Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., el descubrimiento de los diferentes lugares de La Tierra, fue posible gracias a grandes expedicionarios y temerarios aventureros que tuvieron los suficientes cojones para emprender empresas que a los normales eran descabezadas, tales como ser los primeros en visitar los polos y sembrar una bandera en llegar a la meta.
Justamente noruego Roald Amundsen, fue el primer hombre que llegó al Polo Sur, el 14 de diciembre de 1911, superando al británico Robert Falcon Scott, que llegó 17 de enero de 1,912.
National Geographic .- narra : "El destino quedó marcado pronto, cuando con 18 años escuchó una conferencia del gran héroe nacional Fridtjof Nansen, quien había atravesado por primera vez Groenlandia y se había quedado a sólo 350 kilómetros de alcanzar el polo Norte, más cerca que ningún hombre hasta el momento.
Aquella conferencia impactó al joven Roald Amundsen tanto que juró conquistar el polo Norte. Para ello se dedicó en cuerpo y alma durante cada segundo de su vida. Así fue como pasó de las lecturas juveniles y de caminar por los terrenos de la imaginación pasó a enrolarse en barcos para experimentar la navegación polar...."
National Geographic .- agrega : "Todas las decisiones tomadas por Amundsen fueron acertadas, desde escoger el punto de inicio de la gran ruta, la construcción de la base invernal, hasta la elección de los perros que tirarían de los trineos, los esquíes, adoptar la ropa de esquimales y el cálculo exacto de las provisiones... además, el tiempo, al cabo de los primeros días, comenzó a mejorar. Sin duda, todo ello hizo que, a pesar de comenzar más tarde, pronto la expedición noruega superó a la británica al establecer los diversos depósitos de provisiones que serían clave en la carrera por el asalto final al polo Sur. Al año siguiente, tras pasar los largos meses de la noche polar, llegaría la hora de la verdad.
National Geographic .- agrega : "Todas las decisiones tomadas por Amundsen fueron acertadas, desde escoger el punto de inicio de la gran ruta, la construcción de la base invernal, hasta la elección de los perros que tirarían de los trineos, los esquíes, adoptar la ropa de esquimales y el cálculo exacto de las provisiones... además, el tiempo, al cabo de los primeros días, comenzó a mejorar. Sin duda, todo ello hizo que, a pesar de comenzar más tarde, pronto la expedición noruega superó a la británica al establecer los diversos depósitos de provisiones que serían clave en la carrera por el asalto final al polo Sur. Al año siguiente, tras pasar los largos meses de la noche polar, llegaría la hora de la verdad.
Scott y sus hombres estaban por emprender el peor viaje del mundo. Una trágica combinación de desafortunadas decisiones y la mala suerte les condujo a la muerte, mientras que Amundsen y los noruegos se llevaron la gloria al alcanzar el polo Sur, el 14 de diciembre de 1911...."
https://www.nationalgeographic.com.es/mundo-ng/grandes-reportajes/amundsen-filmaciones-originales_4871
No te pierdas estas valiosas escenas filmadas hace más de 100 años en las que se puede ver al noruego Roald Amundsen en los días previos al comienzo de la aventura que le llevaría hasta el polo Sur, coronando una de las gestas más famosas de todos los tiempos.
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/roald-amundsen-explorador-que-llego-primero-polo-sur_14429Famoso por liderar la expedición que llegó por primera vez en la historia al polo Sur, Roald Amundsen consiguió otras muchas hazañas aventureras a lo largo de su vida.
Retrato de Roald Amundsen
Roald Amundsen se impuso al capitán Scott en la trepidante carrera por ser el primer ser humano en alcanzar el polo Sur.
Foto: CordonPress
Camino al polo Sur
El noruego Roald Amundsen lideró la
primera expedición que llegó al Polo Sur. En esta foto se puede ver a
parte de sus compañeros de aventuras en el barco Fram, junto con varios
de sus perros.
Foto: Gtres
Los perros fueron claves en el éxito de Amundsen
Los canes que acompañaron la
expedición de los
noruegos preferían los arneses en abanico utilizados en Groenlandia a los de estilo alaskeño, un sistema que emparejaba a los canes a lo largo de una guía central.
Años más tarde se demostró que fueron clave en el éxito de los
exploradores.
Foto: Biblioteca Nacional de Noruega
Foto: Biblioteca Nacional de Noruega
Amundsen junto con los otros integrantes del equipo que llegó por primera vez al polo Sur
Foto: CordonPress
Provisiones para el viaje
Los depósitos de alimentos básicos para la exploración polar fueron de vital importancia para la supervivencia de los dos equipos una vez iniciada la marcha. A 80° de latitud Sur, anotó Amundsen, «nos detuvimos para dejar un depósito de reservas […] de 12 cajas de pemmican para los perros […] unos 30 kilos de filetes de foca y 50 kilos de grasa junto con 20 tabletas de chocolate. Además, 1 caja de margarina y 2 cajas de galletas de trineo».
