Durante los tres mil años de historia faraónica, el título de soberano de las Dos Tierras recayó casi siempre en manos masculinas. Pero en algunas ocasiones el faraón no fue un hombre, sino una mujer que normalmente alcanzó el trono en períodos de regencia, y en tiempos convulsos o de vacío de poder.
"¿qué es el rey del Alto y Bajo Egipto? Él es el dios gracias al cual se vive, el padre y la madre de todos los hombres, él solo, sin igual". Para los antiguos egipcios era algo que estaba en armonía con las leyes naturales y con el mantenimiento del equilibrio cósmico que el cargo de faraón, la más alta autoridad en la tierra, el representante de los dioses e interlocutor entre ellos y los humanos, fuese ostentado por un hombre; de hecho, los reyes eran identificados con Horus, el dios representado como un hombre con cabeza de halcón, hijo de Isis y Osiris, dos de las divinidades más importantes del panteón egipcio.
Para los antiguos egipcios era natural que el cargo de faraón, la más alta autoridad en la tierra, interlocutor entre los dioses y los humanos, fuese ostentado por un hombre.
Sabemos, eso sí, que durante toda la historia de Egipto, hubo muchas reinas, esposas y madres de faraones, que ejercieron gran poder e influencia sobre las decisiones de Estado, e incluso algunas de ellas contribuyeron a cambiar la historia, como es el caso de las grandes reinas tebanas de la dinastía XVII (h. 1540 a.C.), como Tetisheri o Ahhotep, cuyas actuaciones fueron fundamentales en la guerra contra los hicsos (A Ahhotep incluso le concedieron una valiosa condecoración militar al valor, el "collar de las moscas"). Muchos de los nombres y las gestas de estas mujeres han llegado hasta nosotros: Hetepheres, Khenthaus, Ahmosis Nefertari, Tiy, Isis Nofret, Nefertari, Nefertiti... Sabemos que ellas transmitían el poder, y también sabemos que fueron influyentes y escuchadas, pero siempre actuaron a la sombra de sus esposos, que eran en realidad quienes ejercían el poder efectivo que comportaba el título de faraón.
La reina Nefertari jugando al senet. Escena de su tumba en el Valle de las Reinas.
¿UNA MUJER EN EL TRONO DE LAS DOS TIERRAS?
Sin embargo, también sabemos que a lo largo de la historia del País del Nilo hubo algunas mujeres que, más allá de su condición de esposas o madres, ocuparon ellas mismas, de pleno derecho, el trono real. De todas ellas, tal vez la más destacada sea Hatshepsut, a principios de la dinastía XVIII (1539-1292 a.C.). Hija y esposa de faraones, Hatshepsut alcanzó el poder como regente de su sobrino e hijastro Tutmosis III, pero acabó gobernando Egipto durante unos veinte años, y no sólo como regente de un faraón menor de edad, sino presentándose ella misma como faraón coronado. Otra famosa reina que ostentó el título de faraón fue Cleopatra VII, ya a finales del período ptolemaico, poco antes de la conquista definitiva de Egipto por Roma.
Cleopatra y su hijo Cesarión. Relieve del templo de Dendera.
Hatshepsut alcanzó el poder como regente de su sobrino e hijastro Tutmosis III, pero acabó gobernando Egipto durante unos veinte años como faraón coronado.
Pero, además de Hatshepsut y Cleopatra, ¿hubo otras mujeres que ocuparon el trono de las Dos Tierras como faraón reinante? Pues al parecer sí, aunque no fueron muchas. Según el historiador romano Diodoro Sículo, que vivió en el siglo I a.C., sólo hubo cinco, aunque se piensa que pudo haber habido hasta ocho. Aquí exponemos las historias fascinantes de algunas mujeres que posiblemente gobernaron Egipto como faraón a lo largo de sus más de tres mil años de historia.
Estela del rey Djet. Museo del Louvre, París.
