Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la Literatura Española, tan pródiga en grandes escritores, tuvo uno en especial que se llamó: Benito Pérez Galdós, quien siendo uno de los grandes escritores españoles murió ciego y pobre.
NATIONAL GEOGRAPHIC.- narra : "...........Solitario y tímido, pero mujeriego:
Galdós fue un hombre solitario y tímido, que en las tertulias y en el Parlamento hablaba muy poco, pero escuchaba mucho. A pesar de que en sus memorias, Pérez Galdós no hace alusión alguna a que hubiera una mujer en su vida, y, a pesar de ser un hombre enamoradizo, siempre rechazó el compromiso. Pero quienes lo conocieron bien, hablaron del primer y único amor del escritor: una prima suya cubana llamada María Josefa Washington Galdós Tate, más conocida por Sisita, un amor que lo marcaría de por vida.
Cuando la madre del joven, doña Dolores, se dio cuenta del
enamoramiento y de los efectos que provocaba en el joven Benito, lo
envió a Madrid nada más terminar el bachillerato, en 1862, para que
estudiara Derecho y, de paso, para que se alejara de Sisita. La
decisión de su madre causó a Galdós una amargura que le duraría muchos
años. El autor confesó más tarde: "Al llegar a Madrid estuve algún
tiempo atortolado, sin saber qué dirección tomar, bastante desanimado y
triste".............."
Considerado uno de los novelistas más sobresalientes de la literatura española, Benito Pérez Galdós fue un hombre cordial, liberal, laico y un republicano amigo de conservadores y progresistas. Pero sus últimos años los pasó enfermo y acuciado por problemas económicos.
Foto: CordonPress
Josep Gavaldà
· Lectura: 6 min
El 4 de enero de 1920, el escritor Benito Pérez Galdós moría
en Madrid a consecuencia de la mala salud que arrastraba tras sufrir en
1905 una hemiplegia. El creador de obras tan emblemáticas como Doña Perfecta, La dama desheredada, Fortunata y Jacinta o los Episodios Nacionales,
académico de la Lengua desde 1897 y candidato al Premio Nobel de
Literatura en 1912, había sido operado de cataratas dos veces, en 1911 y
1912. Un año después, y a consecuencia muy posiblemente de una sífilis
terciaria, perdió la vista, a lo que se añadió arterioesclerosis e
hipertensión.
La soledad y la pobreza de un gran escritor
Un año antes de su fallecimiento, el escritor canario de 76 años aceptó que se le hiciera una escultura para reconocer sus éxitos.
El día que se inauguró su estatua en el madrileño parque del Retiro,
Galdós pidió que le alzaran para que pudiera palpar la obra, y al
comprobar la fidelidad con que la habían creado lloró de emoción.
El periodista y colaborador del diario ABC y de la revista Blanco y Negro Marcelino Zurita afirmó que el escritor vivía en la habitación de un hotel de un sobrino suyo, José Hurtado de Mendoza. Pobre, enfermo y en soledad,
Pérez Galdós, un genio de la literatura realista del siglo XIX, llegó a
decir: "Mientras más libros vendo, menos dinero gano. Voy a ser el
único editor que se haya arruinado a fuerza de vender muchas ediciones".
Marcelino Zurita, afirmó con conocimiento de causa que el escritor vivía en una habitación de hotel de un sobrino suyo. Pobre, enfermo y en soledad.
Solitario y tímido, pero mujeriego
Galdós fue un hombre solitario y tímido, que en las tertulias y en el Parlamento hablaba muy poco, pero escuchaba mucho. A pesar de que en sus memorias, Pérez Galdós no hace alusión alguna a que hubiera una mujer en su vida, y, a pesar de ser un hombre enamoradizo, siempre rechazó el compromiso. Pero quienes lo conocieron bien, hablaron del primer y único amor del escritor: una prima suya cubana llamada María Josefa Washington Galdós Tate, más conocida por Sisita, un amor que lo marcaría de por vida.
Cuando la madre del joven, doña Dolores, se dio cuenta del
enamoramiento y de los efectos que provocaba en el joven Benito, lo
envió a Madrid nada más terminar el bachillerato, en 1862, para que
estudiara Derecho y, de paso, para que se alejara de Sisita.
La
decisión de su madre causó a Galdós una amargura que le duraría muchos
años. El autor confesó más tarde: "Al llegar a Madrid estuve algún
tiempo atortolado, sin saber qué dirección tomar, bastante desanimado y
triste".
Pérez Galdós fue un hombre solitario y tímido, que en general hablaba muy poco, pero escuchaba mucho.
