Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la Batalla de Trafalgar, tuvo lugar un 21 de octubre de 1,805, en las aguas próximas al cabo de Trafalgar, España; entre la marina de Inglaterra y la escuadra aliada francesa y española; donde el Almirante Nelson frente a 27 navíos de línea y 6 fragatas, enfrentó en 6 horas de combate a la flota franco-española compuesta por 33 navíos de línea y 7 fragatas aplastándolas con un lamentable número de 5,000 muertos de ambos bandos y 4,000 heridos, aquí marcó el inicio de la poderosa flota naval inglesa que duró hasta la Segunda Guerra Mundial.
NATIONAL GEOGRAPHIC .- narra el final del combate de Trafalgar: "...El temporal anunciado se desató con dureza la misma tarde del
combate, cuando los maltrechos barcos y sus diezmadas dotaciones tenían
menos probabilidades de capearlo con éxito. Collingwood, al mando de la
escuadra británica tras la muerte de Nelson, decidió afrontar el
temporal mar adentro llevándose consigo los 17 navíos apresados. Durante
el día 22, el Fougueux, con ingleses custodiando a los prisioneros
franceses, se estrelló contra la costa y el Redoutable, que estaba
siendo remolcado, se fue a pique. Al día siguiente, a pesar del mal
tiempo, algunos barcos de la flota combinada volvieron a salir de Cádiz y
liberaron a los españoles Santa Ana y Neptuno, aunque este último se
perdió frente al Puerto de Santa María.
Durante los días siguientes, los ingleses perdieron otros cuatro de
los barcos capturados, entre ellos, el Santísima Trinidad, mientras que
dos de los españoles que habían salido en ayuda de sus compañeros se
estrellaron contra la costa. Este fue el fin para otros cinco navíos de
la flota franco- española, que perdió 23 de los 33 barcos que iniciaron
el combate en Trafalgar. Los británicos no perdieron ninguno y tras
capturar los cuatro de Dumanoir se hicieron con un total de ocho navíos
que fueron después reutilizados por su flota.
En Londres, la victoria quedó ensombrecida por la muerte de Nelson,
un héroe nacional. Villeneuve fue llevado prisionero a Inglaterra y
asistió al funeral de su adversario. Liberado bajo palabra, volvió a
Francia e intentó justificarse ante Napoleón, pero no fue recibido y acabó suicidándose. “Era un hombre valiente, pero sin talento”, comentó el emperador.
Diferente consideración tenía de Gravina, “todo genio y decisión en el
combate”, muerto seis semanas antes por las heridas recibidas en
Trafalgar. La pérdida de tantos bravos soldados y la tragedia humana
vivida en Trafalgar harían decir a Galdós, en boca de uno de sus
personajes: “¡Cuánto desastre, Santo Dios, causado por las torpezas de
un solo hombre!...”
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/batalla-trafalgar-ultima-victoria-nelson_10801
El mediodía del 21 de octubre de 1805, las aguas próximas al cabo de Trafalgar fueron escenario de la mayor, más dura y más decisiva batalla naval librada durante las guerras napoleónicas
Un combate de poco más de 6 horas
El 21 de octubre de 1805, Nelson, al
frente de 27 navíos de línea y 6 fragatas, aplastó en poco más de seis
horas de combate a una flota franco-española compuesta por 33 navíos de
línea y 7 fragatas. La pintura es de Thomas Buttersworth, un marinero
Inglés del período de las guerras napoleónicas que acabó siendo un
pintor de escenas relacionadas con el mar.
Foto: Wikimedia Commons
Supremacía marina
La victoria inglesa abanderada por
Nelson no solo frutró la invasión francesa a Gran Bretaña, sino que
permitió a este país asentar su dominio de los mares hasta la Segunda
Guerra Mundial.
Foto: Wikimedia Commons
La estrategia de Nelson
El almirante Nelson dispuso sus
barcos en dos columnas para cortar la línea franco-española y destruir
su centro y su retaguardia. La pintura es de William Lionel Wyllie, un
prolífico pintor de la época cuyos temas principales trataban de escenas
marinas.
Foto: Wikimedia Commons
Almirante Nelson en Trafalgar Square
Uno de los héroes de Gran Bretaña, el almirante Nelson, tiene su estatua en la famosa Trafalgar Square de Londres.
