En este mismo momento ríos poderosos llevan humedad a vastas regiones de Sudamérica. Pero no son ríos comunes. Son "ríos voladores".
Así se conoce popularmente a los flujos aéreos masivos de agua en forma de vapor que vienen del océano Atlántico tropical y son alimentados por la humedad que evapora de la Amazonía. Se encuentran a una altura de hasta dos kilómetros y pueden transportar más agua que el Amazonas.
Estos ríos de humedad atmosférica, que cruzan la atmósfera velozmente sobre el Amazonas hasta encontrarse con los Andes causan lluvias a más de 3.000 kilómetros de distancia, en el sur de Brasil, Uruguay, Paraguay y el norte de Argentina y son vitales para la producción agrícola y la vida de millones de personas en América Latina.
Pero, ¿cómo nacen y se desplazan? ¿Y qué efectos pueden tener?
Para comprenderlo, BBC Mundo habló con José Marengo, meteorólogo y coordinador general de investigación y desarrollo del Centro Nacional de Monitoreo y Alerta de Desastres Naturales (Cemaden), y Antonio Nobre, investigador del Centro de Ciencia del Sistema Terrestre del Instituto de Investigaciones Espaciales (INPE), ambos de Brasil.
Alta velocidad
"El océano Atlántico tropical norte es un océano caliente y su evaporación es muy intensa", señala Marengo.
"Ustedes imaginen entonces que vienen vientos más o menos fuertes, los vientos alisios, que transportan toda esa humedad en los niveles bajos de la atmósfera", prosigue.
"En un río cualquiera aparecen áreas muy tranquilas y otras de alta velocidad, a las que llamamos jets (chorros) del río", explica el especialista.
"Cuando un río volador se encuentra con los Andes, adquiere una velocidad mayor en su núcleo que constituye un low level jet, un chorro de nivel bajo, que es el que transporta mayor cantidad de humedad más rápido".
"Entonces da una curva para el sureste y llega a la Cuenca del Plata determinando lluvias ahí".
Árboles que transpiran
Otro componente esencial de los ríos voladores es la humedad liberada por los árboles de la selva amazónica.
En charlas TED y por otros medios, Nobre ha divulgado en muchas ocasiones la maravillosa e increíble función que cumplen esos árboles.
"Medimos la evaporación de la selva en milímetros, como si estuviéramos midiendo la espesura de una 'lámina' de agua acumulada sobre el suelo".
"En el caso de la Amazonía, el número es en torno a los 4 milímetros por día. Esto quiere decir que en un metro cuadrado esa lámina contendría cuatro litros de agua. Podemos usar ese dato para computar cuánto transpira un árbol en el mismo período, apenas calculando el área ocupada por su copa", le explicó Nobre a BBC Mundo.
Un árbol frondoso, con una copa de 20 metros de diámetro, transpira más de 1.000 litros en un sólo día, agregó.
"En la Amazonía aún tenemos 5,5 millones de kilómetros cuadrados ocupados por bosque nativo, con aproximadamente unos 400 mil millones de árboles de los tamaños más variados".
"Hicimos la cuenta, que también fue verificada en forma independiente, y llegamos al número asombroso de 20.000 millones de tonelada, (o 20 billones de litros) de agua que son transpirados cada día por los árboles de la cuenca amazónica".
El enigma de la desforestación
Pero muchos de esos árboles están en peligro.
Los últimos datos divulgados por el INPE indican que la deforestación se encuentra en su nivel más alto desde 2008.
Y una de las grandes incógnitas es qué efecto puede tener sobre los ríos voladores. Los datos existentes no permiten determinarlo.
"Lo que sí se identificó es que las lluvias están más intensas", señaló Marengo a BBC Mundo.
"Imagínense un ómnibus que va parando de lugar en lugar. Y ahora imaginen la diferencia con un ómnibus expreso que no para de inicio a fin. Lo que estamos viendo es que las lluvias están cada vez más concentradas en pocos días en el sur de Brasil, norte de Argentina, Uruguay", explicó el meteorólogo.
"Parece que los vientos están más fuertes, que el jet, los ríos están más fuertes. Son las conclusiones de proyecciones de modelos climáticos para el futuro ".
"Eso es lo que nos preocupa. Si hay lluvias más intensas en áreas vulnerables de Sao Paulo o Río de Janeiro, la posibilidad en el futuro de desastres naturales asociados a lluvias intensas, como deslizamientos de tierra e inundaciones en áreas urbanas y rurales aumenta también", advirtió.
"En Brasil, estos fenómenos son los que causan la mayor pérdida de vidas".
Lluvia de otros frentes
Pero no toda la lluvia en la región centro sur de Sudamérica se debe a los ríos voladores.
"La lluvia de Uruguay, por ejemplo, no es exclusivamente de la Amazonía. Una parte viene de la Amazonía y otra parte de los frentes fríos del sur", señaló Marengo.
"Algo que no hemos podido identificar es cuánto de la lluvia en una determinada región, por ejemplo, el sur de Brasil, viene de la Amazonía y cuánto viene de otras fuentes como frentes fríos o las brisas del océano. O hasta por la evaporación de regiones agrícolas en el centro oeste y en el Pantanal".
"Es una de las mayores preguntas, poder cuantificar cuánto viene de agua de la Amazonía para la Cuenca del Plata que incluye a Uruguay, norte de Argentina y sur de Brasil".
Pero cuando la lluvia cae en un campo de Uruguay o Argentina, tal vez muchas personas no imaginan que parte de esa agua comenzó su viaje a miles de km, en el Océano Atlántico y en la Amazonía.
En este sistema de interconexiones tan delicadas y profundas, queda en claro por qué es tan vital, para todos, proteger el bosque amazónico.
La importancia de estos flujos de agua se popularizó en Brasil gracias al proyecto Ríos Voladores, creado por el aviador y ambientalista Gerard Moss.
Se inspiró en las investigaciones de Marengo y Nobre y voló miles de kilómetros siguiendo las corrientes aéreas, tomando muestras del vapor de agua.
Moss quiso que el conocimiento sobre estos flujos llegara al sistema educativo y su programa ya alcanzó a cerca de 900.000 niños en Brasil.
"Me hace feliz ver que después de pasar por el programa, un niño nota por primera vez un gran árbol frente a su escuela", dijo Moss a BBC Mundo.
"Antes de que se popularizaran los ríos voladores, ni los niños ni los adultos tenían la noción de que sin los ríos del cielo se secan los de la tierra", explicó por su parte Antonio Nobre.
"No se entendía que los ríos de vapor son tan vulnerables a la perturbación humana como los otros ríos", añadió.
"Y, principalmente, muchas personas no sabían que los bosques que bombean humedad son esenciales para que sigan cruzando la atmósfera los ríos voladores".
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Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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