Galdós
nunca se casó, pero tuvo relaciones estables con varias mujeres:
Concha-Ruth Morell, Lorenza Cobián, Teodosia Gandarias... Pero
hubo una mujer en su vida con la que mantuvo una relación más que
especial, y ésta sería la escritora gallega Emila Pardo Bazán, una mujer
decidida, apasionada, inteligente, trabajadora e impulsiva, conocida
tanto por sus éxitos literario como por su intensa vida amorosa. Se
cuenta que con motivo de la presentación de una novela rusa, doña
Emilia dio una conferencia en la que en primera fila se encontraba
Benito Pérez Galdós, que la escuchaba maravillado. Lo de la
aristócrata gallega empezó como un acto de admiración hacia el escritor
canario, admiración que desembocaría en una pasión desmedida que se
puede seguir a través de las cartas que, desde 1881, se enviaron (93 por
parte de ella por una sola de él).
Galdós, la obsesión de Emilia Pardo Bazán
La evolución
sentimental de doña Emilia se reflejó en las cartas que se cruzaban: "mi
siempre amado", "mi almita", "miquiño mío", "monín" o "pánfilo de mi
corazón" fueron algunas de las formas en que le llamaba.
Se veían, a escondidas, en la madrileña calle de la Palma (la llama, en broma, Palmstrasse), junto a la iglesia de las Maravillas ("Maravillas Church").
Uno de los episodios más pintorescos de la relación es el que tuvo
lugar durante un paseo nocturno, en coche de caballos, y que concluyó
con un arrebato de pasión: "Me río con el episodio de aquella prenda
íntima. ¿Qué habrá dicho el guarda de la Castellana al recogerla?", doña
Emilia, al parecer, se pregunta por una prenda íntima que perdió esa
noche.
Las infidelidades de Emilia Pardo Bazán afectaron mucho a Galdós, lo que quedó reflejado en algunas de sus obras.
Pero Emilia Pardo Bazán no fue fiel a Galdós. Son conocidos sus affaires con el escritor y abogado Narcís Oller y con el empresario Lázaro Galdiano,
episodios que ella calificaría más tarde como "un error momentáneo de
los sentidos, fruto de las circunstancias imprevistas". Aun así, estas infidelidades afectaron mucho a Galdós, y lo reflejaría en su obras La incógnita y Realidad.
Sus últimos años y la política
Los últimos años de Galdós estuvieron marcados por su pérdida de visión (hasta quedarse completamente ciego), y por sus problemas económicos. También tuvo tiempo para compaginar sus actividades en la política y en la dramaturgia. Como representante del partido republicano, Galdós fue elegido representante de las cortes por Madrid en 1907.
Junto a Pablo Iglesias (el fundador del Partido Socialista Obrero
Español) presidió en 1909 una coalición republicano-socialista, aunque
al final Galdós, que "no se sentía político", se apartó pronto de las
luchas "por el acta y la farsa", encaminando sus debilitadas fuerzas a
la novela y el teatro.
En 1914, incluso estando enfermo y ciego, Galdós ganó su candidatura como diputado republicano por Las Palmas de Gran Canaria. Este hecho coincidió con la creación en 1914 de la Junta Nacional de Homenaje a Pérez Galdós integrada
por ilustres personajes, entre escritores, políticos y aristócratas,
como Eduardo Dato, José de Echegaray, el conde de Romanones, Jacinto
Benavente, Mariano de Cavia... Esta iniciativa tenía como objetivo
recaudar fondos para ayudar a la maltrecha economía del famoso escritor.
El homenaje tuvo lugar el 11 de marzo de 1914. Pero la iniciativa también tuvo detractores, como el
periodista José María Carretero Novillo, más conocido como "el
Caballero Audaz", que protestó por la hipocresía de los poderosos en la
organización de este tipo de actos.
El escritor ganó su candidatura como diputado republicano estando enfermo. Este hecho coincidió con la creación en 1914 de la Junta Nacional de Homenaje a Pérez Galdós.
Considerado como uno de los grandes novelistas españoles de todos los tiempos, en la madrugada del 4 de enero de 1920, el
silencio que inundaba la casa de Pérez Galdós se vio súbitamente roto
por un grito de dolor procedente del dormitorio del ilustre escritor.
Los familiares que le acompañaban, al escuchar el lastimero quejido
corrieron hacia su habitación, donde Galdós se llevaba las manos al
cuello e intentaba incorporarse. Tras un breve intento, cayó sobre la
cama donde poco después falleció. El mismo día de su muerte, el poeta
Marcos Rafael Blanco Belmonte escribía en ABC sobre la modestia
de Galdós: "Era una maravilla contemplar la naturalidad con que el
maestro, ya en la senectud, esquivaba resueltamente aceptar el grandioso
homenaje que intentaron tributarle muchos admiradores".
NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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