Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., hemos recibido la edición de la Revista Caretas (on line), un reportaje de turismo de aventura al sur peruano, desde Arequipa hasta Puno en el Lago Titicaca.
http://caretas.pe/medio_ambiente/84657-rutas_en_aguas_bravas
Escribe: Rafo León - Fotos: Duilio Vellutino | En kayac por el Lago Titicaca Menor y por las costas de Arequipa.
El Perú forma parte de los lugares del planeta con mayor cantidad y calidad de “aguas bravas”, las mejores condiciones para la práctica de deportes de aventura, como el kayac, experiencia amistosa con el ambiente y con las poblaciones locales.
Dos rutas de kayac, una de agua salada, la otra de agua dulce, nos abren la posibilidad de recorrer, navegando, territorios que adquieren una nueva perspectiva cuando se levanta un remo y la pequeña embarcación sobrepasa las olas, al acercarnos a islas sin población humana, en silencio y quietud. En tierra nos espera la gente local, siempre amistosa, siempre interesante. En kayac por el Lago Titicaca Menor y por las costas de Arequipa.
Duilio Vellutino, arequipeño, pertenece a una familia de deportistas de aventura y hoy diseña y conduce expediciones de kayac en Arequipa, el Titicaca, Pacaya Samiria (Loreto) y en lagunas de Cusco, que incluyen la navegación y la vida en campamento.
Los pueblos cuya vida está ligada a la proximidad de un cuerpo de agua han desarrollado embarcaciones a remo pequeñas, para una o dos personas, útiles para desplazarse tanto como para salir a pescar y cazar. En nuestras comunidades amazónicas podemos ver cómo el poblador sale en su canoa de tronco en busca de pescado y no es infrecuente encontrarse con niños que van de la comunidad a la escuela en su propia embarcación.
Las piraguas tradicionales son fabricadas de troncos, como en el caso de los nativos amazónicos y los del norte de América; o de huesos y piel de foca, las clásicas de los grupos Inuit. Hoy la mayoría de kayacs son fabricados con plástico y reciben a cualquier persona que quiera disfrutar de momentos en perfecta paz. Yo, su seguro servidor, con mis 67 años he hecho dos travesías en kayak por aguas bravas peruanas y sobreviví, fascinado y feliz.
Duilio Vellutino es un arequipeño cuarentón con traza de veinteañero que la rompe en las aventuras en kayac. Él ha diseñado varias rutas de distinta duración que incluyen campamentos cómodos; comida de primera, fuerte ejercicio físico, meditación, silencio y oportunidades para entrar en relación con poblaciones locales, con las que se comparte casa, comidas, caminatas y otras peripecias. El kayac es una práctica de cero contaminación, su energía es el remo; opera de forma absolutamente silenciosa y los viajeros son entrenados para evitar que sus desechos vayan a destino equivocado.
Las rutas de Duilio son la costa marina de Arequipa; el lago Titicaca Menor, la Reserva Nacional Pacaya Samiria y la laguna Huaypo, cercana a Chinchero, en Cusco. La más prolongada es la amazónica (ocho días), y la más breve, la de Huaypo. Hoy Vellutino ha añadido el paddle como complemento al kayac, una práctica relativamente sencilla que es la delicia de los adolescentes.
Vellutino tiene dos tipos de kayacs, los individuales y los dobles. Para el bisoño lo recomendable es montarse en uno doble, en la parte de adelante, y ser acompañado por un guía especializado o un compañero de viaje trejo, quien se ubica detrás. Los más entrenados, así como los guías se desplazan en embarcación individual, estos últimos siempre liderando al grupo. Cada kayakista dispone de un remo de paleta. Todas las indicaciones sobre ubicación, maniobras y seguridad las da Vellutino de manera rigurosa y clara antes de embarcarse, incluyendo el código de silbatos que opera el guía que encabeza la fila.
Parada en Yuspique, una de las siete islas del archipiélago de Anapia, poblada de vicuñas y coronada por un centro ceremonial Puquina.
Si estamos en el Titicaca, partiremos del puerto artesanal de Punta Hermosa perteneciente a Yunguyo, y entraremos al archipiélago de Wyñaimarca. Estaremos en medio de un silencio susurrado con el sonido de las olas del lago y en un paisaje dorado y azul, el del cielo y el del agua. En el inicio de la ruta marina partiremos del muelle artesanal de Matarani, con una vitalidad extraordinaria; la riqueza del mar y la pericia de los comerciantes hacen que no cese el desembarco de lenguados, corvinas, pulpos, que pasan a manos de los compradores y de ahí a las balanzas y los camiones frigoríficos. Se cierra el negocio y a comenzar de nuevo.
