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viernes, 28 de septiembre de 2018

JORDANIA : PETRA .- IMPERIO ROMANO .- NATIONAL GEOGRAPHIC .- Petra, la Ciudad Rosa del desierto jordano ............Petra, la espléndida capital de los nabateos .............. 6 curiosidades de Petra que probablemente desconoces

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la Revista National Geographic, nos alcanza un amplio despliegue de fotografías de lo que la Ciudad Petra, ubicada en Jordania;  sede del Reino Nabateo, que fue un enclave que,  alcanzó un gran apogeo durante el tiempo de las caravanas del comercio de lujosas mercaderías, que enriquecieron al Reino y se construyeron hermosos palacios y casas dentro de las montañas de arenisca roja y dorada, que dieron una belleza única a las construcciones de palacios y templos.
National Geographic.- dice : "Las ruinas de la antigua ciudad nabatea de Petra, en el desierto de Jordania, compiten en espectacularidad y belleza con las de Palmira, en Siria, Baalbek, en el Líbano, o Gerasa, en Jordania. Petra sigue despertando el entusiasmo de todos aquellos que la visitan. La grandeza de su arquitectura tallada en la piedra arenisca – que con sus vetas de colores rosados hace aún más soberbia su belleza– impresiona de tal modo al viajero que éste no se pregunta por los edificios que constituyeron en su día la ciudad de los vivos, para siempre aniquilada por los terremotos. En efecto, las fachadas dispersas por todo su perímetro corresponden en su mayoría a las tumbas de los riquísimos comerciantes, nobles y monarcas que compitieron por mostrar a sus paisanos su fortuna formidable. Pero Petra no era sólo una ciudad para los difuntos; los palacios, las casas, los negocios, los templos, los almacenes, los talleres y los espacios públicos daban cobijo a las actividades cotidianas de una ciudad próspera, bulliciosa y –como señaló el geógrafo griego Estrabón– abierta al establecimiento de extranjeros, por más que su localización proporcione la imagen de una ciudad cerrada y recóndita, accesible tan sólo para algunos privilegiados que vivían o se refugiaban en ella. Frente a las ciudades de su época, la muralla de Petra era su posición geográfica en medio de un laberinto de cañones horadados en la roca. Esa defensa natural resultaba tan poderosa que la mantuvo durante siglos oculta a la curiosidad de los extraños. La reforzaban bastiones como la torre Conway, que toma su nombre de Agnes Conway, la arqueóloga que la excavó en 1929, y algunos lienzos aislados; al parecer, la ciudad no se dotó de un verdadero recinto amurallado hasta mediados del siglo III...."a vuelo

https://es.wikipedia.org/wiki/Nabateos
Historia del Renio Nabateo.

https://www.nationalgeographic.com.es/viajes/grandes-reportajes/6-curiosidades-petra-que-probablemente-desconoces_13675
La antigua capital del reino nabateo tiene aún mucho que contarnos. Esta maravilla del mundo esconde algunos secretos que dejarán de serlo en cuanto termines de leer este artículo...
 
El 80% de la ciudad sigue oculta
A Petra se le conoce como “la ciudad perdida” no solo porque así lo estuvo durante siglos, desde el siglo VI d.C cuando sus habitantes abandonaran la ciudad y cayó en el olvido, hasta que fue re descubierta en el siglo XIX por el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt, sino también porque quedó oculta bajo la arena. Tormentas de arena, los terremotos y las numerosas inundaciones la fueron enterrando poco a poco hasta tal punto que tan sólo el 20% de la ciudad es actualmente visitable, aunque las excavaciones continúan desenterrando edificios.
Foto: Visit Jordan

Esculpida en roca
Al contrario de lo que muchos creen, la ciudad de Petra no fue construida en piedra sino excavada y esculpida en la roca, formando un conjunto monumental único que le valió para ser incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad en 1985. Y es que los trabajos debieron ser muy arduos, pues en esta ciudad llegaron a vivir más de 30.000 personas.
Foto: Visit Jordan

