El país retoma la caza comercial de cetáceos después de que el año pasado anunciara su retirada de la Comisión Ballenera Internacional, aunque se compromete a cazar este año solo 227 ejemplares.
05 de julio de 2019, 12:32 | Actualizado a
Caza de ballenas en Japón
Unos pescadores izan un rorcual aliblanco a bordo de un pesquero en el puerto de Kushiro, en Hokkaido, el pasado 1 de julio. La embarcación fue una de las primeras en pescar ballenas después de que Japón decidiera recuperar la caza comercial después de más de 30 años.
Foto: AP
Despiece de una ballena
Unos operarios manipulan el cuerpo de una ballena recién cazada en Kushiro, una ciudad costera situada en la isla de Hokkaido, en el norte de Japón, antes de enviarla al mercado minorista.
Foto: AP
Carne de ballena a más de 30 euros por kilo
Carne de ballena a la venta en el mostrador de una pescadería de Kushiro, Hokkaido, el norte de Japón. La mercancía procedería de las dos primeras ballenas capturadas desde que el país reanudara la pesca de estos cetáceos después de más de 30 años de moratoria. La medida, muy criticada por las organizaciones conservacionistas, ha sido aplaudida el sector ballenero, preocupado, por otra parte, por la baja demanda del producto.
Foto: AP
Carne de ballena en un restaurante de Japón
Unos comensales come carne de ballena en el restaurante Mutsuko Onishi, en Tokuya, Osaka, el pasado 25 de mayo de 2019. La vuelta a la caza de ballenas contrasta con la caída del consumo registrada en el país, donde el año pasado solo se contabilizaron unas 5.000 toneladas destinadas al mercado nacional, una cifra que queda muy lejos de las 200.000 toneladas consumidas en 1962. El dueño del restaurante Onishi, de 76 años de edad, tuvo que cerrar el establecimiento ese mismo día, después de 50 años de servicio.
Foto: AP
En 1986 la Comisión Ballenera Internacional acordó una moratoria internacional para la caza y la comercialización de ballenas, una decisión que respondía al declive de numerosas especies de estos cetáceos, algunos de los cuales se encuentran en peligro de extinción debido a la pesca indiscriminada que había sido practicada durante decenios. El acuerdo fue respetado, no sin reticencias, por las principales potencias del sector, entre ellas Japón, Noruega e Islandia. Pero el año pasado Tokio anunció su retirada después de que la organización internacional desestimara su petición para permitir la caza de aquellos cetáceos que las autoridades japonesas consideran abundantes, como el rorcual común, el aliblanco o de Bryde.
La decisión de Tokio se hizo efectiva el pasado domingo 30 de junio, cuando varias flotas pesqueras volvieron a hacerse a la mar en busca de ballenas. El Gobierno, eso sí, se ha propuesto cazar un número limitado de cetáceos, que han cifrado en un total de 227 ejemplares, 52 de la especie aliblanca, 150 rorcuales de Bryde y 25 rorcuales comunes, una cuota autoasignada que, según las autoridades japonesas, ha sido calculada para que estas especies no se vean afectadas en caso de mantener el mismo ritmo de pesca durante unos 100 años.
Desde el gobierno japonés han elaborado una lista con la cantidad máxima de ballenas que se pueden pescar este año para que no se vea afectada la biodiversidad de cara al futuro
Las críticas a esta decisión no se han hecho esperar. Coincidiendo con la celebración del G20 el último fin de semana de junio, numerosas organizaciones ecologistas alertaron de las consecuencias que el incumplimiento de la moratoria tendría para las poblaciones de cetáceos, unos animales con un ciclo de reproducción muy lento.
Una decisión inadmisible
"Es inadmisible que en pleno siglo XXI Japón haya reabierto la caza comercial de ballenas, y todo para alimentar una industria que no cuenta ni con el respaldo de la población del país, que cada vez consume menos carne de este cetáceo", afirma Luis Suárez, responsable del programa de especies amenazadas de WWF España, quien considera imprescindible "parar esta matanza y abordar otras amenazas que ponen en riesgo a las ballenas y otros cetáceos, como la contaminación del océano, las colisiones con embarcaciones, la pesca accidental o el calentamiento del planeta".
Cetáceos amenazados
Según reza el informe del Instituto del Bienestar Animal (Animal Welfare Institute por sus siglas en inglés), la moratoria internacional del comercio de ballenas ha conseguido salvar a algunas especies de la extinción en los últimos 30 años, aunque en todo este tiempo numerosos países, entre ellos Noruega, Japón e Islandia, han seguido cazando cetáceos con una supuesta justificación científica. La organización calcula que los tres países han acabado con 38.539 ejemplares desde 1986, fecha en la que se aprobó la moratoria.
Caída del consumo
La vuelta a la caza de ballenas contrasta con la caída del consumo registrada en el país, donde el año pasado solo se contabilizaron unas 5.000 toneladas destinadas al mercado nacional, una cifra que queda muy lejos de las 200.000 toneladas consumidas en la década de 1960. Las ballenas prácticamente han desaparecido de la gastronomía nipona, según informa Nippon.com basándose en datos del Ministerio de Agricultura y Pesca del Gobierno Japonés.
Tokio justifica la decisión en la tradición ballenera. Sin embargo, cabría recordar que el país únicamente registró un consumo elevado de carne de ballena durante los años de escasez posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando el Gobierno encontró en estos cetáceos, cuya carne se vendía enlatada, una solución barata para garantizar el suministro alimentario, especialmente en los comedores escolares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario