Los relieves de las puertas del baptisterio de Florencia son una de las mayores obras maestras del Quattrocento italiano y fueron bautizadas con este nombre por Miguel Ángel.
La Puerta del Paraíso, de Lorenzo Giberti, originalmente estaba instalada en el baptisterio de la catedral de Florencia. En la actualidad se expone en el Museo dell'Opera del Duomo.
En el siglo XV, un puñado de artistas harían de Florencia el centro artístico del mundo, darían origen al Renacimiento y cambiarían para siempre el paradigma medieval del artesano que trabajaba en un relativo anonimato, para dar paso a la figura del respetado maestro a quienes todos conocían y admiraban.
Nombres como Filippo Bruneleschi, Sandro Botticelli, Miguel Ángel o Leonardo da Vinci son los referentes de este nuevo estilo. Entre ellos, emerge Lorenzo Ghiberti, escultor, cuyos relieves en las puertas del baptisterio de la catedral de Florencia se consideran una de las mayores obras maestras del Quattrocento italiano. Tan es así, que más de 50 años después de su muerte, el mismísimo Miguel Ángel se declararía admirador de Ghiberti y pondría el nombre por el que se conoce desde entonces a esas puertas: las Puertas del Paraíso.
Un edificio milenario
Un monumento muy delicado
Múltiples historias
El primer panel, el de Adán y Eva, combina desordenadamente cuatro episodios de la historia de la pareja. La creación de Adán, se encuentra en el primer plano a la izquierda, la de Eva, en el centro. La tentación por la serpiente se muestra al fondo a la izquierda, mientras que en el lado derecho se representa la expulsión de la pareja del Edén. Ghiberti modela la perspectiva jugando con el relieve del panel y sutiles cambios en la escala de los personajes para separar visualmente las cuatro escenas. El artista aplica la técnica conocida como stiacciato (término que puede traducirse por "aplastado"), que combina bajorrelieves acentuados y "carnosos" con otros de una variación mínima respecto al fondo, como el episodio de la tentación, apenas abocetado.
Perspectiva lineal
Lorenzo Ghiberti demostró su talento como narrador y artista incorporando múltiples narraciones dentro de cada panel y experimentando con las últimas innovaciones técnicas, como la representación de la perspectiva. En el Panel de Jacob y Esaú, Ghiberti empleó un nuevo sistema de perspectiva lineal para construir la narrativa. La historia se desarrolla alrededor de un punto de fuga enmarcado por el arco central de una logia renacentista. Al fondo a la izquierda, aparece Rebeca, la madre, rezando por los gemelos que se apiñan en su vientre. Enmarcado dentro del arco central, Esaú vende sus derechos de primogénito a Jacob por un plato de lentejas. La historia culmina delante, en el primer plano en altorrelieve, cuando Esaú, arrebatado de su primogenitura por su gemelo, se enfrenta a su padre Isaac.
Diferentes historias, diferente relieve
En el panel de David, Ghiberti ilustró la victoria del joven David sobre el gigante filisteo Goliat. David aparece en primer plano decapitando a su enemigo tras derribarlo con una piedra. Sobre este episodio, el rey Saúl, claramente identificado y elevado por encima del resto de figuras, lidera a las tropas israelitas que luchan contra los filisteos y que acabarán por derrotarlos. Una hendidura en las montañas, al fondo, revela a David y sus seguidores cargando la cabeza de Goliat en triunfo hacia Jerusalén. Una mirada atenta del panel desvela que Ghiberti usó la perspectiva y el relieve para contar las tres partes de la historia y diferenciar claramente cada una de las escenas.
Atención al detalle
A diferencia de las imágenes medievales, que desconocían este efecto óptico, Ghiberti utiliza la llamada perspectiva con profusión, jugando con el tamaño y el relieve de las figuras para dar una sensación de tridimensionalidad a su obra. Este efecto se acentúa en el panel dedicado a la historia de José, que narra como es llevado por sus hermanos al pozo, vendido a los mercaderes que lo entregan al Faraón. Finalmente, José interpreta el sueño del soberano, que le rinde honores, y vuelve a casa. Este panel fue destacado por el biógrafo de los artistas del Renacimiento, Giorgio Vasari, como "el más difícil de realizar, pero también el más hermoso". La escena casi parece una pintura, con una multitud de figuras distribuidas a lo largo de la escena.
Estudioso de la Biblia
Fuente de inspiración para Miguel Ángel
Unión con el pasado
La obra de Ghiberti también encarna la voluntad del renacimiento de enlazar la antigüedad clásica con el nuevo estilo artístico emergente en Florencia. No solo reflejó las monumentales arquitecturas que estaban surgiendo en Italia por aquel entonces, palacios y edificios que recordaban a las majestuosas basílicas de los tiempos de gloria del Imperio Romano, también los fastos y ceremonias que debían sucederse en la ciudad de los Médici. El panel del encuentro entre Salomón y la reina de Saba muestra la evolución de la vestimenta, desde las sencillas túnicas de Abraham e Isaac hasta las prendas elaboradamente detalladas de esta pareja real, inspiradas sin duda en las ostentosas prendas de la aristocracia italiana de la época de Ghiberti. Este panel podría tener otro significado alegórico, la unión entre las iglesias occidental y oriental, que no se acabaría de producir pero que en ese momento se veía tan cerca que llegó a ser anunciada en los escalones de la catedral de Florencia el 9 de julio de 1439.










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