Petra era una ciudad funeraria
Aunque fue ampliada durante su época de mayor esplendor, se cree que Petra nació para los nabateos como una ciudad funeraria, pues ellos mismos la bautizaron como “la ciudad para el día de mañana”. Al principio de los tiempos, según algunos expertos, los habitantes de Petra vivían en jaimas, ya que los edificios excavados en piedra son, en su mayoría, tumbas del siglo III a.C, que varían en tamaño, diseño y ornamentación en función de la posición social del fallecido.
Foto: Visit Jordan

Importante ciudad comercial
A partir del siglo IV a.C Petra floreció como ciudad comercial gracias a su ubicación en la confluencia de hasta siete rutas comerciales entre Oriente y Occidente, entre Arabia y el Mediterráneo. Tras el establecimiento en Petra del pueblo nabateo, un pueblo nómada árabe acostumbrado al saqueo de caravanas, esta se convirtió en una ciudad próspera y rica gracias al pillaje durante los primeros años y, más tarde, a los altos peajes que cobraban por la seguridad de sus muros. Y es que Petra se ubica entre altas montañas rocosas y sus habitantes se encargaron de construir complejas redes de canales que les abastecían de agua potable, lo que hacía de ella un enclave muy atractivo en el que descansar.
Foto: Visit Jordan

Los edificios, orientados astronómicamente
El pueblo nabateo tuvo muy en cuenta los movimientos del sol a la hora de construir sus edificios. Así, algunos de las construcciones más importantes de la ciudad están orientadas teniendo en cuenta los equinoccios, solsticios y otros acontecimientos astronómicos. Un claro ejemplo es el famoso Monasterio, que durante el solsticio de invierno la luz del sol entra por la puerta e ilumina directamente el altar mayor, el motab. También la tumba de la Urna cuenta con un fenómeno parecido, pues su puerta se alinea con el sol durante los equinoccios y durante los solsticios el sol señala las esquinas interiores del edificio.
Foto: Visit Jordan

Dioses nabateos

En la ciudad de Petra, además de El Monasterio y El Tesoro, no hay que olvidar visitar el Altar de los Sacrificios que se encuentra en la cima de una montaña, dominando la ciudad. Lugar de culto para los nabateos, este altar está formado por dos obeliscos de 6 metros de altura, un altar circular y un tridinio, donde se cree que los participantes en el sacrificio a los dioses compartían la cena.
En cuanto a la religión nabatea, eran politeístas árabes por lo que adoraban a un gran número de dioses, algunos propios y otros grecorromanos como Tique o Dioniso. El principal dios nabateo era Dushara, señor de la montaña.
Foto: Visit Jordan
 
6 curiosidades de Petra que probablemente desconoces
Petra, o Raqmu, como la llamaban sus segundos pobladores, los nabateos, es uno de esos enclaves que dejan sin palabras cuando se les visita por primera vez. Petra en realidad es un nombre griego que significa “excavada en piedra” y es que, ubicada en un angosto valle, esta ciudad está literalmente tallada en la roca. En la región montañosa de Edom, en Jordania, Petra fue levantada por los edomitas en el siglo VIII a.C. pero fue bajo el dominio nabateo, a partir del siglo VI a.C cuando alcanzó su máximo esplendor gracias a su ubicación en medio de una ruta comercial.
Este florecimiento no le duraría mucho a la ciudad rosa, pues el cambio de las rutas comerciales y varios terremotos hicieron que a partir del siglo VI d.C sus habitantes abandonaran el enclave y cayera en el olvido. Redescubierta en el siglo XIX por el suizo Jean Louis Burckhardt, de ella aún se sabe poco aunque estas curiosidades que te contamos ayudarán a conocerla un poco más a fondo.
Petra, la Ciudad Rosa del desierto jordano
Más información

Petra, la Ciudad Rosa del desierto jordano

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Fotografías


https://www.nationalgeographic.com.es/viajes/grandes-reportajes/petra-jordania_7717
El enclave maravilla con sus edificios de piedra y sus historias caravaneras

El Monasterio
Es una de las 500 tumbas excavadas en la roca que han llegado hasta nuestros días. Se encuentra sobre una colina, al final del paseo por Petra.
NURIA PUENTES

