lunes, 3 de noviembre de 2025

En fotos: El Gran Museo Egipcio se abre al mundo: así fue la majestuosa ceremonia de inauguración

 Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la Revista National Geographic, nos entrega un reportaje de la inauguración del Gran Museo Egipcio (GEM) en El Cairo, que se celebró el 1° de noviembre del 2025, fue una ceremonia espectacular con asistencia de más de 80 delegaciones del mundo, entre: reyes, príncipes, presidentes, primer ministros y jefes de gobierno; el edificio ubicado en Giza, se le considera como el mayor museo del mundo dedicado a una sola civilización, algunos ya adelantan vaticinios que se se puede considerar como la cuarta pirámide de Giza.  ...... siga leyendo.....


Con este acontecimiento, el gobierno de Egipto espera convertir al país en potencia cultural. Te mostramos las imágenes del evento.


Tras décadas de espera y una inversión superior a los mil millones de dólares, Egipto ha inaugurado oficialmente el Gran Museo Egipcio (GEM) en El Cairo. El evento, celebrado el 1 de noviembre de 2025, se desarrolló como una ceremonia espectacular con luces láser, orquesta sinfónica y danzas inspiradas en el arte faraónico. Asistieron líderes mundiales y casas reales.

Ubicado cerca de las pirámides de Giza, el GEM es "el mayor museo del mundo dedicado a una sola civilización", en palabras del presidente de Egipto, Abdel Fatah al Sisi: alberga más de 100.000 piezas arqueológicas. Sin embargo, hay una colección que acapara especialmente la atención de sus visitantes: el tesoro completo de Tutankamón, que se expone por primera vez en un mismo espacio. 

Para situarnos, la monumental estatua de Ramsés II es la pieza que da la bienvenida a los visitantes en el atrio, mientras una escalera de seis pisos flanqueada por estatuas antiguas conduce a las galerías principales. Además, el museo también incluye un pabellón exclusivo para la barca solar de Keops, una reliquia de más de 4.000 años.

Te mostramos las imágenes del gran acontecimiento.


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Iluminando el cielo

La ceremonia incluyó un espectáculo luminoso: los drones configuraron diversas figuras. Entre ellas, la de la máscara del rey Tutankamón. 

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Todos bienvenidos

La inauguración contó con la participación de delegados de alrededor de 80 países, además de líderes internacionales, autoridades de organizaciones regionales y directivos de multinacionales. Todos ellos fueron recibidos por la enorme estatua de Ramsés II.


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Adiós a la maldición

Con esta inauguración, se termina la "maldición" del Gran Museo Egipcio. Su construcción ha experimentado numerosos obstáculos, entre ellos: tres regímenes, una revolución, guerras regionales y una pandemia.

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Un museo completo

El Gran Museo Egipcio alberga diversos espacios emblemáticos: las Galerías Principales, el imponente Gran Vestíbulo presidido por la estatua de Ramsés II, y la majestuosa Gran Escalinata. A estos se suman las esperadas galerías dedicadas a Tutankamón, el Museo de las Barcas de Keops, así como una amplia zona comercial y jardines exteriores que completan la experiencia museística.


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Apertura definitiva

A partir del 4 de noviembre, el museo estará abierto el público.


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La gran atracción

El tesoro de Tutankamón está compuesto por alrededor de 5.000 piezas.

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Un aumento del turismo

El gobierno de Egipto prevé un aumento del turismo de al menos 30 millones de visitantes en 2028, frente a los 15,7 millones registrados en 2024, que ya constituyó un récord histórico en el país.

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El nuevo y muy esperado museo cuenta con algunos de los mayores tesoros de la antigüedad. Pero hay algunas excepciones notables.

Piedra de Rosetta.
Marc Steinmetz, VISUM / Redux 


Después de más de dos décadas y con muchos contratiempos en el camino, el Gran Museo Egipcio, coloquialmente conocido como «GEM», finalmente abre oficialmente sus puertas en El Cairo el 1 de noviembre.