Preparémonos para remar entre dos y cinco horas por día. Hablemos de Puno. El Lago Menor Wiñaymarka, con algo más de 2000 km2, contiene un archipiélago situado en la frontera invisible con Bolivia situada a medio kilómetro. Estamos en zona aymara. En la historia ha habido momentos de tensión cuando la isla de Caana fue ocupada por bolivianos, pero rápidamente liberada. Hasta hace no mucho la energía eléctrica que recibía Anapia venía de Bolivia y era de muy mala calidad. Hoy ya eso se superó, y en la habitación en la que pasaremos la noche, en casa de doña Luisa y don Francisco, disponemos de un foco de luz y energía para las lap tops y la carga de baterías.
En el Lago Titicaca Menor (Wiñaymarca) está trazada la frontera invisible entre Perú y Bolivia.
Anapia, centro poblado, es la capital distrital del archipiélago, compuesto por las islas Caana, Pataguata, Yuspique, Suaana, Huatacaana, Guatasuana y Caaño. En conjunto viven aquí algo más de dos mil personas, pescadores, agricultores, ganaderos, comerciantes. En Anapia varios vecinos ofrecen habitaciones cómodas y abrigadas al viajero, muy buena comida (sopita de quinua, trucha con papas y ocas) y baño propio, así como una compañía grata y abundosa en cuanto al relato de experiencias comunes. El grupo de kayaquistas se suele reunir por la noche con los vecinos en el patio de doña Teodora a abrigarse con una fogata y una botella de singani (aguardiente boliviano de uva).
Nuestro día ha sido intenso, hemos remado entre totoras observando gran variedad de aves, patos, choccas, la keñokaya, la humcalla, la gaviota, la huallata. El sol nos ha enrojecido la piel, el viento con olor a agua dulce estuvo allí todo el tiempo y el cambio de tonos de la superficie nos mantuvo boquiabiertos.
Campamento en la isla Caana, 60 hectáreas habitadas por una familia compuesta por doña Victoria Chacco y sus nueve hijos y nietos, para los cuales funciona una escuela. Los días compartidos en la aventura crean una corriente de amistad y buen humor entre los participantes.
Pero, ¿qué pasa en el mar? Iniciamos un recorrido por una de las pocas zonas del litoral sin pueblos ni carreteras, cuyo único acceso es por vía marítima, y donde están las playas más hermosas del Perú. En cuatro días recorreremos 65 kilómetros de zona volcánica y desértica con una geografía única; los cerros nos mostrarán unas grandes manchas de color blanco. Son restos de lava que se expandió luego del feroz terremoto que asoló la región en febrero de 1600 por erupción del Huaynaputina. Los relatos de época hablan de que el cielo de Arequipa y Moquegua se oscureció como la noche por un par de meses.
En la ruta marina habremos de pasar por islas e islotes con sus colonias de lobos, pingüinos y aves. Destaca Isla Hornillos, suponemos parte de la Reserva Nacional de Islas, Islotes y Puntas Guaneras del Perú. Navegaremos acompañados por delfines y eventualmente observaremos nutrias. Las cuevas cercanas al litoral son de una belleza abismal pero las caletas concentran toda la magia del litoral. Se trata de la salida de quebradas que vienen de las serranías y que terminan en el mar con aguas de color turquesa, absolutamente transparentes, de arena fina. Destacan Caleta Honoratos, La Francesa, La Ancumpita, Arantas y desde luego Caleta San José donde se abre un magnífico lodge en el que dan ganas de quedarse la vida entera. El campamento playero en verano tiene la ventaja de no ser frío y la desventaja de no dar coartadas para unos buenos chilcanos de pisco.
Volvamos al lago Titicaca. Salimos temprano de Anapia hacia las islas de Suana y Caaño y luego hacia Yuspique, escoltados por un velero local de pesca artesanal. En Yuspique haremos una caminata (a más de 3,500 m.s.n.m.) y veremos una tropilla de vicuñas que se multiplican exponencialmente. En la isla no hay población humana pero sí pequeñas chacras de papa, quinua y oca. Llegamos a una plataforma rodeada de chullpas pertenecientes al periodo Puquina (cuya lengua se extinguió en el siglo XVIII). Actualmente este conjunto es el punto para la realización de las challas u ofrendas ceremoniales a la Tierra y las montañas. Desde este punto la vista en 360 grados es sobrecogedora. Por la noche, bien abrigados, en el campamento podemos echarnos panza arriba para ver un firmamento absolutamente tachonado de estrellas.
Doña Luisa abre las puertas de su casa para hospedar y alimentar a los viajeros.
