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domingo, 25 de septiembre de 2022

La casa de la Loma tiene un Fantasma: Capítulo DCLXXVIII.- Los cuerpos de los asaltantes; fueron enterrados en una hoyada profunda, muy lejos de la casa - hacienda, ya no hubo más intentos de asaltos ni robo de reses; el trabajo de Jacinto Pérez Maza se hizo respetar en la comarca...

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con la historia de La Casa de la Loma tiene un Fantasma, y como informamos en el capítulo anterior; el caporal Jacinto Pérez Maza, junto a los trece pastores macheteros, hicieron frente a seis jinetes asaltantes, quienes siendo bandoleros pretendían asaltar la casa de la Hacienda "La Encalada Vieja"; el caporal Jacinto aplicando su experiencia acumulada por años y siendo el mismo un antiguo bandolero, enfrentaron con éxito a los asaltantes que murieron en campo de la pelea, sin ningún herido en el bando de los defensores, sumando una nueva victoria a favor del caporal... ..sigamos la historia......


Aquí en la imagen observamos una típica casa en la Comunidad Campesina de Socchabamba, Ayabaca, Piura, Perú; es una construcción de adobe con techo de tejas rojas y a dos aguas, sobre el techo distinguimos un fantasma que viene a ser el "El Rey de las Tinieblas" : Satanás, seguido de vampiros y una siniestra sombra negra que rodea al misterioso personaje satánico, para comprender la narrativa de la obra literaria: "LA CASA DE LA LOMA TIENE UN FANTASMA", esta imagen será nuestro símbolo de identificación y el logotipo en creación, impresión y distribución literaria. 
Con reconocimiento de derechos de autor, con Partida Registral Nº 00393-2010, Asiento 01, con fecha 27 de marzo de 2010 por INDECOPI.

Este es el símbolo de Marca Perú, que distingue para todos los productos elaborados por peruanos.

