Tras millones de años de evolución, los órganos destinados a la audición han adquirido las más diversas formas, sin embargo, la araña Larinioides sclopetarius, prefiere no fiarlo todo a la evolución y ha desarrollado su propio método para ampliar los sonidos que percibe.
Larinioides sclopetarius
La audición es un sentido fundamental para todo tipo de animales entre los que se incluyen mamíferos, aves, algunos reptiles, anfibios, peces y artrópodos. Siendo quizá el rasgo más definitorio de ambas especies, algunos ejemplos de ello podemos encontrarlos en los complejos sistemas de ecolocalización de murciélagos o delfines,
Tras millones de años de evolución, los órganos destinados a la audición han adquirido las más diversas formas. Por ejemplo, es sabido que las lechuzas carecen de oído externo. Otra particularidad de los órganos auditivos de estas aves es que se encuentran ubicados asimétricamente en su cabeza, uno más arriba que el otro, lo que hace que al captar las diferencias entre el sonido que llega a sendos oídos puedan localizar su procedencia de una forma muy eficiente, algo indispensable tratándose de cazadores eminentemente nocturnos. Otro curioso ejemplo es el del saltamontes, cuyo complejo sistema auditivo se encuentra alojado en sus tibias delanteras.
Como decíamos, los órganos auditivos en el reino animal son extremadamente diversos, sin embargo, todos tienen en común que están formados por tejido celular y que forman parte de los cuerpos de los propios animales. Ahora, no obstante, un equipo de científicos acaba de encontrar una notable excepción a esta norma: el sistema de audición empleado por la araña tejedora de orbes Larinioides sclopetarius.
Con 4.000 especies divididas en 168 géneros, las arañas tejedoras de orbes representan la tercera familia de arácnidos más grande del mundo. Son bien conocidas sus características redes, las cuales organizadas en círculos concéntricos pueden llegar a medir hasta medio metro de diámetro. Pero lo que ahora acaba de descubrir el equipo liderado por el profesor de ingeniería mecánica de la Universidad de Binghamton, Ronald N. Miles, es que estas arañas no emplean sus redes únicamente como soporte o método para atrapar a sus presas, si no que también cumplen la función de una antena acústica hiperaguda que captura los movimientos de las partículas de aire inducidos por el sonido, multiplicando la respuesta auditiva de una manera jamás vista en cualquier órgano animal conocido.
"Al sentir el movimiento de los hilos de su red, esta araña detecta y localiza de forma remota la fuente de una onda acústica en el aire, como las emitidas por presas o depredadores que se acercan", explica Miles. Al relegar en su telaraña su capacidad auditiva, Larinioides sclopetarius se libera de las limitaciones impuestas por su propio tamaño corporal, lo que le permite ampliar el área de superficie sensible al sonido hasta 10.000 veces.
Pero eso no es todo, sino que Larinioides sclopetarius también puede ajustar funcionalmente y regenerar regularmente este "tímpano externo" según sus necesidades. Se trata de ejemplo más de como la naturaleza puede servir de inspiración para el desarrollo de nuestra propia tecnología. Según los autores, los resultados enriquecen la comprensión científica de la seda de araña y podrían contribuir al diseño y mejora de los futuros detectores acústicos.
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