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jueves, 12 de octubre de 2017

HISTORIA : CARAL .- PERÚ .-ENTREVISTA / RUTH SHADY, DIRECTORA DE LA ZONA ARQUEOLÓGICA CARAL (PERÚ) : «No hay recintos amurallados ni armas en los 11 sitios que investigamos»

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG.,  nuestras culturas del pasado que poblaron lo que hoy es el territorio peruano, asombran al mundo por su talento y creatividad, tal como lo fue;  la Civilización Caral, que construyó la ciudad más antigua  de América, con  5,000 años de antigüedad, en el valle de Supe al norte de Lima,  que le valió ser declarada como Patrimonio Cultural  de la Humanidad por la UNESCO en 2,009.
Caral, es contemporánea a Menfis de Egipto, ambas crecieron el III Milenio aC., pero a diferencia de Menfis, Caral creció completamente aislada, pero aún no está todo dicho sobre Caral, recién se están haciendo grandes descubrimientos, se ha consultado a la Revista National Geographic y otras fuentes para preparar este post de la grandiosa Ciudad Sagrada de Caral.
Nuestro reconocimiento; a la arqueóloga Ruth Martha Shady Solis, quien gracias a su investigaciones descubrió Caral.
Vídeo:
https://www.youtube.com/watch?v=3so01a2zcjg
 
Reconstrucción hipotética de una de las huacas o templos de Áspero, Supe. Wikipedia.
 
https://es.wikipedia.org/wiki/Caral
http://www.nationalgeographic.com.es/historia/actualidad/magnificos-hallazgos-de-la-cultura-caral_9477
https://www.pinterest.com/pin/47498971043528389/
http://www.cultura.gob.pe/es/comunicacion/noticia/sitio-arqueologico-vichama-conmemora-9-anos-de-puesta-en-valor

Aquí en la imagen observamos un vista panorámica, de la ubicación de la Ciudadela de Caral, rodeada por valles y cerros. Foto : http://www.npr.org/sections/thesalt/2013/02/25/172896292/to-build-an-empire-hold-the-anchovies

Mira, ¡maíz de 5,000 años!
Look, 5,000-year-old corn! Courtesy of Chris Kleihege hide caption toggle caption Courtesy of Chris Kleihege
http://www.npr.org/sections/thesalt/2013/02/25/172896292/to-build-an-empire-hold-the-anchovies
Actualización: el fotógrafo Chris Kleihege, cuyo proyecto fotográfico está documentando excavaciones en Caral-Supe, envía esta foto de una mazorca de maíz de 5.000 años de antigüedad que se encuentra en una pirámide en el antiguo sitio peruano.
Foto:
http://www.npr.org/sections/thesalt/2013/02/25/172896292/to-build-an-empire-hold-the-anchovies
 
https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81spero_(Caral)#/media/File:Aspero.jpg
http://www.nationalgeographic.com.es/historia/actualidad/no-hay-recintos-amurallados-ni-armas-en-los-11-sitios-que-investigamos_9886
https://es.wikipedia.org/wiki/Ruth_Shady
http://www.zonacaral.gob.pe/noticias/ruth-shady-hay-que-continuar-con-la-tecnologia-tradicional/
Ruth Shady, la prestigiosa arqueóloga peruana, hace más de dos décadas que investiga la ciudad sagrada de Caral, la primera ciudad de América


Zona Arqueológica Caral
Imagen aérea de la ciudad sagrada de Caral.
Foto: Ministerio de Cultura de Perú
 
Ruth Shady
La arqueóloga Ruth Shady durante una visita turística a la Zona Arqueológica Caral, en noviembre de 2001.
Foto: Silvia Izquierdo / Ap Photo / Gtres

Vichama
Relieves hallados en el sitio arqueológico de Vichama que representan a individuos famélicos.
Foto: Ministerio de Cultura de Perú
 
Vichama
Figurillas femeninas que representan a personajes de la élite de Vichama.
Foto: Ministerio de Cultura de Perú
Alec Forssmann
17 de noviembre de 2015