Cañón del Siq
Desde su fundación en el siglo VI a. C., Petra ha tenido en este angosto desfiladero su mejor protección contra las invasiones.
GIUGLIO GIL / GTRES

El Tesoro
Mausoleo del rey nabateo Aretas IV, su fachada presenta elementos de estilo helenístico. El nombre alude a la leyenda de un tesoro escondido.
ZOONAR URS FLUEELER / AGE FOTOSTOCK

La Vía Columnada
Con seis metros de ancho y porticada, esta gran calzada partía en dos el corazón administrativo, religioso y comercial de la ciudad de Petra. En sus costados se erigían los principales palacios y templos, así como los mercados, caravasares y viviendas. Aún se aprecia una parte de la columnata y del Gran Templo.
GTRES

Teatro
Excavado por los nabateos y ampliado por los romanos, tiene más de dos mil años. Bajo el escenario había salas y una ranura donde posiblemente se guardaba el telón.
NURIA PUENTES
 
Más que sepulcros
La singularidad de las tumbas de Petra son sus fachadas, con frisos, columnas y esculturas de estilo helenístico que las asemejan más a un templo o a un palacio. Algunas tienen un aspecto más tosco, posiblemente por la erosión y los siglos de abandono. En el interior, las vetas ocres recorren los muros y las aberturas cuadradas o redondas dejan pasar el viento del desierto.
GTRES

Tumba de la Urna
Desde su patio se divisa la Vía Columnada y los restos de lo que fue la ciudad de Petra durante la época romana. Alojó una iglesia bizantina.
DAVID SANTIAGO
 
Ruta de caravanas
Antes de la llegada de los romanos, Petra ya era una etapa destacada en la Ruta de las Especias. En 1985, la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad.
KEREN SU / AWL IMAGES

La Tumba del Soldado
Es el sepulcro mejor preservado del wadi Farasa, al sur de la Vía Columnada. La hornacina del centro de la fachada guarda la figura de un soldado romano.
NURIA PUENTES
 
Más de dos milenios de historia
1 El Siq. Discurre a lo largo de 1,5 km encajado entre paredes de más de 80 m de alto. Aún se distingue el canal de agua de la época nabatea.
2 El Tesoro. Es el primer edificio que aparece tras recorrer el Siq.
3 El Teatro. Los nabateos excavaron sus gradas y los romanos lo ampliaron. Llegó a tener capacidad para más de 3.000 espectadores.
4 Vía Columnada. Era la arteria principal de Petra. Originalmente estaba porticada, pero las columnas que quedan son de época romana.
5 Tumbas Reales. La de la Urna es las más sorprendente.
6 El Monasterio. Es el edificio más grande de Petra. Se halla en una colina.
Mapa: BLAUSET
NATIONAL GEOGRAPHIC
Jesús Ferrero
24 de octubre de 2013
 
Petra, la Ciudad Rosa del desierto jordano

El camino que conduce a Petra es una sucesión de emociones cromáticas y espaciales que se van encadenando a cada paso, y no existe ciudad en el mundo que tenga una vía de acceso tan angosta y tan propicia para estimular los poderes de la imaginación. Se trata del Siq, el desfiladero que conduce a la Ciudad Rosada. Antes de entrar en él se encuentra la tumba de los Obeliscos que, coronada por cuatro de esos pilares piramidales, preludia la extravagante arquitectura de Petra.