Foto: Biblioteca Nacional de Noruega
Foto: Biblioteca Nacional de Noruega
La carrera contra Scott
Capitaneados por Roald Amundsen los
expedicionarios noruegos llegaron a la bahía de las Ballenas el 14 de
enero de 1911. Desde allí se dispusieron a adelantar a la expedición
británica liderada por Scott.
Foto: Biblioteca Nacional de Noruega
Los hombres de Scott
Amundsen y sus cuatro compañeros, esquiadores expertos, alcanzaron la meta
el 14 de diciembre de 1911. Pasaron tres días "marcando el Polo", esto es, realizando observaciones para determinar su ubicación exacta.
Por su parte el quinteto de Scott llegó 34 días después.
Foto: Biblioteca Nacional de Noruega
El explorador noruego Roald Amundsen esquiando
Foto: CordonPress
José Alejandro Adamuz
Roald Amundsen, el explorador que llegó primero al polo Sur
Los inviernos en Noruega son muy fríos. Aún así, él dormía siempre con la ventana abierta de la habitación, mientras que en sueños, alcanzaba los paisajes polares más extraordinarios.
A aquel joven llamado Roald Amundsen aún le quedaban algunos años para
sorprender al mundo con sus futuras hazañas, pero ya había tomado la
decisión de convertirse en explorador.
El destino quedó marcado pronto, cuando con 18 años escuchó una conferencia del gran héroe nacional Fridtjof Nansen,
quien había atravesado por primera vez Groenlandia y se había quedado a
sólo 350 kilómetros de alcanzar el polo Norte, más cerca que ningún
hombre hasta el momento.
Aquella conferencia impactó al joven Roald Amundsen tanto que juró
conquistar el polo Norte. Para ello se dedicó en cuerpo y alma durante
cada segundo de su vida. Así fue como pasó de las lecturas juveniles y
de caminar por los terrenos de la imaginación pasó a enrolarse en barcos
para experimentar la navegación polar.
Las primeras expediciones polares
Primero fueron expediciones como la del ballenero Bélgica, en la
Antártida, dirigida por Adrian de Gerlache, a quien Amundsen ofreció sus
servicios de forma desinteresada, a cambio de tener la oportunidad de
navegar entre los hielos polares. La expedición salió el verano de 1897 y
el joven aventurero no dejó de fijarse en todos los aspectos, llevando
un detallado diario con anotaciones técnicas.
Aquel barco quedó atrapado en la larga noche antártica, lo cual llevó a casi toda la tripulación a la desesperación. Sólo dos miembros mantuvieron el ánimo: Cook y Amundsen, que fascinados por la exploración polar se mantuvieron activos,
estudiando soluciones y detalles de planificación. Pasaron trece meses
encerrados entre hielos, pero para Amundsen fue la mejor experiencia
posible. Todo lo que aprendió le sirvió en el futuro.
A la vuelta, Amundsen se animó a preparar su propia expedición. Nada
le podía detener, ni siquiera un puñado de acreedores. Así que el 16 de
junio de 1903, el pequeño velero Gjoa zarpó con nocturnidad y alevosía
del puerto, bajo una espesa lluvia. “Estábamos a salvo en mar abierto”,
anotaría en su diario. Llegó a los límites de lo desconocido y, de
nuevo, quedó inmovilizado entre los hielos por cerca de dos años, hasta
mediados del verano de 1905, cuando logró levar anclas para seguir la
ruta.
Lo que comenzó mal acabó siendo un éxito: Amundsen descubrió el paso del Noroeste, algo que en tres siglos de expediciones no se había logrado.
El 31 de agosto de 1906, tres años y dos meses después de partir a
escondidas, la pequeña expedición llegó a Nome. El recibimiento por
parte de los habitantes fue apoteósico. Amundsen sonreía desde la proa
del velero: había cumplido el sueño de convertirse en un explorador
polar famoso.
No será el primero en llegar al polo Norte
Pero como todos los hombres que tienen marcado su destino desde pronto, Amundsen no se sentía satisfecho. Aún faltaba algo.
Quedaba alcanzar el polo Norte, y para eso necesitaba el Fram, el
mítico barco que usó en su día su héroe de juventud, Fridtjof Nansen.
La posibilidad parecía remota porque, a su vez, Nansen estaba pensando
en utilizar el navío para también cumplir él con su sueño de alcanzar el
polo Norte. Sin embargo, el antiguo explorador supo hacerse a un lado,
comprendiendo que tal vez su tiempo ya había pasado y que ahora le
tocaba a otro tratar de alcanzar una de las zonas más inaccesibles del
planeta.
