Se estima que la subida media del nivel del mar será de entre 60 y 80 centímetros para el final del siglo XXI, lo que supone un problema para islas de poca elevación como las Maldivas. El crecimiento de los corales tiene la llave para un futuro viable a largo plazo.
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Las islas de coral son unas de las zonas más vulnerables a la subida del nivel del mar asociada al calentamiento global debido a su baja elevación. Un buen ejemplo es el archipiélago de las Maldivas, situado en el océano Índico.
A diferencia de otras zonas del mundo, en las que la población de zonas costeras tendría la opción de trasladarse a tierras más elevadas ante una eventual subida del nivel medio del mar, estas islas son muy pequeñas, típicamente de pocos kilómetros cuadrados, y carecen de partes altas donde poder resguardarse en caso de una inundación permanente o temporal proveniente del mar.
¿Cómo se forman las islas de coral?
Estas islas se encuentran ubicadas a lo largo de un atolón, una formación anular creada por el crecimiento vertical gradual de los corales, por lo que únicamente se encuentran en zonas en las que las condiciones para el crecimiento de estos son adecuadas. Esto se reduce a las regiones tropicales donde la temperatura del agua se mantiene caliente durante todo el año.
La explicación más aceptada de la formación de los atolones en los que se encuentran las islas de coral fue dada por Darwin a mitad del siglo XIX.
El proceso comenzaría con una erupción volcánica en una región tropical, que crearía una isla en cuyo perímetro empezarían a crecer los corales. Debido a la subsidencia de la isla, un proceso lento por el que se va hundiendo en el mar, los corales van creciendo verticalmente, de manera que quedan siempre cerca de la superficie del agua. Así se va formando el posterior atolón.
La erosión de los corales debida a la acción del oleaje genera sedimentos que el mismo oleaje deposita sobre el atolón y forma las islas de coral que se conocen hoy en día.
Consecuencias del aumento del nivel del mar
La subida media del nivel del mar, que se estima será de entre 60 y 80 centímetros para final de este siglo, puede tener consecuencias directas en el ecosistema que forman las islas de coral y en las personas que vive en ellas.
Los corales necesitan estar cerca de la superficie del mar para poder sobrevivir. Si el ritmo de subida del nivel medio del océano no puede ser compensado por el ritmo de crecimiento vertical de los corales, estos quedarán cada vez más lejos de la superficie, lejos de las condiciones óptimas para su desarrollo, e irán muriendo. Con su desaparición desaparecería también toda la vida marina que sustentan.
Se estima que la subida media del nivel del mar será de entre 60 y 80 centímetros para el final del siglo XXI.
Si los corales serán capaces de crecer a un ritmo lo suficientemente rápido para ir compensando el aumento del nivel medio del mar es todavía una pregunta científica abierta que se mantiene sin una respuesta clara. A ella habría que sumar otros factores derivados del cambio climático que afectan a la salud de los corales, como los eventos de blanqueamiento debido a los cambios en el pH del agua de mar.
Hacia una inundación perpetua
Pero mucho antes de que todo esto ocurra, las personas que viven en estas islas de coral van a ser las primeras en notar los efectos directos de la subida progresiva del nivel medio del océano.
Las Maldivas, por ejemplo, son un conjunto de 1.192 islas, de las cuales 188 están habitadas. Su elevación media es de entre 0,5 y 2,3 m sobre el nivel medio del mar. Con una elevación media tan baja, estas islas sufren y han sufrido inundaciones parciales y totales de manera recurrente.
Un ejemplo de este tipo de inundaciones es el evento que tuvo lugar el 15 de mayo de 2007 en el que 68 islas quedaron total o parcialmente cubiertas por agua debido a oleaje remoto formado en el océano Austral. Más recientemente, el 13 de mayo de 2021, un aeropuerto recién construido fue completamente inundado por la acción de las olas generadas por una tormenta cercana.
La elevación media de las Maldivas es tan baja que estas islas sufren y han sufrido inundaciones parciales y totales de manera recurrente.
Este tipo de inundaciones, si bien no suelen causar daños personales, generan daños materiales como la salinización de las reservas de agua potable y de los campos de cultivo, la inutilización de redes eléctricas y la destrucción de casas y defensas costeras.
Con la subida del nivel del mar, episodios de oleaje que antes no causaban inundaciones sí que lo harán y las islas pasarán a sufrir inundaciones más frecuentemente. Dejarán de ser habitables mucho antes de que estén por debajo del nivel del mar permanentemente (siempre y cuando los corales no sean capaces de compensar la subida del nivel del mar con su crecimiento vertical).
La pregunta que los habitantes de estas islas y sus gobiernos deben responder es cuál es la frecuencia de inundación tolerable desde el punto de vista humano y económico: ¿una vez cada 5 años? ¿Una vez cada año? Otro debate surge debido a estos episodios: ¿qué se puede hacer para proteger a la población local de estas inundaciones?
Medidas para proteger a las personas
En la actualidad, en Maldivas se están llevando a cabo tres medidas diferentes para paliar los efectos de las inundaciones. La primera es proteger las islas más vulnerables con diques a lo largo de sus costas. El claro ejemplo de esto es Malé, la capital del país, que alberga más de 100.000 habitantes –alrededor del 40% de toda la población de las Maldivas– en una isla de unos 2 kilómetros de largo y que ha sido rodeada completamente por diques para protegerla de inundaciones generadas por oleaje.
Malé, capital de las Maldivas, rodeada por completo de diques para protegerla de las inundaciones provocadas por oleaje.
Pero Maldivas tiene más de 180 islas habitadas. Protegerlas todas requiere una inversión económica que el país no se puede permitir, además de que estas intervenciones tienen contrapartidas ecológicas importantes y aumentan la erosión costera.
La segunda medida es trasladar a la población de islas que no se pueden proteger a otras que sí que están protegidas: entre 1968 y 2018, se han producido 29 de estas relocalizaciones.
La tercera medida es la construcción de nuevas islas, con una altura superior y fuertemente protegidas para albergar a la población que se traslada de unas islas a otras. Un ejemplo es Hulhumalé, una isla artificial al noreste de la capital y conectada a esta por un puente que se construyó para aliviar la densidad de población de Malé y albergar la población de otras islas más vulnerables. Si estas medidas son efectivas solo el tiempo lo dirá.
*Ángel Amores es investigador postdoctoral en eventos extremos del nivel del mar en la Universitat de les Illes Balears. Este artículo se publicó originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons.
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