Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la Revista National Geographic, nos entrega un reportaje sobre una Sociedad Secreta que exitió en Baviera, Alemania, llamada: los Iluminados, que fue fundada fundada el 1 de mayo de 1776, por Adam Weishaupt, un respetable burgués de la Alemania del Siglo XVIII.
NATIONAL GEOGRAPHIC.- narra: "Weishaupt, en efecto, tenía una personalidad inquieta. Siendo muy joven, había entrado en contacto con las obras de los filósofos franceses,
que pudo leer en la biblioteca de su tío; ello le hizo tomar conciencia
del poder que tenían la monarquía y la Iglesia para mantener a la
población sometida y engañada. Convencido de que las ideas religiosas no
resultaban lo bastante sólidas como para cimentar sobre ellas el
gobierno de un mundo dominado por el materialismo, decidió buscar otro
tipo de «iluminación» que se aviniera con sus ideas y que permitiera su
aplicación práctica en la vida real. En esos años la masonería había
logrado una gran expansión en Europa, incluida Alemania, y Weishaupt
pensó en un primer momento en ingresar en una logia. Pero al final quedó
defraudado por las ideas de los masones, y en cambio se empapó de
extrañas lecturas sobre los Misterios de los Siete Sabios de Menfis, la
Cábala y los secretos de la magia de Osiris. De este modo, decidió
fundar una nueva sociedad secreta: la Orden de los Illuminati, los Iluminados, llamada en un primer momento también Asociación de los Perfectibilistas...."
Adam Weishaupt, el fundador.
El profesor de derecho eclesiástico y filosofía práctica de la universidad de Ingolstadt, Baviera, Adam Weishaupt (1748-1830) fundó el 1 de mayo de 1776, con dos alumnos suyos, la Asociación de los perfectibilistas (Bund der Perfektibilisten, en el original alemán, formado por Bund, asociación, y un derivado del latín perfectibilis, 'perfeccionable'). Como símbolo de la organización eligió el mochuelo de Atenea,
la diosa griega de la sabiduría. De trasfondo se encontraba el clima
intelectual universitario, prácticamente dominado por los jesuitas, orden disuelta tres años antes.
Weishaupt, con nueve años, estaba aislado respecto del claustro docente, debido a su entusiasmo por las ideas de la Ilustración;
para ofrecer protección a sus estudiantes de las supuestas intrigas
jesuíticas pero, sobre todo para proporcionarles acceso a la literatura
crítica eclesiástica contemporánea, fundó la «Asociación de sabiduría
secreta», que en sus comienzos no era más que un círculo de lectores anticlericales con un máximo de veinte miembros. Weishaupt mencionó sus razones para la fundación de la sociedad en su carta Pythagoras oder Betrachtungen über die geheime Welt- und Regierungskunst:1
Pero dos hechos fueron decisivos. Incluso para este tiempo en 1776, un oficial en Burghausen llamado Ecker había fundado una logia orientada hacia la alquimia y que había comenzado a extenderse velozmente. Un miembro suyo llegó a España, a anunciarse allí y a atraer a los más brillantes entre los estudiantes. Por desgracia, su selección recayó precisamente en aquellos a quienes ya les había echado el ojo. El pensamiento de haber perdido de esta forma a jóvenes tan prometedores, y verlos ahora acercándose a la alquimia y majaderías semejantes, fue para mí tormentoso e insoportable. Por esto fui a pedirle consejo a un joven, en quien había puesto toda mi confianza. Y me animó a utilizar mi influencia sobre los estudiantes y estos excesos mediante una vacuna, administrada mediante la fundación inmediata de una sociedad.
La orden tomó un primer impulso en 1778, cuando un antiguo alumno suyo y presidente del Palatinado Renano la reorganizó. Weishaupt propuso como nuevo nombre Bienenorden,
la 'Orden de las abejas', porque se imaginaba que los afiliados
deberían recopilar el néctar de la sabiduría dirigidos por una abeja
reina, pero al final se prefirió "Bund der Illuminaten" (Unión de los
Iluminados) y después, Illuminatenorden ('Orden de los Iluminados'). De la asociación de estudios se pasó a una orden secreta, influenciada en su modelo organizativo por la Compañía de Jesús.
WIKIPEDIA.
Barón Adolph von Knigge, su patrocinador más influyente.
La siguiente reorganización sucedió en 1780 tras la adhesión del aristócrata bajo sajón Adolph von Knigge.
