Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con La Historia del Agente Justiciero Genochi; Servelio Smith López , cuyo alías fue "El Machetero del Río", tal vez se hizo realidad aquel draconiano refrán: "El crimen nunca paga...", por que los asesinos que mataron a "Gato Salvaje", según ellos aplicando la ley del hampa que lo había condenado a muerte, por que supuestamente se quedó con la mayor parte de un botín, que nunca se llegó a comprobar esta delación salida de la boca del jefe de la banda; lo cierto fue que estos individuos hicieron el ajuste de cuentas, pero no contentos, también pretendieron asesinar al hijo que era Servelio Smith López, quienes esperaron mucho tiempo para ingresar a la casa y allí fueron sorprendidos y asesinados por Servelio, que esta vez fue él, quien hizo el ajuste de cuentas; como hijo adoptivo del "Gato Salvaje", él al cumplir su objetivo quiso retirarse de este mundo sórdido y criminal, pero fue demasiado tarde, por que ya caminaba a salto de mata por estar comprometido en asaltos de importantes empresas que establecieron cupos y premios por su captura.... ....sigamos la historia......
Aquí en la imagen Observamos al Agente Justiciero Genochi, quien como agente anónimo bregará para capturar a los culpables del asesinato de sus padres en Chilcapampa.
Foto: Archivos del Blog: A Vuelo de un Quinde.
Aquí en la imagen observamos al delincuente Bonifacio "Oreja Mocha"; quien como líder de una banda juvenil, asaltaron a la morada de Eucebio Nonajulca Rivera, residente en el Barrio Alto de Chilcapmpa, a quien asesinó por que no le entregó el dinero de una venta de ganado vacuno.
Foto: Archivos del Blog: A Vuelo de un Quinde.
Servelio Smith López, quien logró vengar en forma cruel el asesinato de su padre adoptivo "Gato Salvaje", por lo que pensó en retirarse del mundo del hampa; pero, él ya no lo podía, su nombre ya figuraba como un fugitivo de la justicia por ser integrante de bandas de asaltantes, por lo que optó por trabajar sólo y vivir a salto de mata; tratando de evadir a la policía y que era imposible este objetivo, como a él le gustaba la playa del Río Piura; asentó allí sus raíces y desde aquella zona planeó sus asaltos a bancos y tiendas en horas de afluencia del público.
"El Machero del Río", que fue su alías, se lo debía que una vez, tuvo un trabajo con dos compinches, ellos asaltaron una tienda comercial y se llevaron un gran botín, uno de los compinches cargó el botín para llevarlo a la playa del río, era un lugar que sólo ellos conocían; éste individuo huyó, no con el botín, sino que lo enterró en la playa, él fugó a Sullana, con la intención de regresar por el entierro; después de dos horas llegaron Servelio Smith López y el otro compinche, pero no encontraron al cargador del botín, lo esperaron toda la noche y nunca se apareció, por lo que ellos acordaron buscarlo y pedir explicaciones por su huida.
Entonces, Servelio Smith López, siendo un asaltante temerario y actuando sólo; planeaba hasta el último detalle en sus objetivos, observando la ventanilla bancaria que había captado la mayor cantidad de dinero de los depositantes, se presentaba como un usuario más, hasta que llegaba a la ventanilla y apuntaba a la cajera con una tranquilidad increíble sin despertar sospechas ni expresar ningún insulto ni levantar la voz, en forma cordial le pedía todo el dinero, la sorprendida cajera viendo el arma, obedecía sacando el dinero de la caja, él llenaba en una talega el botín y se retiraba sin aspavientos, hasta salir a la calle y recién emprendía la huida desapareciendo hasta llegar a la playa.
Una vez, entró a un banco; oficina que esa vez estaba custodiada por la policía, él asaltó a la cajera que acababa de recibir una enorme suma de dinero, y salió campante por las narices de los policías, lo hizo tan tranquilo que nadie se dio cuenta del asalto hasta que gritó la cajera asaltada.
En otra ocasión, se unió a un grupo de asaltantes; quienes le pidieron su apoyo, por que era un botín muy grande de una empresa minera, a regañadientes aceptó acompañarlos, el asalto se hizo usando armas de fuego y disparando se apropiaron de un cargamento de lingotes de oro, él fue artífice del asalto que se había tumbado a la pista con una pierna supuestamente destrozada, se había teñido con acetil rojo, que aparentaba sangre, el camión paró y empezó el asalto exitoso, le dieron su parte, que aún conservaba un lingote disimulado con una capa de plomo.
Este atraco que fue muy rentable, le permitió ampliar sus propiedades, comprando un terreno fuera del casco urbano, era casi una hectárea y la circuló totalmente y construyó una casa rústica en su interior, que más tarde le serviría para ejecutar sus ajustamientos por encargo.
Servelio, ingresó muchas veces a la cárcel, se conectó con un abogado a quien le obsequió un lingote de oro y se convirtió en su defensor que rápidamente lo sacaba de la prisión; por que el poder judicial nunca encontró una prueba contundente de la participación en actos criminales, ni ser asesino por encargo(sicario), al no existir indicios fehacientes del delito lo soltaban.