Nuestro marino día siguiente nos lleva a caleta San José, donde el gran Gonzalo Llerena y mi compadre Lalo Jove nos reciben con un pisco sour y un almuerzo portentoso de manos de Edgar, compuesto por los crudos erizos, pulpo, chanque, pintachas en caldo y todo lo inimaginable con sabor a mar. En el mar la vida es más sabrosa, aunque nos informan de una actividad humana nefasta, la extracción ilegal del aracanto (Lessonia trabeculata), un alga vital en el ciclo biológico de mariscos y peces que es depredada por mafias que la cortan sin ningún manejo, para hacerla secar y vendérsela a exportadores que la envían a China, donde se convierte en medicamentos y cosméticos. En el Perú existe veda del aracanto cuyo límite son las 2,412 toneladas. Dos extractores ilegales en diez días, sacan dos toneladas a costa de la biomasa. Combatir a los aracanteros ya se ha vuelto una tarea peligrosa, andan armados y no creen en nadie.
En ambas rutas es posible practicar buceo, cada agua muestra sus especies.
Titicaca. Amanecemos con la temperatura bajo cero y la boliviana Cordillera Real nos da un espectáculo azul, blanco y oro. Esta cadena montañosa divide las tres cuencas hidrográficas del país vecino y contiene su nevado más alto, el Illampu, con 6,485 m.s.n.m. Nos toca hoy la maravillosa isla de Caana.
Caana mide noventa hectáreas de terreno irregular. Tiene comisaría y escuela a la que asisten nueve niños, todos nietos de doña Victoria Chacco, cabeza de las nueve familias que habitan la isla. Ella se acerca a para conocernos mutuamente y nos cuenta de cuando la isla estaba abandonada por el Estado peruano y fue ocupada por agricultores bolivianos. “Pero nosotros no queríamos bandera de tres colores sino de dos nomás”, y en una guerrita sin muertos que no aparece en nuestras efemérides, los invasores fueron desalojados. Acá también hay vicuñas, chacras y un paisaje irrepetible.
En el litoral arequipeño, de paso, el más extenso de toda nuestra costa, estamos navegando cerca de un bufadero que hace un sonido aterrador. Bien guiados nos acercamos a las enormes cuevas de las que salen centenares de aves mientras los lobos ladran como perros bravos en señal de alerta.
Esta noche tendremos nuestros últimos campamentos. Por mar debemos mañana llegar a Quilca, la caleta en la que se acoderaba el Huáscar para no ser visto y perfeccionar sus ataques a los navíos chilenos. En el lago volveremos al puerto de Punta Hermosa. Ambas rutas nos han limpiado el cerebro de adherencias inútiles, hemos conocido gente muy amigable, en el grupo de kayaquistas y en nuestras paradas. Nos queda estar atentos para la ruta amazónica de Pacaya Samiria.
INFORMACIÓN ÚTIL
- Munaycha, la empresa de la familia Vellutino es la única que ofrece las rutas de kayak aquí reseñadas: http://munaycha.com/ Telf. 984770381
- En la comunidad lacustre de Llachón se dan excursiones cortas de kayak. Recomiendo la que va a la isla de Ticonata. Datos:
- Edgar Adventures es otra agencia local que ofrece kayak en la península puneña de Chucuito. Dato:
- Para la ruta marina se debe disponer de cuatro días, además de la ida y el regreso a Arequipa. Tres días para el caso de Puno, y hay que calcular el viaje de ida y vuelta a Juliaca o a Puno.
- Munaycha realiza sus rutas por demanda. Duilio pone una fecha y la promociona por redes. Una vez que se ha cubierto un cupo mínimo de viajeros, se asegura el cronograma del viaje.
- La ruta marina hay que hacerla entre diciembre y abril, y la lacustre entre mayo y octubre.
- En los dos casos el equipaje debe ser muy reducido. Para la travesía por mar, llevar shorts y polos de lycra. En el caso del lago es conveniente asegurarse con ropa térmica pero liviana. El equipaje con lo que se usará en los campamentos va en una embarcación aparte y debe ser también breve.
Templo de Santiago Apóstol (siglo XVII) en Lampa, ciudad situada en Puno rural.
- Los objetos personales de los que no cabe desprenderse (billetera, documentos, teléfono, lentes, medicamentos), se colocan dentro del kayak en un compartimento donde no entra agua, dentro de una bolsa impermeable que el viajero deberá llevar. La consigue en cualquier tienda de artículos de deporte.
- Es aconsejable contar también con una bolsa impermeable para la cámara de fotos y video.
- ¿Quiénes pueden hacer las rutas de Duilio? Cualquier persona mayor de 14 años y menor de ochenta, de preferencia que sepa nadar aunque no sea imprescindible.
- Como rutas adicionales recomiendo la visita al bosque de piedras de Tinajani, en Ayaviri, Puno, que también la ofrece Vellutino. Desde Caleta San José se pueden hacer caminatas espléndidas de un día guiadas por los buenos muchachos del hospedaje, o hacer productivas salidas de pesca.
Medio Ambiente
REVISTA CARETAS
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
ayabaca@gmail.com
ayabaca@hotmail.com
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