Foto: AP
El lugar de la contienda
Mapa de situación del cabo de
Trafalgar, al sur de España, donde se libró esta sangrienta y decisiva
batalla naval de las guerras napoleónicas.
Mapa: Google
La famosa orden de Nelson
En este óleo de William Lionel Wyllie
se muestra un momento de la batalla de Trafalgar, uno de los más
sangrientos y decisivos de las guerras napoleónicas. En esta batalla
Nelson dio su famosa orden: "Inglaterra espera que cada hombre cumpla
con su deber".
Foto: Wikimedia Commons
Distintos objetivos en sus disparos
Las dotaciones británicas estaban muy
bien adiestradas, y sus mandos llenos de iniciativa y decisión. Parte
de sus disparos se dirigían al casco del barco enemigo para destruir las
troneras desde las que disparaban los cañones y barrer las cubiertas, a
diferencia del fuego de los artilleros frnaco-españoles, que solían
apuntar a los mástiles para derribarlos e inmovilizar las naves
contrarias. Nicholas Pocock plasmó de esta cruenta manera la batalla de
Trafalgar.
Foto: Wikimedia Commons
La muerte de Nelson en la batalla
El 21 de octubre de 1805 murió un
héroe inglés. Nelson fue herido a las 13:25 pero no murió hasta las
16:30, aproximadamente, ya conocedor de la victoria. Denis Dighton
plasmó de esta manera el momento en que el almirante cayó herido en la
lucha.
Foto: Wikimedia Commons
Valor en ambos bandos
Tras perder una pierna por un
cañonazo, el comandante Churruca pidió un barril de arena para cortar la
hemorragia y mantenerse erguido. En este fantástico óleo de J. M. W.
Turner se recrea con crudeza la lucha, una de las mayores batallas
navales de la historia.
Foto: Wikimedia Commons
La batalla de Trafalgar, la última victoria de Nelson
A finales de octubre de 1805, a lo largo de cien kilómetros de
costa gaditana, el mar arrojaba sobre las playas los vestigios de un
formidable combate naval. Aparejos, maderas y hombres aparecían ante
los ojos horrorizados de las numerosas personas que acudieron a socorrer
a los náufragos sin distinción de banderas: el resentimiento se
desvaneció ante la magnitud de un desastre que había causado más de
cinco mil muertos y cuatro mil heridos.
El escenario de este dramático episodio fue una extensión de mar situada frente al cabo de Trafalgar que, desde entonces, entraría en la historia.
El origen de la batalla de Trafalgar se remonta a mayo de 1803, cuando los británicos, contrariados con Napoleón
y su voluntad de dominar toda Europa, reanudaron las hostilidades
contra Francia pese a la paz que tan solo un año antes habían firmado.
En ese momento estaba por ver cuál sería la posición de España, que
poseía la tercera flota del mundo, después de la británica y la
francesa.
Su concurso al lado de cualquiera de ellas podía inclinar
decisivamente la balanza del poder naval. Napoleón reclamó su
colaboración, pero el gobierno español –en manos entonces de Godoy,
favorito del rey Carlos IV y su esposa María Luisa– salvó el primer
envite acordando el pago de un subsidio para el sostenimiento de las
fuerzas francesas. De esta forma se evitaba entrar en una guerra que se
preveía mucho más costosa. Sin embargo, la neutralidad española
quedaba comprometida, y así lo entendió el gobierno británico, que
dio instrucciones a sus barcos de registrar cualquier buque español que
encontraran, lo que provocó numerosos incidentes.
Los ataques ingleses a naves españolas fueron en aumento a lo largo
de 1804 hasta que, el 5 de octubre, varias fragatas británicas atacaron
un convoy proveniente de América y hundieron un barco con pasajeros
civiles. Esta fue la gota que colmó el vaso: España declaró
la guerra a Gran Bretaña el 12 de diciembre de 1804 y firmó un tratado
de alianza con Francia el 4 de enero del año siguiente.