En una oportunidad, se levantó un fuerte y cuantioso atraco de cientos de miles de monedas nacionales, que incluyó llevarse como rehén a la dueña del botín, la tuvo encerrada por varios días y nunca la trató mal; él se acercaba a ella expresando palabras amorosas que terminó seduciéndola y la convirtió como su amante, y la soltó dándole la oportunidad de denunciarlo, se cuidó en vendarle los ojos en la entrada y salida de su refugio, por lo que ella nunca supo en que lugar estuvo capturada, ni tampoco lo denunció, parecía que se había enamorado de su captor.
Entonces, Servelio esperaba encontrar al compinche que huyó con el botín, que ellos pensaban que lo había cargado en su huida; pero no, el botín estaba tan cerca, que sólo esperaba el regreso de quien lo enterró; que al mismo estilo de los antiguos, lo había sepultado dentro de una caja de madera, pues el fugitivo regresó una noche iluminada por una Luna llena que alumbraba a todos los rincones.
Aquella noche, Servelio en compañía del otro compinche conversaban en la playa y lamentaban sus "malas leches"(suerte) haber sido engañados por su propia gente, ellos estaban protegidos de los rayos lunares debajo de un frondoso árbol, que nadie los podía ver ni identificar si pasaban por allí.
Repentinamente, apareció el fugitivo compinche, que fue avistado por Servelio, ellos guardando silencio se tumbaron al suelo y le siguieron los pasos, le observaron que llevaba al hombro una palana y una bolsa de yute, el recién llegado se aproximó al árbol donde ellos lo vigilaban y llegó a un lugar a escasos 30 metros de ellos, allí comenzó a cavar, lo hizo por cierta profundidad, hasta que la herramienta se topó con algo, era la caja de madera, mermó los palanazos y con mucha suavidad siguió cavando a los costados y levantó la caja, al sacarla la abrió y allí estaba el botín, que fue sacando fago por fago de billetes y los guardó en la bolsa.
El fugitivo se tomaba su tiempo, no tenía ningún apuro, incluso pulseaba cada fago como tanteando el peso, cuando terminó de nuevo devolvió la tierra movida al hoyo, emparejando el suelo, quedando como lo encontró como si nada hubiese existido allí.
Cuando ya emprendía la retirada, le salió al encuentro Servelio y el otro compinche y levantando la voz le dijo:
--- Miserable traidor pensabas quedarte con todo el botín.
El recién llegado totalmente sorprendido y con la bolsa llena de billetes, calculó que no podía huir de nuevo, por que estaba cercado, sacó su revólver, apretó el gatillo y disparó contra Servelio, quien con agilidad felina se tumbó al suelo, para evitar la bala; pero, el arma se trabó y no percutió el tiro, por lo que viéndose perdido sacó su chaveta y la levantó en su mano derecha y retó a Servelio, así:
--- ¡¡¡ Ven por el botín si eres macho !!!
Servelio, tan rápido como una ave depredadora nocturna, sacó su puñal (machete) de la cintura y sin mediar palabras, ya que todo era en silencio, se abalanzó contra el retador, dándole un machetazo en el cuello casi degollándolo, que al retador le afectó la garganta y cayó de bruces al suelo, se le fue encima para rematarlo clavándole el machete en el pulmón derecho, muriendo en el acto por falta de aire y el cuello destrozado.
El otro compinche; observó el desenlace de los hechos y temiendo seguir la misma suerte, temblándose de miedo, le dijo:
--- Amigo, creo que le corresponde todo el botín, por que lo ganaste en legítima pelea, yo me voy por un tiempo a Chimbote.
Pero, Servelio no era abusivo ni codicioso y le respondió:
--- No amigo, usted no se va a ningún sitio, si antes no me recibe su parte que le corresponde por ser parte del atraco.
Servelio, vació todo el contenido de la bolsa y separó la mitad y le dijo:
--- Amigo, el 50% te corresponde, pero tienes que enterrar al muerto en este mismo momento, recuerda que si no me obedeces, tarde o temprano te volveré encontrar y haré contigo tal como este traidor.
El compinche, que seguía temblándose por el terror que sentía, le contestó:
--- Si amigo, lo enterraré y desapareceré del mundo de los vivos, por que con este botín tengo para rato para vivir en otros lugares.
Misteriosamente, desapareció Servelio del lugar como si la tierra se lo hubiese tragado y el compinche vivo, tuvo que cavar un hoyo con la misma palana del muerto, que le demandó tanto trabajo hasta las primeras horas del amanecer, al concluir su macabro trabajo, desapareció en la oscuridad del ruin y miserable mundo del hampa.
Servelio Smith López, estaba acumulando varios muertos, que siempre él fue provocado por sus ocasionales rivales que cayeron muertos por sus feroces ataques usando su machete, chaveta o puñaleta, nunca él deseó llegar a esos límites, se lo impuso el poder del hampa; pero no podía escapar de ese mundo malvado y abyecto que se vio en la necesidad de ingresar buscando venganza.
La fama de sus victorias comenzaron a circular de boca en boca en el pérfido mundo del hampa, y como sus crimines los cometía en el río se pusieron el mote de: "El Machetero del Río" que algunos individuos, ya lo estaban buscando para usar sus servicios en sus pendientes ajustes de cuentas..............
Continuaremos.......................
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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