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sábado, 22 de febrero de 2020

FLORENTINO GALVEZ SAAVEDRA : REVISTA FOLKLORE - SEGUNDA y TERCERA EDICIÓN .- NOVIEMBRE y DICIEMBRE 1,942 .- AÑO: 1 .- N° II y III .- EDITORIAL Y HOMENAJE PÓSTUMO AL ARTISTA THEODORO VALCÁRCEL CABALLERO........

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con la difusión de los reportajes publicados en la Revista Folklore - Segunda y Tercera Edición . Noviembre y Diciembre 1,942 - Año 1 - N° II y III, bajo la dirección del poeta ayabaquino Florentino Gálvez Saavedra, más conocido en los ambientes literarios como : Florencio de la Sierra.
Hoy publicamos los reportajes y artículos, publicados en la Revista Folklore, que esta vez corresponde a la Editorial y un amplio reportaje de homenaje póstumo al artista Theodoro Valcárcel Caballero.

Firmaba todos sus poemas con el seudónimo de "Florencio de la Sierra", pero en realidad era el profesor FLORENTINO GALVEZ SAAVEDRA, nacido el 14-03-1903, Publicó entre otros libros de poesía: “Aúllan los perros” (1951) con portada del artista plástico Essquerriloff, “Capullos de Rocío” (1959) con portada de César Calvo de Araujo, y “La Danza de las serpientes” (1963) con portada de Raúl Vizcarra. Fue Director de la Revista Folklore, que se publicó por primera vez en Setiembre de 1,942; murió en Lima;  el 17 de noviembre 1964. Su existencia real fue después de 61 años vividos en su tierra natal, Lima, Piura, Bolivia y Chile. Foto: Cedida por Rosa Hortencia Morocho Sánchez.

Este es el logotipo de la Revista Folklore, con el que se editó las obras del poeta Florencio de la Sierra
Foto: Archivos del Blog: A Vuelo de un Quinde.

Aquí en la imagen observamos la primera página de presentación de la Revista Folklore, correspondiente a la II y III Edición de los meses de Noviembre y Diciembre del 1,942. Cuya imagen dice: Indice perfecto de la raza que, habita de gloria, al pié del Ande, se tendió a soñar, derrota este indio con su gesto a cuantos de él han hecho y hacen figura de pastiche. La nobleza de su expresión revela el templo propio de los hombres de nuestras serranías. Su mirada aquilina gustosa de alturas, parece otear el horizonte, y penetrarlo, mientras los labios, entreabiertos, se beben la alegría de un provenir risueño que se desgrana de promesas.

Aquí en la imagen observamos a la página editorial de la Revista Folklore, correspondiente a la Segunda y Tercera Edición de los meses de Noviembre y Diciembre del 1,942.
Nota Editorial.

           Hemos mirado con verdadera simpatía, el pedido formulado el 21 de noviembre, en su respectiva Cámara, por el Senador Zapata sobre la exoneración de pago postal  de los impresos nacionales.
Es indudable que de la mayor circulación de esos impresos, con contenido científico, artístico o literario, depende de gran parte, el porvenir cultural del Perú. La contribución postal impuesta a los órganos de publicidad que se editan en el país, dificulta la circulación de los mismos y debe abolirse, a fin de que los beneficios de la lectura lleguen a las más remotas regiones del Perú.
           Nos asociamos, pues, al pedido del Senador por Piura, esperando merecer la atención de quienes corresponde, para que se libere de éste género de limitaciones económicas, la difusión de los órganos de cultura, correspondiendo, así al mayor adelanto de la nación.
              Con esta oportunidad, queremos dejar establecido que la publicación de esta revista está muy lejos de obedecer a fines meramente comerciales, puesto que nuestro principal empeño es cimentar una cultura definidamente peruana, aunque para conseguirlo tengamos que imponernos la más ardua lucha, pues empieza a surgir resistencias opuestas por determinados elementos europizantes para quienes la única fuente de cultura es la vieja Europa y lo único atinado para el progreso nacional, la total asimilación de esa cultura importada.
             Sin desconocer el valioso aporte de los pueblos extranjeros, de España y Francia en especial, a la formación de nuestro espíritu y cultura, discrepamos enteramente de opinión con tales elementos. Estudiamos, acogemos y utilizamos las manifestaciones folklóricas de las diferentes regiones del Perú para crear arte o literatura, por que nos asiste la convicción de que sólo con el conocimiento íntimo de lo nuestro, llegaremos al de nuestros múltiples problemas, para resolver en armonía con nuestras propias modalidades psicológicas y nuestras propias aspiraciones de mejora y engrandecimiento.
          La actualización de nuestro folklore, aportará importante contribución a ese conocimiento indispensable, ya que lo folklórico es la raíz secular de nuestras manifestaciones espirituales, la médula viva de nuestro substrato sociológico, la floración espontánea de nuestra vena artística, el resultado del afán cognoscitivo popular.
Busquémonos, encontrémonos y sólo entonces tendremos cultura igual y propia.