"Con sólo doce horas que tengamos el dominio del Canal, Inglaterra habrá dejado de existir"
Napoleón,
que acababa de proclamarse emperador, estaba decidido a dar el golpe de
gracia a la constante intromisión británica en sus planes de dominio
continental: decidió reunir en el campo de Boulogne un ejército de
200.000 hombres para intentar un desembarco en Inglaterra. “Con sólo
doce horas que tengamos el dominio del Canal –argüía el emperador–
Inglaterra habrá dejado de existir”. La entrada en guerra de España, que
se comprometía a poner a disposición de Francia una treintena de navíos
de línea (los poderosos buques de guerra de la época), hacía factible
la operación. Pero antes era necesario urdir un plan para distraer a la flota británica del canal de la Mancha y lograr por unos días el control de la zona.
El plan de Napoleón
Ultimado a principios de marzo de 1805, el plan consistía en la salida de tres
escuadras francesas que, con la incorporación de las españolas, debían
reunirse en las Antillas para atraer hacia allí a la armada británica.
Cuando esto se produjera, la fuerza combinada franco-española debía
volver rápidamente al Canal y transportar el ejército imperial a
Inglaterra. Era un plan demasiado complejo, y la descoordinación de las
distintas escuadras dio al traste con la operación. Sólo el almirante
francés Pierre Charles Silvestre de Villeneuve consiguió salir de Tolón
evitando la escuadra del famoso almirante británico Horatio Nelson, que vigilaba el Mediterráneo.
Una vez la escuadra española, al mando del teniente general Federico
Gravina, se incorporó a la flota francesa, las naves pusieron rumbo al
Caribe.
Tras realizar varios ataques a las posesiones británicas y cerciorarse de que Nelson había mordido el anzuelo, Villeneuve volvió a Europa. Pero al llegar cerca de Finisterre, la flota combinada se topó con la escuadra británica que bloqueaba El Ferrol. El 22 de julio se libraba el combate de Finisterre que, pese a la superioridad numérica franco-española, quedó en tablas por la indecisión de Villeneuve. Como reconoció Napoleón: “Estoy satisfecho de los españoles; no tanto de mi almirante, que nos hubiera proporcionado una gran victoria si hubiese mostrado más energía”. Asaltado continuamente por las dudas, Villeneuve no esperó en aguas gallegas la llegada de refuerzos franceses y acabó por poner rumbo a Cádiz, adonde llegó el 20 de agosto. Cuando Napoleón supo de la maniobra de Villeneuve, el 25 de agosto, montó en cólera ante la “conducta infame” de su almirante, que le obligó a abandonar la ansiada invasión de Inglaterra. Entonces, el 6 de septiembre, Napoleón decidió sustituir a Villeneuve y envió en su lugar, a Cádiz, al almirante François Étienne de Rosily. Pero, mientras este no llegaba, dio orden a Villeneuve de adentrarse en el Mediterráneo para apoyar las operaciones terrestres que se llevaban a cabo en Nápoles. Esta orden acabaría resultando fatal.
El honor en juego
La bahía de Cádiz estaba entonces bloqueada por una escuadra
británica, capitaneada por el almirante Nelson, que esperaba la ocasión
para dar un golpe decisivo a la flota franco-española. Pese a ello,
Villeneuve se aprestó a cumplir las instrucciones de Napoleón
y hacerse cuanto antes a la mar. El 8 de octubre convocó una reunión en
su buque insignia, el Bucentaure, en la que los españoles aconsejaron
esperar a los británicos en la bahía y no arriesgar la salida ya que los
barómetros estaban bajando y anunciaban mal tiempo. “Aquí lo único que
baja es el valor”, exclamó el contra- almirante francés Charles Magon,
acalorando los ánimos. El brigadier español Dionisio Alcalá Galiano exigió una disculpa y acabó retando a Magon a un duelo que nunca tuvo lugar porque
ambos murieron días más tarde. Al final, con el asentimiento de
Villeneuve, se decidió permanecer en Cádiz, esperando mejorar la
deficiente preparación de algunas dotaciones para el combate.
Sin embargo, el 18 de octubre, el rumor de que Rosily venía de camino para sustituirle hizo que Villeneuve se decidiera a jugarse todo a una carta para restituir su honor mancillado. Ordenó, pues, la salida de la flota combinada. Desaprobando esta decisión precipitada y convencido del sangriento combate que se avecinaba, el brigadier Cosme Damián Churruca le dijo a un familiar que servía a sus órdenes: “Despídete de tus padres, porque mi suerte será la tuya: antes de rendir mi navío lo he de volar o he de echarlo a pique”. Cuando Rosily llegó a Cádiz, el desastre ya se había consumado.