Tal como el propio Weishaupt confesó, no existía «en absoluto, solo en
su cabeza». Y en 1782 Knigge le proporcionó a la orden una estructura de estilo masónico, con Weishaupt y Knigge —entre otros— como directores sobre el llamado «Areópago».2
Con esta nueva distribución, que se detallará más adelante,
consiguieron los Iluminados reclutar a muchos masones e infiltrarse en
logias enteras.
De trasfondo estaba la crisis iniciada hacia 1776 entre los
niveles altos masónicos alemanes con la ruptura de la Estricta
observancia templaria. Karl Gotthelf von Hund und Altengrotkau
había conseguido atraerse a las diferentes logias hacia su mandato
mediante este rito más bien apolítico-romántico, que aseguraba ser
sucesor de la orden Templaria, disuelta en 1312. Durante muchos años,
además había afirmado mantenerse en contacto con «Superiores
desconocidos», que le habían iniciado en la francmasonería. Como al
fallecer en 1776 ningún tipo de «Superiores secretos» contactara con
ellos, había gran confusión en la logia. En la convención masónica de la
Estricta observancia, acontecida en Wilhelmsbad entre el 16 de julio y el 1 de septiembre de 1782, Knigge y su segundo representante de los Iluminados, Franz Dietrich von Ditfurth,
un ilustrado radical manifiesto, se ganaron el liderazgo de opinión
para su orden. El sistema templario fue abandonado, y la orden de la
Rosacruz quedó en minoría en su esfuerzo por mantener esa tradición.
Ambos iluminados consiguieron incluso, con Johann Christoph Bode, ganarse a un representante principal de la Estricta observancia.
WIKIPEDIA.
En 1784, las autoridades descubrieron en una ciudad del sur de Alemania una sociedad secreta que se dedicaba, supuestamente, a conspirar contra el Estado y la religión
Pirámide masónica de Estados Unidos, con el ojo que todo lo ve en su cúspide.
Hasta cumplir los 36 años, la vida de Adam Weishaupt era la de un respetable burgués en la Alemania del siglo XVIII. Nacido
en Ingolstadt, ciudad del entonces Estado independiente de Baviera,
descendía de una familia judía convertida al cristianismo.
Quedó huérfano desde muy pequeño, pero su tío se cuidó de su educación y
lo matriculó en un colegio de jesuitas. Concluidos los estudios, muy
pronto Weishaupt empezó a dar lecciones en la universidad de su ciudad
natal, se casó y fundó una familia. Pero en 1784, el gobierno bávaro
descubrió que el digno profesor de derecho eclesiástico era un peligroso
revolucionario y ordenó su busca y captura.
Weishaupt, en efecto, tenía una personalidad inquieta. Siendo muy joven, había entrado en contacto con las obras de los filósofos franceses,
que pudo leer en la biblioteca de su tío; ello le hizo tomar conciencia
del poder que tenían la monarquía y la Iglesia para mantener a la
población sometida y engañada. Convencido de que las ideas religiosas no
resultaban lo bastante sólidas como para cimentar sobre ellas el
gobierno de un mundo dominado por el materialismo, decidió buscar otro
tipo de «iluminación» que se aviniera con sus ideas y que permitiera su
aplicación práctica en la vida real. En esos años la masonería había
logrado una gran expansión en Europa, incluida Alemania, y Weishaupt
pensó en un primer momento en ingresar en una logia. Pero al final quedó
defraudado por las ideas de los masones, y en cambio se empapó de
extrañas lecturas sobre los Misterios de los Siete Sabios de Menfis, la
Cábala y los secretos de la magia de Osiris. De este modo, decidió
fundar una nueva sociedad secreta: la Orden de los Illuminati, los Iluminados, llamada en un primer momento también Asociación de los Perfectibilistas.
Los Iluminados organizaban ceremonias cada vez que uno de sus miembros
ascendía a un grado superior. Por ejemplo, los que pasaban de «iluminado
menor» a «iluminado mayor» eran introducidos en una gran sala ante una
suerte de jurado de la Orden y, tras jurar que dirían la verdad,
entregaban una confesión escrita sobre su vida pasada, incluidos
detalles como sus relaciones amorosas. Grabado de 1733.
Banqueros y poetas
El 1 de mayo de 1776, los primeros
Iluminados se reunieron para fundar la Orden en un bosque próximo a
Ingolstadt, a la luz de las antorchas. Eran sólo cinco: Weishaupt y
cuatro de sus estudiantes. Allí se fijaron las normas que regularían la
Orden. Nadie podía acceder a ella por deseo propio, sino por
consentimiento de sus miembros, y éstos sólo habrían de ser personas
bien situadas social y económicamente. En ese momento, la organización
interna de la Orden sólo contemplaba tres grados: los novicios, los
minervales y los minervales iluminados. El término «minerval» se refería
a la diosa grecorromana de la sabiduría, Atenea o Minerva, pues el
objetivo de la Orden era difundir el verdadero conocimiento, o
iluminación, sobre los fundamentos de la sociedad, el Estado y la
religión.
