Blog dedicado a cuentos, notas de interés, actividades políticas , sociales, historia, artes culinarias, fiestas patronales, astronomía, ciencia ficción, temas del Medio Ambiente ,y del acontecer Peruano y Mundial desde otro punto de vista ... Muy Personal y diferente!!!. *** Blog Fundado el 03 de Enero del 2008 ***
Semana Mundial del Ahorro en Perú
-
Semana Mundial del Ahorro en Perú “No ahorres lo que te queda después de
gastar, gasta lo que te queda después de ahorrar”, éstas son palabras
sabias del g...
Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la agencia de noticias BBC Mundo Noticias, ha elaborado un amplio reportaje sobre el descubrimiento de un nuevo tipo de dinosaurio en China; llamado "Lingwulong shenqi", "literalmente "asombroso dragón de Lingwu", la ciudad más cercana al lugar en el norte de China donde un granjero descubrió los fósiles mientras pastoreaba a sus ovejas", y según la opinión de los científicos se deberá reescribir la historia.
BBC Mundo Noticias: dice .- "El Lingwulong vivió hace 174 millones de años, durante el Jurásico, rodeado por una exuberante vegetación de coníferas, helechos y otras plantas..."
BBC Mundo Noticias .- agrega: ""Los dinosaurios son más diversos de lo que pensábamos. Siguen apareciendo formas nuevas y este saurópodo chino tiene una anatomía nueva, es una especie nueva. Esto indica que tenían versatilidad anatómica inclusive desde los orígenes", afirmó la paleongóloga argentina.
El descubrimiento de una nueva especie de dinosaurio en China está obligando a los científicos a repensar la historia geológica no solo de ese país sino del planeta.
El nuevo dinosaurio fue llamado "Lingwulong shenqi", literalmente "asombroso dragón de Lingwu", la ciudad más cercana al lugar en el norte de China donde un granjero descubrió los fósiles mientras pastoreaba a sus ovejas.
Lingwulong es un neosaurópodo o saurópodo avanzado, parte del conocido grupo de dinosaurios herbívoros llamados saurópodos que se caracterizan por un cuello y cola largos, cabezas pequeñas y patas como columnas.
El Lingwulong vivió hace 174 millones de años, durante el Jurásico, rodeado por una exuberante vegetación de coníferas, helechos y otras plantas.
El descubrimiento de la nueva especie es clave porque retrasa en 15 millones de años la aparición de los neosaurópodos.
"Anteriormente pensábamos que todos estos saurópodos avanzados se originaron hace unos 160 millones de años y se diversificaron rápidamente y se extendieron por el planeta en una ventana de tiempo tal vez de apenas 5 millones de años", señaló Paul Upchurch, paleontólogo de University College London y coautor del estudio publicado en la revista Nature Communications.
"El descubrimiento del Lingwulong significa que esta hipótesis es incorrecta y ahora tenemos que trabajar con la idea de que, en realidad, este grupo y sus principales linajes constitutivos se originaron antes y de forma más gradual".
"Doblemente inesperado"
Los científicos excavaron huesos de al menos entre ocho y 10 ejemplares de Lingwulong, el mayor de los cuales medía unos 17,5 metros de largo, dijo el paleontólogo Xing Xu, de la Academia de Ciencias China, que lideró el estudio
Philip Mannion, paleontólgo de Imperial College en Londres, dijo a la BBC que el descubrimiento es "doblemente inesperado".
"No solo se trata del miembro más antiguo de su grupo, sino que es el primero de Asia. Durante mucho tiempo se pensó que los neosaurópodos no habían llegado a Asia durante el Jurásico".
En la época de Lingwulong había comenzado a fragmentarse Pangea, un gran supercontinente que amalgamaba todas las placas continentales.
Y los científicos creen que un vasto mar separaba al territorio de lo que es hoy China impidiendo el cruce de animales.
"El descubrimiento de Lingwulong indica que los neosaurópodos llegaron a Asia antes de que hubiera una barrera, aunque algunas pruebas geológicas sugieren que la barrera pudo ser bastante efímera", explicó Mannion a la BBC.
Supercontinente
"Lo que sucede es que en ese momento China se estaba separando de Europa y la Eurasia de Gondwana (Eurasia era el hemisferio norte y Gondwana el hemisferio sur)", explicó a BBC Mundo la paleontóloga argentina Cecilia Apaldetti, investigadora del CONICET y de la Universidad Nacional de San Juan.
"En el este de China habían encontrado fauna que no se veía en los alrededores y ellos habían supuesto que esta región había quedado aislada por la separación de continentes y había fauna única en ese lugar, como pasa hoy en Nueva Zelanda".