SUMARIO DE LA REVISTA FOLKLORE :

MUSICALÍA DE THEODORO VALCÁRCEL
Por
Emilio Vásquez

Conferencia sustentada en la Asociación Nacional de Escritores, Artistas e Intelectuales del Perú, en la noche del 23 de mayo  del presente año, con ocasión del homenaje póstumo que esa entidad rindió a la memoria del artista prematuralmente desaparecido.

A Antonio Garland y Carlos Raygada, que tanto quisieron al gran músico.

Nos hallamos ante un caso palpitante en la memoria de los días: el deceso de Theodoro Valcárcel, deceso que no tendría, acaso, justificación alguna si formulásemos ante alguien un interrogatorio y un análisis  de los designios de lo inaprehensible. Cuando más falta hacen los artistas de calidad, los auténticos motores de la emoción y, por lo tanto, los orientadores del pensamiento, se van uno a uno para no volver.
¿Es qué protestan con su actitud ante el estado de quiebra de los valores humanos en que se halla el mundo?
¿O es que los valores de la Idea y de la idealidad están en contra de si mismos y en contra, por consiguiente, de los objetivos del vivir?
Mi participación en esta velada de recuerdo de la personalidad de uno de los máximos artistas del Perú (que así lo fue Valcárcel) no tiene significación oficial alguna; ni siquiera tiene el propósito de una insinuación consagratoria del valor artístico, ya definido e indiscutible, de Theodoro Valcárcel. Hago uso de la palabra sólo por razones de comunidad de apreciaciones en materia de arte peruano en primer término, y del altísimo valor de la cultura después. La manera desordenada de mi exposición justificará, pues, como veréis en seguida, el homenaje póstumo que el espíritu rinde a su augusta y entrañable memoria.
Tanto y tanto se dicho acerca de la muerte; tanto y tantísimo se ha escrito sobre ella, que sólo se ha conseguido hacerla cada vez más y más sombría e implacable. Cuando la torva forma se cierne sobre los hombros de un ser humano llamado a trasponer los límites de los tiempos, esto es, de una suma de valores realizados en una personalidad cumbre del grupo social, es que advertimos en el matizado prisma que encarna la existencia y en la gama de hechos que determina por si sola la muerte. Por eso alguna vez se dijo: Aquí se repite, creo yo, co oportunidad que hay unas muertes que no tienen razón de ser. Malgrado todo ello, la muerte posee, aparte de otros características delimitantes, estas más: o borra para siempre con su impreciso difumine las vidas que en el mundo fueron sólo una presencia o glorifica a las que, al contrario, fueron veneros de acción fecunda.
El deceso de Theodoro Valcárcel es un hecho  insólito del Destino, esa fuerza que nos maneja y nos gobierna a su antojo, a pesar de todas nuestras protestas. Sigamos creyendo, no obstante, que una manera efectiva de protestar ante ella es morir en plena ejecución del trabajo vocacional que le hubiera tocado a uno llevar a cabo en la vida; aún más, y como por añadidura, morir joven y en pleno proceso de creación. Este es el caso de Theodoro Valcárcel, un artista de alta calidad, que desaparece prematuramente del escenario de los vivos.
Las personas superviven a los tiempos con el estímulo de su nombre, debido a la suma de los valores humanos que hubieran representado y por el rango cualitativo  de su obra de bien, de justicia o de belleza. Los pueblos adquieren caracteres de personalidad histórica sólo debido a los pilares de la cultura que ellos hubieran plasmado en el devenir de los tiempos. La forja colectiva es, por eso, la cumbre de los esfuerzos creadores de la individualidad.
Pues bien; es oportuno entrar ahora a tratar, siquiera someramente, y a manera de buceo artístico en la obra musical de Theodoro Valcárcel. No me propongo hacer con ello un análisis critico, ni una exégesis, de la forma y el fondo de la música de Valcárcel. No soy músico ni profeso el oficio de criticar. Vivo aún el dolor y fresco el recuerdo de ese gran corazón que fue Valcárcel, estas cuantas ideas mías sobre su personalidad creadora, no tienen sino el carácter de la consiguiente provisionalidad de lo que puede decir un sólo casi aficionado a la divina arte.

