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domingo, 13 de junio de 2021

ORÍGENES DLE SEÑOR DE SIPÁN : Capítulo LXXXII.- Siekik; después de la contundente victoria contra la tribu desconocida que siendo muy numerosa, quienes fueron sorprendidos y diezmados en el campo de batalla con muchos muertos.........

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con el relato de los: Orígenes del Señor de Sipán; Siekik y Chamokik, recibieron una tremenda ventaja militar de la avanzada de la tribu desconocida, que ya había tomado el bosque que daba la entrada a los terrenos que fueron de Zankoc; tal vez los invasores no creyeron que fueron descubiertos, gracias a un guerrero que logró escapar; ellos, los defensores optaron por esperar el ataque de los invasores que nunca se produjo, por lo que armaron la estrategia de atacar por la noche y desde los flancos y Siekik comandará el ataque frontal; al llegar y esperar Chamokik, observó que llegaban cientos de guerreros a reforzar la avanzada que ya estaba en el bosque; él teniendo la ventaja de la sorpresa atacó que fue secundado por Kamokac desde el otro flanco, hubo una sorpresa total para los invasores quienes reaccionaron retrocediendo, lo que les produjo aglomeración y tumbadas de guerreros al suelo que fueron pisoteados; los primeros guerreros de avanzada al ver a sus compañeros atacados, abandonaron a sus prisioneros y retrocedieron para ayudar a sus amigos; justo entró Siekik, quien empezó a barrer cuanto enemigo encontraba desde la retaguardia.................. sigamos el relato...................

Aquí en la imagen observamos una recreación de lo que fue:  El Señor Chonkik, detrás de él, está su hijo Siekik, y al fondo su esposa Mokumac; y naturalmente  un perro sin pelo, que se convirtió en compañero de los antiguos habitantes de la costa norte; ellos son los personajes que darán el nacimiento al relato en ficción de la Historia: 
Orígenes del Señor de Sipán; que se sustenta con la presencia de Chonkik I.
Derechos de Autor : Resolución Nro. 1328- 2020/DDA-INDECOPI y del Certificado de Partida Registral N° 1134-2020/DDA- INDECOPI, de fecha 16 de diciembre de 2020
Imagen: Archivos del Blog: A Vuelo de un Quinde.

Siekik, bajo el mando de sus guerreros, más los 29 que se unieron luego de ser liberados, ellos iban barriendo desde la retaguardia; mientras que Chamokik, avanzó hasta el nivel del suelo del bosque y se trenzó en un combate de cuerpo a cuerpo contra los invasores, quienes totalmente desorientados no atinaban a defenderse siendo atacados por todos los frentes, era infausto ver caer hombres que eran pisoteados por sus propios compañeros; la sorpresa había sido lograda exitosamente y era total, que hizo perder la iniciativa de combatir a los invasores, quienes que sin saber como hacer frente, y lo peor no podían huir, por que el escape fue bloqueado.
El combate era cruel, entre una mayoría de invasores incapaz de pelear contra los guerreros que bajaban desde los flancos, los muertos y heridos caían dando gemidos y alaridos de muerte.
Siekik, desde la retaguardia, mantenía su privilegiada posición de barrer a cuanto invasor encontraba y persiguió a los 50 guerreros invasores que antes tuvieron el bosque, quienes si conocían el terreno y trataban de salvarse, pretendiendo huir empujando a sus compañeros, pero se encontraron con los guerreros de Chamokik y de Kamokac y Siekik que atacaba desde la retaguardia sin tregua, que el enemigo de pie iba reduciéndose y acababan muertos o heridos tumbados; pero si lograron huir un gran porcentaje de los atacantes que no fueron cercados.
Siekik, con la victoria en sus manos, arengaba a sus guerreros, quienes se batían valerosamente, atacando con sus porras sobre las cabezas enemigos, en aquella noche trágica solo se escuchaban los golpes en las cabezas y una que otra luciérnaga que volaba sobre el campo de batalla, los gritos y gemidos de los caídos retumbaban, hasta que cayó el último invasor, y reinó un silencio latente y belicoso, interrumpido por las voces de los líderes.
Entonces, Siekik ordenó seguir al enemigo y todos los guerreros sobrevivientes persiguieron a los invasores, pero estos ya estaban muy lejos, y la oscuridad de la noche impedía avanzar con mayor rapidez con la intención de alcanzar al enemigo, quienes el grueso de combatientes huyeron; los guerreros de Siekik muy envalentonados los persiguieron hasta lo que les permitía la oscuridad; pero, Siekik se dio cuenta que era peligroso perseguir a un enemigo que no hacía frente, y que tal vez ellos podrían reagruparse y sorprenderlos con un ataque por los flancos.
Se terminó la persecución y retrocedieron victoriosos, quienes al llegar al lugar del combate se toparon con muertos y heridos tumbados sobre el suelo, por la oscuridad de la noche parecían rocas sobre un campo; pero Siekik no tenía compasión y ordenó atacar y ultimar a los heridos enemigos, él no quería invasores heridos ni vivos, todos fueron masacrados con temibles golpes de las porras sobre sus cabezas, era trágico observar las porras ensangrentadas que gracias a la oscuridad no eran percibidas por los guerreros, los golpes continuaron hasta que ya no escuchó ningún gemido.
Siekik, levantó los brazos alardeando la victoria sobre un montón de cadáveres tirados y tumbados sobre el suelo; así era de cruel la supervivencia en aquellos tiempos.
Siekik, llamó a Chamokik y le dijo:
--- Chamokik, los dioses nos iluminaron y nos favorecieron en lograr la victoria; junto con los guerreros levanta un conteo de nuestros guerreros que hayan muerto o que estén heridos y cuentas los cadáveres de los invasores para enterrarlos.