En ese país hay especies que son endémicas de ese lugar, ya que por la separación de las placas continentales pudieron diversificar o evolucionar hacia formas que no se conocen en ningún otro lugar por aislamiento, señaló Apaldetti.
"En el caso de China se consideraba que el territorio se había quedado aislado y por eso había fauna que no había en otro lugar del mundo, porque esta placa estaba aislada".
"¿Pero qué sucede? que ahora descubren esta nueva especie de dinosaurio que sí se encuentra también en otros lugares de los continentes y esto pone en duda que la separación fue lo que produjo estas formas nuevas".
"Lo que se plantean ahora es: o estos dinosaurios llegaron antes de que se separara China o en realidad esa separación no fue tan notable como para que no pudieran cruzar".
Dinosaurios versátiles
Podría pensarse que los dinosaurios "fracasaron" porque se extinguieron debido al impacto de un asteroide, pero lo cierto es que fueron exitosos en su evolución y adaptación durante millones de años, sobreviviendo varias extinciones masivas causadas por actividad volcánica.
El descubrimiento de Lingwulong es otra prueba de esa resiliencia, según Apaldetti.
"Los dinosaurios son más diversos de lo que pensábamos. Siguen apareciendo formas nuevas y este saurópodo chino tiene una anatomía nueva, es una especie nueva. Esto indica que tenían versatilidad anatómica inclusive desde los orígenes", afirmó la paleongóloga argentina.
"Uno tiende a pensar que en los animales una especie aparece y va progresivamente cambiando, pero los dinosaurios desde el principio, desde que aparecían ya eran anatómicamente diferentes unos de los otros".
"Yo pienso que esta diversidad de formas probablemente les permitió vivir en todos los continentes. Por eso hoy los vemos en el este de China. Esto quiere decir que tenían anatomías y comportamientos que les permitían adaptarse a casi cualquier ecosistema".
NEOSAURÓPODOS
Cecilia Apaldetti explicó a BBC Mundo dónde se ubican los neosaurópodos como "Lingwulong shenqi" en la evolución de los dinosaurios.
"Hay tres grandes grupos de dinosaurios. Está el grupo de los carnívoros o terópodos, y dentro de los herbívoros un grupo se llama ornitisquios, y el otro sauropodomorpha, que son los que llegaron a ser gigantes, de cuello largo y cola larga".
"Estos últimos en un momento de la historia evolutiva pasan a ser cuadrúpedos muy grandes y ahí comienzan a llamarse saurópodos, es la rama de los sauropodomorfos que llegó al gigantismo".
"Los orígenes de los saurópodos los encontramos en el Triásico, como Ingentia (el dinosaurio descubierto recientemente en la provincia de San Juan en Argentina). Son los primeros saurópodos, que si bien eran grandes para el momento no eran tan gigantes".
"Y luego dentro de los saurópodos, éstos siguen evolucionando y aparecen los neosaurópodos. Ahí es donde está el dinosaurio chino Lingwulong y sabemos ahora que aparecieron mucho antes de lo que se pensaba".
"Los neosaurópodos no aparecen en el principio sino en el Jurásico, la mitad de la Era Mezosoica. En el Triásico no encontramos neosaurópodos".
"O sea que Lingwulong estaba entre los saurópodos más avanzados o neosaurópodos. Y dentro de los más avanzados es el más antiguo, el primero de los mas avanzados".
Ahora puedes recibir notificaciones de BBC News Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.
Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., el hombre como ser viviente, para mejorar su vida, se ayudó inventado medios de comunicación que le faciliten la movilización de lugar a otro; justamente en transcurso de los años se inventaron coches a tracción impulsados por caballos, bueyes o asnos, según la capacidad económica de quien se movilizaba.
La Revista National Geographic, ha elaborado un amplio reportaje de los que fueron los llamados : Cocheros, quienes operaban los carruajes : "Que Londres y París fueran las ciudades pioneras en poner en marcha este servicio se explica porque Inglaterra y Francia poseían una avanzada industria del carruaje. En particular, los maestros ingleses –integrados en el gremio Worshipful Company of Coachmakers, fundado en 1677– mejoraron el tiro, el diseño y el confort de los coches, a los que dotaron de un ingenioso sistema de suspensión. En el siglo XIX, el modelo más usual de los coches de alquiler fue el cupé, un carruaje de cuatro ruedas, cubierto, con dos plazas y tirado por un caballo. En Madrid, este vehículo se llamó simón, por un tal Simón González o tal vez por el gallego Simón Tomé Santos; los simones eran famosos por su mala calidad, a juzgar por el testimonio de escritores del Romanticismo como Ramón de Mesonero Romanos o Mariano José de Larra..."