LOS ESTÍMULOS MIÉLICOS

Se ha dicho que la música constituye el símbolo más alto de la expresión artística de la humanidad. Ella será, por lo tanto, la más noble de las creaciones espirituales. Quienes propugnan esta tesis no andan equivocados. De todas las artes, es sin duda la música la que más inmediatamente mueve los ánimos y los encamina hacia la quietud sedante o hacia las exultaciones y los hechos heroicos.
Por lo menos existe la evidencia de que la música es el elemento estético que lleva más de inmediato a la captación y la simpatía del observador. Ella concurre por consiguiente, a al formación del juicio individual acerca de los temas particulares del arte pánico. Esta fase primaria que va formando el gusto musical del individuo, va formando también las "agrupaciones melómanas" locales hasta llegar a estructurar el gusto musical de los pueblos.
La cultura musical en el Perú --- todos lo sabemos --- está en un estado de infancia. Casi todas las manifestaciones espirituales se hallan en las mismas condiciones. Pero la elevación y vertebración de ellas va operándose bajo los mejores auspicios. Tiene que llegar el momento, dentro de la evolución histórica en que cada entidad social sea dueña de sus destinos estéticos y de sus propias realizaciones internas. Esto equivale a decir que el proceso artístico y cultural de los pueblos llega poco a poco, diríase con naturalidad biológica, a su mayor edad, puesto que para ello cuenta siempre con los elementos vitales más preciosos: el incentivo de las tradiciones raciales, el estímulo de la emoción folklórica, sabiduría del pueblo, y el anhelo de un futuro nacional fundado en el gran principio de los ritmos históricos.
La vida incaica, en efecto, nos ha dejado un brillante acervo pentafónico; y más que eso, y como para sustento de las artes líricas, un restallante venero de oro melódico. Ningún país indoamericano, seguramente, tiene como el nuestro este evidente e innegable espíritu musical, tan profundamente propenso a la ternura, al cantar espontáneo, a la expresión del verdadero sentido vital, y con tanta y tanta capacidad de expresión romántica. La pentafonía peruana, o mejor dicho indígena, ya lo dijimos en otras ocasiones tiene sus orígenes en dos cuestiones básicas: el paisaje cósmico y las manifestaciones del espíritu de la raza.
Dos factores que dan lugar a la consistencia y la perdurabilidad de la expresión estética de los diversos grupos étnicos que pueblan la tierra, son en todo caso el paisaje local y los desplazamientos anímicos del hombre. Es por eso que la música significa en su sentido íntimo y remoto el lenguaje del alma humana en sus relaciones con el mundo circundante. Paisaje y hombre motivan siempre el tema. El realizador estético es el artista, es decir, el mismo hombre, parte componente del paisaje entendido, también, como conciencia. Pero ese hombre ha de estar dotado de un temperamento especialmente predispuesto a la interpretación. Será. como más o menos diferencia, una antena, a la vez que un propalador de la mayor eficacia. Tanto más valiosas serán sus captaciones, sus interpretaciones y sus creaciones, cuanto más aportes de ciencia musical posea el artista. De allí la creación, de allí la inventiva y la originalidad en la arquitectura de la obra artística; más no esa que brota, como por milagro, de las mentes dadas por entero a la fantasía.
Hay que pensar bien  en que la invención propiamente dicha no existe en el terreno del pensamiento y las realizaciones rítmicas del intelecto. Lo que si existe es la originalidad, es decir, el estilo propio, el sello personal y la autenticidad, o mejor dicho, el tono del alma y el cuerpo ancestrales. Los artistas y los creadores originales son aquellos que imprimen a su obra la condición esencial de conmover al circundante.
Valcárcel, justamente, ha hecho eso, obra de creación, obra de originalidad, obra de conjunción humana primero y de unidad nacional después. Para lograr eso estudió la ciencia concordante del sonido, lo formal de la música, por que la creación es propia del estudio, del sudar diario en la angustia de forjar con los mejores elementos de la técnica el oro que emerge de los subsuelos de la "fabla popular", esto es, de la dispersión folklórica espontánea. No puede haber, pues, creación artística perdurable, si ella no está amasada con las fuerzas primarias del aliento terrígeno y con la emoción del propósito creador.

