por no desear desfigurar este monumento venerable, la excavación se abandonó y se dejaron allí varios metros de varas perforadoras", según sus propias palabras. Los agujeros que causó esta intervención son aún visibles en la actualidad.
LA ESFINGE DE GIZA VISTA DESDE SU PARTE POSTERIOR. EN ESTA ZONA TALADRÓ VYSE EL MONUMENTO.
EN LA CÁMARA FUNERARIA DE MICERINO
Pero el interés de Vyse se centraba sobre todo las tres grandes pirámides que se alzaban en la llanura de Giza. La más pequeña, la de Micerino, está cruzada por una enorme grieta que fue practicada por el hijo de Saladino en 1196. Vyse aprovechó la grieta para penetrar en el edificio, y para ello empleó, otra vez, la pólvora. Junto al eje central de la pirámide hizo girar el túnel hacia abajo y lo forzó hasta la base de la pirámide a base de explosiones, aunque no encontró ningún pasaje nuevo. Al final, logró localizar la entrada y tras despejarla penetró en la cámara funeraria (que estaba llena de inscripciones en árabe) acompañado por el artista Edward Andrews.
VISTA AÉREA DEL COMPLEJO FUNERARIO DE MICERINO EN GIZA. EN LA PIRÁMIDE SE APRECIA LA GRAN GRIETA HECHA POR EL HIJO DE SALADINO.
En la cámara funeraria de Micerino, Vyse encontró fragmentos de la tapa del sarcófago desperdigados por el suelo, huesos humanos, envoltorios de lino y restos de un ataúd de madera.
En la cámara funeraria de Micerino se alzaba el enorme sarcófago de granito del faraón, que fue extraído con enormes dificultades por los hombres de Vyse. Embarcado para su traslado a Inglaterra, el Beatrice, el barco que lo transportaba, naufragó a causa de una tormenta a la altura de Cartagena (España) y el sarcófago desde entonces descansa en el fondo del Mediterráneo. En la cámara funeraria de Micerino, Vyse también encontró fragmentos de la tapa del sarcófago desperdigados por el suelo, huesos humanos, envoltorios de lino y restos de un ataúd de madera en el que podía leerse una inscripición: "Osiris Micerino, que vivirá para siempre, nacido del cielo, la divinidad celestial Nut sobre ti...". Sorprendentemente el ataúd no pertenecía a la época en que murió este rey de la dinastía IV (2543-2436 a.C.), sino que su estilo remitía a muchos siglos después, en época de la dinastía XXVI (664-525 a.C.); además los huesos hallados en la cámara tampoco eran del faraón, sino que databan del período cristiano.
LA ESFINGE Y LAS PIRÁMIDES EN UN GRABADO DE 1890.
CÁMARAS DE DESCARGA Y GRAFITOS
Pero en realidad Vyse puso casi todos sus esfuerzos en "investigar" la pirámide de Keops. Cargado con su inseparable pólvora, Vyse se dirigió a la cara sur de la pirámide donde pensaba abrir una segunda entrada a la misma altura que la entrada norte. Pero tras varios intentos (y un enorme agujero) desistió. A pesar de todo, el 9 de mayo de 1897 Vyse hizo, gracias a la pólvora de nuevo, un importante descubrimiento en el interior de la Gran Pirámide: cuatro cámaras reductoras de carga o cámaras de descarga (una primera cámara de descarga ya había sido descubierta en 1765 por Nathaniel Davison) con techo, suelo y paredes de granito, excepto la superior, que estaba revestida con piedra caliza para que el peso de la estructura no presionara sobre las cámaras inferiores. El explorador bautizó a estas cámaras con el nombre de allegados y conocidos suyos como el duque de Wellington, el almirante Nelson, lady Ann Arbuthnot y el coronel Campbell, cónsul británico en El Cairo.
LA GRAN PIRÁMIDE DE GIZA, LA ÚNICA DE LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO ANTIGUO QUE AÚN SIGUE EN PIE.
El 9 de mayo de 1897 Vyse hizo, gracias a la pólvora, un importante descubrimiento en el interior de la Gran Pirámide: cuatro cámaras reductoras de carga.
Vyse también localizó numerosos grafitos en las paredes de estas cámaras, hechos con pintura roja, que representaban líneas de nivel, marcadores de ejes y anotaciones varias, entre ellas los nombres de las cuadrillas de obreros que participaron en la construcción del monumento, algunas de las cuales llevaban nombres tan sugestivos como "¡Cuán poderosa es la gran Corona Blanca de Khum Khuf (que significa el divino creador Khnum protege a Khufu)!". Justamente en el techo de la cámara Campbell aparece inscrito el nombre del rey: Khufu (Keops), formando parte del nombre de una cuadrilla, "los compañeros de Khufu". Todo ello ha permitido a los egiptólogos atribuir sin dudas la pirámide a este faraón (aunque no faltan tampoco quienes acusan a Vyse de falsificar las inscripciones para atribuirse tan importante hallazgo).
CÁMARA DEL REY Y CÁMARAS DE DESCARGA DENTRO DE LA GRAN PIRÁMIDE DE GUIZA.
Vyse regresó a Inglaterra junto a su esposa y sus ocho hijos, donde falleció el 8 de junio de 1853. Durante las décadas siguientes, los sistemas de excavación que Vyse y sus contemporáneos emplearon con tanta frecuencia fueron dejándose de lado poco a poco para dejar paso a métodos mucho más científicos. Pero la pólvora continuó siendo utilizada en algunas ocasiones por parte de algunos egiptólogos como el mismísimo Auguste Mariette, que fue jefe de Antigüedades de Egipto desde 1858 hasta 1880. El reputado egiptólogo empleó este más que discutible método en sus excavaciones en el Serapeo de Saqqara. Afortunadamente, los tiempos, y la arqueología, han cambiado sustancialmente.
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