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domingo, 14 de febrero de 2021

La Casa de la Loma tiene un Fantasma: Capítulo DXCVI.- Amalia "Ojos verdes"; se acostó con mejoría para su embarazo, mientras que Rogelio Campos y sus compañeros fueron recibidos por el ganadero Eufemio Paúcar, quien cría acémilas para negocio...

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con la historia de La Casa de la Loma tiene un Fantasma, y como informamos en el capítulo anterior; Amalia "Ojos verdes", quien sin saberlo se había embarazado  del bandolero Rogelio Campos, y que éste justamente viaja en compañía de su ex cuñado Nemesio a conocer un par de mellizos que nacieron de  su ex amante Liceria Yamala, que por 18 años, él nunca supo que era padre de estos jóvenes, que espera conocerlos muy pronto; ya que según Nemesio ellos heredaron casi todas las costumbres,  características y cualidades de su padre, son un copia fiel, con excepción que no son bandoleros; sigamos lo que le acontece a Amalia "Ojos verdes"..... y a los tres jinetes...

Aquí en la imagen observamos una típica casa en la Comunidad Campesina de Socchabamba, Ayabaca, Piura, Perú; es una construcción de adobe con techo de tejas rojas y a dos aguas, sobre el techo distinguimos un fantasma que viene a ser el "El Rey de las Tinieblas" : Satanás, seguido de vampiros y una siniestra sombra negra que rodea al misterioso personaje satánico, para comprender la narrativa de la obra literaria: "LA CASA DE LA LOMA TIENE UN FANTASMA", esta imagen será nuestro símbolo de identificación y el logotipo en creación, impresión y distribución literaria. Con reconocimiento de derechos de autor, con Partida Registral Nº 00393-2010, Asiento 01, con fecha 27 de marzo de 2010 por INDECOPI.


Este es el símbolo de Marca Perú, que distingue para todos los productos elaborados por peruanos.