LA OBRA

Teníamos desde ya en Valcárcel no el niño pródigo (en las manifestaciones artísticas no hay prodigios), sino el caso del músico vocacional, el sujeto que desde su esencia íntima hasta su armadura corporal, estaba destinado, naturalmente, a ser músico; es decir, el artista del sonido, en la más noble acepción del término. De Valcárcel se puede decir, como se dijo del poeta André Chenier: "Éste al menos, no mentía".
Pero, en fin de cuentas: ¿Qué es el artista? En la facultad inventiva de la especie humana, el artista es la creatividad misma, siendo ésta, a su vez, el equilibrio de la armonía cósmica captada por el sujeto, el que, cirniéndola en las reconditeces de su alma, la confronta con las finalidades culturales  de su pueblo y las sopesa, las aglutina y resuelve con los menesteres técnicos de la creación estética que persigue el hombre en su afán de bienestar social. Y sino, veamos si la eternidad de los pueblos de pretéritas épocas, no es el resultado de los grandes esfuerzos de los hombres del pensamiento en la obra de búsqueda  de profundas y duraderas emociones.
Las artes líricas, así como las plásticas y la filosofía (estudiando esta última el origen, la trayectoria y las consecuencias de aquéllas) resistirán tanto más el embate de los tiempos cuando mayor sea la carga de emoción nacionalista que llevan en sus estructuras. Tal ocurre con las artes y la cultura helena en general, y de las occidentales o europeas en particular. Sin embargo, de existir en ellas una unidad ecuménica innegable, existen también líneas que acusan una fisonomía inconfundible.
Las trilogías de Wagner y las sinfonías de Beethoven, las polonesas de Chopin y los valses de Straus, las rapsodias húngaras de Brahms representan, salvando circunstancias de tiempo y espacio, lo que representan los cantos homéricos, las tendencias nacionalistas o las concepciones particulares del vivir hondo de los pueblos del Viejo Mundo. Y son eternas por dos cosas: por el sentido tradicionalista de cada una de las partituras y por que en ellas palpita el genio del hombre o los hombres que les dieran vida. De ahí el artista, de ahí el creador, o dicho de otra manera, el sujeto que sustenta con la floración de los jardines de su alma, el mensaje de una agrupación humana con raíces nacionales.
¿De dónde viene la música de Theodoro Valcárcel? ¿En qué elementos subjetivos u objetivos reside el estilo, el reactivo emocional, la fuente de inspiración?
El elemento de inspiración pánica de Valcárcel reside, afirmemos una vez más, en su emoción profundamente térrigena, rural, aborigen. El estímulo de la obra está en la esperanza que ciframos todos para el arte peruano. Los reactivos son el wayno, el jarawi y la wiphala.
Pero, la verdadera fuente de inspiración y discernimiento de los documentos previos, es el mundo "titikaka".
Valcárcel, significa en este caso la plasmación del músico peruano más cuajado; es el esfuerzo mismo por la institución de la cultura artística del Perú. Esto no quiere decir, sin embargo, que Valcárcel haya llegado al pináculo de las inspiraciones artístico-culturales del país, pero si era el mejor esbozo, el hito más original que puede hallarse en el panorama de la música peruana. Visto con el criterio de las aplicaciones estéticas a la fenomenología social, es evidente que en él, se realizable el mestizaje de todos los factores que concurren a ennoblecer y actualizar la vida nacional.
Con las suits y los ballets de Valcárcel, que ostenta títulos netamente vernáculos, se prosigue una franca y sana reacción musical nativista en el Perú, iniciada desde tiempos ha por el maestro Daniel Alomía Robles, reacción que, por cierto, no es esa otra terea xenofobia contra los autores y las facturas del tango llorón y cursi, ni contra el alocado y concupiscente ritmo afrocubano.
La de Valcárcel  es la contribución y continuidad en la creación pacífica de la cultura peruana, esto es, el afán reivindicativo de los valores estéticos autóctonos, hecho que significa, al mismo tiempo, conquista emocional del fárrago citadino por medio de la expresión ruralista del pueblo peruano. Hagamos un realismo artístico con los elementos autóctonos y europeos y habremos hecho obra perdurable, como la hecho Valcárcel. Nadie como él, seguramente, ha aprovechado con tanto acierto para sus afanes presinfónicos, el espíritu rural del arte peruano y los recursos de la ciencia musical, que él estudiara tan esmeradamente en los centros europeos e capacitación profesional. La pronta difusión y popularidad de la música de Valcárcel está en el aliento campesino que los públicos concurrentes a conciertos encuentran en su música. Un pueblo eminentemente rural no puede manifestarse, en cuanto se refiere a su expresión artística, más que como se expresa cotidianamente; en tono menor, en sintaxis popular, si cabe expresarlo así.

