Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., ciertamente el ser humano, siempre ha estado en guerra y por intereses económicos, tal es el caso que en el País de Sumer, en 4,500 años atrás; se efectuó el primera guerra entre ciudades-estado sumerias llamadas Lagash y Umma, que duró más de un siglo, con victorias y derrotas sucesivamente.
National Geographic.- narra: ".............Urukagina se sentía acosado. Lagash, su reino, atravesaba por
graves dificultades económicas, con una buena parte de su población tan
endeudada que no había tenido más remedio que malvenderse a sus
acreedores.
Niños y adolescentes eran forzados a abandonar a sus familias
para prestar sus servicios en haciendas de extraños, mientras que sus
progenitores trabajaban duramente con la certeza de no poder satisfacer
más que los intereses de una deuda inmensa: un panorama desolador al que
ahora, otra vez, se sumaba la antigua guerra contra la vecina ciudad de
Umma. Urukagina, como todos los ciudadanos de Lagash, conocía bien una
vieja historia que se había transmitido a través de varias generaciones.
Lagash y Umma eran dos de las principales ciudades-estado del país de
Sumer. Estos reinos se organizaban en torno a una gran capital, bajo
cuya jurisdicción e influencia se hallaban otras poblaciones junto con
sus campos, zonas de pasto y canales de regadío. Las ciudades-estado sumerias se concentraban en el sur de Mesopotamia, allí donde confluyen los ríos Tigris y Éufrates.
Se trataba de una región agrícola extraordinariamente productiva, más,
incluso, que el Egipto de la época. Algunas zonas eran especialmente
codiciadas por su fertilidad, y entre ellas destacaba la gran llanura
del Guedenna, la zona fronteriza entre Lagash y Umma, separadas por unos
sesenta kilómetros....."
Situación de las ciudades de la antigua Mesopotamia.
Sumeria (del acadio Šumeru; en sumerio cuneiforme 𒆠𒂗𒂠 ki-en-gi, aproximadamente KI 'tierra, país', EN 'señor', GI cañaveral'1) es una región histórica de Oriente Medio, parte sur de la antigua Mesopotamia, entre las planicies aluviales de los ríos Éufrates y Tigris. La civilización sumeria está considerada como la primera civilización
del mundo. Aunque la procedencia de sus habitantes, los sumerios, es
incierta, existen numerosas hipótesis sobre sus orígenes, siendo la más
aceptada actualmente la que argumenta que no habría ocurrido ninguna
ruptura cultural con el período de Uruk, lo que descartaría factores externos, como podían ser invasiones o migraciones desde otros territorios lejanos.
El término "sumerio" también se aplica a todos los hablantes de la lengua sumeria. En dicha lengua, esta región era denominada Kengi (ki), equivalente al acadio mat Sumeri, esto es, "tierra de Súmer".
https://es.wikipedia.org/wiki/Sumeria
WIKIPEDIA.
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/sumer-la-primera-guerra-de-la-historia_6285
Hace 4.500 años, las ciudades sumerias de Lagash y Umma se enfrentaron en una guerra que duró más de un siglo, la primera de la que tenemos testimonios escritos
El ejército victorioso
El rey Eannatum de Lagash y sus soldados aparecen en el anverso de la Estela de los Buitres, con la que el monarca conmemoró su victoria sobre Umma. Hacia 2400 a.C.
HERVÉ LEWANDOWSKI / RMN
El casco de un soberano
Hallado en la tumba de Meskalamdug,
en el cementerio real de Ur, está hecho de oro. En los orificios que lo
bordean debía de ir atado un forro interior de tela. 2400 a.C.
El rey que mandó grabar la Estela de los Buitres aparece en esta placa votiva, que debía de estar emplazada en el muro de un templo. Hacia 2400 a.C. Museo Británico, Londres.
ERICH LESSING / ALBUM
El testimonio del pasado
El zigurat de Ur (reconstruido en
parte) evoca el antiguo esplendor de esta ciudad, pero de las antaño
poderosas Umma y Lagash apenas quedan restos.
ACI
El imponente zigurat de Ur
Lugalzagesi, rey de Umma, conquistó
Lagash y también Ur. Casi tres siglos después, hacia 2100 a.C., se
erigió este edificio en Ur, centro de un floreciente imperio.
NIK WHEELER / ACI
Los dioses de la victoriosa Lagash
Representaciones mitológicas de la Estela de los Buitres, conservada en el Museo del Louvre. Mide 1,80 metros de altura, 1,30 de anchura y 0,11 de espesor.
ERICH LESSING / ALBUM
16 de diciembre de 2016, 14:11
Sumer, la primera guerra de la historia
Urukagina se sentía acosado. Lagash, su reino, atravesaba por
graves dificultades económicas, con una buena parte de su población tan
endeudada que no había tenido más remedio que malvenderse a sus
acreedores.