El camino del Siq va discurriendo por el estrecho reducto, a veces casi recto, a veces en zigzag, a veces ensanchándose, a veces adelgazando súbitamente. A las impresiones que produce caminar entre dos rocas que casi se besan, se une la sinfonía de colores que emanan de la piedra como radiaciones rojas, ocres, amarillas, violáceas, grises... En su época dorada, ese camino iba acompañado por la música del agua, que circulaba por un canal tallado en la piedra que aún puede apreciarse. Para las largas caravanas que llegaban a Petra después de duras jornadas en el desierto, el rumor del agua envolviendo el desfiladero debía de representar la promesa de un mundo de delicias donde no existía la sed.
Tras más de un kilómetro por la grieta de los mil matices, el desfiladero se estrecha y se oscurece, pero es justamente entonces cuando emerge del fondo algo que al principio parece una luz rosada. Basta con dar unos pasos para advertir que lo que brilla al fondo es el Al-Khazneh, el Tesoro del Faraón, un edificio de estilo helenístico, si bien con peculiaridades nabateas, íntegramente esculpido en la roca y que pudo ser el sepulcro del monarca nabateo Aretas IV (9 a.C.- 40 d. C.). Al-Khazneh está precedido por una pequeña explanada donde paran los beduinos con sus camellos y asnos. Estos hombres del desierto –en la década de 1980 fueron reubicados en la ciudad de Wadi Musa, fuera de las ruinas– parecen los dueños del lugar y siempre están dispuestos a complacer al turista.
El agua, aprovechada con la sabiduría que caracteriza a los hijos del desierto discurría por todas partes como en la Alhambra de Granada
Antes de que Trajano anexionase Petra a la provincia romana de Arabia en el siglo II, las caravanas que cruzaban el desfiladero entraban en un vergel de casas y jardines escalonados. Veían una ciudad donde el agua, aprovechada con la sabiduría que caracteriza a los hijos del desierto –los nabateos procedían del sur de Arabia– discurría por todas partes como en la Alhambra de Granada. Hacia finales del siglo v la ciudad fue abandonada y olvidada, hasta que en 1912 la redescubrió el viajero suizo Johann Ludwig Burckhardt.

La huella de Roma

La calzada central o Siq Exterior conduce al Teatro, donde impera la huella de Roma. Con capacidad para más de 3.000 personas, su peculiaridad es que las gradas están talladas sobre la piedra, formando una masa indistinta con la falda de la montaña. Al otro lado se alza el conjunto de las Tumbas Reales.
La Urna, panteón del rey nabateo Malachos II (40-70 d. C.), esculpido sobre la dura falda de la montaña y antecedido por una terraza con columnas, es la principal obra de las Tumbas Reales. Su interior, amplio y de resonancia grave, sobrecoge porque parece la morada de la muerte. Algo más a la derecha, se encuentran la tumba Corintia y la de Sexto Florentino, ya de época romana e igualmente esculpidas en la roca.

La impresión que produce ver desde el Teatro la sucesión de sepulcros abiertos en la roca provoca el mismo estupor que algunos conjuntos funerarios de Egipto, porque además de arte mineralizado se ve todo el esfuerzo humano que hizo posibles tan ciclópeas construcciones.

Siguiendo hacia delante y dejando atrás la curva de ballesta del Siq Exterior, aparece a la derecha la iglesia de los Papiros, pavimentada con mármol policromo, y a la izquierda la Vía Columnada junto al Gran Templo de losas hexagonales. Nos hallamos en el corazón de la Petra romana, el lugar donde hace dos mil años el griterío de los mercaderes anunciaba especias, oro y telas de Oriente.

El prisma de Qasr al-Bint

A la izquierda, más allá de la Vía Columnada, se halla el Qasr al-Bint, uno de los pocos edificios no rupestres que quedan en pie en Petra, pues el terremoto del año 363 destruyó la mitad de la ciudad. Construido algunos años antes de Cristo, sorprende por su forma de prisma cúbico, más propio del estilo nabateo que romano.
Detrás del Qasr al-Bint sale el camino que se dirige al wadi (cauce de río) de Farasa, el suburbio más meridional de Petra, rico en toda clase de monumentos funerarios. Nada más llegar, surge una ciudad de tumbas rupestres excavadas según los caprichos de las rocas. La Renacentista y la del Frontón Partido son las primeras que salen al paso. Luego la grieta del wadi se va estrechando hasta desembocar en una escalera que concluye junto a la tumba del Soldado. Tallada con cierta tosquedad, las pilastras tienen capiteles nabateos y encuadran ventanas ciegas en las que se cobijan figuras ahora irreconocibles salvo la central, que parece la figura de un soldado romano. Otra escalera conduce hasta la tumba del Jardín, encajada entre rocas que pudieron haber acogido un pequeño vergel.