EL PORVENIR 

Es preciso que nuestro arte siga el realismo iniciado con facilidad en América, máxime si se comprueba en estos momentos un evidente estado de diáspora en la cultura occidental. Señores de criterio cerrado, tributarios unilaterales de las culturas foráneas, contribuyen al epidérmico menosprecio de lo propio. Temen volver a los agros nativos, arguyendo con esa infantilidad colonialista que en sus emanaciones no se halla universalidad. Cuando aquellas artes nacieron ¿Tendrían la suficiente forma y el fondo universales?
Es cierto que el arte falto de caracteres de universalidad, no es arte completo; pero lo será en el tiempo cuando su arquitectura responda a las leyes estéticas de lo bello de la creación artística. Además,  todos saben que en las artes líricas, lo primero es lo folklórico y después con la experiencia, lo propiamente estético. El hombre --- ya sabemos de sobra --- es la conciencia misma del dolor o del goce, de la vida en si y del ritmo universal; por ser precisamente eso, es invariable bajo todos los climas, así que las latitudes geográficas difieren más de otras. El cielo, decía un autor, a pesar de ello, será siempre uno en su contenido absoluto, aunque varios en sus matices y sus cotidianos amaneceres.
Lo fundamental y necesario para el arte peruano del futuro, está en la presencia del genio, de esta fuerza consciente capaz de unificar y sintetizar dispersas fuerzas cósmicas, sociales y, acaso, individuales de emoción trascendente. Valcárcel hizo esto y mucho más: de ahí que su obra concite siempre la glosa y el aplauso de los públicos, simples melómanos hoy, pero múltiples en la cultura mañana. El artista se había propuesto ir a la América por las vías de la música formal y por América llegar a la Humanidad toda, Estaba, pues, en el mejor de los caminos de la universalización de las notas folklóricas de nuestra patria, de esta patria que está alcanzando el verdadero sentido de peruanidad.
Cuando el tiempo haya recogido y valorizado el contingente de la obra musical de Valcárcel, se dirá con justeza de términos y conceptos de la cabal justificación, si no es de verdad que en él teníamos al músico en auténtico trance de creación.
A los seis años ya lo teníamos tocando el piano, bajo la conducción inapreciable de manos maternas. A los doce años de edad, dando ya un concierto en su suelo natal, en Puno, la ciudad del Lago Sagrado, donde el paisaje es, acaso, el más maravilloso del mundo, y la música y la coreografía nativas, las más ricas de América. A los catorce años, nos dice su biografía, es enviado por sus padres a Europa, a estudiar e imbuirse