Niños y adolescentes eran forzados a abandonar a sus familias
para prestar sus servicios en haciendas de extraños, mientras que sus
progenitores trabajaban duramente con la certeza de no poder satisfacer
más que los intereses de una deuda inmensa: un panorama desolador al que
ahora, otra vez, se sumaba la antigua guerra contra la vecina ciudad de
Umma. Urukagina, como todos los ciudadanos de Lagash, conocía bien una
vieja historia que se había transmitido a través de varias generaciones.
Lagash y Umma eran dos de las principales ciudades-estado del país de
Sumer. Estos reinos se organizaban en torno a una gran capital, bajo
cuya jurisdicción e influencia se hallaban otras poblaciones junto con
sus campos, zonas de pasto y canales de regadío. Las ciudades-estado sumerias se concentraban en el sur de Mesopotamia, allí donde confluyen los ríos Tigris y Éufrates.
Se trataba de una región agrícola extraordinariamente productiva, más,
incluso, que el Egipto de la época. Algunas zonas eran especialmente
codiciadas por su fertilidad, y entre ellas destacaba la gran llanura
del Guedenna, la zona fronteriza entre Lagash y Umma, separadas por unos
sesenta kilómetros.
Los comienzos de la guerra
La lucha entre estas dos ciudades-estado por el control del Guedenna
se remontaba a tiempos muy lejanos. Las historias que desde niño había
oído Urukagina, escritas en tablillas de arcilla y en otros objetos
depositados en el templo de Ningirsu, el dios tutelar de Lagash,
hablaban de un antiquísimo acuerdo por el que Umma podía cultivar parte
de los campos del Guedenna a cambio de satisfacer un elevado tributo a
Lagash. Esas historias decían que Enlil, la divinidad suprema del
panteón sumerio, el padre de todos los dioses, había delimitado la
frontera entre Lagash, dominio de Ningirsu, y Umma, el reino del dios
Shara, pues era bajo la forma de enfrentamientos entre los dioses como
se explicaban entonces los conflictos entre estados.
Las antiguas historias afirmaban también que Mesilim, el legendario rey de Kish, había mediado en el conflicto. Siguiendo a su vez la inspiración divina, actuó a modo de árbitro: tras efectuar las correspondientes mediciones, erigió una estela que marcaba la frontera entre las posesiones de ambos dioses.
Los límites fijados por Mesilim fueron respetados hasta los tiempos
de Ur-Nanshe, fundador de la I dinastía de Lagash. El poder e influencia
que entonces alcanzó Lagash en el sur de Mesopotamia debieron de ser
muy considerables, y contra él se alzó la primera alianza de
ciudades-estado de la que tenemos noticia. Umma consiguió que se le
unieran el reino de Ur y probablemente también Uruk. Según todos los
indicios, Lagash derrotó a Umma y capturó a su monarca y a diversos
altos oficiales del ejército enemigo. A todos ellos los mató Ur-Nanshe
sin piedad y, según sus propias palabras, «elevó túmulos funerarios» con
sus cadáveres. Pero la derrota de la coalición no fue completa:
nada dice Ur-Nanshe en sus inscripciones de la captura del rey de Ur,
por lo que es de suponer que éste no sufrió una derrota fatal como la
del soberano de Umma.
Eannatum, el hijo de los dioses
A pesar de su fracaso, Umma no tardó en rehacerse. Recuperada de su
humillación, y bajo el liderazgo de un nuevo rey, Ush, invadió la
llanura del Guedenna y se apoderó de sus campos. La ocupación sólo
terminó cuando Eannatum I subió al trono de Lagash. Las proezas bélicas
de este rey nos han llegado sobre todo a través de una importante
inscripción: la Estela de los Buitres. En ella se narra la
historia del enfrentamiento entre ambas ciudades y se explica en clave
religiosa cómo el nuevo soberano de Lagash recuperó la fértil llanura.
Según cuenta la Estela, Ningirsu, el dios de Lagash, enfadado
por la hostilidad de Umma, engendró al gigante Eannatum, a quien
amamantó la diosa Ninurshag. Una noche, al hacerse mayor, Eannatum soñó
con el dios Ningirsu, quien le anunció una victoria segura sobre su
secular enemigo, asegurándole que «millares de cadáveres enemigos
alcanzarían la base del cielo». Estimulado por esta visión, Eannatum se
enfrentó al rey de Umma en dos batallas consecutivas y, aunque fue
herido durante la contienda –recibió un flechazo–, logró derrotar a su
contrincante, restablecer el honor de Lagash y recuperar la llanura en
litigio. Como había hecho Ur-Nanshe años atrás, amontonó los cuerpos de
los vencidos formando una veintena de túmulos, sobrecogedor testimonio
de su triunfo.
