Existen miles de especies de coral en todo el mundo. Algunos prosperan en aguas cálidas y poco profundas cerca de las costas, otros en el oscuro y frío fondo marino del océano abierto. Estos organismos han demostrado ser muy resilientes. Son capaces de adaptarse y sobrevivir a los episodios más adversos, incluso al aumento de las temperaturas, pero siguen siendo vulnerables.
Corales duros y blandos
Los corales duros, también conocidos como pétreos, producen un esqueleto rígido de carbonato cálcico (CaCO3), que forma el ‘andamiaje’ de los arrecifes, la estructura básica sobra las que crecen colonias compuestas por cientos o miles de pólipos individuales. A diferencia de los corales pétreos, los blandos no producen un esqueleto rígido de carbonato cálcico, con lo que no pueden formar arrecifes. Aun así, también están presentes en los ecosistemas arrecifales. Algunos corales blandos son el coral dedo o el coral látigo. Muchos de ellos tienen forma de árboles, arbustos o abanicos.
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Los corales son indicadores de la salud de los ecosistemas marinos
Los corales son muy sensibles a los cambios ambientales en su ecosistema. En condiciones ambientales óptimas, se ha documentado que las colonias de coral pueden vivir durante cientos o miles de años. Lamentablemente, estos organismos están sometidos a amenazas crecientes, como pueden ser la acidificación de los océanos y el aumento de las temperaturas.
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Cuando aumenta la temperatura, el coral se blanquea
Los pólipos de coral que forman arrecifes son brillantes y coloridos debido a la acción de unas algas microscópicas llamadas zooxantelas que viven en su interior. Algas y corales coexisten en una perfecta relación simbiótica, es decir, se ayudan mutuamente para sobrevivir. Sin embargo, cuando aumenta la temperatura del océano, los corales se estresan y expulsan las algas. Cuando esto sucede, el coral se va desvaneciendo hasta que parece que ha sido blanqueado. Si la temperatura es muy alta, el coral no permitirá que las algas vuelvan, con lo que acabará blanqueándose completamente y muriendo.
El blanqueamiento de los corales es preocupante, ya que una vez mueren, los arrecifes rara vez se recuperan. Los pocos corales que logran sobrevivir luchan por reproducirse, pero todo el ecosistema se ha deteriorado.
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Hay corales de profundidad
No solo existen corales en aguas tropicales. También los hay en ecosistemas más templados, e incluso en aguas profundas. Uno de ellos es el de Cabliers, situado en el mar de Alborán, en la parte más occidental del Mediterráneo, la que conecta con el Atlántico. Este tipo de corales no pueden depender de algas, pues estas no sobreviven a grandes profundidades. Por este motivo no son tan coloridos. Se alimentan de restos de animales muertos que se precipitan desde las capas superiores de la columna de agua.
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Existe una gran diversidad de especies
Hay corales de todas las formas, tamaños y colores. Algunos de ellos crecen en enormes montículos redondos en el fondo del mar, otros adoptan formas parecidas a un cerebro humano, o tienen forma de ramas de un árbol. Los abanicos de mar, un tipo de coral blando que no crea un exoesqueleto duro, adoptan formas de gigantescos abanicos planos que se agitan suavemente hacia delante y hacia atrás al ritmo de las corrientes marinas. Por su parte, los látigos de mar parecen árboles, formando lo que realmente puede parecer un bosque submarino. Finalmente, los corales pilar crecen en altas columnas que, en colonias, parecen el skyline de una ciudad.
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El cambio climático es su mayor amenaza
El calentamiento de los océanos como consecuencia del cambio climático está ejerciendo una enorme presión sobre las vulnerables poblaciones de coral. Cuando la temperatura aumenta, el coral se blanquea, expulsando así las algas simbióticas y dejando su estructura calcárea blanca, quedando sin alimento y completamente vulnerables a contraer enfermedades. Este proceso de decoloración es cada vez más frecuente y más acusado como consecuencia del aumento de la temperatura. Si no tomamos medidas para reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, la mayoría de los arrecifes de coral podría sucumbir.
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Los corales sostienen el 25% de la vida marina
Los corales suelen considerarse arquitectos de los ecosistemas marinos. Construyen los espacios físicos (los andamiajes) que sirven de sustento para la vida marina. Un arrecife de coral vendría a ser como un bosque submarino, una estructura tridimensional que crece desde el fondo del mar. Sus recovecos proporcionan hábitat a distintas especies. Pero les debemos mucho más. Por ejemplo, los corales producen playas de arena blanca y protegen las costas del oleaje e inundaciones. Por ejemplo, sin ellos, los efectos de los huracanes y tifones serían mucho más devastadores.
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Algunos corales son bioluminiscentes
Aunque parezca mentira, algunos corales son capaces de producir de forma natural pigmentos fluorescentes que pueden aparecer en una amplia gama de colores. Se cree que las moléculas fluorescentes pueden tener una función protectora contra los rayos ultravioleta y la luz intensa.
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