Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la agencia de noticias BBC Mundo Noticias, nos alcanza un amplio reportaje, donde se pregunta de ¿Cómo será el mundo cuando se acabe el orden mundial después de la derrota del Nazismo?
BBC Mundo Noticias.- narra : ".........Más que cualquier otra cosa, la Segunda Guerra Mundial fue el conflicto bélico que marcó nuestro mundo. El fin de la guerra en Europa, conocido como Día de la Victoria en Europa, no fue el último episodio de la contienda. Aún faltaba la derrota de Japón. Sin embargo, fue un gran hito que marcó el paso hacia un nuevo orden mundial. Estados Unidos emergió como gran potencia militar del conflicto, adelantando a Moscú en el desarrollo de armas nucleares. Desde ese momento, se convirtió en el actor primario del poder estratégico global....."
BBC Mundo Noticias.- narra : "..........Cuando Mao Zedong llegó al poder en 1949, China estaba sumida en la pobreza y devastada por la guerra. Hoy, cuando se cumplen 70 años del triunfo de los comunistas, el país es radicalmente diferente: es una potencia mundial de primer orden y aspira a convertirse en la primera economía del globo. Pero su "milagro económico", único en la historia, no se debió al "Gran Timonel", sino a una campaña impulsada por otro líder comunista, Deng Xiaoping. Se llamó "Reforma y apertura" y logró sacar a 740 millones de personas de la pobreza, según cifras oficiales...."
Jonathan Marcus
Más que cualquier otra cosa, la Segunda Guerra Mundial fue el conflicto bélico que marcó nuestro mundo.
El fin de la guerra en Europa, conocido como Día de la Victoria en Europa, no fue el último episodio de la contienda. Aún faltaba la derrota de Japón.
Sin embargo, fue un gran hito que marcó el paso hacia un nuevo orden mundial.
Estados Unidos emergió como gran potencia militar del conflicto, adelantando a Moscú en el desarrollo de armas nucleares. Desde ese momento, se convirtió en el actor primario del poder estratégico global.
Pero la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se puso rápido al día. Y su decisión de retener el control en gran parte de Europa del Este frustró a aquellos que esperaban un nuevo orden con menor confrontación.
El poder de la URSS provocó la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y un vínculo militar y diplomático entre EE.UU. y Europa Occidental.
“Se creó la idea de Occidente, una alianza de valores que no solo se basaba en las fronteras, sino también en las ideas”, apuntó la historiadora y periodista Anne Applebaum durante un seminario esta semana.
Pero no solo se trató de la creación de la OTAN. Hubo una red completa de nuevas instituciones, tal y como explica el profesor de la Universidad de Exeter Michael Clarke.
“Quedó muy poco de la estructura de instituciones internacionales de antes de la guerra. Hubo un consenso generalizado, más que después de la Primera Guerra Mundial, de que era necesario construir un orden global tras la destrucció”, dijo Clarke.
"La creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU) fue un logro clave. También el sistema económico de Bretton Woods, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional”, agrega el experto.
“Casi todas las instituciones internacionales dependían de los intereses de EE.UU. y apoyaban su sistema. A partir de ese grupo de organizaciones dominadas por Occidente, un orden internacional muy distintivo evolucionó durante las décadas de crecimiento de los años 50 y 60”, cuenta Clarke.
“Ese orden está ahora bajo presión debido a que sus fundamentos políticos están cambiando de forma significativa”, añade el académico.
¿La razón? La puedes contemplar a diario en la agenda de noticias.
Cambio de tendencia
China está ascendiendo, al igual que el poder económico en Asia y el lejano Oriente. También crece el populismo en varias democracias occidentales.
Dentro de la OTAN se están produciendo tensiones claras. El presidente de EE.UU., Donald Trump, cuestiona el valor de este organismo para Washington.
Además, estilos autoritarios de gobernanza se están afianzando en Estados miembro como Turquía y Hungría.