Jacinto Pérez Maza, con la experiencia anterior de estos mismos asaltantes que ya habían fracasado muriendo cuatro de ellos; esta vez Jacinto no quería testigos, que hayan estado esperando en la retaguardia de donde se habían ubicado los asaltantes, ordenó a "Macetudo" que vaya él y sus hombres siguiendo el camino por donde llegaron los asaltantes, para saber si habían otros escondidos, amparados por la oscuridad de la noche; los pastores macheteros aprovechando que conocían el terreno, caminaron un buen trecho, pero no encontraron a nadie.
"Macetudo", era un investigador nato, ya que fue él, quien detectó la presencia de los asaltantes, se dijo asimismo:
"Caramba, el caporal ya me tiene confianza y me encarga acciones de riesgo, tal como seguir a posibles asaltantes".
Él y sus hombres, siempre caminaron con el cuerpo gacho (inclinado hacia adelante), para no crear sombras o bultos que los puedan detectar los enemigos; ellos después de caminar y no encontrar nada, retronaron a la casa - hacienda, ya era de madrugada, quienes al llegar encontraron la casa iluminada y los seis muertos tendidos sobre el patio.
Don Miguel Valverde Torres, quien era el hacendado, conversaba con el caporal Jacinto Pérez Maza y le dio instrucciones:
--- Caporal, en cuanto amanezca entierras esos cuerpos en el panteón de la hacienda, no quiero ver sangre derramada en el patio de la casa.
Pero, Jacinto Pérez Maza, pensaba diferente y le replicó:
--- Don Miguel, por seguridad a la casa - hacienda, los cadáveres los enterraremos en otro lugar distante de este sitio, por que si lo hacemos en el panteón, algún día los familiares o secuaces, regresarán por la venganza y usted y su familia serán atacados, esa es la ley en estas comarcas, y usted lo sabe muy bien.
Intervino, Melania Valverde Torres, hija del hacendado, quien dijo:
--- Padre, el caporal tiene razón, debemos ocultar a los muertos y nadie sabrá que murieron aquí, por lo que no debemos dejar huellas y así evitar que más tarde nos hagan daño.
Don Miguel, un hacendado, criado  a la antigua enseñanza, no aceptaba que le contradigan sus órdenes, y era un fiel seguidor de la verdad desde la reverencia a Dios, por lo que no sabía lo que era "la ley de la selva" que si imperaba en esas comarcas; ya que él, por suerte del destino no había sido víctima de los bandoleros, y que estos muchas veces murieron en los intentos de sus asaltos, por que los hacendados respondieron al ataque, tal como acababa de suceder.
Melania Valverde Torres, como única hija del hacendado, tenía su mente actualizada con la vida cotidiana, por lo que confiaba plenamente con las acciones del caporal; ella cogió del brazo a su padre y lo condujo a la sala y estando solos, le dijo:
--- Padre, el caporal una vez más nos demostró que cumple con su trabajo y lo hizo bien, esos cadáveres que están en el patio fueron de los asaltantes quienes venían por nosotros, nos iban a quitar nuestros caudales (tesoros) y si no hubiésemos tenido el apoyo del caporal, seríamos nosotros los cadáveres del patio; así que apoyaremos todas las acciones del caporal y usted se va al dormitorio a descansar, por que el peligro ya pasó.
Don Miguel, a regañadientes tuvo que reconocer, que lo expresado por su hija, era la cruda realidad y obedeciendo la sugerencia fue al dormitorio a descansar y dormir las pocas horas que faltaban para que amanezca.
Jacinto Pérez Maza, con la autoridad que tenía y el respeto logrado gracias a su experiencia y astucia, reunió a los trece macheteros y les dijo:
--- Muchachos, los felicito, por la defensa de la casa - hacienda, lo hicieron con coraje, ustedes ya demostraron que son unos guerreros y que nadie les pisa el poncho; quiero pedirles que carguen a los muertos hasta la hoyada profunda de la Loma Vieja, el lugar está muy lejos, pero no tenemos otra opción, por que tarde o temprano llegarán los familiares o amigos de los muertos y husmearán por la existencia de los que vinieron y murieron aquí.
"Macetudo", intervino y respondió:
--- Si, señor caporal, los muchachos respondieron y siempre lo hacen bien gracias a usted, que nos enseñó a pelear; ya que nuestros machetes los usábamos para cortar montes y madera; ahora mismo cargaremos a los muertos, como somos trece, lo haremos dos hombres por cadáver que irá sobre una manta amarrada a una tabla (que hacía a las veces de una camilla), el que no carga llevará agua en cántaros.
Pero, intervino el caporal, quien sonriendo, él estimaba a "Macetudo", que era muy empeñoso, pero le faltaba inteligencia y les dijo:
--- Muchachos, ustedes no tienen que cargar ningún peso, usarán los caballos de los jinetes muertos.
Pero, intervino "Orejas Grandes", y replicó:
--- Señor caporal, los caballos están heridos por nuestros machetes, que usted nos ordenó atacar a sus panzas.
Jacinto, recordó esa orden, pero no creía que quedaron en peligro los animales y les ordenó:
--- Muchachos, vayan con los mecheros, halen los caballos al patio y revisen si las heridas son profundas.