MERNEITH, EN LOS ALBORES DE EGIPTO
Durante la dinastía I (2900-2730 a.C.), en los albores del Egipto faraónico, surge de las sombras del tiempo la figura de esta reina, cuyo nombre significa "la amada de la diosa Neith", que al parecer ostentó una titulatura real. Fue esposa del rey Djet/Uadyi, y tras enviudar tuvo que ejercer como regente de su hijo Den, el heredero del trono, por entonces un niño. El egiptólogo Flinders Petrie descubrió en Abydos la suntuosa mastaba real donde se hizo enterrar Merneith y la catalogó al principio como perteneciente a un faraón masculino. Pero ¿llegó a ostentar Merneith el título de faraón? El hallazgo de un templo funerario dedicado a esta mujer en Abydos, y los descubrimientos en Saqqara de una barca solar, el hallazgo de varios vasos con el nombre de Merneith inscrito que se localizaron en la mastaba 3503, sumados a que su nombre aparece en una lista real procedente de la impresión de un sello cilíndrico descubierto en la tumba de su hijo Den parecen confirmar que, como mínimo, mientras duró su regencia, Merneith ejerció el gobierno con las prerrogativas y poderes de un faraón, actuando como rey efectivo de Egipto. Pero años después, en la Lista Real del Horus Kaa, de finales de la dinastía, su nombre ya no aparece entre los de los monarcas.
Pirámide de Userkaf, hijo de la reina Khentkaus I y primer faraón de la dinastía V, en Saqqara.
KHENTKAUS I Y KHENTKAUS II
Estas dos reinas vivieron respectivamente a finales de la dinastía IV (2543-2436 a.C.) y durante la V (2435-2306 a.C.) y, curiosamente, se han hallado representaciones de ambas con atributos reales, como la barba postiza y el ureo (la cobra y el buitre, símbolos del poder faraónico). A la primera se la menciona incluso como "La Rey del Alto y del Bajo Egipto y Madre del Rey del Alto y del Bajo Egipto". Pero ¿quiénes fueron estas mujeres que compartieron nombre y dinastía? Khentkaus I fue una hija de Micerino, el propietario de la pirámide más pequeña de Gizeh. En 1932, el arqueólogo Selim Hassan halló su tumba, una magnífica mastaba en forma de gigantesco sarcófago. La reina fue la esposa del último faraón de la dinastía IV, Shepsheskaf, y la madre del primer faraón de la dinastía V, Userkaf. Al parecer actuó como regente de tres de sus hijos: Userkaf, Sahure y Neferirkare. En la tumba de la soberana en Gizeh, las inscripciones la muestran como faraón gobernante, pero tampoco consta en las listas reales posteriores. En cuanto a la segunda Khentkaus, poca cosa sabemos en realidad. De ella nos queda una pirámide auxiliar y un templo funerario en la necrópolis de Abusir, además de alguna representación de la misma con los atributos del poder faraónico.
NITOCRIS LA VENGADORA
Una lista de reyes de Egipto como el Canon Real de Turín menciona el nombre de Nitocris como faraón efectivo de Egipto, y el sacerdote Manetón, autor de una lista de reyes de Egipto, la reconoce como último faraón de la dinastía VI (2305-2118 a.C.). En su Historia de Egipto, Manetón dice lo siguiente: "Hubo una mujer, Nitocris, que reinó; era más valiente que todos los hombres y más bella que todas las mujeres de su tiempo, dotada de una hermosa piel y de sonrosadas mejillas. Se dice que construyó la tercera pirámide que tiene aspecto de montaña". Parece ser que Nitocris se desposó con su hermano Merenre II, pero al quedar pronto viuda (al parecer, el rey fue asesinado) gobernó en solitario durante dos años como faraón. Su leyenda atravesó los siglos, y llegó a oídos del historiador griego Heródoto, quien durante su viaje a Egipto, en el siglo VI a.C., contó lo siguiente sobre la venganza de Nitocris: "Me contaron que ella, para vengar a su hermano, hizo perecer con engaños a muchos egipcios". Al parecer, invitó a los culpables del crimen a un banquete y los ahogó inundando la sala con agua del Nilo. Al final, cuando la reina logró su venganza, siempre según Heródoto, "se precipitó en una cámara llena de cenizas para evitar las represalias...".