Hasta que no se demuestre lo contrario, la ciudad sagrada de Caral, al norte de Lima, es la primera ciudad de América. Esta ciudad primigenia, y en general toda la cultura Caral, es contemporánea a la egipcia Menfis: ambas prosperaron a lo largo del III milenio a.C. Pero Caral, a diferencia de Menfis, creció completamente aislada, alejada de otras grandes civilizaciones. Sobre Caral no está todo dicho; su importancia crece a medida que va saliendo a la luz. La civilización global del siglo XXI debería fijarse en Caral. Esta cultura utilizó todo su ingenio para resistir a los terremotos y a los cambios climáticos, pero también asumió el poder ingobernable de una naturaleza que era sagrada. Por otro lado, ejerció su dominación de forma pacífica y la igualdad de género se dio de forma natural. La arqueóloga peruana Ruth Shady (68 años) ha rescatado todo este legado a lo largo de su carrera profesional. "Caral tiene un mensaje para el mundo: vivamos en armonía y con respeto por la naturaleza y por los otros seres humanos, aunque seamos de culturas e ideologías diferentes", explica en esta entrevista.

Caral es la cuna de la civilización andina. ¿Por qué?
 
La civilización Caral es la más antigua del continente americano. Se desarrolló en la costa norcentral de Perú y alcanzó gran prestigio a lo largo de un milenio, entre 3000 y 1900 a.C. Las culturas anteriores experimentaron un proceso de neolitización milenario para adecuarse al megadiverso territorio andino y continuar subsistiendo en el espacio que ocuparon. Como resultado se formaron diversas culturas, modos de vida e idiomas. Perú ha sido pluricultural y multilingüe.
 
¿Cómo eran estos pueblos anteriores a la civilización Caral?

En la costa norcentral se han identificado asentamientos de pescadores, recolectores y productores de algunos cultivos que vivían en aldeas ya ordenadas, con espacios y pequeñas construcciones de función pública y ceremonial, tales como Chilca y Bandurria. En cambio, la civilización Caral corresponde a una etapa más avanzada, con una economía excedentaria agropesquera y centros urbanos ordenados y organizados por autoridades sociales y políticas. Los especialistas que intervinieron en las construcciones monumentales y en diversos campos del conocimiento y del arte generaron también redes de contactos interculturales en condiciones de paz.

En las imágenes aéreas llama la atención el buen estado de conservación de las ruinas. ¿A qué se debe?

Al conocimiento aplicado en su construcción. La sociedad Caral estaba asentada en un territorio sísmico, el Cinturón de Fuego del Pacífico, y tenía conocimiento de ello. Por eso creó una tecnología sismorresistente mediante la construcción de edificios sobre plataformas superpuestas en cuyo interior depositaban bolsas o shicras llenas de piedras que dispersaban las ondas sísmicas. También construyeron muros con un diseño escalonado que se interrumpía cada cierta distancia y que contaba con grandes piedras en las esquinas. En la construcción de viviendas usaron la quincha, un material flexible frente a los movimientos, con enlucidos de arcilla y pintura.

Asombroso.

Cada edificio público tenía un altar, con un fuego central que alcanzaba altas temperaturas y conductos subterráneos que canalizaban la energía del viento. Tenían conocimientos de mecánica de fluidos, según los físicos consultados.

¿Qué función tenían los edificios principales?

La escalera central, eje de cada edificio, tiene una orientación especial, en relación con determinados astros. La plaza circular revela conocimientos de geometría y su uso fue diferenciado. La función de la plaza asociada a la Pirámide Mayor de la mitad alta fue ceremonial y estuvo relacionada con actividades políticas. La plaza circular de la mitad baja de la ciudad evidencia materiales relacionados con ceremonias religiosas. El diseño del centro urbano y de los monumentos está relacionado con el ordenamiento astral, la estructura social, la organización política y la ideología.

¿Es cierto que no se han encontrado armas ni murallas defensivas? ¿La dominación fue pacífica?

La sociedad de Caral mantuvo una relación armoniosa con la naturaleza y con otras sociedades de culturas e idiomas diferentes. Respetaron el paisaje natural: la tierra y el agua de los ríos y del mar, de donde provenían sus recursos alimenticios, fueron considerados deidades mamapacha y mamacocha. Los cerros fueron, asimismo, seres naturales o apus. Tendieron redes de intercambio y crearon relaciones interculturales en condiciones de paz. No hay centros urbanos amurallados ni armas en los once sitios que estamos investigando.

¿Cómo entró en crisis?

Por un cambio climático, catastrófico por sus efectos. Se ha identificado una secuencia de fenómenos que recuerdan los acontecimientos actuales: sismos y aluviones que cubrieron la bahía de la ciudad pesquera y una sequía prolongada de varias décadas de duración, sin agua en el río Supe y con arenamiento de los campos de cultivo.

En Vichama se han hallado relieves que representan a personajes famélicos.