El gran templo

Los nabateos también deconstruyeron la arquitectura clásica griega y conjugaron sus elementos a su manera, logrando un estilo nuevo
Para conocer la última de las joyas de Petra, El-Deir o Monasterio, conviene regresar al final de la Vía Columnada y visitar antes el museo –conserva las pocas esculturas salvadas del furor iconoclasta musulmán– y el contiguo bar, que sirve bebidas refrescantes y comidas típicas. La costosa subida resulta mucho menos fatigosa a lomos de burro que andando, además de más vertiginosa. Al llegar frente a su gran fachada, coronada por una gigantesca urna de arenisca, el viajero descubre que en El Monasterio los nabateos también deconstruyeron la arquitectura clásica griega y conjugaron sus elementos a su manera, logrando un estilo nuevo. Ningún arquitecto griego o romano hubiese dividido el piso superior de este recinto en cinco cuerpos, una composición que le da un aire tan barroco como oriental.
Desde la amplia explanada del Monasterio resulta muy fácil alcanzar el mirador que se abre a las escarpadas y bíblicas extensiones del valle de Arabah, preludiando el desierto en el que se perdieron los pasos de Lawrence de Arabia, el legendario espía británico. La visión del desierto es fascinante y la mirada se llena de horizontes que permanecen largo tiempo en la memoria.

PARA SABER MÁS

Documentos: pasaporte y visado para dos semanas que se tramita en la embajada jordana y también en el aeropuerto de Amán.
Idioma: árabe.
Moneda: dinar jordano.
Diferencia horaria: 1 hora más que en España.
Salud: Se recomienda beber agua embotellada con frecuencia y protegerse del sol.
Cómo llegar: El aeropuerto Reina Alia está a 30 km de Amán, la capital. Recibe vuelos directos de Barcelona y con escala en una ciudad europea desde Madrid.
Visita a a Petra: Petra se halla 260 km al sur de la ciudad de Amán. Varias líneas de autobús ofrecen viajes de ida y vuelta desde la capital; algunos incluyen la entrada. Otra opción es alquilar un coche o contratar un taxi. El horario de apertura del recinto es de 6h a 18h. La ciudad se puede recorrer en burro, a caballo, en camello o bien en carro.
Arqueología
Monumentos
Petra
Jordania

NATIONAL GEOGRAPHIC
 

Arenisca dorada y roja.
https://es.wikipedia.org/wiki/Petra
WIKIPEDIA

Petra, Al Khazneh .- Al Khazneh (el Tesoro), el edificio más conocido de Petra.
Tesoro de Petra
El Tesoro, de 40 m de altura por 28 m de ancho, fue construido probablemente en el siglo I a.C. por el rey nabateo Aretas III. Su diseño no tiene precedentes en Petra, de manera que debió ser excavado en la roca por constructores helenísticos del Cercano Oriente, mezclando su propio estilo con el nabateo.
A pesar de su nombre, el Tesoro o la Tesorería, como le llaman algunos, no tiene ninguna relación con este nombre, ya que pudo ser un templo o una tumba real; sin embargo, el saqueo realizado por los beduinos durante los siglos precedentes a su descubrimiento para la arqueología impiden saber a ciencia cierta su utilización. Sin embargo, los beduinos creían que los piratas habían escondido un importante tesoro faraónico en el tholos, la cúpula en forma de urna gigante que hay en la glorieta central del segundo nivel y le dieron su nombre por eso. Los disparos realizados por los beudinos contra la urna pueden apreciarse a simple vista desde abajo. Otra historia cuenta que fueron los otomanos quienes dispararon contra la urna al creer que los beduinos habían escondido en ella el fruto de sus saqueos.
El riachuelo que recorría el Siq y desembocaba en la plaza que hay frente al tesoro fue desviado en el siglo XIX para facilitar la llegada de los turistas.
https://es.wikipedia.org/wiki/Tesoro_de_Petra
WIKIPEDIA

https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/petra-la-esplendida-capital-de-los-nabateos_6646
El comercio caravanero de productos de lujo hizo de Petra una próspera ciudad, donde soberanos y ricos mercaderes construyeron magníficos edificios excavados en su rosada piedra arenisca

