Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la Revista National Geographic, nos entrega un reportaje de la vida del pintor barroco Diego Velásquez, cuando aún contaba con 17 años de edad, quien en 1,616 pintó en un bodegón: Los Tres Músicos en el taller de su maestro Francisco Pacheco, que más tarde se convirtió en su suegro,...... siga leyendo.......................
En 1616, cuando tan solo contaba con 17 años, Velázquez ejecutó esta pintura en el taller de su maestro, Francisco Pacheco, quien también se convertiría en su suegro.
Los tres músicos, de Diego Velázquez. Hacia 1616. Gemäldegalerie, Berlín.

Continuando con la serie estival sobre las primeras obras conocidas de los maestros de la pintura y la escultura, esta semana nos vamos a fijar en un bodegón ejecutado por Diego Velázquez hacia 1616, cuando apenas contaba con 17 años. Los tres músicos es una pintura realizada en el taller de Francisco Pacheco, maestro del pintor sevillano, quien también sería su suegro.
Lejos quedaba todavía la época de gloria en la corte de Felipe IV como el sublime retratista de la familia del rey. Durante esa época se dedicó al aprendizaje del oficio a base de representar bodegones. A pesar de ser considerado un género supuestamente inferior, sus escenas costumbristas de la cosmopolita ciudad hispalense del siglo XVII ya abordan la cotidianidad que conservó en obras tan destacadas como Las meninas o Las hilanderas.
Un elaborado bodegón
Los tres músicos es una pintura al óleo sobre lienzo de 90 x 113 cm expuesta en la Pinacoteca de Berlín. Fue pintada por un jovencísimo Diego Velázquez entre 1616 y 1618, cuando no había cumplido todavía los 18 años. En esa época era aprendiz del pintor Pedro Pacheco (que más adelante se convertiría en su suegro) en su Sevilla natal, por entonces la ciudad más rica de España debido al privilegio del monopolio comercial con América. Velázquez hacía sus primeros pinitos en la pintura con escenas cotidianas de esa cosmopolita sociedad. Tres músicos están dispuestos alrededor de una mesa servida con comida y bebida. La composición funciona como una alegoría de los sentidos: oído y tacto de los músicos, gusto y olfato por la comida y la bebida, y la vista, que parece representar el adolescente que nos invita a mirar en el interior de la escena.
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Gesto esquemático
Los Tres músicos podría inscribirse en el género que Francisco Pacheco denominó de "figuras ridículas, con sujetos varios y feos para provocar a risa". Esta definición, lejos de ser peyorativa, define la voluntad de la escuela barroca por el realismo. Velázquez fue un maestro en "la imitación de la naturaleza", por monstruosa o fea que esta fuera.
Sombras titubeantes
Niño modelo
El niño del trío musical es la figura más importante de la obra, ya que no solo forma parte de la escena, sino que nos invita a entrar en ella con su mirada directa al espectador y su sonrisa pícara. Es una forma de romper la cuarta pared entre el arte y el espectador, una denominación que acuñó Diderot un siglo más tarde y refiriéndose al teatro, pero que bien puede aplicarse también en la pintura. El muchacho, de aspecto bobalicón y extracción humilde, como reflejan los deslucidos dientes que enseña al reír, bien pudo ser un modelo que aparece en otros de sus cuadros. Jóvenes similares salen en El aguador de Sevilla o Vieja friendo huevos.
Canto a la futilidad
Velázquez fue siempre un gran aficionado a poblar sus pinturas de símbolos y su maestro, Francisco Pacheco, era un gran teórico de la pintura. Una lectura más profunda invita a pensar en un matiz alegórico en la interpretación de esta obra. La comida y el alcohol no deben verse como parte de un alegre bodegón, sino como una vanitas. El término, que deriva del latón vanus, vacío, pretendía transmitir el mensaje de la vida como algo extremadamente fugaz, que debe encaminarse a preparar el alma para la salvación y que cualquier bien material que se pueda adquirir carece de sentido. Una advertencia de que los placeres mundanos son pasajeros y que abandonarse al deleite de la vida tiene a largo plazo consecuencias nefastas, no solo para el cuerpo, sino para el espíritu.
El mono
Volumen y dibujo
A diferencia de las obras de madurez del pintor, en Los tres músicos el dibujo de los objetos y personales está perfectamente delineado y marcado. La obra refleja los primeros pasos de Velázquez en el oficio de pintor, cuando todavía no dominaba la técnica de siluetear los contornos a través de las pinceladas y el color. Esto provoca que las ropas de los músicos y los objetos dispuestos sobre la mesa tengan una apariencia algo acartonada, como la servilleta sobre el plato. A pesar de todo, la servilleta, el vino, el queso y el cuchillo sirven al joven Velázquez para realizar un estudio de las distintas texturas y dotarlos de un volumen que los acerca a la tridimensionalidad.









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