Los vichama afrontaron el cambio climático porque tuvieron cerca los recursos del mar. No obstante, en el salón ceremonial de uno de los principales edificios dejaron 34 esculturas con dos series de individuos: hombres famélicos adultos entre dos cadáveres; y jóvenes igualmente afectados por la hambruna, participando en una danza ritual. Los fechados radiocarbónicos coinciden con el cierre y abandono de Caral, hacia 1900 a.C.

Ellos afrontaron con éxito un cambio climático. ¿Nosotros no aprendemos del pasado?

Sin memoria ni registro siempre estaremos empezando; sin prevención estaremos expuestos a la crisis y a la afectación de la vida humana. El cambio climático de gran intensidad se debe a causas naturales que son cíclicas y que causaron grandes estragos en las sociedades andinas. Pero está siendo intensificado y acelerado por la acción humana irresponsable, mediante la producción de dióxido de carbono y la destrucción de la naturaleza y del equilibrio medioambiental. Debemos reflexionar, y Caral tiene un mensaje para el mundo: vivamos en armonía y con respeto por la naturaleza y por los otros seres humanos, aunque seamos de culturas e ideologías diferentes.

Tampoco se debe olvidar el rol que tenía la mujer en la sociedad Caral, ¿verdad?

Desde la civilización Caral, la mujer tuvo un rol destacado en actividades religiosas, económicas y políticas, como se puede evidenciar en el material recuperado. La equidad de género continuó a través del tiempo, como se aprecia en las culturas moche e inca. Cuando los españoles llegaron a Perú dijeron que los nativos eran débiles porque dejaban gobernar a las mujeres.
NATIONAL  GEOGRAPHIC.
 

Ruth Shady: “Hay que continuar con la tecnología tradicional”

La situación en todo el país, con énfasis en la zona costera, es crítica, y el norte del departamento de Lima no ha sido la excepción: el río Supe se ha desbordado, lo que ha aislado a varias poblaciones y a la ciudadela de Caral, Patrimonio de la HumanidadRuth Shady, quien fundó en 1994 el Proyecto Arqueológico Caral y dirige desde 2003 el Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe, se encarga de revalorizar y proteger la ciudadela y sus alrededores, y es evidente que, en estos días tan complicados para la zona, ha estado supervisando y ayudando, en la medida de lo posible, a los ciudadanos perjudicados por el desastre.

“Estoy bastante afectada”, dice la arqueóloga a su llegada a Lima, luego de volver de Caral. “La carretera está interrumpida y la población se encuentra en una situación complicada. Lo más grave, en lo que respecta a nuestra labor, es que nuestros trabajadores, que viven en la otra margen del río Supe, no han podido llegar al complejo para continuar con sus funciones. El río se ha salido de su cauce y se ha formado otro”, agrega.
Shady advierte que gran parte de lo que ha sucedido en el valle del río Supe pudo evitarse. “Desde el 2012”, señala, “gestionamos un expediente técnico para el encauzamiento del río, porque sabíamos que esto podía suceder. Eso quedó en manos del gobierno regional de la época, con un presupuesto designado, pero no se hizo nada”, añade la arqueóloga, visiblemente fastidiada.

Esfuerzos multidisciplinarios

También desde 2012, Ruth Shady convocó a Carlos Amat y León, reconocido ingeniero agrónomo, economista y ex ministro de Agricultura en dos gobiernos distintos (el primero de Alberto Fujimori y el de Alejandro Toledo), a quien solicitó que armara un equipo con profesionales de diferentes ámbitos para realizar talleres de capacitación y discusión con la población y los alcaldes de la zona. Después de esos talleres, que sirvieron para evaluar la situación en la que se encontraba el valle de Supe y el complejo arqueológico, se llegó a la conclusión de que había que realizar cuatro proyectos. El principal tenía que ver con el encauzamiento del río, que ya en anteriores ocasiones (principalmente, en los Niños de 1982-1983 y 1997-1998) se había desbordado y afectado a la población. Los otros tres consistían en impulsar el mantenimiento de los canales y reservorios a lo largo de la cuenca; la reforestación para recuperar la franja marginal, y la agricultura ecológica.
Shady comenta que consiguieron el apoyo del Fondo Contravalor Perú-Francia y que, incluso, en un acto público, se entregaron los expedientes a Javier Alvarado, presidente de la Región Lima en ese entonces. “Yo estuve muy contenta”, señala la arqueóloga, “pensando que esos proyectos se iban a ejecutar y que el presidente regional iba a conseguir los fondos faltantes. Pero pasaba el tiempo y no ocurría nada, y nosotros no podíamos hacer mucho al respecto. Un tiempo después, solicité al viceministro de Economía que nos ayudara a que el gobierno regional ejecutara los proyectos”. Precisamente, en 2012, el gobierno de Ollanta Humala publicó un decreto de emergencia que aprobaba los proyectos, por lo que Shady se reunió con Javier Alvarado, quien le dijo que ya tenía los fondos y que iban a comenzar a ejecutarlos.
“Lo que terminaron haciendo fue mover piedras en las márgenes y el río terminó llevándose todo lo construido”, dice Shady. “Esta vez solicitamos a Nelson Chui, nuevo gobernador regional de Lima, que nos mostrara en qué se ha avanzado y cómo se ha ejecutado el presupuesto, pero tampoco obtuvimos respuesta”.