Las salas del museo están repletas de artefactos de valor incalculable, como la colosal estatua de Ramsés II, las antiguas embarcaciones reales de Keops y 5.000 tesoros de la tumba de Tutankamón, que se exhibirán juntos por primera vez desde el descubrimiento de la tumba.

Sin embargo, muchos otros artefactos egipcios de gran importancia histórica y arqueológica no se encuentran en el GEM. Ya sea porque fueron sustraídos por tropas extranjeras en Egipto, contrabandeados por funcionarios o reclamados en virtud del sistema de reparto, muchas antigüedades fueron tomadas en nombre de las antiguas potencias coloniales, que ahora las exhiben en sus museos de todo el mundo.

Aquí te mostramos siete antigüedades egipcias de valor incalculable que no se pueden ver en el Gran Museo Egipcio, y las razones por las que los defensores de la repatriación desean que sean devueltas.

1. La piedra de Rosetta

Dónde verla: Museo Británico, Londres

Cuando los soldados de Napoleón vieron la piedra de Rosetta en 1799, supieron que habían encontrado la clave para descifrar los jeroglíficos. En la estela de granodiorita, del tamaño de un escritorio, había tres escrituras claras: griego antiguo, jeroglíficos y demótico. «Al igual que la democracia, la demótica era la escritura egipcia del pueblo llano», explica el egiptólogo estadounidense Bob Brier, investigador sénior de la Universidad de Long Island y autor de más de diez libros sobre el antiguo Egipto.

Antes de este descubrimiento monumental, muchos estudiosos creían que los jeroglíficos eran meros pictogramas. Pero la presencia de las otras escrituras sugería lo contrario.




Aunque las palabras de la piedra de Rosetta no son especialmente interesantes (se trata de un agradecimiento público del sacerdote del templo al rey por reducir los impuestos), sus implicaciones fueron enormes.

«Se tardó otros 20 años en traducir la piedra, y en ese momento todo se desveló», afirma Brier, que califica el artefacto como «el hallazgo más importante en la historia de la egiptología».

Sin embargo, Egipto en aquella época era «como el Salvaje Oeste», dice Brier, «y los aventureros podían ir y llevarse lo que quisieran». El general francés Jacques François Menou consideraba la piedra como su propiedad personal. Los británicos no estaban de acuerdo y «al final apuntaron con un arma a Menou y le dijeron que nos la diera», dice Brier.

En 1802, la piedra de Rosetta se exhibía en el Museo Británico, donde los visitantes del siglo XIX podían tocar libremente la piedra, que no estaba protegida por ninguna vitrina. A pesar de los continuos esfuerzos por repatriar la piedra a Egipto, sigue allí hasta el día de hoy (detrás de un cristal, por supuesto).

2. Obelisco de Luxor

Dónde verlo: Place de la Concorde, París

Al igual que las Agujas de Cleopatra, los obeliscos separados que ahora se encuentran en Nueva York y Londres, el Obelisco de Luxor en París es la mitad de un par distintivo. «Casi todos los templos del Imperio Nuevo tenían un par de obeliscos colocados enfrente», dice Brier. (El Imperio Nuevo, que duró desde aproximadamente 1550 hasta 1070 a. C., fue el período más poderoso y próspero del antiguo Egipto, también conocido como la Edad de Oro de Egipto).




El templo de Luxor sigue en pie en la orilla este del Nilo, donde millones de turistas anuales no pueden evitar notar una ausencia conspicua: «Solo hay un obelisco, que parece triste como si echara de menos a su hermano», afirma Brier, autor de Cleopatra’s Needles: The Lost Obelisks of Egypt (Las agujas de Cleopatra: los obeliscos perdidos de Egipto).
Los monolitos de granito rojo de 3.000 años de antigüedad representaban la victoria para Napoleón, que no tuvo que saquear los obeliscos, ya que el gobernante de facto Muhammad Ali Pasha los regaló a Francia en 1829¿El problema? «Trasladarlos era tan difícil y costoso que los franceses decidieron llevarse solo uno», explica Brier. Francia envió un regalo de agradecimiento en forma de reloj de la Ciudadela de El Cairo, el primer reloj público de Egipto, que se rompió rápidamente y no pudo repararse durante 175 años