Hasta el amanecer del 20 de octubre, la flota combinada no pudo dejar la bahía debido a la falta de viento. Se componía de 33 navíos de línea (18 franceses y 15 españoles),
entre ellos el más grande de la época, el barco de la Real Armada
española Santísima Trinidad, al mando del general Baltasar Hidalgo de
Cisneros, con cerca de 1.200 hombres y 136 cañones. Por la tarde,
Villeneuve ordenó a la flota poner rumbo a Gibraltar y, poco antes del
anochecer, formar la línea de batalla ante la cercanía del enemigo. En
efecto, Nelson sabía de las evoluciones de Villeneuve y su flota
navegaba hacia la franco-española para interceptarla.
La madrugada del 21 de octubre, ambas flotas se avistaron, aunque los
débiles vientos ralentizaban cualquier maniobra. A las 8 de la mañana, Villeneuve
tomó una decisión que resultó catastrófica. Ordenó virar en redondo
para evitar que Nelson pudiera cortarle la retirada a Cádiz. Al
ver la señal, Churruca exclamó: “El almirante no conoce sus
obligaciones y nos compromete”. La maniobra fue ejecutada, pero, al ser
el viento más flojo en cabeza que en cola, se provocaron
apelotonamientos y la línea de batalla quedó confusa. El almirante
Gravina, que había quedado en retaguardia con su barco, el Príncipe de
Asturias, dio órdenes para rectificar la formación, pero poco se pudo
hacer ante la llegada de la flota británica.
Un combate sangriento
Nelson había dispuesto sus 27 navíos en dos columnas, una bajo su
mando y encabezada por su buque insignia Victory, y otra al mando del
vicealmirante Cuthbert Collingwood, instalado en el Royal Sovereign. Con
ellas pretendía cortar en sentido perpendicular la línea
franco-española y destruir su centro y retaguardia antes de que la
vanguardia pudiera auxiliarlas. Antes de mediodía, Nelson envió la señal
de batalla a sus buques: “Inglaterra espera que cada hombre cumpla con
su deber”. Por su parte, los españoles izaron en el mástil una cruz de
madera, a la vieja usanza de su marina desde Lepanto, y se dispusieron a
recibir a los británicos. Villeneuve dio orden de abrir fuego y el
combate se inició cuando el Fougueux disparó sobre el Royal Sovereign.
La columna de Collingwood se interpuso entre la retaguardia y el centro de la línea franco-española, al tiempo que la encabezada por Nelson, un poco más retrasada, marchaba directa a incrustarse en el centro aliado, donde se hallaban el Bu-centaure y el Santísima Trinidad. La genial maniobra del inglés consiguió cortar la línea aliada en dos partes, quedando 10 barcos en vanguardia, de los cuales sólo unos pocos pudieron incorporarse a tiempo al combate. Los otros 23 navíos se enzarzaron con los 27 británicos en numerosas escaramuzas que se decantaron a favor de estos últimos. Así, el Bahama se enfrentó inicialmente contra dos navíos de la columna de Collingwood y después contra otros dos hasta que un proyectil arrancó la cabeza a su comandante, Alcalá Galiano. Aunque antes del combate había gritado a su tripulación: “¡Tengan todos entendido que la bandera está clavada! ¡Este barco no se rinde!”, el Bahama, gravemente dañado, acabó capitulando.
Magon, el contraalmirante francés que tenía una cuenta pendiente con
Alcalá Galiano, también resultó mortalmente herido en el Algesires, como
Churruca en el San Juan Nepomuceno. Este ocupaba el último lugar de la
línea de batalla y se enfrentó sucesivamente a cinco navíos británicos.
Churruca perdió la pierna de un cañonazo, pero, en un gesto heroico,
pidió un barril de arena a fin de cortar la hemorragia y permanecer
erguido para continuar dando órdenes. Muerto su jefe y tras cuatro horas
de combate, el Nepomuceno acabó rindiéndose a los ingleses. Como había
escrito Churruca a su hermano: “Si oyes hablar de la captura de mi
barco, piensa que he muerto”.