Falta de voluntad política

Carlos Amat y León colaboró con la elaboración de los expedientes técnicos de los cuatro proyectos, pero, al igual que Ruth Shady, afirma que es muy poco lo que ha cambiado. “El problema ya no es de presupuesto; es de voluntad política”, manifiesta Amat y León. “Lo que falta es una autoridad competente que entienda de este tipo de situaciones y sepa manejarlas. Entre los gobiernos regionales, el gobierno central y las alcaldías hay demasiadas autoridades que no se ponen de acuerdo, y aquí están las consecuencias”, agrega.
“Desde mi perspectiva”, retoma Ruth Shady, “el problema pasa por hacer que se cumplan las normas. Debe llevarse a cabo un ordenamiento territorial; la población no puede instalarse en lugares peligrosos. Debemos aprender de nuestros antepasados, que han sabido edificar sus centros poblados en sitios protegidos. Hay tecnologías que utilizaban para evitar este tipo de desastres, como la canalización del agua hacia lugares biológicamente permeables, donde se creaban ríos subterráneos. Ahora, la gente no tiene en cuenta esas tecnologías tradicionales y quiere aplicar modelos que no vienen al caso”.
Amat y León complementa la idea de Shady. “Hay que continuar con la tecnología tradicional y enriquecerla con todo lo moderno de ahora; encauzar el río como se hacía hace cinco mil años –esa siempre fue la mejor manera– con defensas ribereñas y, en torno a ello, plantar el bosque tradicional de huarangos que da una protección mayor al río. Si se hubiera ejecutado ese proyecto, esto no habría sucedido”, concluye el ingeniero agrónomo.
Si acaso, una buena noticia en medio de este panorama desolador es que la ciudadela de Caral no está en riesgo de desaparecer o de sufrir daños mayores. “Ninguno de los once sitios arqueológicos está en riesgo, justamente, porque nuestros ancestros los edificaron en lugares que están encima del nivel del valle, sobre terrazas fluviales y protegidos del crecimiento del caudal del río”, finaliza Shady.
La arqueóloga invita a la reflexión y a la unión de los peruanos, pero, en especial, a la acción de las autoridades, que tienen en sus manos un grave problema que pudo haberse evitado
Fuente: Revista COSAS
Fecha de publicación: 28/03/2017


http://www.zonacaral.gob.pe/noticias/caral-lecciones-ancestrales/

Caral: Lecciones ancestrales


La ciudad más antigua de América, en Perú, ya intentaba ser una urbe sostenible hace 5.000 años
Sobre una terraza polvorienta, aparentemente inútil para vivir, está la vieja ciudad, con sus muros, su anfiteatro, sus calles, sus casas, sus escalones. Con su aura literalmente milenaria. Hace 5.000 años, en este lugar, ubicado a unos 150 kilómetros al norte de Lima, vivían cientos de personas que no conocían la rueda, que tenían una cerámica incipiente y solo unas cuantas estatuillas. Pero abrigaban una clara intuición ambiental en su vida personal y social,.
 
Por eso Caral, la ciudad sagrada de toda una civilización que creció en este valle costeño hace esa montaña de años, se asentó en esta parte ligeramente alta desde donde se domina el horizonte y en donde se pueden evitar las inundaciones y hasta la invasión de mosquitos. Desde la que se planificaba el manejo de los ecosistemas: las tierras productivas más abajo de la ciudad, el bosque ribereño más abajo todavía y, al final, el río, fuente de vida y de peligro a la vez.
 