En los años siguientes, la Orden de Weishaupt
experimentó un notable crecimiento, pese a su secretismo; se calcula que
en 1782 tenía ya 600 miembros. Entre ellos se contaban personajes
relevantes de la vida pública de Baviera, como el barón Adolph von
Knigge o el banquero Meyer Amschel Rothschild, quien la financió
generosamente. Posteriormente, la expansión no se detuvo. Si al
principio los Iluminados habían sido exclusivamente estudiantes
discípulos de Weishaupt, ahora se contaban entre ellos nobles, políticos
y toda clase de profesionales liberales, como médicos, abogados o
juristas, así como intelectuales y literatos, entre ellos Herder y
Goethe. A finales del año 1784, los Iluminados aseguraban tener entre
2.000 y 3.000 miembros, repartidos por Baviera y el resto de Alemania.
El
barón Von Knigge tuvo un papel muy considerable en la organización y
expansión de la sociedad. Como antiguo masón, favoreció la adopción de
ritos típicos de la masonería. Por ejemplo, los Iluminados recibieron un
nombre simbólico, tomado por lo general de la Antigüedad clásica:
Weishaupt era Espartaco, Knigge era Filón, el juez Zwack se hacía llamar
Catón... Asimismo, se elaboró una jerarquía de la Orden más compleja
que la que inicialmente había establecido Weishaupt. En total se
establecieron trece grados de iniciación divididos en tres clases. La
primera culminaba en el grado de illuminatus minor, la segunda en el de illuminatus dirigens y la tercera en el nivel más elevado, el de príncipe.
El
propio Weishaupt explicó cuál era el fin de la sociedad que había
fundado. Su propósito, escribió, era «liberar gradualmente de todos los
prejuicios religiosos a los cristianos de todas las confesiones y
cultivar y reanimar las virtudes de la sociedad con vistas a lograr la
felicidad universal, completa y rápidamente realizable». Para ello era
necesario crear «un Estado en el que florezcan la libertad y la
igualdad, un Estado libre de los obstáculos que la jerarquía, el rango y
la riqueza ponen continuamente a nuestro paso», y con ello «no tardará
en llegar el momento en el que los hombres sean libres y felices».
Traicionados desde dentro
Cuando
mejor parecían ir las cosas para la Orden, el horizonte se nubló de
repente. Por un lado, se agriaron las relaciones entre Weishaupt y
Knigge, hasta el punto de que el segundo decidió abandonar la sociedad.
Al mismo tiempo, otro iluminado que se sintió postergado, Joseph Utzschneider, envió una carta a la gran duquesa de Baviera para revelarle las actividades de la Orden.
Las acusaciones que se vertían en ese documento eran terribles y en
buena parte imaginarias: los Iluminados, según Utzschneider, sostenían
que la vida debía regirse por la pasión más que por la razón, que el
suicidio era lícito, que se podía envenenar a los enemigos y que la
religión era un absurdo y el patriotismo una puerilidad. También sugería
que los Iluminados conspiraban a favor de Austria. Advertido por su
esposa, en junio de 1784 el duque elector de Baviera promulgó un edicto
por el que se prohibía la constitución de cualquier tipo de sociedad no
autorizada previamente por las leyes vigentes, al tiempo que se ordenaba
el cierre de todas las logias masónicas.
Inicialmente, los
Iluminados pensaron que esta prohibición general no los afectaría
directamente y que, tras capear el temporal, pronto podrían volver a su
anterior actividad.
Alemania en 1783. Vista de una plaza de Kassel, capital del estado de
Hesse, cuyo príncipe se afilió a la Orden de los Iluminados. Óleo por J.