Termina la batalla de Trafalgar
El Victory de Nelson sufrió el fuego de cuatro navíos antes de
recibir refuerzos. Arrimado al Redoutable francés, se sucedieron varias
tentativas de abordaje y el fuego de fusilería sobre las cubiertas era
intenso. Una bala hizo saltar una astilla de la cubierta que hirió al
capitán Thomas Hardy, comandante del Victory. Al rato, otra bala hacía
blanco en el almirante inglés: “¡Por fin lo han conseguido, Hardy!
–exclamó–. ¡Me han roto la es- pina dorsal!”. Eran las 13:25; Nelson
fallecería tres horas más tarde, sabedor de la victoria.
El contraalmirante Pierre Dumanoir, a bordo del Formidable y al mando
de la vanguardia aliada, reaccionó con lentitud pese a que los
españoles le apremiaban a virar para acudir en ayuda del resto de la
flota. Ante la superioridad británica, Dumanoir huyó con cuatro barcos
franceses hacia Gibraltar sin apenas haber luchado, en tanto que
Gravina, con la batalla ya decidida y mientras acechaba el temporal,
logró reunir 11 navíos y los dirigió a Cádiz en busca de refugio. Hacia
las seis de la tarde, el combate acabó tras la explosión de un navío
francés, el Achille, que fue el único barco hundido durante la jornada.
La flota franco-española perdió 23 de los 33 barcos que iniciaron el combate en Trafalgar
El temporal anunciado se desató con dureza la misma tarde del
combate, cuando los maltrechos barcos y sus diezmadas dotaciones tenían
menos probabilidades de capearlo con éxito. Collingwood, al mando de la
escuadra británica tras la muerte de Nelson, decidió afrontar el
temporal mar adentro llevándose consigo los 17 navíos apresados. Durante
el día 22, el Fougueux, con ingleses custodiando a los prisioneros
franceses, se estrelló contra la costa y el Redoutable, que estaba
siendo remolcado, se fue a pique. Al día siguiente, a pesar del mal
tiempo, algunos barcos de la flota combinada volvieron a salir de Cádiz y
liberaron a los españoles Santa Ana y Neptuno, aunque este último se
perdió frente al Puerto de Santa María.
Durante los días siguientes, los ingleses perdieron otros cuatro de
los barcos capturados, entre ellos, el Santísima Trinidad, mientras que
dos de los españoles que habían salido en ayuda de sus compañeros se
estrellaron contra la costa. Este fue el fin para otros cinco navíos de
la flota franco- española, que perdió 23 de los 33 barcos que iniciaron
el combate en Trafalgar. Los británicos no perdieron ninguno y tras
capturar los cuatro de Dumanoir se hicieron con un total de ocho navíos
que fueron después reutilizados por su flota.
En Londres, la victoria quedó ensombrecida por la muerte de Nelson,
un héroe nacional. Villeneuve fue llevado prisionero a Inglaterra y
asistió al funeral de su adversario. Liberado bajo palabra, volvió a
Francia e intentó justificarse ante Napoleón, pero no fue recibido y acabó suicidándose. “Era un hombre valiente, pero sin talento”, comentó el emperador.
Diferente consideración tenía de Gravina, “todo genio y decisión en el
combate”, muerto seis semanas antes por las heridas recibidas en
Trafalgar. La pérdida de tantos bravos soldados y la tragedia humana
vivida en Trafalgar harían decir a Galdós, en boca de uno de sus
personajes: “¡Cuánto desastre, Santo Dios, causado por las torpezas de
un solo hombre!”
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4 comentarios:
Don Guillermo Gonzalo Sanchez mis respetos y un saludo clasista y revolucionario lo felicito y admiro es ud un comunicador polifacetico toda vez que nos remembranzas de batallas historicas y combates como la proeza de Grau Napoleon Nelson Don chema ud es una Enciclopedia lo Felicito por su preocupacion por la historia y de ensenarnos con lujos de detalles so amigo jgsa
a veces me pregunto,xq leo todo,y aprendo,sin cesar.-para desp,terminar solo en mi cerebrito,
Felicidades y bendiciones excelente aporte para todas tus amistades ! Gracias mil Querido Chemita !
Amigo CHEMITA, es usted un gran historiador, gracias por compartir temas de gran interés, nos aportas detalles de la historia, los cuales están guardados y no salen a la luz, así vamos olvidando echos muy importantes, felicidades por su trabajo, que DIOS le bendiga, un saludo caballero.
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