Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., el asesinato de León Trotski, de manos del español Ramón Mercader, tiene ribetes de una novela de Ian Fleming, por todo el recorrido de ardides para infiltrarse en los círculos más íntimos del enemigo. "...1939 se puso en marcha por orden de Stalin la Operación Utka
(Operación Pato), para matar a Trotski.."
Ramón Mercader del Río, tal como era su verdadero nombre, comienza desde sus orígenes en España, que se afilió al Partido Comunista; que fue convencido por su madre de filiación stalinista, para asesinar a León Trotski, que residía como asilado en México, el personaje viajó a París, allí se introdujo a los círculos trotskistas con el nombre de Jacques Mornard, allí conoció a Sylvia Agelof quien era la más íntima amiga de León Trotski; y la conquistó como su amante, donde conoció todos los movimientos de Trotski en México, con esos datos viajó a México con la nuevo entidad de canadiense Frank Jackson, en compañía de Sylvia, quien le presentó a León Trotski. La trampa estaba lista para su acción y ejecución.....
NATIONAL GEOGRAPHIC .- narra : " Y así ocurrió el 20 de agosto de 1940 cuando fue a su casa con la excusa de entregarle unos documentos. Cuando
Trotski se acercó a la ventana para poder leerlos mejor, Mercader le
clavó un piolet en la cabeza provocándole una herida mortal que terminó
con su vida 12 horas más tarde. Los guardaespaldas de Trotski,
ausentes en el momento fatal, reaccionaron a tiempo para impedir la
huida del asesino. Su madre y Eitingon, que lo esperaban en un coche en
el exterior de la casa, huyeron al ver que algo no había ido bien...."
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/ramon-mercader-hombre-que-mato-a-trotski_15088
Como si fuera un personaje sacado de una
novela de Ian Fleming, este catalán asumió dos identidades falsas, se
infiltró en los círculos trotskistas, sedujo a la secretaria del líder
exiliado y se ganó la confianza de este para asesinarlo a sangre fría.
Cordon Press
Abel de Medici
· Lectura: 5 min
En el cementerio de Kúntsevo, en las afueras de Moscú, el epitafio de una
tumba presenta a su inquilino como “Ramón Ivanovich López, héroe de la
Unión Soviética”. Lo de héroe, obviamente, depende de la interpretación
personal de cada uno, pues entre los méritos que le valieron tal
reconocimiento destaca el de haber asesinado a León Trotski, principal opositor de Stalin en su ascenso al poder.
La vida de Ramón Mercader del Río -su nombre real- es digna del
mismísimo James Bond, pero del lado ruso. Identidades falsas, trabajos
tapadera, artilugios asesinos -menos sofisticados que los de 007-,
aproximación al círculo femenino íntimo del objetivo…
León Trotski fue una de las figuras clave de la Revolución Rusa. Sin
embargo, al morir Lenin, él y su familia fueron víctimas de la
persecución de Stalin. Expulsado de la URSS, se exilió a Turquía,
Francia, Noruega y finalmente a México, donde sería asesinado por Ramón
Mercader.
Los orígenes del asesino
El ambiente en
el que nació Ramón Mercader, el 7 de febrero de 1913, no fue
precisamente revolucionario: el seno de una familia burguesa, hijo de un
empresario textil y más bien alineado con el nacionalismo conservador.
Sin embargo, durante el periodo de entreguerras, su madre empezó a
frecuentar ambientes anarquistas, lo que la alejó de su círculo
familiar. Ramón quedó al cargo de su padre, pero en su fuero interno ya estaba arraigada de alguna manera la militancia comunista.
Al estallar la Guerra Civil española Ramón Mercader tomó las armas
por el bando republicano, pero -para su suerte- no vería el final de la
contienda: en 1937 su madre, ferviente estalinista, le convenció para
unirse a los servicios secretos soviéticos con un objetivo concreto: el de asesinar a León Trotski, exiliado por Stalin tras hacerse con el poder y residente entonces en México.
Un espía con una misión
Así
pues, en 1939 puso en marcha por orden de Stalin la Operación Utka
(Operación Pato), para matar a Trotski y eliminar definitivamente la
amenaza que el líder soviético veía en él. El plan preveía el
entrenamiento de diversas células para multiplicar las posibilidades de
acabar con Trotski. Y precisamente una de estas estaba formada por Ramón
Mercader y su madre, Caridad del Río, a quienes se unió posteriormente
Nahum Eitingon.
La primera aproximación para conseguir su
objetivo se produjo al más puro estilo Bond, en un escenario tan
glamuroso como París, aunque en un ambiente menos elitista: Mercader se infiltró en los círculos trotskistas con la identidad de Jacques Mornard, supuesto militante belga.
Allí puso en su punto de mira a una mujer de la absoluta confianza de
Trotski: Sylvia Agelof. Al poco tiempo de conocerse Mercader y Agelof
comenzaron una relación, lo cual permitió al espía español acercarse a
su futura víctima.
En 1939 puso en marcha por orden de Stalin la Operación Utka (Operación Pato), para matar a Trotski y eliminar definitivamente la amenaza que el líder soviético veía en él.