Una entrada monumental
Oculta entre las montañas, Petra se convirtió en una rica ciudad gracias al comercio caravanero. A su entrada se alza la magnífica fachada del Tesoro, tal vez la tumba del rey Aretas IV.
NURIA PUENTES

El emperador Trajano
Sextercio acuñado en Roma. Año 103. Numismática Jean Vinchon, París.
ART ARCHIVE

La sede de los espectáculos
Excavado en la rosada arenisca de Petra, el teatro tiene una cávea con 45 filas de asientos distribuidos en tres sectores horizontales. Algunos autores elevan la cifra de espectadores hasta 10.000.
NURIA PUENTES

Los dioses nabateos
Diosa Hayyan, procedente del templo de los Leones Alados, Petra.
RICHARD NOWITZ / GETTY IMAGES

Las tumbas reales
La tumba de la urna, situada en la vía de las tumbas reales, en una litografía realizada por David Roberts. siglo xix.
GETTY IMAGES

Mosaico bizantino
Detalle de un mosaico procedente de la iglesia bizantina de Petra.
L. MAISANT / GTRES
2 de noviembre de 2012

Petra, la espléndida capital de los nabateos
Las ruinas de la antigua ciudad nabatea de Petra, en el desierto de Jordania, compiten en espectacularidad y belleza con las de Palmira, en Siria, Baalbek, en el Líbano, o Gerasa, en Jordania. Petra sigue despertando el entusiasmo de todos aquellos que la visitan. La grandeza de su arquitectura tallada en la piedra arenisca – que con sus vetas de colores rosados hace aún más soberbia su belleza– impresiona de tal modo al viajero que éste no se pregunta por los edificios que constituyeron en su día la ciudad de los vivos, para siempre aniquilada por los terremotos. En efecto, las fachadas dispersas por todo su perímetro corresponden en su mayoría a las tumbas de los riquísimos comerciantes, nobles y monarcas que compitieron por mostrar a sus paisanos su fortuna formidable. Pero Petra no era sólo una ciudad para los difuntos; los palacios, las casas, los negocios, los templos, los almacenes, los talleres y los espacios públicos daban cobijo a las actividades cotidianas de una ciudad próspera, bulliciosa y –como señaló el geógrafo griego Estrabón– abierta al establecimiento de extranjeros, por más que su localización proporcione la imagen de una ciudad cerrada y recóndita, accesible tan sólo para algunos privilegiados que vivían o se refugiaban en ella. Frente a las ciudades de su época, la muralla de Petra era su posición geográfica en medio de un laberinto de cañones horadados en la roca. Esa defensa natural resultaba tan poderosa que la mantuvo durante siglos oculta a la curiosidad de los extraños. La reforzaban bastiones como la torre Conway, que toma su nombre de Agnes Conway, la arqueóloga que la excavó en 1929, y algunos lienzos aislados; al parecer, la ciudad no se dotó de un verdadero recinto amurallado hasta mediados del siglo III.