Por fin, en noviembre de 1908, pudo anunciar su proyecto más deseado: iría al polo Norte. En ese momento, precisamente, Shackleton avanzaba hasta un punto diametralmente opuesto, el Polo Sur, aunque finalmente, no lo alcanzaría.
Fue más fácil lograr el Fram que la financiación necesaria para la
expedición, así que Amundsen, un hombre habituado a los espacios
salvajes, se vio visitando los salones más importantes de Europa en una
larga gira de conferencias con el fin de lograr los fondos necesarios.
Pero a veces, la simple voluntad no es suficiente para alcanzar los sueños: su colega, el Dr. Cook, con quien se enroló en la expedición del Bélgica, alcanzó el polo Norte.
Al menos, las portadas de los principales diarios internacionales así
lo reflejaban porque, en realidad, el americano no había hecho público
sus planes. Amundsen le envió un telegrama de felicitación, pero su
sueño de ser el primero en pisar el polo Norte se había desvanecido.
Si no es el polo Norte, será el Sur
En el mapa solo quedaba una gran incógnita más por resolver, el polo
Sur. Ningún biógrafo tiene claro cuando cambió de planes, porque
Amundsen guardó secreto en sus memorias, pero estaba claro que
necesitaba un triunfo espectacular, y ser el segundo no servía. El
propio Dr. Cook se lo dijo claro: “¿Por qué no intentas el Polo Sur?”. Así que Amundsen comenzó a llevar los preparativos de la expedición ocultando el nuevo destino.
Durante todo un largo año guardó el secreto junto a su hermano Leo.
Cuidaron las apariencias como si fueran a viajar al polo Norte, cuando
en realidad lo que estaban preparando era conquistar el polo Sur. Los
británicos, liderados por Scott también se disponían a ir hacia allí: la
carrera más apasionante del siglo XX estaba por comenzar con muy
distinta suerte para los dos grupos.
Fue en la isla de Madeira donde Amundsen reveló la verdad a su
tripulación. Hasta llegar a la isla, estaban siguiendo los planes tal
como los habían hecho públicos. Ahora, si sus hombres daban el
consentimiento, el Fram se borraría del mapa y ya nadie podría
detenerlos hasta alcanzar los mares helados de la Antártida.
Afortunadamente, los hombres de la tripulación sonrieron cómplices y
todos dijeron que sí. Al fin, la aventura sería el polo Sur.
Al encuentro del destino
“¡A ese ritmo, llegarás en Navidad!”, le gritaron entre bromas sus
compañeros desde el Farm. Durante los seis meses de travesía, los perros
se habían acostumbrado a no hacer nada y ahora, ya en la Antártida, la
idea de tirar de un trineo cargado hasta los topes no les atraía nada,
así que se tumbaron indiferentes al látigo de Amundsen.
A pesar de la anécdota, el desembarco en la Bahía de las Ballenas
prosiguió, y el 18 de enero de 1911, cuando los ingleses liderados por
Scott terminaban de levantar la base desde la que emprender su ruta
hacia el polo Sur, Amundsen y los noruegos comenzaban a preparar la
suya.
Ambas expediciones encaraban la ruta más larga y peligrosa de todas las posibles.
Era un día gris, cubierto de una densa niebla, pero los trineos
comenzaron a correr empujados por los perros. Delante, una superficie
desconocida, monótona hasta parecer infinita. A la fuerza, mortal.
La doble cara del destino
Todas las decisiones tomadas por Amundsen fueron acertadas, desde
escoger el punto de inicio de la gran ruta, la construcción de la base
invernal, hasta la elección de los perros que tirarían de los trineos,
los esquíes, adoptar la ropa de esquimales y el cálculo exacto de las
provisiones... además, el tiempo, al cabo de los primeros días, comenzó a
mejorar. Sin duda, todo ello hizo que, a pesar de comenzar más tarde,
pronto la expedición noruega superó a la británica al establecer los
diversos depósitos de provisiones que serían clave en la carrera por el
asalto final al polo Sur. Al año siguiente, tras pasar los largos meses
de la noche polar, llegaría la hora de la verdad.
Scott y sus hombres estaban por emprender el peor viaje del mundo. Una
trágica combinación de desafortunadas decisiones y la mala suerte les
condujo a la muerte, mientras que Amundsen y los noruegos se llevaron la
gloria al alcanzar el polo Sur, el 14 de diciembre de 1911.