El obelisco visto en dirección norte, hacia la iglesia de la Madeleine.
El Obelisco de Luxor (en francésobélisque de Louxor) es un obelisco proveniente del Templo de Luxor de la antigua Tebas (Egipto), colocado desde 1836 en el centro de la plaza de la Concordia de París (Francia). El Obelisco de Luxor fue catalogado como monumento histórico de Francia en 1937.[1]
https://es.wikipedia.org/wiki/Obelisco_de_Luxor

3. El zodiaco de Dendera

Dónde verlo:El Louvre, París

Durante dos milenios, los sacerdotes podían mirar al techo del templo de Hathor para admirar el zodíaco de Dendera. Dedicado a Osiris y (posiblemente) encargado por Cleopatra alrededor del año 50 a. C., el bajorrelieve de dos metros y medio de ancho es uno de los mapas celestes más antiguos que se conocen y captura una fascinante fusión de culturas.




«Es una amalgama del pensamiento griego y egipcio —religión, ciencia, tecnología— en la última dinastía del antiguo Egipto», afirma Salima Ikram, profesora de egiptología en la Universidad Americana de El Cairo. Naturalmente, añade, «era muy codiciado por todos los que lo veían».


Zodíaco de Dendera.

Joseph Eid, AFP / Getty Images

¿Cómo llegó a París? Hay varias versiones contradictorias. La historia oficial es que los franceses lo llevaron con el permiso de las autoridades egipcias en 1821. Otros afirman que el ladrón de antigüedades Claude Lelorrain viajó al templo situado a 65 kilómetros al norte de Luxor con dinamita en mano para llevarse el zodíaco.

«De uno de los templos más bellos de Egipto, simplemente lo volaron y lo hicieron pedazos», dice la egiptóloga Laura Ranieri, fundadora de Ancient Egypt Alive, una organización dedicada a educar a los visitantes sobre la compleja historia de Egipto.

En cualquier caso, las piezas fueron enviadas al rey Luis XVIII, aún molesto por la pérdida de la piedra de Rosetta, quien pagó la exorbitante suma de 150.000 francos para instalar el zodíaco en la Biblioteca Real. Un siglo más tarde, se trasladó al Louvre, donde, según Ranieri, sus grupos de turistas siempre quedan impresionados y fascinados por los intrincados detalles del monumento de arenisca. Mientras tanto, en el templo de Hathor se instaló una réplica.

4. Sarcófago de Seti I

Dónde verlo: Museo Sir John Soane, Londres

En el oscuro sótano de tres casas adosadas interconectadas de Londres se encuentra un artefacto que, en 1817, nadie quería: el sarcófago de Seti I, un importante faraón que murió en 1279 a. C. y fue enterrado en una de las tumbas más profundas y bellamente decoradas del Valle de los Reyes.


Sarcófago de Seti I.

Cortesía de Gareth Gardner, Sir John Soane’s Museum.

«El excavador italiano Giovanni Belzoni lo trajo de Egipto pensando que el Museo Británico lo compraría, pero este, tontamente, no lo hizo», dice Ikram. En cambio, por el módico precio de 2.000 libras en 1824 (unos 250 000 dólares actuales), el valioso sarcófago de 3.200 años de antigüedad fue vendido al excéntrico coleccionista Sir John Soane, quien lo guardó en su sótano.

Conservada exactamente como estaba cuando Soane falleció en 1837, la casa se ha convertido desde entonces en un museo repleto de rarezas eclécticas, aunque ninguna eclipsa al sarcófago. «Está tallado en alabastro translúcido y decorado con pintura azul», explica Ikram. «Así que, si se coloca una luz en su interior, todo brilla y las figuras azules parecen moverse».