de ciencia musical bajo la dirección de maestros insignes. Concurren a su formación profesional: Vicenzo, Schieppatti, Pedrel y Busoni. Estos hechos son harto reveladores de la formación de la futura personalidad del artista; y al son en grado apreciable, porque del estudio de todo se desprenderá, otro día, el edificio espiritual que representa Theodoro Valcárcel en el mundo del arte perdurable.
Sus conciertos en las capitales de las diversas naciones europeas siempre versaron sobre música peruana, o, por lo menos en la mayor parte. En Madrid, en Sevilla, en París, despertaron, ocasión tras ocasión sus interpretaciones de la música de Nuevo Mundo, grande interés concitando como era natural nutridos aplausos. Entre las felicitaciones más relievadas contó Valcárcel con una muy entusiasta y cordial de un Rey, es el del entonces Alfonso XIII.

FOLKLORE

Rinde homenaje
a

Theodoro Valcárcel, quien ha dejado grabada en la acústica universal el alma de las melodías peruanas.

EL ALMA ABORIGEN 

En la música de Valcárcel se halla siempre, inconfundible y persistente, el tono indígena, el acento auténticamente nativo, el "genius loci", que dirían los latinos, es decir el wayno, la wanca, el yaraví o jarawi de la pentafonía indoamericana, vale decir, el pasado de nuestro pasado, perenne en la tradición de la vida vernácula y el anhelo de una cultura nacional amasada con los elementos imponderables del tiempo y del espíritu creador de la raza. Todo lo objetivo, lo subjetivo e inasible, lo unánime y lo animado, lo material y lo espiritual; todo esto que vemos y no vemos y que constituye el paisaje peruano y el incentivo artístico, propició la creación y la orginalidad de Theodoro Valcárcel. He ahí la resonancia de su nombre y su obra.
Cuando el autor de las "Meditaciones Suramericanas" arriba al mundo altiplánico, contempla anonadado el panorama titikaka, se sumerge en el silencio límpido de su paisaje se abluciona --- si cabe decirlo --- en las aguas del Lago Sagrado y exclama: "nada hay comparable en el mundo como esta zona del planeta, habitada aún por una humanidad que está allí donde se acabaron los antepasados europeos de 30,000 años atrás".
Para Keyserling el mundo aymara (en donde  nació y floreció Valcárcel) es todo un paisaje provisto de conciencia. El panorama cósmico parece moverse al impulso de fuerzas que, en realidad, fueran un espíritu de extraños soplos estelares. Distingue, así, el primitivismo de esta raza pujante, juvenil por la renovada y promisoria y germinativa de un nuevo sentido de la vida social, y de otro --- también nuevo --- de los fines de la vida humana.