“Había allí un conocimiento que se fue acumulando”, sostiene Pedro Novoa, subdirector de Investigación y Conservación de Materiales Arqueológicos del Proyecto Caral, mientras comenta, con cierto asombro, cómo es que 50 siglos atrás ya existían ciertas nociones de conservación en el imaginario y la práctica de los gobernadores de esta ciudad. Una ingeniería sostenible, antiquísima pionera de los esfuerzos más elaborados de hoy en día.
 
El poner la zona habitada a esa altura, por ejemplo, hacía que la población se mantuviera a salvo de periódicas crecidas del vecino río hoy llamado Supe. En esta parte del Perú el agua no es abundante, viene estacionalmente de acuerdo con las lluvias que caen en la sierra, en las zonas altas. En junio o julio, el curso hídrico apenas puede ser un hilito miserable que no asusta ni a las gaviotas que revolotean por acá; en enero o febrero, en cambio, el torrente se desata.
 
Los caralinos lo sabían y, por eso, esta urbe ancestral de 32 conjuntos arquitectónicos y 68 hectáreas de extensión, se clavó en un altillo de tierra libre de amenazas fuera de los cauces aluviales y de una forma muy distinta a como, 45 siglos después, los conquistadores españoles se pusieron a tiro de crecidas. Un recorrido por estos recovecos llenos de historia permite apreciar que, en efecto, las posibilidades de una catástrofe acuosa a esta altura se tornan mínimas.
 
El propósito de conseguir agua, sin embargo, era máximo. Se procuraba un uso óptimo y “cada lugar estaba relacionado con un puquio (‘manantial’ en el idioma andino quechua)”, como declaró a la agencia Efe hace unos meses Ruth Shady, la arqueóloga peruana que ha explorado Caral y lo ha dado a conocer al mundo. Sabían cómo funcionaba la dinámica de los acuíferos y cómo se abastecían por ese mismo río que, en otras circunstancias, se convertía en una amenaza.
 
Más aún: no solo lo sabían sino que, ya en esos tiempos pretéritos, habrían puesto en práctica la técnica prehispánica denominada amuna (de amuy, una palabra quechua que significa retener), y que consiste en canalizar el agua de las lagunas de las partes altas de los Andes, donde no es tan escasa, para luego filtrarla a grietas o espacios en las partes bajas. De ese modo, los puquios siempre estarían allí, listos para el consumo humano o las labores domésticas.
 
Había, por añadidura y como sugieren Shady y Novoa, “visión de cuenca”. Es decir, que el recurso hídrico se administraba y se protegía no solo en la ciudad capital, sino también en Vichama, Áspero, Alpacoto, Miraya, Chupacigarro y Lurihuasi, otros asentamientos de la civilización Caral. Desde una de las partes más altas de una de las pirámides caralinas se comprueba claramente que desde allí el valle se atisba, se entiende, se domina.
 

El almacén del ayer

“A sólo un sol, señor”, canta una vendedora que ofrece una suerte de refresco congelado, envuelto en un plástico, que en Perú llaman “marciano”. Está sentada en uno de los muros de la Ciudad Sagrada, bajo un sol algo aplastante y, por mucho menos de un euro traslada al visitante a una casi mística experiencia de sabor almibarado gracias a una fruta denominado lúcuma. Esta delicia, a su vez, nos conduce otra vez al torbellino de la Historia.
 
Era una de las frutas que ya se consumía por estos lares hace 5.000 años, junto con la guayaba o el pacae, del cual se han encontrado restos antiquísimos en las excavaciones, que son como rastros de los banquetes o comidas cotidianas de esos tiempos. La dieta, además de estas frutas consideradas exóticas por los extranjeros, incluía a su vez frijoles, zapallos, camotes (boniatos). Y sobre todo ingentes, productos marinos.
 
“No hay señales de que hayan consumido cuyes”, explica Novoa al referirse a la dieta de los habitantes de Caral. Es decir, no comían ni criaban la cobaya, un roedor de consumo habitual en la zona andina de Bolivia, Perú y Ecuador y frecuentemente usado sin clemencia en los laboratorios. Tampoco hay rastro de que hayan sido devotos de la carne de camélidos americanos (llamas, alpacas y otras especies). No, lo suyo eran las plantas y el mar.
 