Esta vez, no obstante, el soberano enemigo no murió en el campo de batalla: fue hecho prisionero y obligado a pronunciar una serie de humillantes juramentos ante varios dioses. El vencido rey de Umma se comprometía a usar los campos de la llanura sólo a cambio de entregar el correspondiente tributo de grano en concepto de arrendamiento; tendría, además, que respetar la frontera establecida, señalada por estelas que marcaban los límites, y no podría desviar el curso de los canales de irrigación. En conmemoración de tan brillante victoria, Eannatum erigió la Estela de los Buitres. El monarca no sólo venció a Umma y recuperó el Guedenna, sino que además extendió su autoridad e influencia por toda Sumer, hasta llegar a tierras muy lejanas. Con él, Lagash se convirtió en una gran potencia, temida y respetada en los países surcados por el Tigris y el Éufrates.
La venganza de Umma
Eannatum fue sucedido por su hermano Enannatum I, y con él regresaron
los problemas. El soberano de Umma, lejos de cumplir con el juramento
realizado ante los dioses, rehusó pagar los tributos debidos a Lagash
por el uso del Guedenna, hasta el punto de adeudar una exorbitante
cantidad de grano. Y no sólo eso. Según se refiere en una tablilla,
privó de agua los canales, arrancó y quemó las estelas que señalaban la
frontera y destruyó santuarios de los dioses de Lagash. Enannatum no
tuvo más remedio que enfrentarse a Umma, pero esta vez las cosas no
terminaron bien para el rey de Lagash: Enannatum fue herido, quizás
incluso mortalmente, y tuvo que ser su hijo Enmetena quien derrotara y
matara finalmente al monarca enemigo.
En los años siguientes, mientras Lagash y Umma dedicaban su atención
al conflicto que las oponía, fue creciendo un nuevo poder: el reino de
Uruk. Al tiempo que esta potencia emergente consolidaba su autoridad y
estrechaba lazos con Umma, la I dinastía de Lagash tocaba a su fin. A
Urukagina (o Uruinimgina), su último soberano, lo precedieron reyes que
habían roto la sucesión dinástica, que descansaba en los lazos de
sangre; él mismo había subido al trono de forma ilegítima.
El final de los abusos
La posición de Urukagina no era envidiable. A la crisis dinástica y
los problemas con Umma y sus aliados se añadía una situación social
explosiva, con una población endeudada y empobrecida. A ello respondió
el monarca con la promulgación de una serie de medidas que, con toda
justicia, han de ser consideradas como el primer edicto de reforma
social de la historia. Por una parte, decretó una serie de medidas
administrativas para poner coto a los abusos de poder cometidos por la
familia real y por sus funcionarios sobre la población o los sacerdotes;
por otra parte, proclamó la condonación de deudas para todos los
ciudadanos privados de libertad por esa causa.
En realidad, las reformas de Urukagina no fueron sino el último
intento por conservar un modelo político y social, el de la
ciudad-estado, que se desintegraba irremisiblemente. La existencia de
redes comerciales que cada vez abarcaban mayores territorios, así como
la interdependencia creciente de todos los sistemas de irrigación
vinculados a los ríos Tigris y Éufrates, requerían la colaboración entre
comunidades y la concentración de fuerzas. Fue así como Uruk y Umma
encontraron en Lugalzagesi al caudillo que tanto temía Urukagina. A
pesar de su resistencia, Lugalzagesi invadió finalmente Lagash, destruyó
sus santuarios y arrasó buena parte de su territorio. Las imprecaciones
que contra él lanzó Urukagina fueron vanas: «¡El hombre de Umma, puesto
que ha destruido Lagash, ha pecado contra Ningirsu! La mano que ha
llevado contra él será cortada». Urukagina fue derrotado y, aunque
sobrevivió al ataque, vio reducido su reino a los confines de la ciudad
de Girsu. Por su parte, Lugalzagesi, maldecido por Urukagina, no tardó
en encontrar también su final. Cuando estaba en la cumbre de su poder y
era dueño de Ur, Larsa, Umma, Nippur y Lagash, controlando de este modo
todo el país de Sumer, se alzó frente a él un hombre aún más poderoso:
Sargón, señor de Acad. Lugalzagesi, derrotado por las tropas del
soberano acadio, fue exhibido desnudo y atado a las puertas del templo
de Enlil, certificando con ello el final de la época gloriosa de la
ciudad-estado y el advenimiento de un mundo nuevo, el de los imperios,
que tuvo en Sargón a su primer abanderado.
PARA SABER MÁS
La Mesopotamia arcaica. Nicholas Postgate. Akal, Madrid, 1999.
La ley más antigua: textos legales sumerios. Manuel Molina. Trotta, 2000.
El arqueólogo. Martí Gironell. Suma de Letras, Madrid, 2011.
NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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