PAISAJE AMERICANO

Con la gran intuición que lo caracterizara, Spengler: advierte las primeras notas de una cultura americana, así, general por su sentido ecuménico a la par que nacionalista, debido a su expresión típica. Valcárcel comprendió bien este problema y se sumó lleno del más franco optimismo a la obra de las realizaciones estéticas. "Esta cultura será --- afirma el gran filósofo de la Historia --- el brote espontáneo del suelo y el genio autóctonos, la subjetivación del sentido íntimo, profundo de su vida social y de su futuro cuyas primeras manifestaciones se perciben con gran claridad".
Es indudable que la cultura americana del futuro ha de tener, a manera de médula vertebral, el alma inequívoca de la raza aborigen; ella constituye el cimiento, o mejor la sangre, del edificio social americano de la actualidad. Lo indígena es el alimento irrenunciable, el motor de todo movimiento humano que tienda a hacer del hombre un paradigma de la vida brillante y justa.
Pues bien. Si recorremos la historia de cada uno de los distintos pueblos del Orbe, y recorremos también el proceso de la cultura mundial, constataremos luego que es precisamente lo autóctono, lo racial, "el numen de los lugares", lo que le da a una determinada expresión artística valor estético perdurable y significación, por lo tanto, social de grandes contornos. En tratándose del Perú, dos cosas históricas le imprimen valor innegable a la historia de la civilización social tawantinsuyana, que dio origen a los ciclópeos momentos arquitectónicos incaicos y la repercusión, en el tiempo y el espacio, de las notas de la música indígena. Spengler siente estos valores sociales, estos aportes del espíritu y el discernimiento del hombre americano --- peruano diríase mejor --- cuando se dice que en esta parte del globo terrestre, llamada el Nuevo Mundo, está naciendo una cultura de grandes proyecciones para el concierto de la vida mundial.
Pero las grandes obras, según lo expresan sus autores, implícita o explícitamente, son consecuencias de una identificación de la infancia con el medio ambiente por un lado y con lo geográfico por otro. Como tal vez ningún otro autor de la verdadera música, en el Perú. Valcárcel es el mejor interprete del paisaje, del  hombre y de la tradición terrigenea que éste nutrió, que le dio vida y contenido espiritual. Por eso el país en el cual transcurrió su infancia se hace presente con la insistencia tal vez, en cada una de sus partituras, acaso, en cada compás, acaso en cada nota. En la obra del artista destinado a la perennidad se advierte de inmediato y con caracteres inconfundibles un aliento a la autoctoneidad y un vaho a la tierra propia. Es así que en los poemas sinfónicos que se denominan "Suray Surita", se puede constatar  un auténtico aliento de peruanidad, es decir un afán incesante por hacer patria.
Al comenzar esta conferencia dije que la muerte, en todo caso, o sepultaba definitivamente la mera existencia física de algunos hombres o glorificaba a los que en la creatividad vital fueron hitos fecundos en el proceso de perfeccionamiento de la cultura. En la presente ocasión, unos instantes de reflexionar íntimo nos hará saber si con Valcárcel pierde o la cultura nacional uno de sus puntales arquetípicos más serenos. En todo caso, las palabras del tiempo nos dirán su juicio, sereno y sin precipitaciones acerca del valor artístico que representa Theodoro Valcárcel en el panorama del arte peruano.

NOTA.-

Musicalía de Theodoro Valcárcel: es una fiel copia de la original que fue publicada en las ediciones II y III de la Revista Folklore, correspondiente a los meses de Noviembre y Diciembre del 1,942.

APORTES ADICIONALES :