Cabeza de la reina Sobeknefrure. Museo Egipcio, Berlín.
SOBEKNEFRURE, EL FINAL DE UNA DINASTÍA
Tras los tiempos convulsos del final del Reino Antiguo, los monarcas tebanos de la dinastía XII (1939-1760 a.C.) llevaron a cabo la segunda reunificación de Egipto. Estos doscientos años de la historia de Egipto son calificados como un tiempo próspero y con grandes beneficios para el país. Pero a finales de la dinastía, una serie de disputas entre gobernadores provinciales (nomarcas) volvieron a traer un período de inestabilidad. Es en este contexto cuando surge la figura de la reina Sobeknefrure. Pero ¿quién era esta mujer? Su nombre aparece en varias listas reales e inscripciones, y se han localizado cinco estatuas suyas. Parece ser que fue hija de Amenhemat III y hermana de Amenhemat IV, al que posiblemente desposó. Lo que sí está claro es que aparece como último rey coronado de la dinastía XII con los siguientes títulos: "Amada de Re", "Señora de las Dos Tierras", "Hija del Poder", "Eterna de Apariciones Radiantes", "El Rey del Alto y del Bajo Egipto Sobeknefrure".
Interior de la tumba de Tausert, en el Valle de los Reyes, posteriormente usurpada por su sucesor Sethnakht.
LA ENIGMÁTICA TAUSERT
Tras el gobierno en solitario de Hatshepsut durante la dinastía XVIII (1539-1292 a.C.), hubieron de pasar varios siglos hasta que otra mujer accediese al trono de las Dos Tierras. Fue a finales de la dinastía XIX (1292-1191 a.C.), cuyos primeros reyes, como Seti I y Ramsés II, son los más conocidos. Tras la muerte de Merneptah, hijo y sucesor de Ramsés II, subió al trono de Egipto su hijo Seti II. Seti tuvo un hijo enfermizo llamado Siptah, de una esposa secundaria. Seti también desposó a una mujer llamada Tausert, de origen incierto. Tras la muerte de Seti II, al parecer Tausert ejerció como regente del joven Siptah, que murió poco tiempo después. Tausert decidió entonces gobernar en solitario y se proclamó "Rey del Alto y del Bajo Egipto", incluso incluyó en su nombre la titulatura de "Sa-Re", que significa hija de Re (el dios Sol). Tausert ordenó construir para ella una tumba en el Valle de los Reyes, igual que sus predecesores masculinos, y también mandó erigir un Templo de Millones de Años (templo funerario) cerca del Ramesseum. Pero Tausert no tuvo un largo reinado. Dos años después fue destituida por Sethnakht, el fundador de la dinastía XX (1190-1077 a.C.), un personaje tan ambicioso como ella, que persiguió la memoria de la reina y borró su nombre de todos sus monumentos. Incluso usurpó la magnífica tumba que ella mandó erigir en la necrópolis tebana.
El faraón Hatshepsut se representa en este relieve junto a su padre, el dios Amón. Templo de Karnak.
"COMO RE, ETERNAMENTE..."
No podemos acabar esta relación de faraones femeninos sin hacer referencia a cómo Hatshepsut legitimó su ascenso al trono de las Dos Tierras, con el apoyo del clero de Amón. Para ello, se ideó el mito de la "teogamia" o nacimiento divino de la soberana, haciéndola hija del dios Amón, quien, tomando la figura de su padre, Tutmosis I, fecundó a su madre, la reina Ahmosis. El dios principal de la dinastía legitimaría su reinado con estas palabras: "Amón hizo que los dioses todos del Alto y Egipto la vieran (a Hatshepsut). Palabras dichas por Amón Re, Señor del Cielo y Rey de los dioses: 'Ved a mi hija Henemet-Amón Hatshepsut, que viva. Amadla y complaceos en ella' (...). Ella permanecerá al frente de los ka de todos los vivientes, junto con su ka, como Rey del Alto y Bajo Egipto sobre el trono de Horus, como Re, eternamente".
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