National Geographic.- añade : "Un servicio de calidad no solo dependía del tipo de coche o de la selección de las caballerizas; también eran importantes las aptitudes y cualidades de los trabajadores y por eso las autoridades impusieron requisitos severos para acceder a la profesión. No valía cualquiera. Según un reglamento del Ayuntamiento de Madrid de 1860, los taxistas debían acreditar "las circunstancias de honradez y moralidad sin tacha, aptitud e inteligencia para la dirección y manejo de los carruajes y caballos, contar por lo menos seis meses en este servicio y tener 18 años de edad". Las malas conductas –como "la infidelidad, el escándalo, la embriaguez acostumbrada o la ineptitud en el manejo del carruaje"– quedaban anotadas en una cartilla y eran motivo de expulsión. Y al parecer había motivo para tomar precauciones, tanto en Madrid como en otras ciudades. En un artículo de 1867 se explicaba que los agentes de la autoridad en París debían conducir a las cocheras los vehículos abandonados en la vía pública "o cuyos cocheros estuvieran en tal estado de embriaguez que resultara peligroso dejarlos circular más tiempo".
Antes de la era del automóvil, las ciudades europeas tenían servicios de coches de alquiler con tarifas y paradas fijas
La plaza Clichy de París en 1896
La opción del autobús de caballos
Junto a los carruajes individuales, en el siglo XIX existieron también sistemas de transporte colectivo al modo de los actuales autobuses urbanos. En 1825, el francés Stanislas Baudry creó en Nantes el primer servicio de estas características, al que llamó ómnibus, "para todos" en latín. Eran coches amplios, para ocho o diez personas. Además, los viajeros podían llevar equipajes por los que debían pagar una cantidad en función del peso. Los coches incluso podían ser alquilados por familias enteras para ir de las estaciones a sus domicilios. Estos carruajes prestaban servicio entre el centro de las ciudades y la periferia y tenían paradas fijas y accidentales. En España, las empresas estaban obligadas a ofrecer servicios especiales los días de romería o de Carnaval y para ir a los toros y a los cementerios.
Foto: Musée Carnavalet / Bridgeman / Aci
Cochero de París en un carruaje con taxímetro de principios del siglo XX
Taxímetros y taxis
El primer taxímetro fue patentado por el alemán Wilhelm Bruhn en 1891, pero tardó en generalizarse a causa de la resistencia de los cocheros. Cuando se aprobó en París en 1904 obtuvo un éxito instantáneo, como reflejaba dos años después el Boletín municipal de París: "Con este aparato ya no es necesario mirar el reloj a la salida y a la llegada. Esta formalidad preliminar conllevaba discusiones cotidianas, pues el reloj del cliente y el del cochero nunca se ponían de acuerdo. El público quedó encantado de ver la hora marcada en el cuadrante del contador". El aparato daría nombre a los taxis de motor que surgieron en esos mismos años.
Foto: Bridgeman / ACI
Cupé o fiacre de la compañía de coches parisina L’Urbaine, de finales del siglo XIX
En el siglo XIX, el modelo más usual de los coches de alquiler fue el cupé, un carruaje de cuatro ruedas, cubierto, con dos plazas y tirado por un caballo. En Madrid, este vehículo se llamó simón, por un tal Simón González o tal vez por el gallego Simón Tomé Santos.
Foto: Rmn-Grand Palais
Esperando en fila a los pasajeros
Este óleo del pintor estadounidense Childe F. Hassam, de 1887, muestra una calle de París, la rue Bonaparte, en un día de tormenta. A lo largo de la pared del seminario de Saint-Sulpice, llena de carteles, los carruajes esperan la llegada de clientes, mientras tres cocheros con librea charlan entre ellos. Éste era un barrio burgués, pero el pintor ha representado en primer plano, como contraste, un humilde menestral con su hija arrastrando una carretilla.
FOTO: Bridgeman / ACI
Parada de pasajeros de carruajes en Londres, grabado de 1875
Las autoridades impusieron requisitos severos para acceder a la profesión. No valía cualquiera. Según un reglamento del Ayuntamiento de Madrid de 1860, los taxistas debían acreditar "las circunstancias de honradez y moralidad sin tacha, aptitud e inteligencia para la dirección y manejo de los carruajes y caballos, contar por lo menos seis meses en este servicio y tener 18 años de edad".