Theodoro Valcárcel Caballero (Puno19 de octubre de 1902-Lima20 de marzo de 1942). Está considerado entre los compositores peruanos musicales más prominentes del siglo XX.
Fue hijo de Teodoro Valcárcel y de Asunción Caballero. Habiendo concluido su educación primaria en el Colegio Nacional San Carlos en su ciudad natal, se trasladó a la ciudad de Arequipa, donde inició sus estudios de Piano con Luis Duncker Lavalle; pasó luego a Lima en 1913 viajando posteriormente para estudiar música en MilánItalia. Visitó también Barcelona en 1916, de retorno hacia Sudamérica estuvo por corto tiempo en La Paz, regresó a Puno, visitó el Cuzco y nuevamente Arequipa, antes de establecerse en Lima. Conquistó los aplausos con el estreno de una composición coreográfica titulada "Sacsayhuamán" en 1928, ese mismo año triunfó en gran escala en la Fiesta de Amancaes. Enviado por el gobierno de Augusto B. Leguía en 1929, representó al Perú en la Exposición Iberoamericana de Sevilla y en los festivales sinfónicos organizados en Barcelona con motivo de una exposición internacional.
En ambas oportunidades fue aplaudida su obra "Suite Incaica"; y la crítica acogería luego favorablemente los recitales que ofreciera en ParísLondresBerlín y otras ciudades europeas. Retornó al Perú en 1931 y fue nombrado jefe de la sección de Bellas Artes que pertenecía al ministerio de educación pública y luego en 1939 del Instituto de Arte Peruano creado en el Museo Nacional. Su principal composición es el ballet "Suray Surita", del cual publicó en París de ese mismo año, una selección de doce danzas inspiradas en el folklore indígena y en las cuales lograría una personal elaboración de la temática pentafónica. Dejó inéditas aproximadamente cuarenta y cuatro obras, ejecutadas con aplauso sonoro por la Orquesta de la Sinfónica Nacional del Perú.

Obras musicales

  • "Q'achampa"
  • "Suray Surita"
  • "Danza del Hechicero"
  • "Ritual y Danzas"
  • "La Sonata India"
  • "In senso di fioritura"

ESTAMPAS DEL BALLET SURAY SURITA

  • Bailan los llameros
  • Ritual i danza
  • Danza imperial
  • Granizada
  • El cortejo nupcial
  • Danza del Hechicero
  • Los balseros
  • H'arawi de amor
  • Canto de cosecha
  • Ayarache
  • Las tejederas
  • Encentadores montaneses

31 CANTOS DEL ALMA VERNÁCULA

  • K’usiy kuna
  • Sonqo loulo
  • Hanac kama
  • Selui´j pampa
  • Q’ori kenti uj
  • Miski ruru
  • Urpicha yau
  • Sankayo-ta
  • Haylli taki
  • Tarukita
  • Allqamari kanki
  • Tikata tarpuy niykichu
  • La vicuñita
  • Imana p’uncha
  • Wakayniy
  • Puhllay
  • Suray surita
  • H’acuchu?
  • W’ay
  • Apu kuyapayac
  • Alau iguyeco
  • Yraka kûya-wi
  • Tristes ecos
  • Condorcitoy
  • Amyan Tutta
  • Tungu tungu
  • De las cordilleras
  • Yumkapi waqay urpicha
  • Kantuka kamtati ururi
  • Tuku
  • Chililin uth’aja

https://es.wikipedia.org/wiki/Theodoro_Valc%C3%A1rcel
WIKIPEDIA.

Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
ayabaca@gmail.com
ayabaca@hotmail.com
ayabaca@yahoo.com
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8 comentarios:

Albeiro Espinal Jaramillo dijo...

Bueno

Silvia Carignano dijo...

Me gustó

Nelly Elena Chavez Caballero dijo...

Excelente Guille muchas gracias siempre te seguimos felicidades amigo

Marina Rojas- Higa dijo...

Excelente

Doralcira Llacsahuanga Yangua dijo...

Muchas gracias amigo Guillermo por compartir tus conocimientos y temas de gran interés, que DIOS te bendiga, un abrazo.

Hipólito Gómez dijo...

Excelente seguimiento e investigación de la literatura peruana...

Llacsahuanga Dora dijo...

Felicidades amigo Chemita, es usted un gran hombre rico en sabiduría, gracias por compartir interesantes experiencias, y otras cosas que alimentan el alma. Bendiciones y que siga adelante con muchos éxitos, un saludo. 🙏🙏💪

Llacsahuanga Dora dijo...

FELIZ DÍA DEL POETA CON EL CARIÑO DE SIEMPRE, QUE TENGA UN FELIZ DÍA.
FELICIDADES PARA TODOS LOS POETAS.