Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con la historia de La Casa de la Loma tiene un Fantasma, y como informamos en el capítulo anterior; Elvira Yanayaco Morocho, más conocida como la "Viuda de los 12 apóstoles", había llevado como invitado al bandolero Rogelio Campos; ellos van al potrero grande, llevando 03 acémilas al pasto, en el trayecto hubo amplio diálogo, incluso muy íntimo, donde Elvira se ofreció como su amante al bandolero Rogelio, pero éste la rechazó por segunda vez, temiendo convertirse en el marido 13, un número malévolo y fatídico según las creencias; posiblemente lo más acertado que ella lo mate, tal como lo hizo con sus 12 maridos anteriores, por su puesto nunca se pudo probar que ella los asesinó, pero todos murieron dentro de su casa....
Aquí en la imagen observamos una típica casa en la Comunidad Campesina de Socchabamba, Ayabaca, Piura, Perú; es una construcción de adobe con techo de tejas rojas y a dos aguas, sobre el techo distinguimos un fantasma que viene a ser el "El Rey de las Tinieblas" : Satanás, seguido de vampiros y una siniestra sombra negra que rodea al misterioso personaje satánico, para comprender la narrativa de la obra literaria: "LA CASA DE LA LOMA TIENE UN FANTASMA", esta imagen será nuestro símbolo de identificación y el logotipo en creación, impresión y distribución literaria. Con reconocimiento de derechos de autor, con Partida Registral Nº 00393-2010, Asiento 01, con fecha 27 de marzo de 2010 por INDECOPI.
Este es el símbolo de Marca Perú, que distingue para todos los productos elaborados por peruanos.
Elvira Yanayaco Morocho "Viuda de los 12 apóstoles", no estaba dispuesta a ser rechazada y se lo hizo saber al bandolero Rogelio Campos, quien siendo un terrible asesino, se sentía doblegado por esta mujer poseedora de un magnético instinto de seducción que dominaba voluntades masculinas; ella jamás dará su brazo a torcer teniendo a su lado al hombre que ella desea con ardientes ansias eróticas.
Rogelio Campos, la seguía como un manso cordero, él resistía a los encantos de Elvira, pero lo que no sabía era por cuanto tiempo aguantaría, ya casi ella lo tenía seducido; como ella era muy inteligente y dominadora y como ya estaban llegando al potrero grande que estaba cercado y había una única puerta de entrada, antes del último tramo había un pronunciado callejón estrecho; ella se adelantó dejando atrás a Rogelio, ambos solo podía pasar un caballo a la vez, no era largo el estrecho paso y ella llegó a la puerta de su potrero que era de una sola hoja y giratoria.
Esta tranca era muy pesada a prueba de ser abierta por las astas de vacas mañosas (expresión usada para identificar a animales que buscaban pasto rompiendo cercos ajenos y entran por el alimento), ella se arremangó las mangas de su blusa y como era suelta, se desabotonó los dos últimos botones que daban a la cintura y con las dos puntas de la ahora blusa suelta le hizo un nudo asegurando apretar como un cinturón a su seductora cintura; naturalmente quedó parte del cuerpo no cubierto por la ropa, ella tendía su trampa y se notaba claramente parte de la barriga quedando al descubierto el ombligo y como el escote de la cintura iba horizontal, también se veía parte de la espalda ( en aquellos tiempos ninguna mujer se vestía así) lo que constituyó una descarada provocación a los ojos masculinos.
Elvira, con esa pose excitante esperó ya dentro del potrero a su acompañante Rogelio, quien llegó halando a los 02 caballos, cruzó la puerta e ingresó; Elvira, le dijo:
--- Don Rogelio, como usted lo ve, este es el potrero grande, es toda una ladera y loma que llega a la misma quebrada grande, donde hay una vega (huerta sembrada con cultivos permanentes por tener agua constante) con cultivos de caña, yuca y árboles frutales, en esa zona está el trapiche que estos tiempos está alquilado.
Rogelio Campos, quedó impresionado por la hermosura de su compañera y la pastura del terreno, mientras afuera eran pampas desoladas donde merodean mordisqueando animales errantes como yeguas, asnos y hasta vacas flacuchentas; adentro el pasto estaba en pleno proceso de secamiento con una altura de hasta 0.50 centímetros, él no pudo con su curiosidad y le preguntó:
--- Doña Elvira, observo que hay un desperdicio de pasto, que se está secando, dígame:¿Usted no tiene ganado vacuno?
Elvira, sonriendo, le contestó:
--- Don Rogelio, quería que usted mismo observe el potrero que es muy grande y está cercado por los cuatro costados con pircas y cercos a prueba de animales mañosos; si tengo vacas, creo que por ahora solo hay 20 reses entre vacas, toros y terneros, pero esos animales más paran en la parte baja donde abunda el agua y no suben a este lugar, lo harán cuando se acabe el pasto por allí..