Especialmente los peces. En una esquina de Vichama, uno de los asentamientos caralinos vecinos al mar, se comprueba al observar unas redes de pesca de cientos, o miles, de años de antiguedad. Parecen que aún funcionan, lo mismo que un anzuelo que sobrevivió a los siglos, y que en aquellos siglos perdidos habría servido para la captura de algunas especies. ¿Cómo es que estos ciudadanos milenarios llenaban su despensa y mantenían sus sociedades y sus familias?
Con la evolución de esta civilización, fue surgiendo una casta de sabios que sabían cómo manejar el ecosistema
“Había un cuidadoso tratamiento aplicado a la producción, conservación, almacenamiento y circulación de alimentos”, señalan los arqueólogos. Como en el caso del agua y la tierra, los productos diversos, marinos y vegetales se manejaban. El pescado, verbigracia, se salaba para ser conservado. Sobre todo si se trataba de la anchoveta, ese pececillo teleósteo de la familia Engraulidae, abundante en las aguas frías del océano Pacífico que baña las costas cercanas.
 
Shady y sus investigadores han determinado que este pescadito salado y algunos mariscos amontonados en cestas eran intercambiados por algodón de colores naturales. Los mamíferos marinos tampoco les eran extraños, al punto que algunos asientos ceremoniales están hechos de los inmensos huesos de cachalote. El mar era crucial, y a la vez era esencial saber cómo éste y otros ecosistemas evolucionaban y se transformaban.
 

Luchando contra el clima

Durante la COP 20, celebrada en Lima, Shady emitió una declaración contundente. Caral, de acuerdo a ella, habría sido “la primera ciudad sostenible a nivel mundial”. Desde hace 5.000 años, nada menos. Porque esa ubicación de la ciudad, ese manejo de las cuencas, ese cuidado con el agua y esa forma de almacenar los alimentos no podía ser casual. Sus habitantes sabían lo que hacían. Tuvieron, ya entonces, capacidad de observar e identificar los movimientos del clima.
 
De acuerdo a Novoa, con la evolución paulatina de esta civilización, “fue surgiendo una casta de sabios, de gente que sabía cómo manejar estos ecosistemas”. Ese privilegio les habría servido también para situarse en la cúspide la pirámide social, algo que parece notarse en la Ciudad Sagrada, donde son distinguibles casas más grandes, más pequeñas, espacios que parecen destinados a los sacerdotes y gobernantes, en tanto que otros son como callejuelas de pueblo.
 
Acumular ese poder, sin embargo, llevaba a esta clase a prever los avatares de vivir en este lugar semidesértico donde el agua no abundaba y había que ser previsor con la comida y la energía. Ya tenían una especie de seguridad alimentaria y, si lograron establecerla fue porque, a su tiempo y circunstancia, constataron que había fenómenos desbordados, como el que hoy se denomina El Niño. Hay indicios de que tuvieron que enfrentarlo corajudamente más de una vez.
 
El zapallo era parte de la dieta caralina. La seguridad alimentaria estaba basada en frutas, legumbres, verduras y sobre todo productos marinos.

 El zapallo era parte de la dieta caralina. La seguridad alimentaria estaba basada en frutas, legumbres, verduras y sobre todo productos marinos. ZONA ARQUEOLÓGICA CARAL

 Hoy mismo, en los pueblos vecinos saben que cuando aparecen ciertas especies como sapos o grillos es porque los cambios ambientales serán inminentes. El calor anómalo y la ausencia de especies marinas debido a la temperatura del mar es algo que les cayó encima en algún tiempo, al extremo que, como precisa Novoa, es probable que hacia el año 1.800 A.C. tuvieran que desplazarse a valles vecinos o a partes más altas, en donde el sustento estaba más a la mano.
 
“Tal vez parte de su declive se debió a que la dieta estaba anudada a especies como la anchoveta (que escasea cuando viene El Niño)”, anota el investigador. En Vichama hay un testimonio dramático de eso plasmado en unos frisos de barro, en donde aparecen unos personajes huesudos, desesperados, a los que se les pueden contar las costillas. En ese momento es probable que su diseño sostenible entrara en crisis, aunque sin duda lucharon por mantenerlo.
 
También supieron cómo manejar la energía del viento y el fuego, con el cual cocieron sus alimentos y montaron sus cultos, muy asociados a unos recintos que aparecen en varios lugares de la ciudad en los que se mantenían vivos unos fogones aparentemente sagrados. Para lograrlo, increíblemente ya conocían el Efecto Venturi, que sirve para reducir la presión de un fluido (el viento en este caso) al pasar por un conducto de diámetro más pequeño. Poco se les escapaba.
 