Foto: Bridgeman / ACI
Javier Leralta
30 de julio de 2018
¡Cochero, cochero! Moverse en taxi en el siglo XIX
El primer servicio de coches de alquiler del que se tiene noticia se remonta a 1654, cuando en Londres se fundó un gremio de maestros cocheros (Fellowship of Master Hackney Coachmen) encargado de regular el transporte público de la ciudad. Estos cocheros conducían carruajes de ámbito urbano, que se alquilaban por recorridos y que había que ir a buscar al centro de la City.
Pocos años después, Blaise Pascal, el célebre matemático, físico y filósofo –e inventor de un prototipo de calculadora mecánica–, organizó un sistema parecido en París. En 1661 creó con su socio el duque de Roannez una empresa dedicada al transporte urbano de personas, las llamadas carrozas de cinco sueldos (carosses à cinq sols), que desde el año siguiente cubrió cinco rutas en el centro de París.
Aunque la empresa pionera de Pascal fue de corta duración, en el siglo XVIII los coches de alquiler se convirtieron en presencia habitual en las grandes capitales europeas. El dramaturgo madrileño Leandro Fernández de Moratín, a la vuelta de un viaje a Londres, relató a sus amigos la impresión que le habían causado los "coches alquilones" que circulaban por las calles en gran número, "más de mil", según aseguraba, todos de gran pulcritud, comodidad y seguridad. También le sorprendió que los trayectos se pagaran con arreglo a unas tarifas ya establecidas. Lo único que no le gustó fue la vestimenta de los cocheros, al parecer poco cuidada y no ajustada a la calidad del servicio.
Carruajes con suspensión
Que Londres y París fueran las ciudades pioneras en poner en marcha este servicio se explica porque Inglaterra y Francia poseían una avanzada industria del carruaje. En particular, los maestros ingleses –integrados en el gremio Worshipful Company of Coachmakers, fundado en 1677– mejoraron el tiro, el diseño y el confort de los coches, a los que dotaron de un ingenioso sistema de suspensión. En el siglo XIX, el modelo más usual de los coches de alquiler fue el cupé, un carruaje de cuatro ruedas, cubierto, con dos plazas y tirado por un caballo. En Madrid, este vehículo se llamó simón, por un tal Simón González o tal vez por el gallego Simón Tomé Santos; los simones eran famosos por su mala calidad, a juzgar por el testimonio de escritores del Romanticismo como Ramón de Mesonero Romanos o Mariano José de Larra.
Si a mediados del siglo XVIII la capital francesa tenía unos 200 carruajes de alquiler, en 1815 eran casi 1.400, y en 1865 superaban los 6.000
El crecimiento urbano en el siglo XIX estimuló la expansión del servicio de coches de alquiler. Un ejemplo elocuente lo ofrece París. Si a mediados del siglo XVIII la capital francesa tenía unos 200 carruajes de alquiler, en 1815 eran casi 1.400, y en 1865 superaban los 6.000, en gran parte propiedad de una potente empresa: la Compañía Imperial de Coches de París. Este éxito se explica por las necesidades particulares de las nuevas élites burguesas. Para éstas los carruajes no eran únicamente un medio de transporte, sino también un símbolo de estatus.
Por muy cerca que se viviera de la sala de baile, de la ópera o del teatro, la etiqueta imponía llegar en coche de caballos para participar en la ceremonia de exhibición de riqueza e influencia. No por casualidad en Francia los actores se desean suerte antes del inicio de un espectáculo con la expresión "mucha mierda", que originalmente hacía referencia a la gran cantidad de excrementos equinos que los carruajes de los espectadores dejaban a la puerta del teatro. La cantidad de boñigas estaba relacionada con la taquilla.
En cada ciudad europea, los coches de alquiler fueron objeto de una regulación estricta, similar a la de los actuales taxis. En Madrid, por ejemplo, se hizo obligatorio el registro de los dueños y empleados dedicados al negocio del alquiler de coches, así como el control de los mismos. Éstos debían llevar pintado el número de licencia en la testera y en los faroles, y los cocheros estaban obligados a informar de los precios del servicio en un cartel colocado en el interior del carruaje.