En 1825, 900 visitantes pudieron ver por sí mismos el inquietante resplandor del sarcófago cuando Soane organizó una fiesta de tres días para verlo.

5. El busto de Nefertiti

Dónde verlo: Neues Museum de Berlín, Alemania

En 1912, el arqueólogo judío-alemán Ludwig Borchardt descubrió un rostro femenino mientras excavaba la capital destruida de Akhetaten. «Era la propia Nefertiti, tumbada boca arriba en perfecto estado», dice Ranieri, que se sintió atraído inicialmente por este campo debido a la misteriosa reina que puede que incluso gobernara como faraona. Después de que su hijastro Tutankamón tomara el poder, la imagen de Nefertiti fue deliberadamente desfigurada y destruida.

Borchardt consiguió el artefacto milagrosamente intacto minimizando su valor y significado. «Borschardt dijo que estaba hecho de yeso, en realidad solo escayola, en lugar de piedra caliza preciosa, que por entonces la ley decía que debía permanecer en Egipto», explica Ranieri. Una nota deliberadamente oscura sobre el busto en el diario de excavaciones de Borchardt decía: «La descripción es inútil, hay que verlo».

Ocho años más tarde, Nefertiti se exhibía en Berlín. El busto, de 45 centímetros y 20 kilogramos, lleva una peluca alta de corte plano, pintada a mano en un vibrante azul egipcio y adornada con una cinta roja y dorada. Los egipcios comenzaron inmediatamente a negociar para recuperar a Nefertiti y casi lo consiguieron en 1929, aunque el acuerdo fue finalmente vetado por Adolf Hitler.

Ahora, el busto tiene su propia sala en el Neues Museum, donde medio millón de visitantes al año contemplan lo que Ranieri califica como «una de las mayores obras de arte del mundo».

Imagen del busto de Nefertiti en el Neues Museum, Berlín.

El busto de Nefertiti es un busto de piedra caliza con estuco pintado que corresponde a Nefertiti, la gran esposa real del faraón egipcio Akenatón.[1]​ Se cree que Tutmose lo realizó en 1345 a. C. debido a que se encontró en su taller en AmarnaEgipto.[2]​ Es una de las obras más copiadas del Antiguo Egipto. Nefertiti se ha convertido en una de las mujeres más famosas del mundo antiguo y en un icono de la belleza femenina.

Un equipo arqueológico alemán dirigido por Ludwig Borchardt descubrió el bustoo en 1912 en el taller de Tutmose.[3]​ Se ha mantenido en varios lugares en Alemania desde su descubrimiento, incluida la bodega de un banco, una mina de sal en Merkers-Kieselbach, el museo Dahlem, el Museo Egipcio en Charlottenburg y el Museo Altes.[3]​ Actualmente se exhibe en el Museo Neues de Berlín, donde se exhibió originalmente antes de la Segunda Guerra Mundial.[3]
https://es.wikipedia.org/wiki/Busto_de_Nefertiti

6. Vestido de Tarkhan

Dónde verlo: Museo Petrie de Arqueología Egipcia, Londres

El vestido de Tarkhan fue encontrado en 1913 en la necrópolis de Tarkhan, un enorme cementerio antiguo situado a 65 kilómetros al sur de El Cairo, a orillas del Nilo. Inicialmente considerado un trapo, el vestido pasó 60 años en una caja sin tocar en el University College de Londres. Cuando finalmente se sometió a una datación por carbono en 2015, se descubrió que el «trapo» tenía más de 5.000 años, lo que lo convierte en la prenda tejida más antigua del planeta.

A pesar de su antigüedad, la prenda, bien confeccionada, se encuentra en un estado sorprendentemente bueno, según señala la egiptóloga y fashionista vintage de la Universidad de Yale Colleen Darnell: «El vestido está hecho de tres piezas de tela con delicados pliegues de lino conservados», afirma. Aunque se ha perdido la parte inferior, que probablemente llegaba hasta el suelo, la parte superior del vestido tiene un cuello en V y un corte imperio muy familiar, que se podría encontrar en cualquier tienda H&M actual.