Doña Elvira, moviendo el cuerpo como para llamar la atención, hizo una pausa y agregó:
--- Los agricultores que usan el trapiche, ordeñan las vacas y elaboran queso; y me entregan medio bolsico como gabela; por el uso del trapiche me entregan media paila de guarapo (jugo de la caña) que lo uso para elaborar dulce (chancaca), ellos con esos jugos solo elaboran cañazo en sus alambiques escondidos para evitar la presencia de los sanitarios del gobierno.
Elvira, nuevamente, hizo una pausa y añadió:
--- Don Rogelio, como le dije en la casa, usted puede traer todas sus vacas o las que quiera para que aprovechen este pasto y no le voy a cobrar nada, es un regalo de amigos.
Rogelio, quedó conmovido por la generosidad de Elvira; él calculó que sus vacas estarían por lo menos un par de meses o algo más aprovechando esta pastura, que le ahorraría y favorecería la recuperación de sus agotados terrenos sometidos al desgaste diario por su hambriento ganado, le contestó:
--- Doña Elvira, es usted muy generosa y voy aceptar con mucho gusto su ofrecimiento, por que tengo mucho ganado hambriento, aquí hay pasto por lo menos para unos tres meses; pero dígame:¿Qué debo hacer para agradecer tanto aprecio de parte suya?
Elvira, sonriendo que iba avanzando en su seducción, le contestó:
--- Don Rogelio, somos amigos y a los amigos no se les cobra los favores, solo quiero que piense que estos potreros necesitan la presencia de un hombre, es mucho trabajo para solo mujeres.
Rogelio, entendió perfectamente la respuesta de Elvira, pero él estaba decidido a no ceder, le aterraba ser el marido 13 de la lista; tratando de disimular, le contestó:
--- Doña Elvira, usted es una mujer muy afortunada, es verdad que la vida le ha sido muy dura como madre de 12 hijos; todos ellos vivos y que no están acá, pero estoy seguro que por lo menos uno de ellos se hará cargo de todas estas propiedades, usted ya no necesita de un hombre particular, lo que usted necesita es su familia que retorne a su lado.
Elvira, muy conmovida al escuchar palabras muy ciertas; pero ella no coincidía con esas apreciaciones de su amigo Rogelio, ella sabía que ninguno de sus 12 hijos regresaría, todos ellos ya hicieron su vida y asentaron raíces en otros lugares, tanto así, que ni siquiera alguien de ellos visitaría a su madre. Por lo menos saber de su vida, todo esto tenía una explicación, como una maldición ellos se sentían huérfanos de padre que murió en compañía de su madre y eran los primeros en creer que la muerte de su progenitor la ocasionó su madre, parece que tenían terror regresar al lugar de su nacimiento.
Elvira, sonrió de buena gana, por que no tenía otra cosa que pensar que jugarse la última carta dentro de su choza y seducir a este hombre que se hace el difícil, le contestó:
--- Muy bien don Rogelio, soltemos los caballos, sacándoles la soga y la jáquima y nosotros nos iremos a la choza a reposar un rato y luego caminaremos para visitar el trapiche, que quiero ver mis gabelas.
De inmediato soltaron los caballos, pero antes Rogelio les revisó los lomos y vaya que las matas (heridas) ya habían cicatrizado, con las sogas al hombro y estando solos, ella tomó la delantera siguiendo un sendero en medio del pasto que conducía al destino donde iban que era la choza.
El tiempo, sigue su curso y seguramente se había llegado a las 13:00 horas del día; también había nacido el hambre por que las barrigas estaban vacías, ellos llegaron a la choza que más parecía una pequeña casa, muy bien construida con dos ventanas ahora cerradas y una puerta sellada con candado, ella sacó la llave y aflojó la cerradura, la retiró y abrió la puerta; el interior estaba arreglado con una tarima de carrizo con jergas dobladas y sábanas sin tender, un colgador con aperos y un poncho, al otro extremo apegado a la pared había un fogón y leña cortada y encima una tarima con talegas llenas de algún comestible, ollas y tiestos volteados.
Elvira, dando un largo suspiro como recordando con nostalgia algo entró invitando a Rogelio hacer lo mismo; entonces, bajó su bolsico y trató de colgarlo estirando los brazos hacia arriba y se levantó la blusa dejando al descubierto gran parte de la espalda que fue con sutileza una provocación directa a Rogelio, quien apreciando esa espalda femenina sintió movimientos en sus genitales y ya no pudo resistir la tentación de la carne, se acercó a ella y la cogió por la espalda abrazándola estirando los brazos hacia adelante por la cintura y tanteó el ombligo muy caliente, y como ella vestía falda abotonada por ese lugar, le soltó el botón y cayó la falda al suelo quedando medio cuerpo completamente calato (desnudo) ella hizo el intento de cubrirse sus genitales con las manos; pero ya la seducción de la carne ganaba terreno....
Continuaremos......................
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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