Selección de personal
Un servicio de calidad no solo dependía del tipo de coche o de la selección de las caballerizas; también eran importantes las aptitudes y cualidades de los trabajadores y por eso las autoridades impusieron requisitos severos para acceder a la profesión. No valía cualquiera. Según un reglamento del Ayuntamiento de Madrid de 1860, los taxistas debían acreditar "las circunstancias de honradez y moralidad sin tacha, aptitud e inteligencia para la dirección y manejo de los carruajes y caballos, contar por lo menos seis meses en este servicio y tener 18 años de edad". Las malas conductas –como "la infidelidad, el escándalo, la embriaguez acostumbrada o la ineptitud en el manejo del carruaje"– quedaban anotadas en una cartilla y eran motivo de expulsión. Y al parecer había motivo para tomar precauciones, tanto en Madrid como en otras ciudades. En un artículo de 1867 se explicaba que los agentes de la autoridad en París debían conducir a las cocheras los vehículos abandonados en la vía pública "o cuyos cocheros estuvieran en tal estado de embriaguez que resultara peligroso dejarlos circular más tiempo".
Era usual que se formaran aglomeraciones de carruajes a la espera de los clientes, alterando la circulación
Sin duda, uno de los principales problemas históricos de este servicio de transporte fue el de las paradas, pues era usual que se formaran aglomeraciones de carruajes a la espera de los clientes, alterando la circulación, a veces, incluso, con enfrentamientos entre cocheros. En Madrid las quejas llegaron al extremo de que se prohibió que los simones se estacionaran en las calles y había que ir a buscarlos a las cocheras, aunque esta decisión municipal tuvo una breve vigencia y la necesidad obligó a buscar más lugares de parada en el centro de la ciudad.
El Ayuntamiento de Madrid puso tanto celo en mantener el buen orden del estacionamiento que decidió que los coches llevaran pintados los números de las licencias con los colores correspondientes a cada parada. Esta diferencia de colores propició la división de los simones en dos categorías. Los de primera clase –de colores rojos, amarillos, verdes y negros– se situaban en las paradas de mayor demanda de viajeros, y los de segunda, de color blanco, debían situarse en los puntos de menor demanda. De ahí que se hablara de coches de punto o plaza, por tener siempre el mismo punto de parada. Una vez realizado el viaje, debían volver al mismo lugar que habían dejado.
El problema de las tarifas
Los coches de alquiler estaban sometidos a un régimen de precios públicos, fijados por las autoridades. En el siglo XIX las tarifas dependían mucho del tipo de carruaje, ya que los había de uno o dos caballos con capacidad para dos o más personas; y también dependía de la hora del día y de la distancia y el tiempo del viaje. En general, los precios eran elevados y en la prensa aparecían numerosas quejas al respecto. Además, en ocasiones especiales las tarifas podían aumentar repentinamente. Por ejemplo, cuando el general Narváez, presidente del consejo de ministros, dio una fiesta en su casa, aquella noche "ningún coche se alquiló por menos de seis u ocho duros" cuando su precio habitual era de dos. Nadie protestó por el abuso; lo importante era presentarse en la fiesta sin ser menos que los demás.
Carruaje (del provenzal «cariatge») es un vehículo de tracción animal con armazón de madera, hierro o ambos materiales que se desliza sobre dos o más ruedas.[1] Utilizado desde la antigüedad para el transporte de mercancías o de personas, su uso prácticamente ha desaparecido en Occidente y ha pasado en convertirse en pieza de museo.
Un coche de caballos es un carruaje compuesto de una caja grande, semicircular o de otro tipo suspendida en correas o puesta sobre muelles con dos portezuelas laterales y ventanillas con cristales, dentro de la cual hay asientos para dos, cuatro o más personas. Normalmente tiene cuatro ruedas, pero también existen coches de dos ruedas.
Con el desarrollo de los vehículos de motor, los coches de caballos prácticamente han desaparecido de las poblaciones y los caminos, siendo sustituidos por éstos (automóviles), salvo para ocasiones especiales o con propósitos turísticos.
Un Simón era un carruaje que, por regla general, se alquilaba.
El Simón (denominado también Don Simón) fue un carruaje diseñado a mediados del siglo XVIII por el español Simón Tomé Santos.[1][2] En Madrid se denominaba en el siglo XIX así a cualquier carruaje tirado por animales que era susceptible de ser alquilado para su transporte de personas por espacio de medio día. Comenzó siendo un medio de transporte sencillo, para el pueblo medio. Un simón era el transporte preferido por los hombres de negocios y los amantes.[3] Daba servicio a una floreciente clase media.[4] Se fue mezclando la denominación de simón con la coches de punto o de coches de plaza. A comienzos del siglo XX, con la llegada de los automóviles se fue haciendo popular el taxi, llegando el declive de los simones madrileños.
LA SOPANDAERA MUY SIMILAR A LA GALERA PERO TENÍA SUSPENSIÓN, LOGRADA POR MEDIO DE CORREAS DE CUERO QUE, COMO ELÁSTICOS, AMORTIGUABAN LOS SALTOS DEL CAMINO.