En comparación con otras prendas que se conservan, como los intrincados vestidos de novia que alguna vez lució alguien lo suficientemente importante como para preservar su conjunto, el vestido de Tarkham, de talla 2 aproximadamente, es significativo por su carácter cotidiano para los egipcios comunes. Y al igual que tu ropa vieja, tiene un encanto con el que es fácil identificarse: «Las manchas en las axilas sugieren que se trata de una prenda que se usó en vida», dice Darnell.

Con manchas y todo, el vestido de Tarkhan cuelga en el Museo Petrie de Londres, que lleva el nombre del arqueólogo británico Flinders Petrie, quien en 1883 ideó el sistema «partage»: del francés compartir, partage era esencialmente un acuerdo para dividir los artefactos al 50 % entre los excavadores extranjeros y los excavados. La legislación egipcia finalmente puso fin al sistemapartage en 1983.

The Tarkhan Dress . Vestido de Tarkhan.

El vestido Tarkhan, nombrado por el cementerio Tarkhan al sur de El Cairo en Egipto donde fue descubierto en 1913, es un vestido de lino que con sus 5000 años de antigüedad es la prenda de ropa femenina más antigua conservada.[1][2]

El vestido, con el código UC28614B, se encuentra en la colección del Museo Petrie de Arqueología Egipcia del University College de Londres (UCL).[3]​ Las pruebas de radiocarbono en 1978 fecharon la pieza en el 2362 a. C. aunque una prueba posterior en 2015 por la Universidad de Oxford afirma, con un 95% de exactitud, que las fechas de confección del vestido oscilan en realidad entre 3482 y 3102 a. C.[2]
https://es.wikipedia.org/wiki/Vestido_Tarkhan

7. Busto de Ankh-haf de Giza

Dónde verlo: Museo de Bellas Artes, Boston

Ankh-haf fue príncipe y visir (o primer ministro) de la IV dinastía, venerado por supervisar la construcción de la Gran Pirámide y la Esfinge.

Excavado en 1925 durante la gran expedición de 40 años de la Universidad de Harvard por Egipto y Sudán, esta representación de Ankh-haf era «un busto funerario que habría estado en su tumba con él para que su alma pudiera revivir», explica Ikram. Malas noticias para su alma: el sistema de partage cedió el busto al arqueólogo estadounidense George Reisner y luego al Museo de Bellas Artes de Boston.

El busto de Ankh-haf es significativo por su raro realismo. «Se puede ver la línea del cabello en retroceso y las ojeras», dice Ikram. En una cultura que solía tomarse muchas libertades para retratar a los faraones como dioses de aspecto perfecto, Ankh-haf resulta fascinantemente normal a la vista. «Se le reconoce al instante como una persona real», dice Ikram. «Si le vistieras con un traje, podría pasearse ahora mismo por la Quinta Avenida».

Aunque el busto de Ankh-haf se adquirió legalmente cuando el Gobierno egipcio se lo regaló a Reisner en 1927, no fue sin una pizca de política turbia. Al este de la Gran Pirámide, Reisner también había descubierto la tumba de Hetepheres I, que era especialmente notable por ser una tumba real que aún estaba intacta. Para entonces, la ley prohibía el saqueo de tumbas, por lo que el busto de Ankh-haf fue una especie de regalo de buena voluntad, como agradecimiento por no robar nuestras cosas.
NATIONAL GEOGRAPHIC 


El Busto de Anjaf fue tallado por los escultores del Imperio Antiguo de Egipto, durante la Dinastía IV de Egipto y está considerada una obra maestra del arte egipcio. Se trata de la parte superior de una escultura tallada en caliza pintada, que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Boston.[1]​ Su número de catálogo es Museum Expedition 27.442.


Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
ayabaca@gmail.com

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