Tras sufrir toda clase de penalidades, la reina Genepil, la última monarca consorte de Mongolia entre 1923 y 1924, fue ejecutada en 1938 acusada de traición en el transcurso de la campaña de represión llevada a cabo por el ejército soviético contra la intelectualidad, el budismo y todo aquello que representara la cultura mongola.
Envuelta en el misterio, la historia de Genepil, la última reina consorte de Mongolia y víctima de la represión estalinista, ha causado fascinación en su país durante generaciones (aunque no sólo en su país, ya que la vestimenta real de esta soberana, sobre todo su aparatoso tocado, sirvió al cineasta George Lucas como modelo para el personaje de la reina Amidala de Naboo, en la película La amenaza fantasma, de la saga Star Wars). La hija de la exreina de Mongolia, llamada Tserenkhand, ya anciana y superviviente de aquella purga, recordó emocionada en una ocasión cómo se llevaron a su madre de manera repentina para no volver a verla nunca más: "Se la llevaron por la noche. Ella no nos despertó; solo dejó un poco de azúcar en nuestras almohadas. Todavía recuerdo la alegría del descubrimiento repentino de ese raro manjar por la mañana". De hecho, en Mongolia fueron asesinados miles de represaliados del régimen estalinista durante la década de 1930. Esas purgas no tuvieron límite de clase social, ya que se ensañaron con todos: aristocracia, ministros, funcionarios, lamas y con las personas corrientes. La represión también acabó con la vida de muchas mujeres... Como Genepil.
UNA ESPOSA PARA EL KHAN
Desde 1923, en Mongolia reinaba el octavo Jebtsundamba Khutughtu, líder espiritual del budismo lamaísta mongol, que fue escogido emperador (khan) con el nombre de Bogd Khan, el cual gobernaba bajo el estricto control del gobierno soviético. Tras la muerte de su última esposa, Ekh Dagina, considerada una emanación de la Tara Blanca (tara en sanscrito significa libertad. Se trata de una deidad femenina que representa compasión, larga vida, sanación y serenidad), Bogd Khan, a sus 53 años, tomó la firme decisión de no volver a casarse, pero la corte lo presionó para que lo hiciera, ya que un emperador debía tener una esposa, lo que daría a la dinastía una imagen de normalidad. Era necesario, así, que la familia real estuviera completa. De este modo, su guardia personal se encargó de buscar una nueva esposa que, como el monarca, tan solo gobernaría nominalmente.
Thangka tibetana que representa las cuatro Taras: la blanca, la roja, la azul y la amarilla. Siglo XVIII. Museo de Arte Rubin, Nueva York.
Bogd khan, último emperador de Mongolia. Retrato por el artista mongol Marzan Sharav.
Tras la muerte de su última esposa, Ekh Dagina, Bogd Khan, a sus 53 años, tomó la firme decisión de no volver a casarse, pero la corte lo presionó para que lo hiciera, ya que tener una esposa daría a la dinastía una imagen de normalidad.
Aquel verano empezó la búsqueda de la nueva reina. Los funcionarios reales encargados de encontrarla iniciaron sus pesquisas para conseguir una novia adecuada para el monarca entre las mujeres de la etnia Khalkha. La elección se redujo a quince jóvenes de entre 18 y 20 años que además habían nacido el mismo día que el khan. Finalmente, la elegida fue una hermosa muchacha de 19 años perteneciente a una familia noble del norte de Mongolia llamada Tseyenpil. Según explicaría años más tarde su hija, Tseyenpil fue "raptada" y llevada a palacio, donde se enteró de cuál iba a ser su papel en aquella historia. Nada más llegar cambiaron su nombre por el que iba a llevar a partir de entonces como reina: Genepil. La joven hacía poco que se había casado en su comunidad, pero dada la situación del monarca, cuya salud era muy débil, la corte pensaba que el matrimonio no iba a durar mucho y aseguraron a Genepil que después podría volver con su anterior esposo.
Paisaje de Mongolia, con un ger o tienda nómada.
LA EXREINA PRISIONERA
En efecto, la muerte sorprendió a Bogd Khan poco tiempo después, el 20 de mayo de 1924. Entonces se abolió la monarquía y Genepil regresó con su familia, aunque se desconoce si también lo hizo con su primer esposo. Según algunas crónicas se volvió a casar con un exluchador llamado Luvsandamba (con el que se dice que tuvo cinco hijos). Tras la muerte del último khan de Mongolia, los soviéticos vieron el camino allanado para empezar una dura represión contra la población. A finales de la década de 1930, el gobierno soviético empezó a acusar de toda clase de delitos a los intelectuales mongoles con el argumento de que muchos de ellos querían destruir la soberanía popular con la ayuda de Japón. A partir de entonces se sucedieron las purgas y comenzaron las detenciones y los asesinatos con el objetivo de acabar con la cultura mongola. En 1937, entre los detenidos se encontraba una mujer de 33 años: la exreina Genepil, que fue acusada de traición por el Ministerio del Interior.
La reina consorte Genepil de Mongolia con uno de sus trajes de gala.
A finales de la década de 1930, el gobierno soviético empezó a acusar de toda clase de delitos a los intelectuales mongoles con el argumento de que muchos de ellos querían destruir la soberanía popular con la ayuda de Japón.
Una mujer llamada Khentii fue la encargada de los interrogatorios. Khentii había aprendido muy bien las técnicas de interrogatorio empleadas por la Cheka (la inteligencia política y militar bolchevique) para sonsacar información a las personas presas en sus terroríficas cárceles. Se afirmó que Genepil había instigado una rebelión para derrocar al régimen soviético y restaurar de nuevo el poder de los khanes. A pesar de las terribles torturas que sufrió la exreina, no existe evidencia alguna de que firmara ninguna confesión; de hecho lo único que se pudo relacionar con ella fueron algunos documentos con manchas de color violeta que parecen unas huellas dactilares difíciles de identificar.
FUSILADA ANTES DE HORA
Durante su arresto, Genepil, que estaba embarazada de cinco meses, sufrió todo tipo de privaciones, fue torturada y obligada a pasar interminables horas a la intemperie bajo un frío glacial. Al final, en 1938, cuando una comisión especial decidió el destino que debía correr la exreina, esta ya había muerto. La habían fusilado. In absentia, Genepil había sido declarada culpable de pretender restaurar la monarquía en Mongolia con el apoyo del Japón imperialista. No sería hasta más de medio siglo después, cuando se investigaron los casos de la represión soviética en Mongolia, cuando Genepil, la joven que fue reina de Mongolia durante un año, pudo recuperar su dignidad, tan cruelmente arrebatada.
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