H. Tischbein.
Pero unos meses después, en marzo de 1785, el
soberano bávaro promulgó un segundo edicto que proscribía expresamente a
los Iluminados y los conminaba a respetar las leyes del Estado. La
policía bávara realizó numerosas detenciones, interrogatorios y
registros. En uno de estos registros, en casa de quien fuera la mano
derecha de Weishaupt, Franz Xavier von Zwack, se encontraron documentos
de lo más comprometedor: una defensa del suicidio y del ateísmo escrita
de su puño y letra, el plan para la creación de una rama femenina de la
Orden, el proyecto de fabricación de una máquina destinada a guardar
archivos o destruirlos en caso necesario, recetas de tinta invisible,
fórmulas tóxicas, así como un recibo de aborto, entre otros. Las
pruebas, publicitadas hábilmente en la prensa de la época, sirvieron de
base para acusar a la Orden fundada por Weishaupt de conspirar contra la
religión y el Estado. En agosto de 1787, el duque elector promulgó un
tercer edicto en el que se confirmaba la prohibición total de la Orden y
se castigaba con la pena de muerte la adhesión a cualquier secta.
Para
entonces Adam Weishaupt estaba a buen recaudo en Gotha, ciudad
perteneciente a un pequeño principado al norte de Baviera. Allí publicó
varias apologías de los Iluminados, en un intento de animar a sus
compañeros, pero su lucha fue vana; la feroz represión del duque bávaro
logró la total extinción de los Iluminados, salvo un puñado que marchó a
Estados Unidos y fundó allí una logia que se consideraba heredera de la
sociedad bávara.
Para saber más
Las sociedades secretas. Serge Hutin. Siruela, Madrid, 2008.
Narraciones completas. Friedrich Schiller. Alba, Barcelona,
2005 (relato «El visionario»).
Narraciones completas. Friedrich Schiller. Alba, Barcelona,
2005 (relato «El visionario»).
NATIONAL GEOGRAPHIC
Cómo se inventó (accidentalmente) la teoría de los Illuminati
Es la teoría de la conspiración que empequeñece al resto y es una mezcla de todas: asegura que los Illuminati son los supuestos amos que controlan el planeta y operan secretamente tratando de establecer un Nuevo Orden Mundial.
Esa extraña paranoia empezó con una divertida obra de ficción en los años 60.
¿Qué nos dice esto acerca de nuestra disposición a creer lo que leemos y escuchamos? ¿Y qué puede revelar el mito de los Illuminati acerca de las noticias falsas y las historias por las que seguimos siendo influenciados hoy?
Cuando la mayoría de las personas tratan de examinar la historia de la sociedad secreta, se encuentra con la Orden de los Iluminati (Iluminados) de la era de la Ilustración.
Fundada en 1776, era una sociedad secreta bávara de intelectuales que se agruparan en privado y se oponían a la influencia religiosa y elitista sobre la vida cotidiana.
Incluía a varios progresistas bien conocidos en ese momento, pero, junto con los francmasones, fueron gradualmente proscritos por los críticos conservadores y cristianos y el grupo desapareció.
O al menos esa era la historia hasta la década de 1960.
Los Illuminati de los que oímos hablar hoy están muy poco influenciados por los bávaros, como aprendí del autor y locutor David Bramwell, un hombre que se ha dedicado a documentar los orígenes del mito.
Más bien, la manía por la contracultura, el LSD y el interés en la filosofía oriental que caracterizaron la década de los 60 fueron en gran parte responsables de la encarnación moderna (y totalmente infundada) del grupo.
Teoría del caos
Todo empezó en medio del Verano del Amor de 1967 y el fenómeno hippie, cuando emergió un pequeño texto impreso: "Principia Discordia".
(El plan para traer caos a la sociedad era) difundir desinformación a través de todos los portales. Y decidieron que lo harían inicialmente contando historias sobre los Illuminati"
El libro era una parodia de una religión satírica conocida como discordianismo, invocada por los anarquistas y pensadores entusiastas que pedían a sus lectores adorar a Eris, diosa del caos.
El movimiento discordiano deseaba provocar desobediencia civil, bromas y engaños.
El texto en sí nunca llegó a ser más que una curiosidad de la contracultura, pero uno de los principios de la fe -que tales actividades podrían provocar un cambio social y forzar a los individuos a cuestionar la realidad- fue inmortalizado por un escritor, Robert Anton Wilson.
Según Bramwell, Wilson y uno de los autores de Principia Discordia, Kerry Thornley, "decidieron que el mundo se estaba volviendo demasiado autoritario, demasiado estrecho, demasiado cerrado, demasiado controlado".
Querían traer el caos a la sociedad para sacudir las cosas, y "la forma de hacerlo era propagar la desinformación", dice Bramwell.
"(El plan era) difundir la desinformación a través de todos los portales: a través de la contracultura, a través de los medios de comunicación, a través de cualquier medio. Y decidieron que lo harían inicialmente contando historias sobre los Illuminati".
En ese momento, Wilson trabajaba para la revista Playboy.