Capital de las caravanas

El origen de la riqueza de Petra estuvo en el comercio caravanero. Hasta siete rutas confluían en la ciudad del desierto, desde donde se distribuían los productos hacia Alejandría, Jerusalén, Damasco, Apamea y muchas otras ciudades. Las fuentes literarias, como el Periplo del Mar Eritreo y Plinio, detallan las enormes tasas a las que estaban sujetas las mercancías que circulaban a través del reino nabateo. Se dan cifras de hasta un 25 o un 50 por ciento de imposición tributaria. Esa carga, unida al alto valor de los productos comercializados, como seda, betún, incienso, especias o mirra, y por la enorme cantidad de mercancías desplazadas permiten comprender el súbito esplendor del reino nabateo, ocasionado por la enorme demanda derivada de la Pax Romana, que se materializa en su portentosa capital.
Sobre la cronología del reino nabateo no se dispone de datos directos que permitan trazar una historia más o menos firme. Hemos de conformarnos con la información arqueológica y las noticias aisladas que proporcionan las fuentes clásicas, esencialmente Diodoro Sículo, Estrabón y Flavio Josefo. Toda esta documentación permite constatar que a mediados del siglo II a.C. existía una familia real en Petra, atestiguada por Estrabón, aunque la institución monárquica puede haber precedido a la dinastía de Aretas I, considerado tradicionalmente el primer rey nabateo; el nombre de Aretas I aparece mencionado en la inscripción nabatea más antigua, de 168 a.C. A partir de ese momento se consolidaron las estructuras del reino y se empezó a construir la necrópolis real. Los diferentes reyes competirían entre sí por lograr fachadas cada vez más bellas y espectaculares para sus tumbas talladas en las paredes rocosas.

La ciudad de los muertos

Desde el punto de vista formal, la tipología de tumbas talladas en la roca tiene su origen en el extraordinario conjunto de Naq i-Rushtan, la necrópolis de los reyes aqueménidas cercana a Persépolis, en el actual Irán, donde se hicieron enterrar los grandes soberanos persas como Darío I o Jerjes. Esta costumbre se extendió por todo el Oriente helenístico, desde Anatolia, donde se encuentran los hipogeos de Myra, hasta la Arabia Felix (el actual Yemen) y Jerusalén. No se trata, pues, de una invención nabatea, aunque las características de la piedra arenisca de Petra le otorgan un aspecto singular y único. Por otra parte, esta arquitectura presenta, además, influencias orientales, con decoración de escalinatas en la cima de los monumentos, obeliscos y motivos geométricos, basada en modelos asirios, persas o egipcios; y también un gusto más barroco, de inspiración helenística y romana. Los estudios ponen de manifiesto que la ciudad monumental corresponde básicamente a la época imperial romana, después de que Petra cayera bajo la órbita de Roma en el siglo I a.C. Las fachadas de las tumbas reproducen las de los grandes templos, como si los difuntos compitieran con los dioses en la suntuosidad de sus moradas.

Las inscripciones que permiten identificar a los personajes relacionados con estos edificios son muy escasas. La más importante se ha hallado fuera de Petra, en la cercana capilla de en-Numeir. Está datada en el año 20 d.C. y contiene una importante secuencia de soberanos nabateos: «Ésta es la estatua de Oboda, el dios, que han hecho los hijos de Honianu, hijo de Hotaishu, hijo de Petammon… colocada aquí junto al dios Du-Tarda, dios de Hotaishu, que están en la capilla de Petammon, su bisabuelo, por la vida de Aretas, rey de Nabatu, que ama a su pueblo… y de Shaqilat, su hermana, la reina de Nabatu, y de Malco y de Oboda y de Rabel y de Fasael y de Sha’udat y de Hagiru, sus hijos, y de Aretas, hijo de Hagiru… en el mes… del año 29 de Aretas rey de Nabatu, que ama a su pueblo…».
En el interior de Petra se ha encontrado otra importante inscripción. Se trata del epitafio de Sextio Florentino, gobernador de la provincia de Arabia en el año 127, que grabó su hijo en cumplimiento del testamento de su padre. Florentino, de rango ecuestre, debió de morir durante su gobierno en la provincia y adoptó el uso tradicional de la aristocracia local en su monumento funerario.

