Un estudio dirigido por la Universidad de York ha analizado los huesos de algunas de las víctimas del Vesubio en Herculano con las tecnologías más modernas y ha llegado a conclusiones sorprendentes sobre los alimentos que ingirieron los habitantes de esta próspera ciudad de la bahía de Nápoles.
Hace casi dos mil años, una erupción volcánica sepultó las ciudades romanas de Pompeya y Herculano. La catástrofe no solo preservó los edificios bajo una espesa capa de cenizas, sino también los restos de sus moradores, y el estudio de estos antiguos huesos ha proporcionado a los investigadores numerosas pistas sobre cómo era la dieta romana. Ahora, un nuevo análisis realizado por la Universidad de York (y que ha contado con la participación de la Universidad Autónoma de Barcelona) sobre los huesos de diecisiete víctimas de la erupción (once hombres y seis mujeres) procedentes de Herculano ha revelado qué alimentos consumían estas personas y en qué proporciones.
El resultado del estudio, que se ha publicado en Science Advances, es sorprendente: los romanos de Herculano, al parecer, en general seguían una dieta rica en marisco y aceite de oliva, lo que ha confirmado las estimaciones de algunos historiadores sobre la gran cantidad de aceite de oliva que los romanos llegaban a consumir. Pero hasta ahora, los estudios sobre el tema no habían logrado descubrir detalles esenciales sobre la dieta de los antiguos romanos. En palabras de Erica Rowan, arqueobotánica de la Universidad Royal Holloway de Londres, que no ha participado en este estudio, "aquí han hecho un buen trabajo" .
ESTUDIO ISOTÓPICO
En el año 79 d.C., en un intento desesperado por escapar de la terrible erupción del Vesubio, la gente de Herculano se hacinó desesperada en unos cobertizos para guardar botes que se disponían a lo largo de la playa de la ciudad. Pero una explosión repentina de cenizas y gas a 250 °C (flujo piroclástico) acabó con todos ellos de inmediato, evaporando su carne y preservando sus huesos casi a la perfección. Estos huesos habían sido analizados en anteriores investigaciones por los científicos, que estudiaron su colágeno, y la conclusión a la que se llegó fue que los hombres en Herculano tenían una dieta diferente a las mujeres.
Vista de varios restos humanos descubiertos en cobertizos para botes en Herculano.
Estos huesos habían sido analizados en anteriores investigaciones por los científicos, que estudiaron su colágeno, y la conclusión a la que se llegó fue que los hombres en Herculano tenían una dieta diferente a las mujeres.
Para profundizar en este tema, en el nuevo estudio se ha procedido a aislar aminoácidos específicos (los componentes básicos de las proteínas) del colágeno y se determinaron las proporciones de variedades, o isótopos, de átomos de nitrógeno y carbono. Esos isótopos se pueden rastrear hasta alimentos específicos. Asimismo, gracias a los restos de plantas y animales encontrados en el yacimiento, los arqueólogos han podido saber que los habitantes de Herculano consumían trigo y mijo. También se alimentaban de lentejas, habas, cerezas, melocotones y aceitunas, además de setenta tipos de pescados y mariscos procedentes de la bahía de Nápoles.
EL ACEITE DE OLIVA, EL GRAN PROTAGONISTA
Gracias al nuevo método empleado por los investigadores de este estudio, "podemos saber de dónde provienen las calorías que consumieron. Pudimos ver alimentos que normalmente no podemos ver porque no son proteínas", afirma Oliver Craig, arqueólogo de la Universidad de York y uno de los autores. El análisis aportó también algunas sorpresas: la gente en Herculano comía mucho marisco, especialmente en comparación con los actuales habitantes del Mediterráneo. Aproximadamente una cuarta parte de las proteínas que consumieron procedían del mar, casi el triple que en la dieta mediterránea moderna. "No habíamos podido ver eso antes en el análisis isotópico regular", ha explicado Rowan.
El análisis aportó también algunas sorpresas: la gente en Herculano comía mucho marisco, especialmente en comparación con los actuales habitantes del Mediterráneo.
Por su parte, como se ha apuntado anteriormente, el aceite de oliva también fue tomado por los romanos en enormes cantidades. Constituyó por lo menos el doce por ciento de las calorías que se consumieron en Herculano (aunque quizás el porcentaje fue mayor). Estos resultados respaldan lo que cuentan algunas fuentes históricas que indican que el romano medio consumía unos veinte litros de aceite cada año y que este alimento fue una de las fuentes de grasa más importantes en la dieta romana. De hecho, las aceitunas fueron un producto ampliamente cultivado a lo largo de todo el Imperio romano, siendo exportado por todo el Mediterráneo. "El aceite no era solo un condimento, era un ingrediente en sí mismo. Además proporcionaba mucha energía", comenta Silvia Soncin, arqueóloga de la Universidad la Sapienza de Roma y una de las autoras del estudio.
Imagen de una calle en el yacimiento romano de Herculano, en Nápoles.
LO QUE COMÍAN HOMBRES Y MUJERES
En cuanto a las diferencias en la alimentación según el sexo, el estudio muestra que las mujeres de Herculano comieron menos granos y cereales que los hombres. En cambio consumieron más productos animales (huevos, carne, lácteos) y frutas y verduras cultivadas localmente. Mientras tanto, los hombres parecían haber ingerido más pescado y marisco que ellas. Soncin y Craig han sugerido que esta diferencia entre las dietas, en las que los hombres parecían consumir alimentos más energéticos, podría tal vez ser indicativa del hecho que estos pasaban más tiempo fuera de casa. También podría deberse al mayor prestigio social masculino y a que, si los hombres eran esclavos, lograban la libertad antes que las mujeres.
Soncin y Craig han sugerido que esta diferencia entre las dietas, en las que los hombres parecían consumir alimentos más energéticos podría tal vez ser indicativa del hecho que los hombres pasaban más tiempo fuera de casa.
A pesar de todo, los científicos reconocen que la dieta de los habitantes de Herculano puede no ser representativa de la antigua Roma en su conjunto. Es posible que la gente que vivió en esta ciudad situada en la rica bahía de Nápoles, rodeada de un fértil suelo volcánico y cerca de un puerto importante al cual llegaban mercancías procedentes de todos los rincones del Mediterráneo, tuviera una dieta especialmente diversa. Aún así, según Rowan, el enfoque que los científicos han aplicado al estudio podría servir asimismo para arrojar luz sobre otras dietas antiguas en todo el mundo. "Si se pudieran usar los mismos métodos en diferentes lugares, el resultado sería realmente interesante", concluye.
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