Los macheteros, halaron los caballos, los revisaron y efectivamente tenían heridas en las ancas, algunos en el pecho, pero ninguno fue herido en las patas, por lo que podían caminar tranquilamente.
Jacinto, les enseñó de como cargar un muerto atravesado en una silla de montar; ellos cargaron los seis muertos, que serán halados por dos hombres, uno adelante y el otro al costado, observando al muerto por si pueda caerse; los macheteros atravesaron lomas y faldas hasta que siendo las 06:00 horas del día, llegaron a la hoyada profunda.
Ellos fueron recibidos por una pestilencia casi insoportable que producía náuseas y parvadas de gallinazos posados sobre los árboles; era el proceso de descomposición de los cadáveres de los cuatro jinetes que murieron antes, y que sus secuaces no los enterraron, sólo los cubrieron con ramas de los árboles de la hoyada.
Entonces, Jacinto orientado por el declive del terreno cuesta abajo, él se apartó del grupo y bajando buscó un vado para entrar a la hoyada y si lo encontró a unos 300 metros hacia abajo, él regresó y ordenó:
--- Muchachos,  bajen los muertos de los caballos y al hombro los llevarán, abajo hay un vado para entrar a la hoyada.
Doce macheteros, se encargaron del trabajo, uno que sobraba se encargó de desensillar a los caballos, para que mordisquen pasto y beban agua, los macheteros entraron a la hoyada con los cadáveres y sus palanas, cavaron los hoyos (huecos), felizmente les tocó terreno suave sin piedras, con los hoyos a 50 centímetros de profundidad, tendieron a los cadáveres y los cubrieron con la tierra movida, cortaron ramas de los árboles y cubrieron las sepulturas para evitar que los depredadores escarben la tierra movida.
El trabajo de cavar las sepultura y enterrar a los muertos les demandó 5 horas; siendo las 13:00 horas del día, todo había terminado, regresaron donde dejaron al compañero cuidando los caballos, estando allí el caporal  les dijo:
--- Muchachos, estamos cansando y sin comer nada, sólo hemos bebido agua, regresar a la casa - hacienda, nos demandará toda la tarde, así que les propongo irnos al sector de Loma Vieja, que si estamos cerca y allí encontraremos comida, por lo menos quesos hay en abundancia.
Intervino, "Macetudo", quien no quería ir a ese sector y dijo: 
--- Señor caporal, usaremos los caballos y regresaremos a la casa - hacienda, nos turnaremos, ya que los animales necesitan curación para sus heridas y como si caminan, ya comieron bien y bebieron agua.
Jacinto, aceptó la sugerencia de "Macetudo", ensillaron los caballos y montaron seis hombres, los ocho restantes caminaron a pie, se fueron turnando en el camino, hasta que llegaron a la casa - hacienda a las 19:00 horas, la noche tomaba con fuerza la oscuridad.
Durante, 15 días, Jacinto ordenó vigilancia nocturna, por los tres sectores de llegada a la casa - hacienda; pero, no hubo mayores  novedades, él, si temía que los familiares o secuaces de los seis jinetes vengan por ellos, por que no regresaron al terruño.
Los caballos de los jinetes asaltantes no se podían tener por mucho tiempo más, eran evidencias que los ellos estuvieron por aquí, los animales fueron curados y pastaron en un potrero lleno de pasto que los recuperó totalmente, ya sanos, Jacinto ordenó ensillarlos y con sus aperos cabalgarlos hasta las afuera de Loma Chica y soltarlos para que troten a su lugar de origen.
Jacinto, pensaba que cualquier transeúnte podría apropiarse y allí terminaba la unión con el jinete que fue su dueño; creo que por primera vez, él tenía una idea errónea, por que en vez de un transeúnte, podría ser un familiar quien encuentre la acémila y seguir sus rastros desde donde llegó a ese lugar, y podría intentar venganza de quien soltó el caballo.
Tal vez, era sólo una conjetura, por que el caporal amaba a los caballos, ya que casi toda su vida siempre estuvo cabalgando y muchos caballos le salvaron la vida escapando de sus perseguidores.
Parece, que fue el último intento de los seis jinetes de querer apropiarse de los tesoros de la Hacienda "La Encalada Vieja", por que pasaron seis meses y no se presentaron nuevos asaltantes, es muy probable que se corrieron las voces entres bandoleros, que en la Hacienda "La Encalada Vieja", tenía un caporal que se hizo respetar matando a 10 bandoleros, y los cuatreros aterrados por que también murió un grupo de ellos arreando 40 reses por manos del caporal que los ubicó en pleno negocio con comerciantes.
Mientras tanto, en la hacienda "La Encalada Vieja", reinó de nuevo la paz y tranquilidad que siempre lo disfrutó, la producción ganadera aumentó, incluso se realizó el rodeo anual y se ejecutó una saca de 130 reses que fueron perneadas y compradas por comerciantes ecuatorianos, ingresando mucho dinero a las arcas de la hacienda.
Si hubo un grave problema familiar; Don Miguel enfermó de sus graves achaques del reumatismo que padecía, que tuvo que viajar hasta el Ecuador en busca de medicina y atención de curanderos...... 
Continuaremos..........................
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

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