El miércoles 17 de enero, Scott dejó escrito en su diario la terrible
frustración que sintieron al alcanzar la meta tras tantas penurias y
descubrir que los noruegos se les habían adelantado por cerca de un mes:
“¡Dios santo! Es un lugar espantoso, y más para nosotros que hemos
sufrido horrores para llegar hasta aquí sin obtener la recompensa de ser
los primeros”. No podía imaginar en ese momento que lo peor estaba por
llegar: él y sus hombres morirían al poco, atrapados en el desierto
helado.
Por paradójico que parezca, ninguno de los dos logró alcanzar su
sueño. Amundsen no dejó que el éxito le emborrachara y escribió con una
lucidez asombrosa cuando se trata de analizarse a uno mismo que:
“Seguramente nunca un hombre se ha enfrentado, como me pasaba a mí, al
hecho de haber alcanzado algo diametralmente opuesto a aquello con lo
que ha soñado. Las regiones del polo Norte -sí, el mismísimo polo Norte-
me habían atraído desde mi juventud, y heme aquí, en el Polo Sur, ¿Cabe
imaginar mayor despropósito?”.
Ahora sí, el polo Norte, pero en avión
Una vida como la de Amundsen dedicada por entero a la exploración no podía acabar con este capítulo, por muy triunfal que fuese. Así que en 1918 se lanzó a una nueva aventura con un nuevo barco, el Maud.
Desafortunadamente, los siete años que dedicó al proyecto fueron un
completo fracaso que casi acaba con la exitosa carrera del explorador.
Sacó una conclusión clara de todo aquello: la época dorada de las
expediciones en barco y trineos se había acabado; tal vez tocaba ir al
polo Norte de otra forma.
Ya durante su gira por Europa después de conquistar el polo Sur se interesó por los aeroplanos,
pero no fue hasta los años veinte, cuando la industria comenzó a
construir mejores máquinas que se atrevió a imaginar el nuevo desafío:
por fin llegaría al polo Norte, pero lo haría por el aire.
Mayo de 1925 fue la fecha escogida. Tras unas ocho horas de vuelo, los dos hidroaviones que formaban la expedición se vieron obligados a dar media vuelta, a tan solo 250 kilómetros de la meta.
Ambos aviones comenzaron a dar problemas técnicos, y Amundsen aplicó
algo que le escuchó decir hacía años a su héroe de juventud: “El polo no
vale una vida”.
Aún así no se dio por vencido y tras sanear las maltrechas finanzas
por el fracaso de la expedición anterior, logró prepararlo todo para, el
12 de mayo de 1926, poder llegar por fin al polo Norte; aunque esta
vez, lo hizo acompañado por el ingeniero italiano Nobile y en un
dirigible. Amundsen se convertía así en el primer hombre en estar sobre
los dos polos de la Tierra. Nadie podía presumir de tanto palmarés como
él. Ahora sí, tocaba parar y tomarse un merecido descanso.
La última aventura de Amundsen
Pero hay algo en el tipo de personas al que pertenecía Amundsen que
hace que nunca logren estar contentos y sientan cada poco la tentación
de volver a partir, de ponerlo todo en juego una vez más. Tiempo después
de su última aventura, cuando parecía que Amundsen dejaba atrás los
desafíos, llegó la noticia: Nobile, con quien había volado en el
dirigible y con quien se había aireado una triste disputa entre ambos en
las portadas de todos los periódicos internacionales, había sufrido una
avería y había realizado un aterrizaje de emergencia en algún lugar del polo Norte. Su vida y la de sus compañeros estaban en peligro.
La última vez que se vio con vida a Amundsen fue el 18 de junio de 1928, cuando despegó con mal tiempo. A las tres horas de vuelo, se perdió el contacto por radio y se le dio por desaparecido el avión
Amundsen no se lo pensó dos veces. A pesar del enfrentamiento público
entre ambos, aceptó ponerse a los mandos de un avión que el gobierno
francés puso a disposición del equipo de rescate. La última vez que se
vio con vida a Amundsen fue el 18 de junio de 1928, cuando despegó con
mal tiempo. A las tres horas de vuelo, se perdió el contacto por radio y
se le dio por desaparecido el avión. Pocos días antes del suceso, el
noruego confesó en una entrevista algo parecido a un epitafio: “Sólo deseo que la muerte me llegue de una forma digna, mientras cumpla una gran misión, rápidamente y sin dolor".
Amundsen: filmaciones originales de su expedición al polo Sur
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Descubre estas valiosas escenas filmadas, con los preparativos de la expedición de Roald Amundsen al polo Sur. Son imágenes históricas y que muestran la importancia y la dureza de la empresa que convirtió a Amundsen en uno de los exploradores más famosos de la historia de la humanidad. Y si quieres conocer la historia completa de su hazaña con fotografías históricas entra aquí
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Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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