La historiadora Anne Applebaum también señala la corriente aislacionista en política exterior que está dominando el Partido Republicano en EE.UU.
Según su opinión, las grietas en el sistema de valores occidentales se debe a que pocos políticos, por no decir casi ninguno, pertenece a la generación inmediata de la postguerra.
Y es que la ignorancia de la historia contemporánea está siendo otro problema.
China no entró en la escena del poder recientemente. El gigante asiático fue uno de los miembros originales permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
“Estados Unidos siempre se preocupó por China antes y después de la guerra”, dice Clarke.
Apenas se recuerda, pero “EE.UU. siempre consideró que la China precomunista sería un gran poder en el nuevo mundo y que, de forma natural, contrarrestaría el antiguo poder imperial de Francia y Gran Bretaña”, dice Clarke.
“Es por eso que EE.UU. quedó tan traumatizado cuando ‘perdió’ China ante los comunistas en 1949. No lo superó hasta 1972 y ahora puede que esté experimentando, otra vez, un síndrome de desilusión ante el rol de China en el mundo”.
En esto coincide el profesor del King’s College de Londres Lawrence Freedman. Pero destaca que durante la Guerra Fría, “la preocupación sobre China era diferente”.
A diferencia de hoy, la China del siglo XX no era vista como una amenaza económica y tecnológica.
Aceleración del cambio
De hecho, Clarke indica que el declive de Washington es más un síntoma que la causa del fin del orden mundial tras 1945. Sin embargo, opina que “Washington está actuando ahora como para precipitar el fin”.
“El nuevo y emergente orden mundial”, dice Clarke, “está basado en el simple hecho de que más de la mitad de la población mundial vive dentro de un círculo que puede dibujarse alrededor de China, India y el sudeste asiático”.
“Esta geografía económica del mundo se traducirá en un orden político nacional que luego conducirá a nuevas estructuras políticas internacionales”, añade Clarke.
¿Cambiará algo con la actual crisis del covid-19?
Clarke no cree que el mundo después de la pandemia será el “Siglo de Asia”, sino que sus efectos crearán disyuntivas reales en la próxima década.
Según su opinión, “China será un perdedor a largo plazo de esta crisis. Primero, por la reacción política a su manejo del problema. Y segundo, porque los países reconsiderarán su dependencia extrema de China en la cadena de suministros”.
Probablemente sea prematuro establecer conclusiones sobre cómo lucirá el mundo en la era postcoronavirus.
Se puede afirmar que tras la Segunda Guerra Mundial emergió un sentido de servicio público y solidaridad. Sería una gran noticia si algo similar ocurriese ahora, pero, tristemente, no hay signos de que este vaya a ser el caso.
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70 años del triunfo del comunismo: cómo China pasó de ser un país pobre y rural a una superpotencia mundial
Redacción
Cuando Mao Zedong llegó al poder en 1949, China estaba sumida en la pobreza y devastada por la guerra.
Hoy, cuando se cumplen 70 años del triunfo de los comunistas, el país es radicalmente diferente: es una potencia mundial de primer orden y aspira a convertirse en la primera economía del globo.
Pero su "milagro económico", único en la historia, no se debió al "Gran Timonel", sino a una campaña impulsada por otro líder comunista, Deng Xiaoping.
Se llamó "Reforma y apertura" y logró sacar a 740 millones de personas de la pobreza, según cifras oficiales.
- 9 gráficos para entender la extraordinaria transformación de China a 40 años de sus reformas económicas
- De campesino a diseñar la política económica de China: quién es Liu He, uno de los consejeros más cercanos al presidente Xi Jinping
Bajo la idea de un "socialismo con características chinas", Deng rompió con lo establecido e impulsó una serie de reformas económicas, centradas en la agricultura, la liberalización del sector privado, la modernización de la industria y la apertura de China al comercio exterior.
Ese camino alejó al país del comunismo de Mao Zedong y supuso una "ruptura de las cadenas" del pasado, en palabras del propio presidente chino, Xi Jinping.
