Podríamos decir que los sauditas planean construir NEOM como una ciudad donde no existe el dinero; hay más robots que humanos; la energía viene de paneles solares; no hay calles sucias; no hay tiroteos; no hay atascos ni autos con gasolina; ni mendigos en las calles.
Algo así como un paraíso terrenal de millonarios que viven felices en una burbuja futurista.
"Es una tierra para gente libre y sin estrés. Una startup del tamaño de un país. La nueva era del progreso humano", dice un video promocional que muestra hermosos paisajes de la costa del mar Rojo repartidos entre Arabia Saudita, Jordania y Egipto, con una suave melodía de piano que acompaña las imágenes de niños corriendo y pioneros tecnológicos haciendo prototipos.
Eso es lo que está tratando de venderle a los inversionistas el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman.
Más que una ciudad, el proyecto se trata de la construcción de la primera zona económica independiente del mundo.
Planean cubrir 26.000 kilómetros cuadrados con un polo comercial repartido en tres países que, en un comienzo, requiere inversiones por un monto de US$500.000 millones.
Los promotores de la iniciativa dicen que será un centro global de negocios ubicado en una de las arterias económicas más importantes del mundo, por la que fluye casi una décima parte del comercio mundial.
Aseguran que cuando la idea esté operativa, todos los servicios y procesos serán automatizados y, por lo tanto, todas las transacciones se realizarán por medios electrónicos.
Y, un eslogan que deja clara la ambición saudita, es que NEOM tendría "el crecimiento económico per cápita más alto del mundo".
¿Quién financiaría este mundo paralelo? El Fondo de Inversión Pública del gobierno de Arabia Saudita, que preside el propio Mohamed ben Salman, más inversionistas locales y extranjeros.
El nuevo mercado global del petróleo
Este proyecto se suma a una serie de otras iniciativas que buscan reducir la dependencia petrolera del país como, por ejemplo, el anuncio hecho hace unos meses por el gobierno de convertir 50 islas del Mar Rojo en balnearios de lujo.
El objetivo es transformar el reino desde un petro-Estado hacia una economía más abierta, que es capaz de crecer cuando los precios del crudo se mantienen bajos, el mundo se vuelve digital y el 70% de la población tiene menos de 30 años.
Se estima que Arabia Saudita posee un quinto de las reservas mundiales de petróleo, del que depende su economía: el 75% de sus exportaciones son crudo y la mayor fuente de empleo a nivel nacional es el Estado.
Incluso los proyectos privados habitualmente dependen del gasto gubernamental.
El problema es que el precio del petróleo bajó a la mitad comparado con su valor hace apenas tres años. Y mirando a largo plazo, el debate sobre el cambio climático está tomando cada vez más fuerza, un factor que podría incidir en una menor demanda petrolera.
Entonces, lo que ha estado haciendo el gobierno, es tratar de cambiar la imagen de un país profundamente conservador hacia uno que está abriendo las puertas al capital privado extranjero.
Ese plan estratégico, que tiene un fundamento económico, quedó plasmado en lo que han llamado la "Visión Saudita al 2030", que considera hasta vender acciones de Saudi Aramco, el monopolio estatal del petróleo.
Años atrás, este tipo de reformas habrían sido impensables, junto con otros cambios, como autorizar a las mujeres para que conduzcan automóviles en las calles.
¿Venta de humo?
Los anuncios sauditas buscan generar una apertura económica pensando en beneficios potenciales para las próximas décadas.
Sin embargo, los anuncios de megaciudades y megainfraestructuras para el inversionista aún tienen que demostrar que pueden llevarse a la práctica y que no se trata de una venta de humo.
"Esto no va a pasar en uno o dos años, pero prepararse para lo que parece ser un mercado global de energía muy diferente, es algo que necesita una planificación con tiempo y dinero", dice el corresponsal económico de BBC Andrew Walker.
Ahora bien, si no fluyen los capitales externos, difícilmente los anuncios podrán concretarse tal y como están siendo vendidos actualmente.
"La economía de Arabia Saudita necesita modernizarse y diversificarse", señala Walker.
De concretarse el camino de la apertura económica, es probable que el gobierno tenga que enfrentar varios obstáculos.
Entre ellos, una cultura local que no está acostumbrada a emprender iniciativas individuales y tomar riesgos en el mundo privado.
Es por eso que expertos hablan de un cambio cultural y económico que puede requerir mucho tiempo antes de convertirse en realidad.
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Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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