Panorama para matar
Asumiendo
una nueva identidad como el canadiense Frank Jackson, Mercader viajó a
México en compañía de Sylvia, quien le presentó a Trotski, comenzando en
ese momento la última fase de su plan: ganarse la confianza del líder
ruso hasta el punto de poder quedarse con él a solas.
Y así ocurrió el 20 de agosto de 1940 cuando fue a su casa con la excusa de entregarle unos documentos. Cuando
Trotski se acercó a la ventana para poder leerlos mejor, Mercader le
clavó un piolet en la cabeza provocándole una herida mortal que terminó
con su vida 12 horas más tarde. Los guardaespaldas de Trotski,
ausentes en el momento fatal, reaccionaron a tiempo para impedir la
huida del asesino. Su madre y Eitingon, que lo esperaban en un coche en
el exterior de la casa, huyeron al ver que algo no había ido bien.
Trotski vivió exiliado en México desde 1937. Sus críticas contra
Stalin se volvieron cada vez más feroces, por lo que el líder soviético
tomó la decisión de eliminarlo. En la foto, el estudio donde fue
asesinado.
Ricardo López
Acusado de asesinato con el agravante de que la víctima había sido un exiliado, Mercader fue puesto a disposición de las autoridades mexicanas. El juicio se saldó con una condena ejemplar: 20 años de cárcel.
Respecto a su pareja, Sylvia Agelof, el hecho de que intentara
suicidarse al descubrir que su novio la había utilizado para acercarse a
su presa muestra su total desconocimiento sobre el funesto plan de
Mercader.
Por su parte, su madre consiguió escapar a Moscú y
convencer a las autoridades soviéticas de que pusieran en marcha un
plan para liberar a su hijo. La operación incluso recibió el beneplácito
del propio Stalin, que confió el liderazgo a Eitingon. Sin embargo, la
madre de Mercader insistió en participar en la operación, lo que puso en
alerta a las autoridades mexicanas, quienes reforzaron la vigilancia
sobre el reo. Finalmente el plan fracasó, minando la relación de
Mercader con su madre, con la que ya tenía serias diferencias por su
fanático estalinismo.
Honores en la sombra
En
1960 Mercader terminó su condena y, tras pasar por Cuba y Praga, volvió
a Rusia. Stalin había muerto siete años atrás y el recibimiento que se
le hizo fue más bien discreto. Entró en el KGB, el servicio de
inteligencia de la URSS -y de facto policía secreta-, donde alcanzó, al
cabo de un tiempo, una posición equivalente a la de general. De hecho, en secreto, fue condecorado con la Orden de Lenin y la Medalla de Héroe de la URSS, la más alta distinción soviética. Desde su vuelta sería conocido como Ramón Ivánovich López.
Tras cumplir su condena, Mercader entró en el KGB, donde alcanzó una posición equivalente a la de general. Fue condecorado con la Orden de Lenin y la Medalla de Héroe de la URSS, la más alta distinción soviética.
El último capítulo de su vida transcurrió
en Cuba, donde se instaló en 1974 como asesor de Fidel Castro.
Finalmente moriría en La Habana en 1978 víctima de un cáncer, aunque
algunos rumores señalan a que el KGB lo envenenó con polonio a través de un reloj que le regalaron como gratitud por sus servicios.
Su
cuerpo se transportó en secreto a Moscú y fue enterrado en el
cementerio de Kúntsevo, reservado a héroes de la Unión Soviética. Es
más, en el museo del KGB también ocupa un lugar de honor. Un final lleno
de contradicciones, como toda su vida, que discurrió entre el
reconocimiento y la clandestinidad, al servicio secreto del soviet.
NATIONAL GEOGRAPHIC
ARTÍCULO ADICIONAL:
El piolet de Trotsky sale de la clandestinidad
El Museo del Espionaje de Washington exhibe en su nueva sede la supuesta arma con que Ramón Mercader asesinó al líder revolucionario ruso
El piolet, con la foto en que lo mostraba el jefe de la policía mexicana en 1940, en el Museo del Espionaje (Beatriz Navarro)
La longitud correcta, las huellas de sangre, la marca... Todo cuadra.
Keith Melton lleva décadas coleccionando artefactos relacionados con el
mundo del espionaje. Ha recopilado más de 7.000 pero ninguno le costó
tanto hallar como el arma con que el comunista catalán Ramón Mercader
realizó el asesinato del siglo. Desde el domingo, el piolet más famoso
del mundo estará expuesto al público en Washington. Tras muchas
investigaciones, no tiene ninguna duda sobre autenticidad del arma que acabó con la vida de Leon Trotsky.
“Es la pieza original”, afirma categórico Melton junto a la vitrina en que se expone el arma en la nueva sede del museo del Espionaje,
al que ha cedido toda su colección. La historia de la pequeña hacha es
tan fascinante y convulsa como la de la operación que condujo al asesinato de Trotsky en la casa de Coyoacán (México) en que se había refugiado supuestamente lejos de la mano asesina de Stalin después
de vivir un tiempo con los pintores Diego Rivera y Frida Kahlo. En el
pasado, al menos dos coleccionistas han proclamado tener el piolet.
Vendedores de todo el mundo se lo habían ofrecido. Pero “sus historias
se derrumbaban enseguida, pocos la conocen bien”, afirma Melton.
LAVANGUARDIA - Internacional.
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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