Aquí en la imagen observamos una recreación de lo que fue el joven Siekik, hijo único del líder Chonkik I., se aprecia claramente que el joven tenía el porte, la talla y la pasta para ser el sucesor de lo que estaba construyendo su padre: El Nacimiento de un gran señorío. 
Imagen: Archivos del Blog: A Vuelo de un Quinde.

Chamokik con sus guerreros y con el apoyo de los de Kamokac, comenzaron con el conteo de los guerreros defensores caídos, felizmente nadie cayó, si se encontró a 15 heridos, pero ninguno de consideración; en cambio en el bando de los invasores cuando empezaron a amontonar los cadáveres, era espeluznante juntarlos en una pila con tanto muerto y ellos los contaban y llegaron a la suma de 5 manos juntas, que en números era de 50 cadáveres, una cifra espantosa que quedó regada en el campo de la batalla.
Entonces, Siekik, ordenó a Kamokac, que con sus hombres que no fueron afectados por heridas, apoyen a los guerreros heridos para brindarles asistencia de recuperación (primeros auxilios).
Kamokac, obedeciendo las órdenes, los separó y los cargaron, colocándolos debajo de los árboles, clasificando heridos por cortes en la piel, heridos por desgarramiento del cuerpo o golpeados en lo brazos, o lesionados en las piernas; por lo que él escogió un grupo de su entrenamiento y los envió que regresen a los almacenes para que separen remedios como hierbas, y pomadas para aplicar como desinfectantes y cicatrizantes a las heridas.
Mientras tanto, Siekik ordenó a un grupo de sus guerreros avanzar hacia el horizonte que serán como centinelas, para prevenir algún ataque del enemigo, posibilidad que no se descartaba ya que ellos fueron numerosos; los vigías observaron pero no llegó nadie; todo indica que la tribu invasora sufrió una dura derrota que no tuvieron ánimos en volver atacar.
Siekik, después de conocer los resultados del combate contra la tribu desconocida, que él creía era del Sur; pero, no fue así, ellos eran del Este y pertenecían a las alturas; quienes según lo suponía el joven líder, estarían lamentándose después de sufrir la contundente derrota, retrocedieron hacia su territorio a reparar sus pérdidas, que además, de muchos heridos que fueron cargados en los hombros de los sanos; ellos lamentaban haber perdido y dejado abandonados a 50 de sus guerreros; jamás ellos tuvieron una derrota de esa envergadura en todos sus ataques a los tribus costeñas.
Siekik, era consciente que sus hombres necesitaban descansar y ordenó acampar sobre ese bosque, no se podía permitir el regreso a los terrenos y asentamiento, hasta un nuevo amanecer y por su puesto no se descuidaba la vigilancia del horizonte como de los flancos; se determinó que los guerreros descansen por grupos, considerando los permanecían despiertos y vigilantes por determinado tiempo, se turnarían, hasta que amaneció con el dios de los rayos brillantes (El Sol) muy esplendoroso.
Con la claridad del día se pudo apreciar la sangre derramada sobre el suelo, ya en proceso de secamiento, los cadáveres amontonados y la llegada de los insectos atraídos por el aroma de los indicios de descomposición de los cadáveres por muerte violenta.
Siekik, muy conmovido de esa tragedia de la guerra que involuntariamente se vio involucrado, ordenó sepultar a los cadáveres en una fosa común, que expresamente fue escavada por los guerreros, cuando ya lograron una profundidad los cadáveres fueron tirados y enterrados, como eran tantos se formó un montículo por encima del nivel del terreno, que fue cubierto con ramas y hojas; así terminó otro combate contra una tribu, que Siekik no llegó a detectar quien creía que era del Sur, sino del Este.
Por su puesto, estos enfrentamientos y combates no serían los únicos, por las ambiciones de las tribus vecinas de apoderarse de la producción de las cosechas abundantes duramente trabajadas por gente hacendosa y laboriosa.
Después del entierro de los enemigos muertos; Siekik en común acuerdo con Kamokac, dejó a 50 guerreros como custodios del bosque de entrada; quienes serán relevados cada 12 horas de vigilancia, sus alimentos preparados serán llevados por las cocineras; era un duro trabajo, que tenía que hacerse por estar en peligro por una nueva invasión.
Todo el resto de los guerreros, quienes cargaron sobre sus hombros a los 15 heridos al asentamiento para cuidar sus heridas, que ya recibieron una primera curación, por remedios traídos por emisarios que envió por ellos Kamokac.
Siekik, ya en el asentamiento, se puso a pensar, algo así: "¿Cuántas tribus vecinas más, nos tendrán en la mira para un nuevo ataque?" Él analizó que probablemente los comerciantes que constantemente visitan ofreciendo sus productos, puedan ser espías a favor de esas tribus; nadie lo puede saber, pero la presunción era lógica por la codicia de sus productos......................
Continuaremos........................
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

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