La eterna ciudad
Por si no bastara, las ciudades de Caral eran bastante asísmicas. Resistieron el paso de los siglos, cargados de terremotos feroces, gracias las construcción piramidal y a las shicras, que son como bolsas de piedras envueltas con cuerdas que. al producirse el movimiento. disminuyen su impacto. Usaron, por último, quincha —mezcla de troncos, cañas, barro y fibras vegetales—, un material que ante el evento telúrico dispersa las fuerzas y evita que proliferen los derrumbes.
“No hay indicios de que tuvieran guerras”, apunta Novoa, otro dato que abona la imagen de que fueron tan sostenibles que evitaron los conflictos generalizados. Lograron la cohesión social con estas prácticas, que requerían gran organización, y con una religiosidad asociada al fuego y a las jerarquías. Con una imaginación y una acción que hoy, siglos después, se tornan indispensables y que ahora parecen hablar desde esas paredes y escalinatas ancestrales que miran al cielo.

Video


Fuente: El País
Fecha de publicación: 01/07/2016



Magníficos hallazgos en Perú de la cultura caral

Un equipo arqueológico peruano ha desenterrado tres estatuillas, entre ellas la de una sacerdotisa, dos cabezas femeninas y numerosos relieves de personajes famélicos


Sitio arqueológico de Vichama
Las tres estatuillas halladas en el sitio arqueológico de Vichama.
© MINISTERIO DE CULTURA DE PERÚ
 
Sitio arqueológico de Vichama
Las dos cabezas de barro no cocido representan a una deidad o un arquetipo femenino de la cultura caral.
© MINISTERIO DE CULTURA DE PERÚ

Sitio arqueológico de Vichama
Friso en el que aparecen representados varios personajes famélicos.
© ZONA ARQUEOLÓGICA CARAL / MINISTERIO DE CULTURA DE PERÚ

La religiosidad primigenia de Perú está saliendo a la luz en el sitio arqueológico de Vichama, al norte de Lima, en la costa pacífica. Caral es la cuna de la civilización andina, tan antigua como la Menfis egipcia, y la cultura que floreció en esta ciudad sagrada está considerada la más antigua de América, al menos hasta la fecha. A lo largo del mes de junio, el Ministerio de Cultura de Perú ha anunciado una serie de hallazgos de unos 3.800 años de antigüedad que arrojan luz sobre una cultura remota, que sobrevivió en un territorio castigado por la sequía. El equipo arqueológico dirigido por Ruth Shady ha desenterrado tres estatuillas completas de barro no cocido, dos cabezas del mismo material y numerosos relieves de personajes famélicos que son una alegoría de la sequía, el hambre y la muerte que soportó esta cultura.
 
La expresión inquietante de las tres estatuillas no se ha borrado a lo largo de los milenios. La mayor, de unos treinta centímetros, representa a una sacerdotisa o chamana. La cabellera negra y larga le cae sobre los hombros, tiene el rostro pintado de blanco y punteado de rojo, luce un collar de cuentas, muestra los pechos y los genitales y tiene un total de 28 dedos en manos y pies. Las otras dos estatuillas, con veinte dedos cada una, representan a dos personajes de la alta jerarquía: un varón de cabellera dorada y con la pierna izquierda flexionada; y una mujer de cabellera roja, con los labios pintados de negro y en cuclillas. Las tres figurillas fueron depositadas a modo de ofrenda en dos cestas de junco encajadas y enterradas cuando se modificó la arquitectura de un edificio. Las cabezas también son de barro no cocido y representan a una deidad o un arquetipo femenino de la cultura caral. Se encontraban envueltas en un tejido con aplicaciones de plumas de color amarillo, azul y naranja, un hecho que evidencia la interacción existente entre Caral y las sociedades amazónicas, según Pedro Vargas, responsable de las excavaciones.
 
Por otro lado, se han excavado 34 relieves que ilustran los efectos del cambio climático ocurrido hace casi 4.000 años. "De ellos, el año pasado sólo se había encontrado una hilera de niños famélicos danzando con los estómagos vacíos. Para los arqueólogos, era una clara alusión a la escasez: no había qué comer", explica Óscar Paz en un artículo publicado en El Comercio. "En las excavaciones se hallaron restos de peces y moluscos que los ayudaron a aplacar el hambre", añade el mismo periodista. De las excavaciones arqueológicas en Vichama se pueden extraer dos conclusiones importantes: la mujer ejerció el poder en la civilización caral; y los vichamas resistieron a una situación de hambruna causada por un cambio climático.