Un país pobre
El cambio comenzó en 1978.
Entonces, China era muy diferente a la nación que hoy puede situarse al nivel de Estados Unidos o la Unión Europea.
Era un país empobrecido, con un Producto Interno Bruto (PIB) de US$150.000 millones para sus más de 800 millones de ciudadanos, muy por debajo de los US$12,2 billones de este 2018, según cifras de la ONU.
El histórico fundador de la República Popular China, Mao Zedong, había fallecido dos años antes, dejando un controvertido legado.
Entre sus grandes proyectos, se encuentran el Gran Salto Adelante (1958-1962), que buscaba transformar la economía agraria del país, que provocó una hambruna por la que murieron al menos 10 millones de personas (hasta 45 millones, según fuentes independientes); o la Revolución Cultural (1966-1976), la campaña de Mao contra los partidarios del "capitalismo", que dejó entre centenares de miles y varios millones de fallecidos, según la fuente, y paralizó la economía.
Fue en esa situación de pobreza y hambre cuando Deng Xiaoping, entonces el secretario general del gobernante Partido Comunista de China (PCCh), propuso un cambio.
Nueva fórmula
Deng apostó por las llamadas "cuatro modernizaciones" y por evolucionar hacia una economía en la que el mercado tuviera un protagonismo creciente.
Su programa fue ratificado el 18 de diciembre de 1978 por parte del Comité Central del PCCh y en él se situó la modernización económica como principal prioridad.
En los años posteriores, se fueron poniendo en práctica cambios que entonces se consideraron ambiciosos y que salieron adelante pese a la oposición del ala más conservadora del partido.
En el sector agrícola, por ejemplo, se abandonó progresivamente el sistema maoísta de economía rural planificada, lo que permitió incrementar la productividad y sacar a zonas del país de la pobreza, fomentando la migración de mano de obra hacia las ciudades.
También se aflojaron "las cadenas" del sector privado y, por primera vez desde la creación de la República Popular en 1949, el país se abrió a la inversión extranjera.
Se crearon zonas económicas especiales, como la de la ciudad de Shenzhen, que sufrió una increíble transformación y hoy en día suele describirse como el "Silicon Valley chino".
Esa apertura al exterior contribuyó a aumentar la capacidad productiva de China y nuevos métodos de gestión.
Sus cambios llevaron a que, tras un largo proceso, China consiguiera entrar a la Organización Mundial del Comercio en 2001, lo que le abrió definitivamente las puertas a la globalización, que tanto ayudó a su auge económico.
Y es que, en 2008, cuando la crisis financiera mundial estalló y Occidente emprendió la búsqueda de nuevos mercados, China destacó entre todos ellos, lo que le llevó a convertirse en la "fábrica del mundo".
Tras su boom económico, no obstante, Pekín lucha ahora para desprenderse de ese nombre: dejar atrás la manufactura y ser un país caracterizado por la innovación.
¿Y el cambio político?
Pese al éxito económico, las reformas también trajeron consecuencias negativas para el país, como la grave contaminación del aire que sufre la mayoría de sus ciudades o una gran desigualdad.
Además, las últimas décadas no han traído ningún cambio al rígido sistema de gobierno de un solo partido en el país.
Los críticos denuncian que la "represión" de los derechos humanos va en aumento y que el actual presidente, Xi Jinping, está coartando cada vez más libertades de la población, mientras acumula más poder.
En el 40 aniversario de la "reforma y apertura", el pasado diciembre, Xi enfatizó la importancia del "liderazgo" del Partido Comunista en un discurso en el Gran Palacio del Pueblo de Tiananmen, la plaza pequinesa donde el Ejército acabó a la fuerza con las manifestaciones a favor de reformas políticas dejando un número aún indeterminado de muertes.
Ese oscuro capítulo de la historia reciente de China sigue siendo un tabú, como cualquier crítica sobre el sistema político.
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BBC Mundo Noticias
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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