La ciudad de los vivos

Los espectáculos, la vida política, los pleitos, el mercado... Todo tenía su espacio en la brillante ciudad donde recalaban caravanas de dromedarios cargados de exóticos productos llegados de los rincones más lejanos de Oriente. La ciudad hoy olvidada de los vivos, el escenario de la actividad diaria de sus habitantes, poseía varios espacios públicos entre los que destaca el magnífico teatro, tallado en la roca viva probablemente durante el reinado de Aretas IV (8 a.C.-40 d.C.) y remodelado tras la incorporación de la ciudad a Roma para dar cabida a 6.000 espectadores.
Una gran vía con columnas, la principal arteria de Petra, porticada a ambos lados y a la que se abrían las tiendas, locales y negocios, unía los principales espacios públicos de la ciudad, como los grandes templos. Uno de ellos ha proporcionado una de las novedades más espectaculares desde el punto de vista arqueológico en los últimos años. El llamado Gran Templo, edificio nabateo del siglo I a.C., fue remodelado en su interior tras la anexión de Petra al Imperio romano. Las excavaciones dirigidas desde 1993 por la arqueóloga Martha Joukowsky han puesto de manifiesto que en el siglo II se habilitó en él un pequeño teatro con capacidad para más de 300 personas. Es muy probable que fuera usado como odeón –un edificio destinado a certámenes musicales–, aunque también se ha sugerido que podía tratarse de un bouleuterion, el lugar de reunión del consejo de la ciudad o boulé. Aparentemente, también se empleó para sesiones de carácter judicial, presididas por el gobernador provincial romano cuando éste visitaba Petra. La transformación de un recinto religioso en un espacio cívico no es insólita, pues se conoce el caso del Artemision de Dura Europos, en Siria. La originalidad del edificio, no obstante, es extraordinaria, como se ve en los capiteles en los que las volutas del estilo jónico se han convertido en cabezas de elefante; al parecer las paredes estaban estucadas y aún mantienen restos de decoración pictórica.

Agua en el desierto

La arqueología proporciona información sobre algunos aspectos de la vida cotidiana en Petra. Por ejemplo, las excavaciones han revelado que el pescado formaba parte destacada de la dieta de los habitantes de Petra, y que su consumo se acrecentó con el tiempo. Los datos disponibles en el barrio de ez Zantur, situado al suroeste de Petra, indican que aproximadamente una cuarta parte de los restos de fauna hallados corresponden a pescado procedente del mar Rojo, que se encuentra a 150 kilómetros de distancia. Casi el setenta por ciento pertenece a ovejas y cabras, mientras que los restos de aves suponen apenas un ocho por ciento, esencialmente pollo y perdiz local. Como curiosidad, diremos que en Petra hay una ausencia total de gatos; quizá la introducción de estos animales tuviera lugar ya en época bizantina, durante el siglo VI.
En cuanto a la agricultura, el área de Petra dedicada a cultivos era considerable. Entre finales del siglo I a.C. y finales del II se construyeron numerosos diques y canales. Muchos restos de estas pequeñas represas son aún visibles en el área circundante de la ciudad, pero lo que resulta más vistoso son los canales que conducen el agua a su interior, que todavía hoy son causa de admiración entre los viajeros que discurren por el Siq, el angosto desfiladero que conduce a Petra. El agua abastecía fuentecillas y estanques en el área urbana, así como a un gran ninfeo, un santuario dedicado a las ninfas, diosas acuáticas, cuyos restos todavía son visibles en la vía Columnada, junto a un árbol solitario, testigo de la humedad del lugar.
Pero aún falta por excavar el ochenta por ciento de la superficie de Petra, cuyo palacio real tuvo que ser de una extraordinaria suntuosidad a tenor de la grandeza de los edificios públicos conservados y de las fabulosas riquezas que atribuyen las fuentes clásicas a sus gobernantes. Estrabón dice que las casas eran de piedra y lujosas. Las más antiguas, del siglo III a.C., no responden a ese estereotipo, pero su construcción mejora a partir del siglo I; se labran los sillares, se pavimentan los suelos, las paredes se decoran, se canalizan las aguas subterráneas y las viviendas se dotan de letrinas, e incluso de termas. En una gran mansión, destruida por el terremoto de 419, aparecieron los restos aplastados de una mujer y un niño. Pero las ruinas causadas por los tres grandes terremotos que destruyeron Petra ocultan, sin duda, testimonios de la vida del reino nabateo que depararán importantes sorpresas a los arqueólogos.

Para saber más

Petra: historia y arqueología. C. Blánquez y A. del Río. Dilema, Madrid, 2010.
La ciudad de Petra
NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
ayabaca@gmail.com
ayabaca@hotmail.com
ayabaca@yahoo.com
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