Descubren la tumba intacta de una mujer de la élite de Caral Estaba enterrada en posición flexionada, envuelta en telas y con más de 400 cuentas de collar y cuatro prendedores de hueso.
Alec Forssmann
28 de abril de 2016


Huaca de los Ídolos
La Huaca de los Ídolos, situada en el sitio arqueológico de Áspero, es un edificio de forma piramidal, con plataformas superpuestas y una escalera central.
Foto: Ruth Shady / Zona Arqueológica Caral


Fardo intacto
El fardo ha permanecido intacto durante unos 4.500 años.
Foto: Ruth Shady / Zona Arqueológica Caral


Mujer de la élite
El cuerpo de la mujer estaba en posición flexionada. Un textil de algodón de color marrón envolvía el cráneo del individuo y otro textil de algodón cubría el cuerpo y los objetos asociados. Todo ello estaba envuelto, a su vez, por un tejido de fibra de junco sujeto por soguillas. El fardo fue depositado sobre una ofrenda, consistente en un cuenco de mate con tubérculos y semillas, se cubrió con una capa de ceniza y se tapó con tierra.
Foto: Ruth Shady / Zona Arqueológica Caral
Colgante de 'Spondylus'
Dije o colgante del género de moluscos Spondylus.
Foto: Ruth Shady / Zona Arqueológica Caral


Prendedor con forma de ave
Prendedor con forma de ave del litoral con engastes del mineral crisocola en los ojos.
Foto: Ruth Shady / Zona Arqueológica Caral



Prendedor con forma de ave
Prendedor con forma de ave del litoral con engastes del mineral crisocola en los ojos.
Foto: Ruth Shady / Zona Arqueológica Caral


Prendedor con forma de mono
Prendedor con forma de mono aullador amazónico.
Foto: Ruth Shady / Zona Arqueológica Caral


Prendedor con forma de mono
Prendedor con forma de mono aullador amazónico.
Foto: Ruth Shady / Zona Arqueológica Caral


La semana pasada se anunció el hallazgo de una tumba intacta de unos 4.500 años de antigüedad en el sitio arqueológico de Áspero, la ciudad pesquera más antigua de América, en Puerto Supe, a unos 180 kilómetros al norte de Lima. El entierro corresponde a una mujer de la élite de Caral, la civilización más antigua del continente americano, y ha sido hallado en la Huaca de los Ídolos, un edificio de forma piramidal, con plataformas superpuestas y una escalera central. "La mujer tenía entre 40 y 50 años de edad cuando murió, entre 1,48 y 1,58 metros de estatura, era diestra, con deformación craneal e indicios de parto. Presenta tres fracturas ante mortem que habrían sido ocasionadas por caídas", explica a este medio la arqueóloga Ruth Shady, directora de la Zona Arqueológica Caral.
Áspero es la ciudad pesquera más antigua de América y Caral es la civilización más antigua de América
El cuerpo de la mujer estaba en posición flexionada. Junto al cuello había 460 cuentas de collar, tanto circulares como tubulares, elaboradas con conchas de moluscos, además de un dije o colgante del género de moluscos Spondylus y cuatro magníficos tupus o prendedores de hueso. "El diseño de dos prendedores está basado en aves del litoral con engastes del mineral crisocola en los ojos; y el de los otros dos en el mono aullador amazónico", observa Shady. Un textil de algodón de color marrón envolvía el cráneo del individuo y otro textil de algodón cubría el cuerpo y los objetos asociados. Todo ello estaba envuelto, a su vez, por un tejido de fibra de junco sujeto por soguillas. El fardo fue depositado sobre una ofrenda, consistente en un cuenco de mate con tubérculos y semillas, se cubrió con una capa de ceniza y se tapó con tierra.
"Hace poco más de 4.500 años, durante la formación de la civilización Caral en la costa norcentral de Perú, el género femenino tenía acceso a posiciones relevantes en una sociedad cuyo sustento procedía de la agricultura y de la pesca. Esta dinámica económica promovió la interacción y el intercambio con gente de otras culturas e idiomas en condiciones de paz", reflexiona la arqueóloga peruana. "Hemos encontrado, con respecto a la posición social de la mujer, estatuillas de un personaje femenino, recurrente en varios sitios bajo la influencia de la civilización Caral, con rasgos en sus atuendos muy similares a los que usaron las coyas, las esposas de los incas, miles de años después y que evidencian el significado simbólico de estos rasgos en relación con la posición social", concluye.
NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui A vuelo
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