Él y Thornley comenzaron a enviar cartas falsas de lectores hablando de esta organización de élite secreta llamada Illuminati. Luego enviaron más cartas, para contradecir las que acababan de escribir.
"El concepto detrás de esto era que si usted da muchos puntos de vista en una historia, en teoría -idealista- la población comienza a examinar los temas y a pensar", explica Bramwell.
La idea era que la gente se preguntara si podía confiar en la manera en la que le estaban presentando la información, añade el experto.
"Era una forma idealista de hacer que la gente despertara. Lo que, por supuesto, no ocurrió de la manera que esperaban".
Más allá de lo esperado
El mito del caos de los Illuminati llegó realmente lejos.
Wilson y otro escritor de Playboy escribieron la trilogía "Illuminatus", que atribuyó "encubrimientos" de nuestros tiempos -como quién le disparó a John F. Kennedy- a los Illuminati. Los libros fueron un éxito y se adaptaron en una obra de teatro en Liverpool.
Hoy esta es una de las teorías de conspiración más citadas del mundo; incluso celebridades como Jay-Z y Beyoncé han asumido el simbolismo del grupo, levantando sus manos en el triángulo Illuminati en conciertos.
La facilidad para compartir y propagar rumores por internet de Illuminati, en sitios como 4chan y Reddit, ha contribuido a la fama que tiene en la actualidad.
Pero vivimos en un mundo lleno de teorías conspirativas y, lo que es más importante, de creyentes en la teoría de la conspiración.
En 2015, los politólogos descubrieron que aproximadamente la mitad del público general en Estados Unidos apoya al menos una teoría de la conspiración.
Estas incluyen desde la conspiración Illuminati a la presunta falsa ciudadanía estadounidense de Obama, o la creencia generalizada de que los ataques del 11 de septiembre fueron realizados por los servicios de inteligencia estadounidenses.
Por qué creemos
"No hay un perfil del teórico de la conspiración", dice Viren Swami, profesor de `psicología social en la Universidad de Anglia Ruskin.
"Hay diferentes perspectivas de por qué la gente cree en estas teorías, y no son necesariamente mutuamente excluyentes. La forma más simple de explicación es que las personas que creen en las teorías conspirativas están sufriendo algún tipo de psicopatología".
Otra conclusión a la que se han referido los investigadores es que estas teorías podrían proporcionar formas racionales de comprender los acontecimientos que confunden o amenazan la autoestima.
"Te dan una explicación muy simple", añade Swami, quien publicó una investigación en 2016 que encontró que los creyentes en teorías de la conspiración son más propensos a sufrir de experiencias estresantes que los no creyentes.
Otros psicólogos también encontraron el año pasado que las personas con mayores niveles de educación son menos propensas a creer en las teorías de la conspiración.
El gran cambio ahora es que los políticos, particularmente Donald Trump, están empezando a usar conspiraciones para lograr apoyo"
"Particularmente en el sur de Asia, las teorías de la conspiración han sido un mecanismo para que el gobierno controle al pueblo", señala Swami.
"En Occidente, es típicamente lo contrario; han sido tema de personas que carecen de poder, lo que da lugar a teorías de conspiración para desafiar al gobierno. Como con el 11 de septiembre. Si la gente carece de poder, las teorías de la conspiración pueden sembrar las semillas de la protesta social y permitir que la gente haga cuestionamientos.
"El gran cambio ahora es que los políticos, particularmente Donald Trump, están empezando a usar conspiraciones para lograr apoyo".
El presidente número 45 de Estados Unidos repitió sistemáticamente a través de los medios de comunicación que su antecesor, Barack Obama, realmente no había nacido en Hawái.
También acusó a varios estados de EE.UU. de fraude electoral después de las elecciones de 2016 y su equipo de campaña fue responsable de propagar historias ahora desacreditadas como Pizzagate y la Masacre de Bowling Green.
"La gente podría desentenderse de la política dominante si cree en las teorías de la conspiración", dice Swami. "También es mucho más probable que se involucre con puntos de vista racistas, xenófobos y extremistas".
La idea de una elite intocable y secreta hace eco en personas que se sienten abandonadas e impotentes; Trump ha dicho que quiere representar a estas personas.
"Si Wilson estuviera vivo, estaría en parte muy contento, y en parte en shock", señala Bramwell.
"Tal vez habrá más estabilidad a medida que la gente luche contra las 'falsas noticias' y la propaganda. Estamos empezando a entender cómo los medios sociales nos están ofreciendo las ideas que queremos creer. Son cámaras de ecos".
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Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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