La hermosa mujer Amalia "Ojos verdes", no había previsto ser madre, ya que ella superó los 30 años de edad; quien al conocer al bandolero Rogelio Campos, lo invitó a su casa y se volvieron amantes, ellos por varios días vivieron un apasionado romance y disfrutaron del amor; hasta que el bandolero, decidió retirarse de la casa para hacer una "visita" (asalto) a un adinerado agricultor; en ese preciso momento que él se perdía en el horizonte; ella tuvo náuseas y cansancio en todo su cuerpo, pasó por su mente que era pena por la ausencia de su amante,
Pero, siguieron los agravamientos con asco  a la comida que ella misma preparaba y mareos, como su enfermedad era grave, ella viajó a la casa de la curandera Eudosia Campoverde, ella ya está allí, hubo un roce entre ellas al escuchar que la curandera le vaticinó un embarazo, ya ellas siguen conversando, mientras llevan el caballo de Amalia al pasto.
Al regreso del potrero, Eudosia como anfitriona, invitó a Amalia que ingrese a la sala, al hacerlo casi cae mareada al percibir los olores de plantas medicinales, que la curandera había acumulado en perchas y mesas  y todo el ambiente olía a "remedios", que no era precisamente agradable para el olfato de Amalia, quien de nuevo se le llenó la boca de saliva espumosa y le vino vómitos.
La curandera buscó una botella de pítima (un macerado de aguardientes mezclado con muchas hojas medicinales), la destapó y la llevó hasta Amalia y le indicó:
--- Doña Amalia, respire profundo y de regreso absorba el aroma de esta botella, le controlará el asco y las náuseas.
Amalia, obedeció la orden de la curandera, acercó su nariz al pico de la botella y absorbió profundamente el aroma que emanaba del interior de la botella e inundó sus pulmones, con esos olores que efectivamente le controló las náuseas y los ascos del embarazo.
La anfitriona, la invitó sentarse sobre una cama, que era una tarima de carrizos con jergas tendidas encima que hacían las veces de un colchón; ella se sentó y ya no tenía náuseas, ya empezaba a sentirse mejor gracias a los macerados e infusiones que le ofrecía la curandera.
Como ya anocheció, doña Eudosia, trató de ir a la cocina y preparar algo de comida para ofrecer a Amalia, pero ella le rechazó no deseaba comer nada.
Entonces, la anfitriona y curandera fue a su cuarto, ingresó por una puerta interior, abrió un baúl y sacó mantas, las llevó a la sala y las tendió sobre la cama donde descansaría Amalia "Ojos verdes" y le dijo:
--- Doña Amalia, acuéstese y trate de dormir, yo iré a la cocina, tengo que comer algo y cocinar los remedios que usted empezará a beber el día de mañana.
Para Amalia, era como una bendición del Cielo que la inviten a dormir, ya que tenía todo su cuerpo cansando y desfallecido (no había comido por tres días seguidos) ella se acostó y rápidamente concilió con el sueño profundo, que empezó a roncar tan fuerte que retumbaba en la sala; la curandera se sonrió y comentó para si misma: "Enferma que duerme bien, nunca muere", con ese vaticino ella abandonó la sala y se fue a la cocina.
Ahora, vamos al recorrido de los jinetes, era la misma noche; Rogelio Campos y sus compañeros llegaron a la casa del ganadero que cría acémilas para negocio, quien se llamaba Eufemio Paúcar, ellos al llegar a un amplio patio avanzaron hasta el corredor, les salieron al encuentro tres perros bravos que los acosaban y amenazan morderlos; por el ruido del ladrido de  los perros, salió el dueño de casa y trató de espantar y calmar a los perros para que se callen y ver quienes eran sus visitantes.
Al calmarse los perros, Rogelio Campos, que si conocía a don Eufemio, le saludó así:
--- Buenas noches don Eufemio, estamos de paso y le pedimos una posada ya que llegamos muy cansados y hambrientos.
Don Eufemio, si conocía a Rogelio Campos por negocios, pero no eran amigos; aún así, él era una persona generosa y amable y le contestó:
--- Bienvenido don Rogelio y sus acompañantes, mi casa está a su disposición, por favor pasen y siéntense sobre el poyo.
Del interior de la casa salió un hijo portando un mechero para iluminar, lo entregó a su padre y regresó al interior.
El dueño de casa les preguntó por la presencia allí:
--- ¿Qué milagros los traen por acá...?
Rogelio Campos, no sabía como narrar las dificultades que ellos tuvieron y que no eran creíbles para cualquier ser humano, de que ellos fueron acosados por espíritus del Más Allá, pero lo intentó y expresó así:
--- Don Eufemio, hemos venido para comprar un par de machos, por que mis amigos y yo tuvimos tropiezos en el camino, ellos perdieron sus acémilas, y yo si lo recuperé, pero sin aperos, todo se perdió, pero no por ataque de humanos, sino por espíritus de la noche, que nos perdimos del camino buscando las acémilas; al siguiente día recordé a usted que cría acémilas, ya que una vez me vendió una mula que resultó muy buena, me duró mucho tiempo.
Don Eufemio si recordó esa venta a Rogelio, pero no le creyó de los espíritus, seguro dijo él mentalmente: "alguien de los afectados les quitaron las acémilas para cobrarse lo robado", conjetura que esta vez no era verdad, y escuchando que no habían comido nada, le contestó:
--- Don Rogelio, han llegado bien a mi casa, si tengo 06 machos para escoger, todos están totalmente amansados y con herrajes recién clavados a las cuatro patas, que están listos para largas trotadas, y como no han comido iré a la cocina para ver algo que les mate el hambre.
Para Rogelio y sus acompañantes, fue un alivio escuchar los ofrecimientos del anfitrión, que les prometía las acémilas y la comida que tanto la deseaban y necesitaban para sus hambrientos estómagos.
Efectivamente don Eufemio, les trajo desde la cocina tres mates de comida y les brindó a cada uno; también salió el hijo quien se ofreció para llevar el caballo de Rogelio al pasto.
Después de la comida, quienes "limpiaron" los mates y saciaron su hambre; don Eufemio volvió a la cocina y les trajo tres jarros de humeante "hierba buena", una infusión estomacal que alivia las tensiones; al finalizar de beber se pusieron a conversar, regresó el hijo de don Eufemio y recogió los mates y jarros vacíos.
Como los visitantes estaban tan agotados que cabeceaban sentados por el sueño que los dominaba; don Eufemio regresó al interior de su casa y regresó con más jergas y mantas y les brindó para que tiendan su cama sobre el poyo, él no los hizo pasar a la sala por que ninguno de ellos eran sus amigos.
Los viajeros, rápidamente tendieron sus camas y cada uno se acostó por separado y con el agotamiento que sufrían conciliaron con el sueño y se quedaron profundamente dormidos.
Al día siguiente, siendo las 05:00 horas de la madrugada, acompañados por el canto de los gallos, que hacían un concierto un poco dispar, se levantó don Eufemio, él abrió desde el interior la puerta de la sala y fue hasta el poyo, ya se habían levantado sus huéspedes, quienes se lavaban la cara en un chorro de agua, que caía y estaba a poca distancia del patio, ellos regresaron y saludaron al dueño de casa, quien les contestó el saludo y les dijo:
--- Señores, después del desayuno, iremos al potrero para ver los machos y ustedes escojan los que les gusta., creo que querrán llevárselos a todos jajajajaja....
Rogelio Campos, muy agradecido por las atenciones recibidas, le entregó las mantas y jergas dobladas al dueño de casa y le dijo:
--- Don Eufemio, mi agradecimiento y de mis compañeros por la posada, créame que fue una bendición llegar a su casa, por que no teníamos donde ir, el mejor  alivio que nos abrió sus puertas, gracias don Eufemio, nunca olvidaré estas atenciones suyas.
Rogelio Campos, dominaba su lenguaje y lo usaba muy bien, que siempre le sirvió para conquistar amistades y sobre todo mujeres.
Continuaremos......................
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

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