domingo, 31 de agosto de 2025

El precio del trono: Ser faraón tenía un precio: Posiblemente tendrías que casarte con tu hermana y tener hijos con ella

 Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la Revista National Geographic, nos entrega un reportaje sobre los matrimonios en la vida de los faraones del Antiguo Egipto, quienes por razones políticas o familiares se podían casar entre hermanos, era una costumbre de la dinastía reinante mantener el linaje en el trono...... siga leyendo.............


En el antiguo Egipto, el matrimonio entre miembros de la realeza no era raro, incluso entre hermanos de sangre. Aunque nos resulte extraño, esto tenía razones políticas y religiosas muy lógicas desde su punto de vista.


K. R. Lepsius 

Abel G.M.
Abel G.M.

Periodista especializado en historia, paleontología y mascotas


Cuando hablamos del Antiguo Egipto, algunas costumbres pueden resultar sorprendentes a ojos modernos. Una de las más sorprendentes tiene relación con el matrimonio: aunque para la mayoría de la población podía ser una cuestión de amor, en el caso de las clases dirigentes era mucho más rígido, especialmente cuando se trataba del faraón. La dinastía reinante recurría a todo lo necesario para mantener su linaje en el trono… incluyendo que los hermanos se casaran entre sí.

Aunque la idea pueda evocar un tabú absoluto en la actualidad, el matrimonio entre parientes cercanos (primos o incluso hermanos) no era visto como algo antinatural, aunque ciertamente no era común fuera de la pareja real. Pero el caso de la realeza tenía sentido desde su perspectiva, tanto en términos de poder como de religión.



¿Por qué los miembros de la familia real se casaban entre hermanos?

Las uniones entre hermanos eran casi exclusivamente una costumbre de la realeza y respondían a una lógica política y religiosa a la vez: los faraones se concebían no solo como gobernantes, sino también como garantes del orden cósmico o ma’at. Osiris e Isis, los dioses a los que se atribuía la fundación de la realeza egipcia, eran hermanos y esposos.

Por ese motivo, mantener la pureza dinástica y reflejar el mito de los dioses en la tierra formaba parte del rol de la pareja real. Este paralelismo divino reforzaba la legitimidad del monarca, presentándolo como un ser semidivino que reproducía en la tierra el orden celestial. El príncipe heredero podía casarse con una de sus hermanas o medio hermanas (ya que el faraón tenía varias esposas legítimas) o también con una de sus primas. Desde un punto de vista práctico, el matrimonio entre hermanos también ayudaba a evitar que el poder se fragmentara o escapara del control de la familia más cercana: al no depender de alianzas con otras casas nobles, el trono permanecía en manos de un núcleo reducido.

Esta práctica no fue constante a lo largo de los casi tres mil años de historia del Egipto faraónica: ciertas dinastías, como la XVIII (a la que pertenecen nombres tan famosos como Tutankamón, Hatshepsut o Tutmosis III) o la ptolemaica (fundada por Tolomeo, uno de los generales de Alejandro Magno) fueron particularmente endogámicas. Sin embargo, esta estrategia podía acarrear problemas a medio plazo. La repetición constante de esta práctica aumentaba el riesgo de enfermedades hereditarias y disminuía la diversidad genética.



Matrimonios entre primos y amigos

En cuanto a la población en general, el matrimonio entre hermanos era extremadamente raro. En cambio, las bodas entre primos sí se daban con cierta frecuencia, sobre todo en comunidades pequeñas o zonas rurales, donde la escasez de opciones matrimoniales daba poco margen de elección.

En este sentido, casarse con un primo no era visto con extrañeza y no contravenía ninguna norma moral o religiosa: hay que recordar que el tabú que existe en Occidente respecto a esta cuestión proviene, en buena parte, de la moral cristiana, y que incluso en la antigua Roma no era raro casarse entre familiares próximos, como primos o sobrinos. Además, la proximidad familiar ofrecía ventajas prácticas: el patrimonio se mantenía unido y las familias podían asegurar apoyos mutuos en momentos de necesidad. 

Los registros legales y documentos de contratos matrimoniales hallados en papiros muestran que, aunque la elección de pareja era relativamente libre para los egipcios de clase media y baja, la red de relaciones se concentraba en círculos próximos, especialmente cuanto más pequeña fuese una comunidad. Esto tiene una razón lógica, y es que para los egipcios de origen humilde el mundo prácticamente se limitaba a sus pueblos, por lo que muchos terminaban casándose con quien decidiera su familia o con personas a las que conocían de toda la vida, como primas o amigas cercanas. 

Por otra parte, para el común de los egipcios el matrimonio tenía un carácter mucho más civil que religioso: era visto como un acuerdo entre particulares para compartir vida social y bienes, y para dejar descendencia. Era totalmente lógico, por lo tanto, casarse con alguien que conocías y sabías qué te podía aportar como cónyuge. El concepto de salir a buscar pareja literalmente no existía.

NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

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